MAGAZÍN D'INVESTGACIÓ PERIODÍSTICA (iniciat el 1960 com AUCA satírica.. per M.Capdevila a classe de F.E.N.)
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"La història l'escriu qui guanya".. així.. "El poble que no coneix la seva història... es veurà obligat a repetir-la.."
04-03-2007 (6320 lectures) | Categoria: Celestina |
Àlex Sendra
Durant decennis els erudits espanyols han debatut a l'entorn de la ciutat on passava l'acció de La Celestina i no han arribat a cap conclusió. L'Àlex Sendra creu que els fets van passar a València i ho raona en aquest article. Seguint les traces d’un eclipsi de sol que s’esmenta a La Celestina, l’Àlex Sendra creu que és impossible que els fets poguessin passar a Castella i, per contra, situa l’acció de l’obra al Regne de València.
Vaig buscar al Google webs amb les paraules Celestina i "navÃos" amb la solità ria intenció de riure una mica del que pogués trobar-me, intuint que trobaria alguna cosa semblant al que efectivament vaig trobar. Però com que finalment se'm va tallar el riure amb un text que no m'esperava i que paga la pena compartir, m'he decidit a compartir-ho tot.
Comencem per la part còmica. Ja havia explicat en articles anteriors com en Julio Cejador y Frauca associava la ciutat on es desenvolupa l'acció de La Celestina a una espècie de barreja entre Toledo i Salamanca. D'aquesta opinió són la majoria d'erudits, entre ells en Menéndez y Pelayo, de qui podem llegir això:
"Y lo que nunca ha podido verse en el Tormes son los navÃos de que habla Melibea: «Subamos, señor, al açotea alta, porque desde allà goze de la deleytosa vista de los navios»" (Aucto XX).
Tormes és el riu que passa per Salamanca. Continuem:
"Creo que en Salamanca recogió Rojas los principales documentos humanos para su obra, pero si hubiese querido dar a entender que la acción pasaba allà no habrÃa dotado a la ciudad de un rÃo navegable, ni hubiese dejado de hacer alguna alusión a sus escuelas. "
"La única ciudad de la Corona castellana desde cuyas azoteas pudiera disfrutarse de la vista de un gran rÃo y de embarcaciones de alto bordo era Sevilla, y por esta sola razón sostuvo el canónigo Blanco que la Celestina pasaba en su tierra. Pero bien leÃda la Celestina, nadie encontrará en ella indicios de que su autor conociese la región meridional de España".
"Queda una tercera hipótesis, la del señor Foulché-Delbosc, que fija en Toledo el escenario de la Celestina. Pero aquà nos encontramos también con la dificultad del rÃo navegable. Nunca desde una azotea de Toledo han podido verse navÃos, ni esto puede pasar como una licencia poética. La tentativa grandiosa, pero desgraciadamente efÃmera, de navegación del Tajo hasta su desembocadura en Lisboa, pertenece al reinado de Felipe II. Hubo, sin duda, proyectos anteriores, alguno del tiempo de los Reyes Católicos, pero no autorizaban a un escritor para dar por cumplido lo que no llegó a ser ni intentado siquiera".
Fins al punt en què es veu obligat a continuar aixÃ:
"Si se prescinde de los navÃos, resulta que en Toledo…".
SÃ, home. AixÃ, qualsevol. Prescindint del que no encaixa, la cosa va millor.  Haver començat per allÃ. No calia patir tant. Però vegem què més he trobat: en l'article d'Higinio Ruiz i Carmen Bravo-Villasante "Talavera de la Reyna (1478-1498),¿Lugar de acción de La Celestina?" podem llegir el següent:Â
"Y ella responde:
«Subamos señor al açotea alta, porque desde alli goze, déla deleytosa vista de los nauios» (B k2r - C 11, 205);
y sigue monologando Pleberio:
«Que ya quedas sin tu amada heredera. Para quien edifique torres, para quien adquirà honrras, para quien plante arbores, para quien fabrique nauios» (B k5 -C II, 211).
Vemos que el rÃo es un tema siempre presente en la acción, y debe ser navegable para pequeñas embarcaciones, concretamente en este caso embarcaciones de recreo mandadas hacer por Pleberio para deleite de Melibea".
És a dir, quan al Pleberio se li acaba de suïcidar la filla davant seu, i quan als peus de la seua filla morta s'exclama recordant-se de les coses importants que va fer pensant en ella (com "adquirir honras", edificar torres i fer plantacions d'arbres) encara té l'humor, en les trà giques circumstà ncies que acabe de descriure, de recordar-se d'unes barquetes "de recreo" que pel que sembla va manar fer per un caprici de la nena.
Continuem:
"Aunque parece que ya nadie sostiene que los navios de que habla la obra sean barcos de guerra fabricados por Pleberio, conviene recordar que navio, nao y nave se derivan de navis, que significa sencillamente barco; se trata del nombre genérico de cualquier embarcación".
NavÃo és "el nombre genérico de cualquier enbarcación". Recordem-ho, perquè, més endavant, no serà aixÃ. De moment, quedem-nos amb el fet que aquests autors no són gaire exigents amb la mida dels navÃos que puguen aparèixer a La Celestina en comparació amb els d'altres "naus" de la meseta:
"Se encuentran varios rÃos importantes, en los que pueden navegar embarcaciones fluviales de cierto tamaño, como las utilizadas en la conquista de Tordesillas en 1473: «hicieron traer secretamente barcos, e con gentes de armas unos por el rÃo y otros por parte de tierra, entraron en la villa» (R I, 46) (Estos llamados barcos tendrÃan que ser necesariamente pequeños para poder llevarlos secretamente)".
I conclouen que aquesta ciutat ha de tindre almenys, entre d'altres, "un rÃo navegable, al menos para embarcaciones pequeñas".
Una volta que ha quedat ben clar que a La Celestina fan referència a "embarcaciones pequeñas" és l'hora de llegir a Jose Antonio Maravall:
"En su lamentación por la muerte de la que llama su rica heredera, Pleberio exclama: «¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirà honras? ¿Para quién planté árboles? ¿Para quién fabriqué navÃos?» (págs. 295-6). Estas frases no han sido objeto de una interpretación satisfactoria. Al tratar de localizarse la acción de la Tragicomedia en Toledo, se sostuvo que esos navÃos no serÃan otra cosa que artefactos flotantes que se deslizarÃan por el rÃo Tajo, en fiestas acuáticas como las que en fecha posterior describe Tirso de Molina. Pero, aparte de que esta referencia de Tirso es muy tardÃa y corresponde a una época barroca de ilusión por toda suerte de artilugios mecánicos empleados en juegos sociales, lo cierto es que en otro pasaje Melibea habla también de los navÃos que se contemplan de lo alto de la azotea de su casa, y ya es esta demasiada insistencia en los navÃos para que los reduzcamos a los artefactos que tal vez algún dÃa aparecÃan sobre el Tajo, pero cuya contemplación desde las azoteas toledanas no serÃa en ningún caso fácil ni cotidiana. Una vez, además, que se ha visto que la localización de la obra de Rojas en Toledo no se puede mantener, no hay por qué dejar de admitir que se trata, en las dos alusiones que hemos señalado, de auténticos barcos. Fabricar navÃos es cosa que se atribuye Pleberio como importante actividad y no cabe duda de que no puede reducirse a la de construir algún pequeño barquichuelo que navegue por un rÃo. Nadie a esto llamarÃa haber fabricado navÃos, ni hoy, ni menos en el siglo XV, en que la palabra, de reciente difusión, designa embarcaciones importantes. Pleberio es, pues, por confesión propia, constructor o armador de naves, que ambos sentidos pueden tener sus palabras. MarÃa Rosa Lida ha hecho observar que en la obra de Petrarca De remediis utriusque fortunae –cuya influencia sobre La Celestina es tan amplia y relevante– aparece también un personaje en cuyas naves se cargan ricas mercadurÃas. De ahà viene la mención de los navÃos de Pleberio en La Celestina, lo que acaba de aproximarle a la figura del gran mercader que ejercita el comercio marÃtimo, esto es, la forma de relación económica más importante en las primeras etapas del capitalismo. Tengamos en cuenta que los peligros de la ciudad marÃtima, desde el punto de vista de la moral social –de los cuales advertÃa también Sánchez de Arévalo–, son, bajo influencia de lecturas clásicas, un tópico en la época. Ello completa el marco en que Rojas quiere situar el drama del desarreglo de los juicios morales que presenta en su Tragicomedia."
"Ciudad marÃtima" diu? Eren barquetes de joguet o tot el contrari? Queda una tercera opció: que fossin naus… metafòriques. D'aquesta manera, si traiem les naus de la realitat eliminem la molèstia d'haver d'encaixar amb la realitat allò que no entra ni pel cap ni pels peus. Vegem-ho. Rosa Navarro Durán diu:
"Melibea le dirá a su padre: «Subamos, señor, a la azotea alta, por que desde allà goce de la deleitosa vista de los navÃos; por ventura aflojará algo mi congoja», [Rojas, 2000: 328-329]. Alejará a su padre rogándole que mande traer «algún instrumento de cuerdas», y al hacer lo mismo con Lucrecia, menciona la altura del lugar: «Lucrecia, amiga, muy alto es esto; ya me pesa por dejar la compañÃa de mi padre. Baja a él y dile que se pare al pie desta torre», [Rojas, 2000: 329]. "
"Es muy posible que esa torre que tiene la casa de Melibea provenga de la lectura del poema de Manrique, de esa torre muy alta donde está su pensamiento. Y la idea de la fortaleza que da al rÃo crecido (que es el recordar) pudiera haber llevado a Fernando de Rojas al detalle de los «navÃos», que se ven desde la azotea, y a «los frescos aires de la ribera». Evidentemente, tal asociación puede hacerse al existir las manifiestas concordancias anteriores. Y no importa tanto en sà misma como la posibilidad de que asà sea. Lo esencial es ver cómo Rojas convierte en «reales» elementos alegóricos y puede hacerlo por el contexto donde los sitúa. Y lo es también ver ese deslizamiento levÃsimo de una materia medieval para convertirse en renacentista, del paso de lo alegórico a lo real".
Patrizia Botta també ha vist que n'hi ha d'altres que consideren aquesta opció:
"Que de lo alto de la azotea se viesen 'navÃos' ha hecho discurrir sobre la ciudad en que se desarrolla la acción del texto, apuntándose para ello Sevilla, por estar cruzada por un rÃo navegable, lo cual lleva muy lejos del Tormes y de Salamanca, defendida por otros estudiosos. Hay quienes piensan que la alusión a los navÃos no es un matiz realista sino deriva de una fuente (que para Deyermond y Russell es petrarquista, mientras para Cejador es la leyenda de Hero y Leandro, cuyas ediciones ya circulaban por Europa desde 1494)".
I no he llegit que diu Pablo César Moya en el seu article "El aire, la ribera y los navÃos: Sobre el lenguaje figurado de La Celestina" perquè només he trobat la referència, però amb aquest tÃtol no em sembla agosarat pensar que ell també intueix uns navÃos imaginaris.
Personalment, quan el Pleberio s'exclama «¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirà honras? ¿Para quién planté árboles? ¿Para quién fabriqué navÃos?» em costa de creure que "los árboles", les "honras" i "torres" siguen també al·legòrics, metafòrics o imaginaris; aixà que em sap greu per ells, però no m'ho empasso.
Tot plegat –pel tema de les naus i per altres coses que tampoc no encaixen– ha fet que estiga acadèmicament acceptat que la ciutat de La Celestina és una ciutat imaginà ria, una barreja difusa de ciutats inconcretes. En Miguel Angel Ladero Quesada diu que, com que és una obra tan irreverent, l'autor ho va voler fer aixà per "no afectar a la honra de ninguna ciudad concreta". I acabe amb la part "còmica" d'aquest article amb aquesta desbarrada que diuen haver tret de Historia de la literatura d'Eduardo Iáñez:
"La localización de la ciudad o ciudades en que transcurre la acción no es fácil de determinar. Asà Manuel Criado de Val afirma: «No es una localidad única y concreta sino que la descripción corresponderÃa a una de las tantas ciudades medievales, situada en un fuerte declive, con rÃo al pie, de industria ganadera y agrÃcola, con puerto en que los navÃos de cierta importancia pueden ser contemplados. PodrÃa ser Toledo o Salamanca, Lisboa o Sevilla, etc.»."
Si això no és fer entrar claus per la cabota...
És l'hora d'explicar què és el que vaig llegir que em va tallar de cop el riure. Parla Ernesto Volkening:
"En el fondo, tiene uno la impresión de que, en contraste con la patria castellana del Quijote, tierra de caballeros y monjes, de pastores y escribanos, La Celestina encarna la otra España, tan ajena del tradicional concepto literario que se han formado los franceses, alemanes e ingleses de la sombrÃa austeridad y la firme compostura del carácter hispánico. No es la España que nos pinta Fernando de Rojas la comarca pedregosa, polvorienta, de colores ocre y grisáceo que en el corazón de la PenÃnsula se yergue cual fortaleza inconquistable, sino un paÃs mediterráneo de navegantes y mercaderes con estrato moro, abierto a las múltiples y polifacéticas influencias que vienen de allende el mar, de Italia o del Oriente, y quizás hayan contribuido a la versión, hoy dÃa caÃda en desuso, de la filiación judÃa del autor. Tampoco es el escenario de su obra el paÃs de mÃsticos, de inquisidores, de autos de fe. En la vida cotidiana, sus personajes son, como la mayorÃa de nuestros contemporáneos, algo asà como ateos practicantes que llaman al confesor cuando ya es tarde; las hechiceras, lejos de ser quemadas, van a la picota por razones de orden público antes que por las de teologÃa; en lugar de las austeras costumbres de Castilla, reina una especie de paganismo alegremente desparpajado y celebra la voluptuosidad sus triunfos en un ambiente lánguido en donde suenan los dulces lamentos de mil ruiseñores escondidos entre los arbustos; las noches están llenas del monótono murmullo de las fuentes y del tañer de laúdes, a la vez que las fragancias de jazmÃn de los jardines moros se mezclan con la suave brisa marina y el tentador perfume de almizcle que usa la bella ramera Areusa […].Â
Siempre se me hizo raro que, no obstante las indicaciones topográficas bastante precisas que da el autor, sea el bachiller quien estudiara en Salamanca u otro, no hubiera podido comprobar en la literatura sobre La Celestina ningún dato que nos permita ubicar exactamente el sitio en donde se desarrolla la acción. Más al atenernos a lo que Melibea, como antes de insertar el último eslabón en la cadena de catástrofes, le dice a su padre: «Subamos, señor, a la azotea alta, por que desde allà goce de la deleitosa vista de los navÃos; por ventura aflojará algo mi congoja», nos inclinamos a trasladar el escenario a una de tantas populosas ciudades portuarias de la costa de Levante. Si uno repasa cuidadosamente, página por página, La Celestina sin perder de vista las escasas, si bien minuciosas observaciones escenográficas, resultará difÃcil encontrar algo que sirva para invalidar semejante hipótesis, y en cambio abundan detalles incompatibles, verbigracia con la opinión de Américo de Castro, según la cual «ese drama [...] se expande a la vida en la pequeña corte de los duques de Alba de Tormes», por no hablar de los que incluso exigen su ubicación en el medio de una gran ciudad situada a orillas del mar o cerca de la desembocadura de un rÃo ancho y perteneciente a la órbita cultural del Mediterráneo antes que a la del Atlántico. Para cerciorarse de ello es, desde luego, aconsejable prescindir de cuanto se sepa de la vida del autor y de su permanencia en la docta Salamanca, en Talavera de la Reina o en la vecindad de la «enhiesta y toledana Escalona», de las influencias que allà haya asimilado e incluso de lo que digan sus personajes, y escuchar tan sólo las sugerencias perceptibles a modo de «cortina acústica» detrás de sus palabras. Entonces se experimenta una sensación compleja, parecida a la que produce un lejano y confuso clamor de voces; siente uno latir el pulso de la vida, surge de infinidad de tabernas el olor de vino, de aceite hervido, cebollas y ajos, pescado frito y mariscos, y se palpa en las profundidades de tan exuberante maremágnum de sonidos, aromas y colores algo indefinible como aquel misterioso rumor preñado de vagas amenazas, de peligros latentes, de traición y celadas tendidas a la vuelta de la esquina que antaño se percibiera en vetustos rincones del vieux port de Marsella, de Nápoles y Estambul".
L'article diu més coses interessants, com per exemple:
"Pleberio, el padre de Melibea, a su vez no lo considera incompatible con su nobleza de «claro linaje» hacer el comercio, armar buques y poseer molinos de aceite".
La noblesa castellana considerava una "deshonra" treballar. El Quixot i El Lazarillo descriuen els "hidalgos" com uns éssers que, encara que econòmicament estaven molt per sota del Pleberio, preferien viure en la misèria (Lazarillo) o morir-se (Quixot) abans que treballar.
Diu més coses interessants quan torna a queixar-se de la contradicció entre la forma i el contingut de l'obra, o quan detecta una societat allunyada dels temps de la reconquesta. Però voldria deixar-ho acà per acabar amb tres reflexions:
Primer, adoneu-vos que hem llegit que la paraula navÃo és "en el siglo XV" una paraula, "de reciente difusión". És a dir, a Castella al segle XV la paraula navÃo era nova, segurament perquè tot el tema dels navÃos també els era nou, i això inclou el centre geogrà fic de la PenÃnsula, com és Toledo.
En segon lloc, algú podria dir-me: "Home, Àlex! Quan en Menéndez y Pelayo diu que cal prescindir dels navÃos de Toledo, tu te'n en fots, però quan l'Ernesto Volkening diu que cal prescindir de tota la suposada castellanitat de l'obra, sà que t'ho prens seriosament".
La diferència rau en el fet que sà que podem trobar declaracions d'autors que volen escriure en català , però els obliguen a publicar en castellà . En Jordi Bilbeny ens en dóna 7 exemples. En canvi a la inversa "yo querÃa escribir en castellano, pero me veo en la obligación de mandar traducir al catalán aunque sea una lengua ajena a mi querida Alcalá de Henares" és impossible d'imaginar. Aquestes coses només caben en el discurs de l'únic exemple que conec de mòbil perpetu, els tergiversadors professionals a sou de l'Estat que fan escampar la mentida tipus "el castellano perseguido en Cataluña". La darrera publicada a l'Avui del divendres 11 de maig del 2007 (ahir mateix en el moment que escric això), pà gina 37, on des de la RAE diuen que el franquisme no va ser per a tant.
Aixà doncs, per concloure aquesta segona reflexió, si convenim que meseta i navÃos tot barrejat no pot ser, hem de deduir que bé hi ha hagut manipulació per posar naus a la meseta, bé hi ha hagut manipulació per fer mesetari el que no ho era.
I acabe dient que em sembla detectar que en el fons del subconscient dels experts hi ha la certesa que si l'origen de La Celestina tinguera alguna cosa a veure amb València, posem per cas, els trontollaria tot d'una manera que no s'ho podrien ni plantejar. Un exemple és aquell que he posat en què, buscant naus, i citada ja Sevilla, es planteja la hipòtesi tan poc castellana de Lisboa, tot i que Lisboa no formava part de la corona espanyola a finals del segle XV, abans de concebre alguna altra ciutat costanera sota el domini dels reis catòlics.
I l'altre exemple més palmari és de l'Ernesto Volkening, que per més que repasse el seu article, i tenint en compte que qualsevol parlant se'n fa un fart, d'anomenar ciutats ben concretes, encara no sé com s'ho fa per no anomenar de manera ben explÃcita cap ciutat costanera de la nació catalana, i ni tan sols la mateixa nació catalana en general "un paÃs mediterráneo de navegantes y mercaderes ", "una de tantas populosas ciudades portuarias de la costa de Levante", "la órbita cultural del Mediterráneo". Com s'ho fa? "un paÃs mediterráneo de navegantes y mercaderes con estrato moro, abierto a las múltiples y polifacéticas influencias que vienen de allende el mar, de Italia o del Oriente" Què vol dir? Cartagena? Mà laga? Almeria?
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