01-03-2020  (899 ) Categoria: Articles

Inconsciencia hist贸rica

- enOpini贸n
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La inconsciencia hist贸rica de todos los caminos (no reconocidos) que ha labrado la humanidad est谩 en la ra铆z de todas las disputas humanas. Y no saberlo no nos permite avanzar hacia un mundo mejor.

Manipular la realidad tiene un premio, en algunos casos. Pero, por lo general, a costa de un alto precio, en la medida que niega y legitima injusticias, o bien actos no reconocidos que se desean amoldar a la realidad. Pero el precio m谩s alto es el que se debe pagar por no disponer de una informaci贸n veraz de la realidad, y el hecho que ello no permita enjuiciarla debidamente. Desconocer la realidad es causa principal, no la 煤nica, de todos los conflictos humanos que tienen en sus ra铆ces una negaci贸n de la misma. La causa de fondo debe buscarse en todas las formas que ejerce la inconsciencia humana, y todo lo que niega o desatiende. Por ejemplo: el cambio clim谩tico; las razones de las rebeliones sociales ante sus poderes estatales; y toda la violencia f铆sica y emocional que se genera a su alrededor.

Pero, en el siglo veintiuno, que ha empezado con una avalancha de informaci贸n in茅dita, se ha impulsado esta nueva conciencia global, en la l铆nea que ha identificado Manuel Castells, pero cuyo recorrido apenas ha empezado. Hoy en d铆a se habla de noticias basura, fake news o noticias falsas, de ra铆z period铆stica, que algunos medios tildan de ser intencionadas. Pero detr谩s de esta gran verdad est谩, de un modo no reconocido, la historia oficializada, con todas sus virtudes y sus defectos, que ha escrito la pluma aut贸noma y seg煤n como invisible del poder de quienes han servido al gran capital simb贸lico que ha edificado la inconsciencia humana. La manipulaci贸n de la realidad no se trata de una tendencia reciente, todo lo contrario, desde tiempos inmemoriales ha sido una tendencia de lo m谩s com煤n, ya que hasta esta era el gran capital ha podido actuar con mucha mayor impunidad, y de un modo m谩s despiadado, creando e incluso ceremoniando grandes sacrificios.

La realidad del presente siempre es interpretable, ciertamente. Convive con diversos puntos de vista, y se reconoce que esta situaci贸n es normal, o com煤n, como lo es discutir para aclarar las cosas. Pero este trato es distinto cuando se refiere al pasado. Es decir, con el pasado somos menos cr铆ticos y m谩s condescendientes, y el debate, de existir, se encuentra en los matices, ya que el consenso de la historia oficial se ha impuesto, algunas veces de modo voluntario y otras mediante el uso y el abuso de la fuerza. En su lugar se ha construido el conjunto de cuerpos acad茅micos de la historia, alineados alrededor de corrientes culturales determinadas, con ideas a medida de los estados y los poderes a los que sirven (y de los que se sirven) y los financian. Y trabajan para esta cosmovisi贸n consensuada sin ser conscientes de ello, salvo meritorias excepciones.

La memoria humana colectivizada ha pasado por el fieltro de la interpretaci贸n forzada, en el que se ha perdido u olvidado la noci贸n y el significado del mismo, resultado del gran y extraordinario consenso de la historiograf铆a oficial que ha impuesto la hostilidad humana, junto a su deseo de conciliaci贸n, en nombre de la paz y la estabilidad, para de este modo justificarse con la promesa del fomento de la prosperidad.

La realidad del gran poder simb贸lico que gu铆a a la consciencia humana es, de alg煤n modo, una narrativa, y siempre lo ha sido. Y toda narrativa se puede manipular. Pero la manipulaci贸n colectivizada en nombre de la historia se ha convertido, resultado de la inercia de las mutaciones del capital simb贸lico, en una hibridaci贸n de muchas realidades, en las que conviven verdades robustas con verdades a medias, y otras verdades que se han manipulado, u ocultado. En un extremo m谩s inc贸modo, incluso, se puede afirmar que se han creado falsas verdades que han pasado a ser realidades, en la medida que han conseguido ser cre铆bles, aunque al final se despojen de parte de su dimensi贸n fantasiosa, o maliciosa. Por ejemplo, un trato de fantas铆a, en este caso acompa帽ada de un culto al ser humano, ha sido el haber cre铆do que la Tierra es el centro del Universo, y otro m谩s malicioso el decir que, en nombre de la fe, existen unos dioses superiores a otros, que se pueden genocidar, junto a quienes creen en ellos. Y quien dice dioses dice profetas, pensadores u otros ide贸logos que ciertos corrientes han encumbrado para capitalizar, y controlar, el imaginario de la evoluci贸n del rostro del poder, para dar un sentido a su constante mutaci贸n. La idealizaci贸n, para bien y para mal, ha alimentado a la historia, en la medida que 茅sta se ha transformado en la verdadera y principal construcci贸n de la cosmovisi贸n de realidad. Y lo ha hecho hasta l铆mites inimaginables para la d茅bil conciencia colectiva actual.

La historia oficial es, en este sentido, el resultado m谩s evidente de la manipulaci贸n de la inconsciencia humana, si bien no se reconoce como tal, en la medida que se ha institucionalizado y, en apariencia, viene acompa帽ada de fuentes documentales. Pero, ojo, la realidad documentada no es, necesariamente, una veracidad. 脷nicamente es un documento, que tiene un significado y una raz贸n de existir. No todo debe entenderse como una manipulaci贸n, ciertamente, pero existen muchas razones, en determinados casos, para suponer que as铆 sea. Es muy sencillo de comprender. Imaginemos que un gobernante o persona dotada de ciertos privilegios o responsabilidades dirige grandes empresas, que escriben parte del relato de la historia que se desea rememorar. Pero este personaje resulta que representa a un poder mayor que entra en desgracia, y desaparece, de modo que se crea una crisis de legitimidades y en su lugar aparecen otras, y todo ello acaba con una guerra m煤ltiple y unos poderes intrusos, que desean imponer sus voluntades. Cuando esto ocurre, 驴qu茅 hace el poder intruso? Para empezar, destruye a todos sus adversarios, o a lo sumo les da la oportunidad de afiliarse a su servicio. Pero puede darse el caso de que el cambio de poderes vaya de la mano de la construcci贸n de una nueva cosmovisi贸n, o de una nueva era que necesite de una revisi贸n de la historia. Se cambia la historia y con ello se impone una nueva ley. Entonces, el cambio debe ser estructural, y el poder intruso destruye la gloria del personaje que entr贸 en desgracia, junto al poder que representaba. Destruye los documentos y las pruebas de su poder, y construye otros nuevos, apoyados de nuevos documentos, que falsifican la realidad. O, incluso, si es necesario, borra toda su existencia, o su esencia, si no es posible borrarla del todo. Comprender este aspecto es relativamente f谩cil, y lo constatan ciertas pruebas reconocidas, que nos hablan de destrucci贸n en la forma de grandes persecuciones, estigmas o difamaciones, a la par que de cambios de identidad, y, de un modo no lo suficientemente reconocido, de destrucci贸n, manipulaci贸n o falsificaci贸n documental. Pero el reconocimiento no est谩 a la altura de su verdadera manipulaci贸n. Se da el caso de que si no es suficiente alterar la historia siempre queda la opci贸n de trasladar el poder vencido y superado al pasado, para desubicarlo de la 茅poca que se desea reconstruir. Este es el caso de la reconstrucci贸n del pasado de Egipto y su estrecha relaci贸n con el pueblo jud铆o. Su historia com煤n se ha enviado al pasado, coincidiendo con el inicio del proyecto colonizador cristiano, de la mano de la empresa de la evangelizaci贸n cristiana dirigida desde Roma. Y con ello se ha construido, en su lugar, una historia legendaria para el poder romano italiano, que desde entonces ha pasado a substituir su verdadero pasado greco-egipcio y babil贸nico, m谩s oriental. A d铆a de hoy esta tesis resulta o puede resultar temeraria, o incluso ofensiva, pero no lo es. Col贸n, los Borja y todos los poderes de Portugal, en nombre de la Orden de Cristo, han sido art铆fices de este cambio, pero no en el sentido (ni en el tiempo) que se les da en el relato oficial, y que (falsamente) constatan los documentos oficiales. A su vez, el relato apocal铆ptico de la destrucci贸n de Babilonia, de la Biblia cristiana, se refiere a ello. Babilonia es, y era, la capital de Egipto, es decir, El Cairo. Es decir, los textos sagrados tambi茅n se han enviado al pasado, y se basan en hechos ocurridos hace pocos siglos. S铆, existen razones, y pruebas, que lo demuestran.

Vivimos en un collage hist贸rico de colosales dimensiones, que tienen que ver con el uso y el abuso del poder aut贸nomo e incontrolable de la inconsciencia humana. Y unas de sus manifestaciones se concentra, de un modo especial, en la tensi贸n del epicentro de la tierra m谩s santificada, Jerusal茅n, tras haber ca铆do en desgracia aparente otros centros, como lo son el T铆bet, Egipto y la misma Roma italiana, despu茅s de haber destruido el poder del fundamento m铆stico occidental que en su momento fue un subcentro santificado: jud铆o y catalano-provenzal, que a su vez fue un reflejo paralelo a otro de principal: en este caso jud铆o, armenio, georgiano y t谩rtaro. Y all铆, en esas tierras, todav铆a se vive esta lucha. Incluso, en cierto modo, debe relacionarse con el pulso hist贸rico de la catalanidad ante la opresi贸n castellana y francesa, si bien 茅sta ha sido despojada, en gran medida, del juda铆smo, siendo 茅ste un caso similar al de los pulsos escoc茅s, flamenco y veneciano, ante sus respectivos poderes estatales. Pero el mayor pulso, el pulso global, es el que ejerce el Gran Capital, con may煤sculas, ante todos los estados que, militarizados, someten a sus propios conciudadanos.

Se ha perdido el horizonte de la perspectiva de la mutaci贸n del poder simb贸lico. Vivimos en una inconsciencia hist贸rica, que apenas empieza a tomar forma en la conciencia colectiva. Como se ha apuntado, al hablar de la manipulaci贸n de la historia debemos ver la l贸gica de la idealizaci贸n de la realidad, ya sea por exagerar algo o por ocultar lo contrario. Y esta pr谩ctica es muy humana, y suele ir de la mano del proceso de maduraci贸n de las personas, pueblos, religiones o identidades varias en el siempre lento y complejo proceso de reconocimiento mutuo. Todo ello, sin ser conscientes de su vinculaci贸n, ha dejado su mella en el relato hist贸rico oficial, creando a su vez m煤ltiples anomal铆as. Sin ir m谩s lejos, sirvan de ejemplo las guerras religiosas o imperiales, en nombre de Dios o del gran capital, y todas las aberraciones de la realidad que han dejado escritas. En cierto modo, comprender este lazo permite abrir una puerta por lo general cerrada, que conduce a la contemplaci贸n de la l贸gica contradicci贸n inherente entre las evidentes manipulaciones de la realidad, que constatan todas las disputas humanas, y la fe ciega en el relato de la historia oficial, que se ha sacralizado, convirti茅ndose en el fundamento 煤ltimo de todas las leyes, tanto de las justas como de las que no lo son.

Pero la anomal铆a de la realidad legitimada tiene un fundamento l贸gico, que permite avanzar en la toma de conciencia de sus debilidades, cuando se comprende mejor el proceso de su construcci贸n.

Por un lado, se encuentra la torpeza humana a la hora de construir un origen divino de la vida y de la humanidad, y la pretenciosa idea de ponerle fecha, en nombre de un texto sagrado que as铆 lo afirma. Este tema no es en absoluto menor, ya que, m谩s all谩 de ser un ejercicio de fantas铆a de dudosa idoneidad, debido a ello se han sentado las bases de la dilataci贸n de la historia. Es decir, la historia realmente documentada es mucho m谩s breve de lo que se afirma, y ello es debido a que se ha creado una obra a medida de la autoridad de grandes poderes que han pretendido eternizarse. De este modo, la breve historia real se ha acabado por convertir en una historia dilatada y duplicada en el tiempo, por ejemplo, creando dos grandes grecias, una cl谩sica y otra medieval, cuando en realidad son la misma, tal como ha descifrado Anatoly Fomenko. De hecho, 茅sta es la raz贸n del salto discontinuo de aproximadamente mil a帽os entre la ingenier铆a, la arquitectura y la escultura cl谩sica y su evidente continuidad con la equivalente renacentista, en la que el 煤nico cambio es su cristianizaci贸n. Se ha hecho de tal modo que, incluso, se ha enviado al pasado el pensamiento, la ciencia y la astronom铆a griega medieval, y se ha pretendido imponer la idea que se recupera a finales del medievo. Pero esto tan evidente no se reconoce, y por el camino (o mejor dicho en su ra铆z) se debe de comprender que se ha deseado crear un origen aut贸nomo tanto de Jes煤s como de todos los reinos cristianos, y esconder de este modo que todo ha sido, en gran medida, una mutaci贸n de identidades que ha ido de la mano de un proceso historizador para de este modo legitimarlo. Para hacerlo posible, bajo el yugo del gran capital simb贸lico que orienta a la conciencia humana, se ha entregado a la humanidad las grandes cr贸nicas de los cronistas reales y los grandes testimonios de santos y profetas, junto a la inestimable 鈥渁yuda鈥 de los historiadores de la antig眉edad que se ponen de moda en la llamada Era Moderna. Todos ellos son la pluma oculta de esta gran distorsi贸n de la realidad, que ha redactado la pseudohistoria oficial y su idea asociada. Pese a ser una gran obra, no carente de buenas voluntades, pese a todo, es el mayor fraude, o, mejor dicho, la mayor deshonestidad colectivizada jam谩s creada por la inconsciencia del ser humano.

Por otro lado, detr谩s de la gran y clamorosa evidencia de que vivimos en un escenario cultural, hist贸rico y cronol贸gico deshonesto, se suman los lamentables genocidios, cr铆menes, persecuciones y difamaciones que la humanidad ha liderado, en nombre de fes divinizadas o imperialismos de distinta naturaleza, es decir, din谩sticos, culturales, comerciales o simplemente ideol贸gicos. Nos referimos a todo lo que la humanidad ha hecho por legitimar lo injustificable, despu茅s de un desprecio y una lucha infames, en el que la inteligencia y las mentes m谩s h谩biles no han conseguido razonar soluciones m谩s amistosas, basadas en la libertad de las voluntades en conflicto, resultado de la inmadurez humana a la hora de resolver los errores que ella misma niega, inconscientemente. Por el camino, se ha alimentado el culto a la violencia humana, y un sinf铆n de farsas y mentidas, acompa帽adas de medias verdades, que no ayudan en modo alguno a realizar un sano revisionismo hist贸rico.

Una consecuencia de esta gran distorsi贸n hist贸rica es la causa de cierta tolerancia a una realidad mal dise帽ada, en la medida que ha sido capaz de apaciguar a las mentes m谩s cr铆ticas, y ello ha relajado las ansias de venganza y el sentimiento de indignaci贸n que las alimenta. Pero esta situaci贸n ha creado otra consecuencia de calado mayor, que se debe comprender si se le desea dar una respuesta razonable. Manipular la realidad ha construido una disociaci贸n cognitiva que no permite avanzar en la madurez y la responsabilidad humanas, y ello conduce, inexorablemente, a conflictos perpetuos y a desatender temas capitales, como los derechos humanos, los derechos ambientales u otras muchas m谩s fronteras entre la violencia reconocida y la no reconocida, como lo son la competencia por el poder y todo el crimen organizado (militarizado) que se est谩 recrudeciendo d铆a a d铆a, as铆 como todas las dem谩s luchas en nombre de las identidades aparentemente irreconciliables.

Tras toda manipulaci贸n, independientemente de si detr谩s hay buena o mala voluntad, o sentimientos de angustia o patol贸gicos, aparece un ser manipulador. Y cuando estos seres trabajan al un铆sono, ensalzados por sus razones, las que sean, se convierten en verdaderos depredadores de la ignorancia de la inconsciencia hist贸rica, y la reproducen a su alrededor. Sin haber sido su intenci贸n, la ignorancia de la manipulaci贸n de la historia, y de la realidad, que actualmente protegen los academicistas de la historia oficial, bajo la presi贸n del gran capital simb贸lico, ha sido un arma de doble filo cuyas cuchillas (si deseamos realmente avanzar en la construcci贸n de un mundo mejor) se deben descubrir para luego despojarlas de su capacidad de herir, cortar y acabar con toda posibilidad de reconciliaci贸n entre el pasado de la humanidad y su presente hostil para, de este modo, encarar el futuro de un modo m谩s consciente y responsable.

(*) Andreu Marfull Pujadas, Profesor en Planificaci贸n y Geograf铆a Urbana a la Universidad Aut贸noma de Ciudad Ju谩rez, M茅xico.




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