23-10-2010  (6428 lectures) Categoria: Maria

Alfonso el Magnánimo - Jerusalem

Alfonso el Magnánimo y la divisa del libro abierto

«Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer»

Alfonso V de Aragón (1396-1458)

Alfonso V de Aragón, el rey bibliófilo

La pasión del rey Alfonso V de Aragón y I de Nápoles por los libros es de sobra conocida. Alfonso, “castellano de origen y mentalidad”, nace infante Trastámara en Medina del Campo (1396), siendo el hijo primogénito de Fernando de Antequera –regente de Castilla y futuro Fernando I de Aragón- y de Leonor de Alburquerque. En la Corte castellana de Enrique III ya supo rodearse de cortesanos poetas como Iñigo López de Mendoza, futuro marqués de Santillana. Será también en aquella Corte donde adquiera sus primeros conocimientos de latín, filosofía y poesía.

Mino da Fiesole. Alfonso V de Aragón (Museo del Louvre)

En su primer viaje a Italia, recién coronado rey (1416), se hará acompañar de hombres letrados y de armas como Pedro de Santa Fe, Jordi de Sant Jordi, Andreu Febrer y Ausias March. Su patrimonio librario se limitaba por entonces a 61 volúmenes. Sin embargo, tras la conquista de Nápoles (1443) el Magnánimo ya había conseguido reunir –primero en Gaeta, después en Nápoles– una “Biblioteca de Estado” de alrededor de 2500 volúmenes, dotada además de un presupuesto de 20 mil ducados anuales. Una colección excepcional para su tiempo, que sería acrecentada más tarde por sus sucesores en el trono napolitano (Bas Carbonell, 2008).

Iluminada durante el día por amplios ventanales,  por velas y luminarias en las horas nocturnas, la Biblioteca Real de Castel Nuovo contaba con su propio personal especializado: bibliotecarios, iluminadores, copistas y encuadernadores. A manera de ejemplo, la documentación histórica atestigua que sus bibliotecarios-conservadores Baltasar Scariglia y Tomas de Venia cobraban mensualmente 8 ducados, 1 libra y media de azúcar y 4 libras y media de velas para iluminar la sala de lectura (Alcina Franch, 2000).

Gracias a diversos inventarios y epistolarios, tenemos conocimiento de que su extraordinaria biblioteca se fue constituyendo por muy diversas vías: Por medio de compras especiales, por incautación de botines de guerra, por encargos concretos a copistas y miniaturistas, por copia directa de manuscritos –pedidos en préstamo por sus embajadores en Roma, Venecia, Florencia– o merced a regalos recibidos de manos de otros príncipes y cortesanos.

La colección libraria real reunida por Alfonso tenía un carácter mixto cristiano-pagano, ya que abarcaba por igual obras de temática religiosa (biblias, salterios y obras de teología), clásicos de la Antigüedad (César, Tito Livio, Virgilio, Séneca, Tucídides, Quintiliano, Macrobio, Flavio Josefo, Plinio, Ptolomeo, Vitruvio, Aristóteles, Platón, Ovidio, Horacio, Nepote, Suetonio, Homero, Esopo, etc.) y por supuesto, obras de humanistas coetáneos suyos (Valla, Aretino, Guarino, Pontano, Faccio, il Panormita, etc.). La herencia de la Antigüedad Clásica palpitaba en la cuidada selección de textos latinos allí reunidos –con decoraciones a menudo inspiradas en el estilo romano–,  aunque su colección más personal nunca renunciaría a la miniatura gótica flamenca –muy del gusto del monarca–. Podemos concluir pues que la Biblioteca Real tenía la doble función de servir a los “studia humanitatis” de su Corte, y de potenciar la imagen simbólica de su propietario como personaje poderoso y cultivado.

En efecto, Alfonso V crea y mantiene una Corte Humanística en Nápoles. Su esposa, María de Castilla, queda como regente en sus dominios peninsulares; él, mientras tanto, encontrará en tierras italianas los favores de otra dama: Lucrezia d`Alagno.

El Magnánimo reúne en su Corte a poetas y eruditos castellanos, aragoneses, valencianos y catalanes –como Pedro de Santa Fe, Jordi de Sant Jordi, Andreu Febrer, Ausias March y Joanot Martorell– los cuales compondrán versos en sus lenguas vernáculas.

Cancionero de Stúñiga (BNE VITR/17/7)

El Cancionero de Stúñiga (VITR/17/7) –custodiado en la BNE- recopila buena parte de la poesía lírica compuesta en dicha Corte: un total de 164 composiciones de más de 40 autores -como Lope de Estúñiga, Carvajal, Juan de Mena, y el ya citado Marqués de Santillana-. El Cancionero refleja asuntos cortesanos, con alusiones al rey Alfonso, a la reina María, a su hija ilegítima, a su amante Lucrezia y a los nobles y damas de sus veladas napolitanas. En él predomina la temática del “amor cortés” –el amor idealizado y no correspondido del caballero hacia la dama- y, en menor medida, los temas festivos, elegíacos, la sátira política y hasta la “parodia sacra”. En su frontispicio destaca la orla vegetal donde cuatro virtudes sostienen una láurea, cuyo escudo interior quedó en blanco.

Junto a aquellos hispanos, Alfonso V también se sabrá rodear de los grandes humanistas itálicos del momento: hablamos de personajes como Poggio Bracciolini, Pier Candido Decembrio, Flavio Biondo, Giannozzo Manetti, Porcellio Pandone, Enea Silvio Piccolomini, Giovanni Pontano, Lorenzo Valla –su secretario personal–, Antonio Beccadelli il Panormita –su asesor cultural y autor de su 1ª biografía: De dictis et factis Alphonsi regis Aragonum (BHUV Ms. 445)– y Bartolomeo Faccio. Éste último, en su De viris illustribus (1456), no dudará en mostrarle como un gobernante “pío, culto, firme e imparcial, síntesis perfecta de los principios cristianos y del César romano”.

En esta misma línea propagandística, Lorenzo Valla pone al servicio del rey todos sus conocimientos filológicos y no duda en denunciar como falsa la pretendida “Donación de Constantino”, a fin de ensalzar la figura del monarca aragonés frente al pujante poder papal. El mismo Valla relata en sus Recriminationes in Faccium que el rey tenía a bien que le leyeran textos antiguos, interrumpiendo la lectura para plantear cuestiones y comentarios a sus interlocutores.

Según Piccolomini, era tal su interés por adquirir conocimientos que a menudo Alfonso entraba en el Estudio y la Universidad napolitanos confundiéndose con los alumnos (Mechó González, 2010).

Como muestra de su bibliofilia, nos relata il Panormita que, la víspera anterior a entrar en combate, el rey tenía por costumbre reunir a sus oficiales y leerles textos de Séneca, Julio César y Tito Livio, libros estos que guardaba bajo su lecho: “sabemos que dormía el rey con los libros debajo de la cama y cuando despertaba al amanecer, pedía lumbre para seguir leyendo”, no en vano Alfonso llegó a afirmar que  “prefería perder un reino antes que uno de sus libros” (Bas Carbonell)

Otro ejemplo de su amor por los libros lo encontramos en una carta remitida por Alfonso V a Cosme de Médicis, en la cual le confiesa: “ningún presente honra tanto, no sólo al que lo recibe, sino también a quien lo da, como los libros que encierran sabiduría. Por ello, oh Cosme mío, te expreso mi agradecimiento de manera muy singular. No solo acrecientas mi biblioteca, sino mi dignidad y mi fama” (Rubio, 1960; López Poza, 2009).

La heráldica del rey Alfonso. Sus armas y emblemas

Las armas de Alfonso V, como Rey de Aragón, de Sicilia, de Nápoles, y Duque de Calabria, eran: preferentemente, los palos verticales de oro y gules de Aragón, solos, o bien combinados en sotuer con las águilas de Sicilia, o bien cuartelados con la suma de los palos horizontales de plata y gules de Hungría, los lises dorados sobre azur de Francia y las cruces potenzadas de Jerusalén. Esta última combinación –propia del escudo del Reino de Nápoles– es una de las predominantes en las orlas de los manuscritos humanísticos de la Biblioteca Real, junto con la versión cuartelada Aragón-Jerusalén –propia del Ducado de Calabria–.


Armas del Reino de Aragón con la cimera del “drac pennat” -emblema parlante por equivalencia entre dragón y d´Aragón-. Arriba, a la izquierda, fol. 108 del Gran Armorial de la Toison d´Or (BNF RES MS 4790). A la derecha, detalle del fol. 65 del Ms. Harley 6199 (Brritish Library).


Escudo del Reino de Nápoles, detalle del fol. 2 del Franceschi Philelphi Satyrae hecatosticae (BHUV Ms. 0398)

Hay que comentar que, en los manuscritos de su biblioteca, además de las armas de Aragón y sus combinaciones, aparecen en menor proporción otros escudos, como el de los Sforza, algunos pontificios y cardenalicios y los blasones de algunos particulares.

Como complemento a sus armas, el Magnánimo adoptó además unos emblemas y motes propios y originales. En las miniaturas de la biblioteca de los reyes napolitanos aparecen variados emblemas reales de compleja explicación, como las montañas diamantinas, los armiños, la telaraña, la madeja de oro, el nudo, la rueda, la cabellera, la planta espinosa, los carcajes, el martillo, etc. (Alcina Franch). Pero fueron sobre todo tres, por su marcado valor simbólico, los más significativos para Alfonso V: Las espigas de mijo, el sitial peligroso y el libro abierto –sobre el cual nos detendremos más en detalle–.

El haz de mijo solía venir asociado al mote latino “Non timebo milia populi”. Este lema se prestaba a un juego de palabras, ya que el numeral mil y mijo se escribían igual en latín: “No temeré el mijo del pueblo / no temeré a mil del pueblo”. El mijo, como cereal, era además símbolo de la incorruptibilidad y de la caridad.

El siti perillós –el sitial peligroso–, a veces incluso llameante, comenzaría a ser usado como emblema tras su entrada triunfal en Nápoles (26 febrero 1443) –plasmada en el relieve del arco de Castel Nuovo, obra de Francesco Laurana–, alegoría sin duda de la dificultad que le supuso su conquista. Hay quienes han visto en él la silla curul que precedía a los emperadores romanos en las entradas triunfales: “el imperio puede consumir al hombre en su propio orgullo, pues el triunfador era al fin y al cabo tan sólo un hombre” (Esteban Llorente, 2010). Pero también hay quien ve en el sitial reminiscencias de la leyenda artúrica, como “la silla reservada a quien, puro de corazón, lograra sentarse en ella, aún a riesgo de perder su vida, demostrando así estar destinado a encontrar el Santo Grial de la Última Cena” (Beltrán, 2008).

El libro abierto. Es imposible renunciar a la idea del libro como objeto preciado, parte integrante de un tesoro patrimonial y una expresión más del poder real. Así lo parece atestiguar el emblema del libro abierto y el lema “Liber sum” (Toscano, 2010). El libro evoca en latín (liber) un doble significado, esto es, “soy un libro”, pero también “soy libre”.

Nos relata Beccadelli il Panormita: “La divisa del rey es un libro abierto, para demostrar que a él le corresponden el saber y el conocimiento de las buenas artes y la ciencia, lo cual no se puede alcanzar sin leer, estudiar y amar los libros”. Dice igualmente: “En el fragor de las batallas, entre banderas y gallardetes sobresalía su insignia, que traía por divisa un libro abierto con la inscripción Vir sapiens dominabitur astris”. La leyenda inscrita en el libro parece remitir a un aforismo astrológico atribuido a Claudio Ptolomeo, que en la corte del Magnánimo venía a traducirse como  “el hombre sabio es capaz de decidir su propio destino”.

La citada divisa del libro y su correspondiente mote los hallamos también en las medallas de la Liberalitas Augusta, acuñadas en 1449 por Antonio di Puccio Pisano, Pisanello. -Merece la pena visualizar sus bocetos preliminares a tinta para medallas similares, reunidos en el Codex Vallardi (2306 r., 2307, 2486) del Museo del Louvre-. Estas medallas no eran sino ofrendas o regalos fácilmente transportables que el monarca entregaba a sus allegados. Por lo demás, el propio Alfonso era coleccionista de monetarios antiguos y, como los otros príncipes italianos de su época, apreciaba la rica medallística del pisano: Pisanello será admitido entre los “familiares” del rey, siendo además gratificado con una renta anual de 400 ducados (Toscano).

Pisanello. Medalla de la “Liberalitas Augusta” de Alfonso V, 1449 (M.A.N.)

Anverso: · DIVVS · ALPHONSVS · REX · / · TRIVMPHATOR · ET · / · PACIFICVS · Busto armado del rey de perfil a la derecha; a la izquierda una celada abierta con cimera de cresta solar y decorada con la divisa del libro abierto con el mote del “Vir sapiens dominabitur astris”; a la derecha del busto, una corona real y sobre ella · M · / · · C · C · C· C·, y debajo XLVIIII.

Reverso: LIBERA LITAS · / · AVGV STA ·. Un águila imperial, que al parecer acaba  de matar un corzo, invita a sus crías a que disfruten de  su presa. En exergo: PISANI PICTORIS · OPVS ·.

A Pisanello se le atribuye el redescubrimiento iconográfico y documental “quattrocentesco” de la tradición numismática romana. En el anverso de esta medalla el soberano se hizo representar armado, con los apelativos de divino, triunfante y pacífico. La celada con cimera solar y el libro con aforismo astrológico le venían a definir además como sabio y nuevo Apolo.

Esta misma medalla servirá de inspiración mucho más tarde (1557) al pintor Juan de Juanes para realizar su célebre retrato de Alfonso el Magnánimo (Museo de Zaragoza), y cuyo lienzo estuvo expuesto en la muestra Otras Miradas, organizada con motivo del Tricentenario de la Biblioteca Nacional de España.

Juan de Juanes. Alfonso V de Aragón, 1557. (Museo de Zaragoza)

Al rey Alfonso se le atribuyen las siguientes palabras: “los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer”. Este mismo sentido lo encontramos bajo la fórmula latina: “nec spe sine metu”, y ostentando por “pictura” unos libros, en Los emblemas morales de Juan de Borja (Praga, 1581), asociándose “a la lealtad del buen consejero, al que no guían más intereses que los de su señor, sin esperar premio ni temer castigo, algo tan difícil de lograr, que sólo puede hallarse en los consejeros muertos, es decir, en los libros”. (López Poza).

Como marca de propiedad e imagen de poder, las armas y divisas reales figuraban decorando los objetos más diversos: Desde la tienda de campaña del monarca “una tenda gran Real de cotonina la qual fou del Rey Alfonso ab divises de libres…”, a la gualdrapa de su caballo de guerra (BL Add MS 28962, f. 78 r.) pasando por instrumentos musicales, como cierto órgano “figurades les armes d`Aragó, li Siti perillós e lo libre…”, o, por supuesto, sus piezas de orfebrería, las cuales habría de empeñar para financiar la conquista de Nápoles. También aparecen sus armas y divisas en una galera de guerra “e tot l`enfront de la popa molt spes es ple de petits scuts d`armes d`Aragó et des libres…”. Y del mismo modo figuraban sus insignias en estandartes, como la veintena que el pintor valenciano Jacomart le decorara en 1447 (Español, 2002-2003).

Sus armas y divisas fueron reproducidas también en elementos constructivos, como las claves pétreas de la Gran Sala de Barones del Castel Nuovo de Nápoles (Serra Desfilis, 2008), o en las partidas de azulejos de Manises, encargadas al alarife Juan Al-Murci para solar sus fortalezas de Gaeta, Castel Nuovo y Valencia, y sus fundaciones monacales. Estas losetas y alfardones lucían esmaltados en azul cobalto los mills, llibres e títols”, los lemas reales referentes a la virtud necesaria para acometer y culminar la conquista de Nápoles: “Virtut apurar no’m fretura sola” (“No me faltará virtud hasta el final”), “Seguidores vencen” y el salmo “Dominus mihi adiutor et ego despreciam inimicos meos”: (“Sea el Señor en mi ayuda, y yo haré desprecio de mis enemigos”) (Coll Conesa, 2009).

Alfardón de Juan Al-Murci, S. XV, con las divisas reales de los “Mijos” y el “Libro”. (Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí)

El emblema del libro abierto en los manuscritos napolitanos

Para la elaboración de este capítulo hemos recurrido en buena medida a la extraordinaria biblioteca virtual del proyecto cooperativo de digitalización Europeana Regia (Europeana 2010-2012, BNF, BSB, BHUV, HAB, KBR) de la cual hemos extraído las  imágenes y extractos de descripciones catalográficas que articulan nuestro discurso.

Detalle de Leonardus Bruni Aretinus: Historia florentini populi (BNF MSS. Latin 5895) (1475, Biblioteca de Ferrante I de Aragón, rey de Nápoles)

La heráldica de los manuscritos de la biblioteca real de Nápoles ha sido de suma utilidad para su datación, pues contribuye a establecer las relaciones dinásticas entre las diversas casas nobiliarias, ejerciendo ante todo como signos de propiedad y verdaderos ejemplos de los gustos culturales de los reyes napolitanos (Alcina Franch).

Los escudos de armas reales figuraban en las miniaturas, generalmente en el margen inferior central de orlas vegetales, a menudo sostenidos por angelillos o niños desnudos. Por su parte, la emblemática real estaba representada en las citadas orlas humanísticas dentro de láureas y roleos dorados o de pedrería, pero también dentro de las letras capitales de los textos.

Destacamos a continuación las siguientes obras manuscritas de la biblioteca de los reyes napolitanos cuyos frontispicios lucen, entre otras, la divisa del libro abierto:

Marcus Junianus Justinus, Epitome Historiarum philippicarum Pompei Trogi (BNF, MS. Latin 4956)

Marcus Junianus Justinus , Epitome Historiarum philippicarum Pompei Trogi (BNF, MS. Latin 4956). Copiado por Jacobus Antonius Curlus e iluminado por Justin de París. Su bello frontispicio (Fol. 9 r.) está decorado con orla vegetal de “bianchi girari” rellena de querubines, ciervos, pavos reales y mariposas. En el friso superior, un ángel tenante de túnica azul sostiene las armas de Aragón. Sendas parejas de ángeles sostienen lacerías con las armas de Aragón-Sicilia -friso derecho-, y de Nápoles-Aragón –friso inferior-. La Inicial ”C” historiada representa al escritor Marco Juniano Justino leyendo en un atril bajo dosel. En los ángulos, lacerías con los emblemas reales: el libro abierto, el nudo de Salomón, el haz de mijo, el sitial ardiente y la jarra de lirios -emblema de la orden de la jarra de lirios, instaurada por Fernando de Antequera, padre de Alfonso V-. (Entre 1400-1458. Biblioteca de Alfonso V el Magnánimo).

Emilii Probi De excellentibus ducibus externarum gentium. Lattantii Firmiani versus de Phenice (BHUV Ms. 0765)

Emilii Probi De excellentibus ducibus externarum gentium. Lattantii Firmiani versus de Phenice (BHUV Ms. 0765). Este códice florentino transcribe la obra “Vitae excellentium imperatorum”, y las vidas de los autores latinos Atico, Catón y Virgilio, por Cornelio Nepote, y el poema “De ave phoenicea” de Lactancio. Decoración: En el fol. 4, frontispicio con decoración vegetal con aves, ciervos y mariposas,  emblemas reales –montañas diamantinas, nudo, libro abierto y cabellera– y, en la parte inferior, sendos “putti” flanqueando el escudo del Ducado de Calabria (En torno a 1472, Biblioteca de Alfonso de Aragón y Chiaromonte, Duque de Calabria).

Macrobii Theodo[sii] Saturnalior[um]; [Commentarii in Somnium Scipionis]. Pu[blii] Cornelii Scipionis africani Somnium (BHUV Ms. 0055)

Macrobii Theodo[sii] Saturnalior[um]; [Commentarii in Somnium Scipionis]. Pu[blii] Cornelii Scipionis africani Somnium (BHUV Ms. 0055). El códice transcribe los siete libros de las “Saturnales” de Macrobio, en los que se trata unitariamente temas muy diversos como el lujo, el baile, la embriaguez y otros temas. La figura fundamental es el personaje de Virgilio, considerado como un sabio, que es tratado en los libros 3-6.  El manuscrito contiene también los “Commentarii in Somnium Scipioni”, que eran la parte final del tratado político “De re publica” de Cicerón.  Decoración: Miniado por Cristoforo de Majorana, presenta una bella orla floral y figurada que contiene: ángeles, dragones, caracol, aves, serpiente con cabeza de mujer, emblemas reales –libro abierto, sitial ardiente, haz de mijo, madeja, telaraña, montañas de diamante–, y el escudo de los soberanos de Nápoles (En torno a 1472. Biblioteca de Alfonso de Aragón y Chiaromonte, Duque de Calabria).

Ioviani Pontani De obedientia; De príncipe (BHUV Ms. 0833)

Ioviani Pontani De obedientia; De príncipe (BHUV Ms. 0833). Este códice transcribe dos tratados de política de Giovanni Gioviano Pontano. El primero de los cuales, el “De obedientia” (f. 3 º-87r) está dedicado a Roberto Sanseverino, príncipe de Salerno, y el segundo, “De Principe” (f. 91r-107v), está dedicado a Alfonso, Duque de Calabria. Miniado por el napolitano Cristoforo Majorana, en el folio 3 presenta una orla con “bianchi girari”, en cuyos tondos aparecen representados la Justicia, la Templanza, Mercurio y Hércules, así como varios emblemas reales –el libro, el trono en llamas–. En la parte inferior, el escudo de Aragón-Calabria. (En torno a 1475. Biblioteca de Alfonso de Aragón y Chiaromonte, Duque de Calabria).

Beati Thomae de Aquino Ad regem Cypri de rege et regno (BHUV, Ms. 0840)

Beati Thomae de Aquino Ad regem Cypri de rege et regno (BHUV Ms. 0840). El códice transcribe la obra “Del reino y de los reyes de Chipre” de Santo Tomás de Aquino, quien escribió hasta el capítulo cuarto del libro segundo, donde empezó a escribir Ptolomeo de Lucca, quien la finalizó. Según De Marinis este manuscrito fue realizado por Jacopo da Fabriano para Isabel de Aragón, hija de Alfonso, duque de Calabria, y de Hipólita María Sforza, antes de sus bodas con el duque de Milán, Gian Galeazzo Sforza. Preciosa orla miniada en oro, con emblemas –sitial ardiente, libro abierto, mijo–, “putti” y santo Tomás sosteniendo, con la mano derecha, el escudo de los monarcas napolitanos, y con la izquierda, el blasón de la familia Sforza –cuarteles de águilas y serpientes, de cuyas bocas sale el hombre rojo-. La letra capital miniada representa al monarca entronizado, con globo y espada o cetro (En torno a 1486, Biblioteca de Ippolita Maria Sforza, Duquesa de Calabria).

L[ucii] Iunii Moderati Columellae rei rusticae (BHUV, Ms. 0054).

L[ucii] Iunii Moderati Columellae rei rusticae (BHUV Ms. 0054). El códice contiene los doce libros de la obra “De re rustica” y el “De arboribus” de Lucio Junio ​​Columela. Miniado en el taller de Francesco Antonio del Cherica, en el f. 4  figura la orla florida de tipo florentino en la que se disponen un cervatillo, niños y aves, así como emblemas reales: el monte de punta de diamante, el libro abierto, la planta de mijo, la telaraña, y escudo del Duque de Calabria sostenido por dos “putti”. (En torno a 1488. Biblioteca de Alfonso de Aragón y Chiaromonte, Duque de Calabria).

Como vemos, los libros de lujo de la biblioteca de los reyes napolitanos respondían a muy diversos estilos decorativos e iconográficos. Pasamos a comentar a continuación unos cuantos ejemplos correspondientes a la colección inicial de Alfonso V de Aragón:

Libro de Horas de Alfonso el Magnánimo. BL Add MS 28962. Fol. 78 r.

Libro de Horas de Alfonso el Magnánimo (1436-1443). BL Add MS 28962. Fol. 78 r. Alfonso al frente de sus fuerzas arremete contra un ejército sarraceno. -Detalle de la gualdrapa con el libro abierto-

En la línea del gótico internacional valenciano, destacamos un Salterio y libro de horas. (British Library,Ms. Add. 28962),  confeccionado e iluminado por Leonardo Crespi por encargo del confesor real, el cardenal dominico Joan de Casanova. Junto a los escudos de armas de Aragón, ubicados dentro de las iniciales miniadas, la divisa del libro abierto es representada aquí en la gualdrapa del caballo real arremetiendo contra un ejército musulmán (miniatura del fol. 78).

Una muestra de la miniatura milanesa del Quattrocento la encontramos en el ejemplar Franceschi Philelphi Satyrae hecatosticae (BHUV Ms. 0398). Este manuscrito fue ofrecido por el propio autor a Alfonso el Magnánimo, como atestiguan las miniaturas de su frontispicio (f. 2 º r.), en donde figuran: El escudo de armas real acompañado de la inscripción Alphonso regio optimo maximo”, la letra capital de comienzo del texto –en cuyo interior está representada la entrega del libro al rey, sentado en su sitial, de manos del propio autor– y, finalmente, en la orla florida inferior, las iniciales del autor -(Fr) y (Ph)- flanquean su blasón, inserto dentro de una corona vegetal.

Dentro de la miniatura napolitana es reseñable un Virgilio: [Publii Vergilii Maronis Opera: Bucolica ; Georgica ; Aeneis] (BHUV Ms. 837). Su primera hoja empieza directamente por el primer verso de las Bucólicas”, en el cual destaca la “T” inicial miniada. El frontispicio presenta una orla de bianchi girari” de tipo napolitano. En la parte inferior, sendas coronas de laurel aparecen en blanco –estarían destinadas a cobijar los emblemas de su futuro propietario–. En medio, una escena virgiliana, deteriorada por el paso del tiempo. Treinta y nueve miniaturas componen las ilustraciones de todo el códice, de las cuales once ocupan toda la hoja, destacando la que representa el pasaje de la recepción en el palacio de la reina Dido y la del caballo troyano. Los investigadores han detectado la intervención de tres miniaturistas como mínimo, advirtiéndose que sólo las primeras miniaturas llegaron a ser finalizadas.

Como ejemplo de manuscritos decorados conforme a modelos florentinos, un Séneca copiado por Pietro Ursuleo e iluminado por Matteo Felice: Séneca: De Questionibus naturalibus, De Remediis fortuitorum, Liber proverbiorum (BNF Ms. Latin 17842). El frontispicio está decorado  con una orla vegetal de “bianchi girari” en la que se alternan “putti”, liebres y aves. A su derecha, una láurea alberga el retrato de perfil del rey Alfonso con la leyenda “Alphonsus Rex Aragonum”, mientras que en la parte inferior de la orla se representa un escudo real en lacería flanqueado por sendos ángeles y pavos reales. La inicial “Q” historiada del título alberga a Séneca escribiendo en su estudio.

S. Beda venerabilis, Expositio in parabolas Salomonis; S. Beda venerabilis, Commentaria in Canticas canticorum (BNF MSS Latin 2347) (1470, Biblioteca de Ferrante I de Aragón, rey de Nápoles)

A inicios del siglo XVI la Biblioteca de los reyes aragoneses de Nápoles se dispersa víctima de la venta efectuada por Federico I de Aragón al cardenal George d’Amboise y de las incautaciones de Carlos VIII de Francia (BNF), pero también merced a las partidas patrimoniales traídas consigo a Valencia por Fernando de Aragón, Duque de Calabria (BHUV). Como vimos más arriba, buena parte de los fondos vuelven a estar reunidos en línea gracias al proyecto cooperativo Europeana Regia.

A modo de conclusión, tras el estudio de la iconografía heráldica y emblemática del Magnánimo, así como del tesoro documental que constituyó su Biblioteca Real Napolitana, hemos de reiterar, una vez más, la notable labor propagandística de sus patrocinados por ensalzar por igual su imagen de triunfal conquistador de Nápoles y de nuevo “rey sabio”.


Manuel Pérez Rodríguez-Aragón

Biblioteca Digital Hispánica

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