16-09-2019  (907 ) Categoria: Articles

Latinista

Estudioso y docto en la lengua y literatura latinas.

En los Países Catalanes, durante el periodo del Renacimiento, el latín fue cultivado por los diversos humanistas (humanismo), que la usaron como lengua en la redacción de sus trabajos o en su epistolario. También tradujeron varias obras de los autores latinos más famosos y aprovecharon los modelos en la creación de las propias obras. Con todo, el estudio de la lengua y de la literatura latinas nunca fue profesado con un verdadero rigor científico. Los humanistas sólo pueden ser considerados latinistas de una manera parcial, en tanto que admiraron las obras de los clásicos e intentaron que los fueran familiares.

Hubo, es cierto, personalidades, círculos culturizados e instituciones docentes (sobre todo las Universidades de Valencia y Barcelona) que estimularon el uso y el estudio del latín, pero al producirse la decadencia de Cataluña y, posteriormente, el traslado de la Universidad de Barcelona en Cervera, la situación no mejoró. Son muy pocas las figuras que se puede destacar en el período que va del 1714 al 1837: el padre Mateo Aimeric, profesor de filosofía en la universidad de Cervera que, con su De vita et morte linguae latinae, publicada en Italia con el seudónimo de Q.Moderatus Censorinus, adquirió, parece, un gran prestigio. Hasta la época de la Renaixença no se produjeron intentos de abordar el estudio del latín de una manera seria. Bergnes de las Casas, Balari (más helenistas que latinistas), Rubió i Lluch y Costa y Llobera fueron los que, del s XIX hasta ahora, se acercaron a los grandes autores y divulgaron honestamente.

En realidad, contribuyeron a crear el clima que culminó con la creación de la Fundación Bernat Metge, el verdadero factor decisivo de los estudios de filología clásica en Cataluña. Esta institución reunió, desde el primer momento, una multitud de colaboradores que, aunque tampoco eran todos estrictamente latinistas (algunos se dedicaron a otras tareas y especialidades: Pere Coromines, Manuel de Montoliu, Ferran Soldevila, etc), empezaron a incorporar, de una manera muy digna, los autores clásicos latinos: Joaquim Balcells (el insigne profesor universitario, traductor de Lucrecio), Gumersind Alabart, Carles Riba (sobre todo helenista), Carles Cardó -de las versiones de Séneca cuyo se ha dicho que eran "todo un monumento de prosa catalana" -, Manuel de Montoliu, Joan Estelrich, Miquel Ferrà, Salvador Galmés, José M.Llovera, Antoni Navarro, Carlos Magrinyà, Juan Mínguez, Cebrià Montserrat, Marçal Olivar (con la traducción completa de Plauto, que supuso una auténtica revolución lingüística), Joan Petit (también helenista), Isidor Ribas, Llorenç Riber (que aportó, además, una notable traducción de la Eneida en versos decasílabos).

Los siguieron F.Martorell, Adela M.Trepat, Anna M.Saavedra, Josep Vergés (que en 1960 pasó a ser codirector, con Miquel Dolç, de la parte latina de la Fundación y que, además de las numerosas traducciones, ha trabajado muy intensamente), Tomás Bellpuig, Ferran Soldevila, Joan Coromines, Josep M.Casas y Homs, Manuel Balasch (también helenista) y Eduard Valentí, cuya obra es bien notable, tanto para las traducciones (Cicerón) como por los manuales escolares, ampliamente divulgados. Después de 1939 los estudios de latín fueron retomados con un carácter más riguroso y científico.

Desde la universidad, Mariano Bassols de Climent, que centró su enseñanza casi exclusivamente en el terreno gramatical y lingüístico, fue maestro de las nuevas promociones (M.Dolç, S.Marino, J.Bastardas, etc), que se incorporaron pronto a la Fundación o Regent cátedras universitarias. Miquel Dolç, traductor de Marcial, Persio, Estacio, Tácito, Tertuliano, Ovidio y Virgilio (con la atrevida versión de la Eneida en hexámetros), fue profesor en Valencia (donde aportó, más tarde, nuevos estudiosos catalanes de filología latina: Antoni Seva, Jordi Pérez i Durà, etc); Sebastián Mariner, dedicado a estudios lingüísticos, obtuvo una cátedra en Madrid; Joan Bastardas, siguiendo los pasos de Nicolás de Olwer, continuó los estudios de latín medieval en la universidad barcelonesa y es el verdadero impulsor del Glossarium Mediae Latinitatis Cataloniae. También hay que citar los nombres de Carmen Boyé, discípula de Riba y traductora de Ovidio, Guillermo Colon, Joaquim Icart, JMMorató y otras más jóvenes (JICiruelo, O.Nortes, etc), que auguran una continuidad fecunda en el estudio del latín en Cataluña.




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