
Visibilidad del eclipse solar acaecido el 29 de julio de 1478. Los óvalos amarillos determinan las áreas en las que parte del eclipse tuvo lugar por debajo del horizonte. La curva azul “sobrevuela” las localizaciones desde donde pudo observarse la máxima ocultación del disco solar (fuente: Xavier Jubier).
[…] se metieron en una fortaleza que se llama el Ansita, que es a las partes de Tirajana. Lo cuál como el gobernador supo, partió con toda la gente de a caballo y de a pie que pudo llevar, y fuese a la dicha fortaleza y cercola; y túvola tanto cercada, que vinieron a partido que fuesen seguros de la vida y de cautividad y se fuesen a Castilla, lo cuál se asentó. Y otro día siguiente el faycán y los otros canarios salieron de la fortaleza, y los trajo consigo, y se tornaron cristianos, en el cuál día hizo el sol grande eclipse, y después llovió e hizo muy gran viento; y pasaron en aquella isla muchas aves que antes nunca habían visto, las cuáles fueron grullas y cigüeñas y golondrinas, y otras muchas aves que no saben los nombres.[1]
Este curioso pasaje, al cabo del capítulo XXXVII de la Crónica de los Reyes Católicos escrita por Diego de Valera, narra escuetamente el final de la conquista de Gran Canaria asociándola a un fenómeno astronómico de indudable trascendencia para la mayoría de las culturas antiguas: un eclipse total de sol.
Fuesen solares o lunares, ignoramos si los indígenas canarios otorgaban propiedades benefactoras a estos fenómenos, o si, por el contrario, eran interpretados como señales de infortunio. Pero es indudable que los eclipses formaban parte de la iconografía isleña y han sido estudiados en el contexto de la historia antigua del Archipiélago por expertos como el profesor José Barrios García, quien aventura la posibilidad de que ciertas representaciones rupestres, como las conservadas en la Cueva Pintada de Gáldar, sirviesen de calendarios y, eventualmente, de herramientas de cálculo para el pronóstico de estos excepcionales eventos.[2]

Jarra indígena procedente de Agüimes (Gran Canaria), conservada en El Museo Canario con el número de registro 260. Muestra un soliforme y un presunto eclipse (fuente: El Museo Canario).
Eclipses solares visibles desde Canarias
Al margen del papel que los eclipses representasen en la prácticamente desconocida cosmogonía indígena, parece intuitivo que los solares, por su mayor espectacularidad, debieron de ocupar un lugar preponderante en ella, y es de suponer que al menos algunas de las sucesivas expediciones y campañas de conquista emprendidas por los europeos durante todo el siglo XV fueron posiblemente vinculadas por los antiguos canarios a estos fenómenos.
Para conocer los eclipses solares visibles desde Canarias a lo largo de dicho siglo, resulta de enorme utilidad el extenso catálogo preparado por el Dr. Fred Espenak y el astrónomo Jean Meeus, y publicado por el Goddard Space Flight Center de la NASA. Con todo, a los efectos de investigaciones concretadas en una localidad específica, resulta aún de mayor provecho la base de datos desarrollada por el astrónomo Xavier Jubier, que a partir de la información proporcionada por el catálogo anterior y las coordenadas geográficas que facilitemos a través de una interfaz web, permite obtener rápida y automáticamente los eclipses visibles a lo largo de un intervalo de tiempo determinado.
Consultando la base de datos anterior se obtiene un total de cuarenta eclipses de sol visibles desde Canarias entre los años 1401 y 1500. Muchos de ellos tuvieron lugar en horas cercanas al amanecer o a la puesta de sol, lo que en algunos casos dificultaría su observación, por no mencionar eventuales condiciones atmosféricas adversas en el momento de producirse el fenómeno, pero al menos diez de ellos serían perfectamente avistados si no hubo este último impedimento. Concretamente, los de los años 1431, 1438, 1448, 1453, 1462, 1470, 1478, 1481, 1485 y 1492.
Una rápida inspección nos permite vincular, de manera más o menos precisa, algunos de estos años a sucesos destacados. Por ejemplo, 1448 a la muerte de Guillén Peraza, 1470 a la intervención de Diogo da Silva en Canarias, 1478 al inicio de la conquista realenga de Gran Canaria, 1481 a la muerte de Doramas y a la probable rendición del guanarteme o faycán de Telde, y 1485 a la represión de los últimos indígenas alzados en Gran Canaria, que en cierta manera podría interpretarse como una tercera claudicación de la resistencia isleña frente a los invasores castellanos.
Resulta tentador tratar de identificar los eclipses que tuvieron lugar estos dos últimos años con el de la escena descrita por Diego de Valera. Sin embargo, parece claro que, a pesar del manifiesto anacronismo, este autor se refiere al eclipse total que fue visible en toda la península ibérica el 29 de julio de 1478, prácticamente coincidente con el inicio de la conquista realenga de Gran Canaria, tal y como han señalado especialistas como el Dr. José Juan Jiménez González.[3] Sin embargo, consideramos oportuno realizar aquí algunas observaciones sobre la posible trascendencia de estos hechos.

Datos astronómicos del eclipse solar del 29 de julio de 1478. Nótese que las curvas punteadas indican aproximadamente las localizaciones donde la ocultación del disco solar fue del 50%, entre ellas, las Islas Canarias (fuente: Five Millennium Canon of Solar Eclipses – Espenak & Meeus)
Un eclipse peculiar
Como cabría esperar de un evento tan notable, el de Valera no es el único testimonio relacionado: Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios, dedica el capítulo XXXIV de su Historia de los Reyes Católicos a este fenómeno:[4]
El dicho año de mil y cuatrocientos y setenta y ocho, a veinte y nueve días del mes de julio, día de Santa Marta a medio día, hizo el sol un eclipse, el más espantoso que nunca los que hasta allí eran nacidos vieron, que se cubrió el sol del todo y se paró negro y parecían las estrellas en el cielo como de noche; el cuál duró así cubierto muy gran rato, hasta que poco a poco se fue descubriendo, y fue gran temor en las gentes, y huían a las iglesias, y nunca de aquel hora tornó el sol en su color, ni el día esclareció como los días de antes solía estar, y así se puso muy caliginoso.
Hemos preparado dos simulaciones aceleradas de este eclipse solar visto desde Sevilla y el Real de Las Palmas, respectivamente:
Muy interesante, desde luego no hay rastro de eclipse en 1483. Pero sí el 16-03-1485 como bien comentan. Como se comprueba en la página de la NASA, https://eclipse.gsfc.nasa.gov/5MCSEmap/1401-1500/1485-03-16.gif debió apreciarse en Canarias después del mediodía, y teniendo en cuenta el calendario juliano de la época debiera ser 5 de marzo para sus contemporáneos. Esta fecha de 1485 no es caprichosa, en “Las cuentas de la conquista de Gran Canaria” http://anuariosatlanticos.casadecolon.com/index.php/aea/article/view/152/152 p.72 se hace constar que en abril y mayo de 1485 se realizaron cabalgadas contra canarios alzados y luego vendidos como esclavos. Más que intentar forzar este eclipse como el de 1478, esto es más bien una prueba de lo endeble de la cronología generalmente aceptada, basada en crónicas muchas décadas posteriores a los hechos que recogen y con poca precisión en la cronología de la conquista. un saludo
Hola Francisco, y gracias por comentar:
Una observación técnica: aunque la base de datos de eclipses preparada por Xavier Jubier usa el software MySQL (que a priori no convierte de gregoriano a juliano), la aplicación parece que está programada para dar las dataciones en el sistema calendárico adecuado, así que la fecha 16 de marzo de 1485 corresponde ya a una data juliana, no tenemos que corregirla. Se comprueba que esto es así por la coincidencia del día y mes del eclipse de 1478 que nos da esa aplicación con los facilitados por Andrés Bernáldez, que murió mucho antes del año en el que se estableció el sistema gregoriano.
En cuanto a las cabalgadas contra la resistencia canaria, es habitual que tras un proceso exitoso de invasión “manu militari” existan focos de insumisión durante un tiempo (en Tenerife hubieron alzados hasta entrado el siglo XVI), y por eso mismo no hay que considerar el aplastamiento de esos focos como el final “oficial” de la conquista, que realmente tuvo lugar, en el caso de Gran Canaria, con la entrega de la joven Masaquera a Pedro de Vera. La duda habitual es si esto sucedió en 1483 o 1484, pero los indicios documentales apuntan en su mayoría al primero de estos años, como muy bien expuso en su día el Dr. Miguel Santiago Rodríguez.