01-11-2023  (155 ) Categoria: Articles

Casa Valls y los 550 refugiados

Can Valls y los 550 refugiados

PINCELADAS HISTÓRICAS DEL MARESME

Els refugiats al vaixell de guerra que els va portar a l'exili

Durante la Guerra Civil española, en las embajadas que quedaron en Madrid sin ser capital (pues la capital se trasladó a Valencia en septiembre de 1936 y más tarde a Barcelona, en noviembre de 1937), se refugiaron 11.000 personas que por sus ideas o posición, eran contrarias al Frente Popular y veían peligrar sus vidas. Esto significó que edificios con capacidad limitada de personas acabasen a rebosar. Personas que no tenían ninguna relación con el país representado pero que sabían que dentro de la embajada no les podrían matar ni detener.

Se produjeron casos curiosos como el de Finlandia con su legación de Madrid, en la calle Zurbano. Su titular entregó las llaves al encargado de mantenimiento del edificio y consideró cerrada su representación diplomática, pero este encargado, Francisco Cachero, reabrió el edificio y colocó de nuevo la bandera, sin conocimiento de Finlandia. El edificio se llenó de refugiados por lo que habilitaron más edificios, llegando a tener 1.700 refugiados y fue asaltado, deteniendo a más de 1.000 personas. También en la embajada de Turquía, situada en la calle Monte Esquinza, paralela a la Castellana, fue asaltada por miembros del SIM (Servicio de Información Militar), en enero de 1938, deteniendo a 127 refugiados, incluido el ministro que hacía las funciones de embajador

Refugiados de Panamá en Vilassar de Dalt

Panamá es otro ejemplo de refugiados en su embajada de la calle Goya de Madrid, número 83, piso tercero primera. Allí llegaron 700 refugiados, ampliaron la embajada a todo el edificio, con la dificultad añadida de que entre ellos, 21 estaban enfermos de tuberculosis. Panamá abrió embajada en Valencia y trasladó parte de sus refugiados en siete viajes hasta Alicante y luego por mar al extranjero. En total, 386 personas. De Valencia pasó la embajada a Barcelona en diciembre del 37, una casa cercana al Corte Inglés de Diagonal. Posteriormente reformó una finca en Vilassar de Dalt donde acabaron llegando 340 refugiados. El costo de todo este proyecto, atender y trasladar a los refugiados de esta embajada, lo pagó, en primera instancia Reino Unido y Francia y en segunda, la colonia española residente en Panamá.

Caso similar ocurrió en la embajada francesa en Madrid, que para albergar a sus refugiados amplió la embajada a otros edificios. El principal, el Liceo Francés, donde se refugiaron 550 personas. En este edificio, que sigue existiendo como consulado de Francia, en Marqués de la Ensenada, junto al Tribunal Supremo, los refugiados, que eran personas desafectas al régimen republicano revolucionario, religiosos, militares, profesores universitarios, artistas, médicos, profesionales liberales y un variopinto etc., vivieron desde agosto de 1936 hasta enero de 1938. Su único factor común era no formar parte del Frente Popular, pero entre ellos no formaban un grupo homogéneo. Alguno había estado en la legación de Finlandia y en otras embajadas europeas.

El liceo francés de Madrid que acogió refugiados

El liceo francés de Madrid que acogió refugiados

Assoc. Astaracum

Hay muchos nombres ilustres entre estos refugiados. Una buena muestra de la extrema derecha, derecha y centro-derecha española. Aristócratas como Eduardo de Rojas, conde de Montarco, cofundador de Falange Española y amigo de Primo de Rivera. Ingenieros como Santiago Arechaga, Jaime Carrera, Luis Aza, Fernando Hontoria. Arquitectos como Julián Laguna o Demetrio Pereda. Abogados como Manuel de Bofarull, marinos como los hermanos Laguardia, militares como García Morato, médicos como el doctor José Blanco. También 20 religiosos, de los cuales 16 sacerdotes, y deportistas de élite.

Todos los refugiados debían ser atendidos con comidas y demás necesidades, mayoritariamente servidas por mar en barcos de guerra y por canales diplomáticos, cosa que hacía el trabajo farragoso y complicado. Como el gobierno republicano quería facilitar su desmantelamiento, en caso de abandonar estas misiones diplomáticas no era difícil obtener salvoconductos para el traslado de esas personas. Es en este punto cuando entra de nuevo Can Valls de Sant Vicenç de Montalt, ya que queda desmantelado el refugio de la Generalitat y vuelve a manos de la embajada francesa. El alcalde Brunet entrega las llaves de Can Valls al cónsul francés el 18 de enero de 1938.

Localización de la finca de Can Valls que pasó al consul francés

Localización de la finca de Can Valls que pasó al consul francés

Assoc. Astaracum

Con esta circunstancia, la embajada francesa hizo las gestiones y logró los permisos de traslado del grupo de 550 personas. Eran unas circunstancias muy complicadas tanto para evitar los frentes de guerra como para organizar el transporte de Madrid al Maresme. Todo el paso por Aragón estaba cortado y lo mismo sucedía alrededor de Madrid. Por lo que hubo que desplazarse por carretera hasta Tembleque, provincia de Toledo y de allí en tren hasta Valencia y posteriormente al Maresme, concretamente a la estación de Caldes d’Estrac o Caldetes. El trayecto hasta Tembleque tuvo controles policiales, que se superaron, llegando al alba del 20 de enero de 1938. Tras 3 horas de espera, subieron a un tren de ocho vagones de tercera y tres de mercancías. Llegando a su destino a las 11:30 del 21 de enero. El viaje fue custodiado por fuerzas de seguridad republicana y algún policía francés. Cada pasajero había sido provisto de comida para dos días. M. Vincent de la embajada francesa, sería el jefe del grupo y les acompañaría a destino.

Estación de Caldetas a donde llegaron los refugiados protegidos por militares republicanos y policía francesa

Estación de Caldetas a donde llegaron los refugiados protegidos por militares republicanos y policía francesa

Assoc. Astaracum

Los 800 metros de distancia y unos 30 metros de desnivel entre la estación y Can Valls, fueron hechos a pie por los 550 refugiados. Durante los días anteriores, cuando se decidió el traslado, los tres jóvenes que todavía quedaban de los Gabrielistas y que por su edad quedaron instalados primero en una comuna y luego como criados del refugio, de nombres Vivar, García y Zarategui, fueron los encargados de marcar los límites de la propiedad con estacas y pintura azul, marcando “embajada de Francia, prohibido el paso”.

Al llegar el grupo de refugiados, pudieron ver que las dimensiones de Can Valls eran insuficientes. Los Gabrielistas habían sido algo más de 100 en su casa convento y realmente las instalaciones no permitían multiplicar por cinco su capacidad. Pero el nivel y la buena disposición de los refugiados hizo que se adaptaran y que buscarán soluciones, guiados por el refugiado arquitecto Julián Laguna, que luego tendría un importante cargo en el urbanismo de Madrid. Acomodó en gallineros y cabañas a todo el personal. Aún así, las condiciones eran deficientes, por lo que la embajada decidió llevar a 80 refugiados a las escuelas francesas de la calle Girona de Barcelona. Era el grupo de más edad y de delicada salud. No funcionó y la embajada decidió acomodarse de nuevo en la zona, en el balneario Titus, hotel situado junto a Caldes d’Estrac, pero perteneciente al término municipal de Arenys de Mar.

El resto de refugiados se alojaron en el Hotel Titus de Arenys de Mar

El resto de refugiados se alojaron en el Hotel Titus de Arenys de Mar

Assoc. Astaracum

La vida transcurrió tranquila durante los casi 2 meses de estancia en Can Valls. Sólo hubo un incidente de disparos desde el exterior que fue inmediatamente repelido. Se celebraban misas diarias y los refugiados utilizaban la libertad de los tres jóvenes Gabrielistas para conseguir tabaco o información del exterior. La intendencia era suministrada por Francia, que negociaba con un panadero de Caldes d’ Estrac el pan y con payeses locales, otros productos, que eran negociados con dinero o por trueque. Francia también suministraba alimentos a otras embajadas allí presentes.

El 16 de marzo de 1938, a las 15:30, M. Vincent convocó a todos en el patio principal. Anunció que partirían a Francia en dos barcos, esa misma tarde, por lo que había que recoger sólo lo indispensable.

Salvoconducto para poder embarcar en los navíos de la armada francesa

Salvoconducto para poder embarcar en los navíos de la armada francesa

Assoc. Astaracum

Muchos de ellos se colocaron varias prendas encima para poder llevárselas. A las 10 de la noche tanto los residentes en Can Valls como los del balneario Titus formaban una cola de medio kilómetro entre el paseo del marqués de Casa Riera y el de los ingleses, frente a la playa, preparados para ir subiendo a dos lanchas con capacidad entre 20 y 30 pasajeros que iban y venían a los barcos de la armada francesa La Palme y Épervoir, fondeados a más de una milla de la costa.

Durante las horas que duró el embarque, entraron en la cola cinco polizones. tres de ellos eran los menores Vivar, García y Zarategui, que habían hablado esa misma tarde con M.Vincent y se lo habían pedido. Se les camufló con ropas de más edad y fueron amparados por el grupo durante el embarque. También una mujer, la esposa de uno de los refugiados del hotel Titus, quiso acompañar a su marido y logró incorporarse a la cola. Por último, un joven empleado de la embajada francesa de Barcelona, habiendo conocido el plan, se subió a un camión y se bajó en Caldetes, logrando su propósito. Dos jóvenes Gabrielistas, Julián Arribas y Marcelo Trascasa, que dos años antes no fueron enviados a la checa de San Elías por ser menores y que ahora habían superado los 18 años, fueron incluidos por el embajador francés y por M. Fuzeau, director de los Gabrielistas, en la lista de asilados. Estaban en Can Valls como tales, amparados por una carta en la que se pedía les acogiesen en una escuela francesa de la misma orden religiosa.

El barco de la armada francesa que trasladó a los refugiados de Caldetas

El barco de la armada francesa que trasladó a los refugiados de Caldetas

Assoc. Astaracum

Los barcos, torpedero y contra torpedero, no estaban diseñados para llevar a tanta gente, por lo que los refugiados tuvieron que acomodarse en cubierta y tras 6 horas de travesía, llegaron a Port Vendres. El compromiso que Francia logró con la República española fue de no permitirles la vuelta a España por el País Vasco, pero muchos de ellos lo hicieron. Tras salir este grupo, la embajada francesa aún colocó a 100 personas más allí y las evacuó en pocas semanas por el mismo método, 95 eran españoles y 5 desertores de las brigadas Internacionales. El control de fronteras y puertos en Caldetes no era muy estricto.

Muchos de los refugiados en la embajada francesa hubiesen sido detenidos y su suerte hubiese sido altamente incierta sin las gestiones de un grupo de diplomáticos franceses, que hicieron que estas 550 personas pudiesen cambiar su suerte. Can Valls, donde la tragedia había lacerado sus muros, presenció este otro episodio radicalmente opuesto.

El torpedero La Palme que traslado a refugiados de Caldetas

El torpedero La Palme que traslado a refugiados de Caldetas

Assoc. Astaracum
Publicidad de la época del Balneario Titus

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Assoc. Astaracum
Los refugiados en el barco de guerra que los llevó al exilio

Los refugiados en el barco de guerra que los llevó al exilio

Assoc. Astaracum
Passeig dels Anglesos. Caldes d'EstracLa finca de Can Valls de los Hermanos Gabrielistas en Sant Vicenç de Llavaneres




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