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01-11-2017  (2355 ) Categoria: Murcia

Cuando en Cartagena se hablaba catalán

Cuando en Cartagena se hablaba catalán

Es el titulo de la firma de nuestro columnista de los lunes, el historiador José Ibarra quien recuerda que en Cartagena se habló catalán durante trescientos años

Cuando en Cartagena se hablaba catalán

Ayuntamiento de Cartagena

Lo descubrió hace unos años el historiador cartagenero Alfonso Grandal. Fue él quien puso de manifiesto un hecho lingüístico sorprendente: y no fue otro que en Cartagena se habló catalán durante 300 años, desde el año 1300 hasta 1600.

Y así, el cartagenero no come guisantes ni judías verdes ni alcaparras: come pésoles, bajocas y tápenas, que proceden del valenciano o del catalán. El viento del suroeste es el lebeche, y si es del sudeste es el jaloque, y el trueno es un llampo, y las palabras catalanas originales de las que derivan son llebeig, xaloc y llamp.


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23/08/2020 -

MURCIA. Espolsar, bajocas, pésoles, albercoques, boria… ¿Suenan estas palabras? Estas y algunas más acostumbramos a emplearlas en el lenguaje coloquial de nuestra vida cotidiana, y quizá se tiene la percepción de que son palabras endémicas de nuestra Región. Pero, sorpresa. Mucho del vocabulario que forma parte del dialecto murciano deriva de la influencia de la lengua catalana.

¿Se habla catalán en Murcia? Al margen de que todavía algunas personas se comunican en el dialecto valenciano en la región murciana de El Carche, la presencia del catalán en la Región de Murcia está latente en las palabras más cotidianas. Todos los dialectos son un resultado del devenir histórico, y tendremos que remontarnos a la conquista de la taifa de Murcia por Jaime I de Aragón (en nombre del rey murciano por excelencia, Alfonso X el Sabio) en 1265-66.

Los catalanes trajeron consigo su lengua y dejaron un legado que todavía perdura: capaza, calentor, jetazo, pebre, pinatar o uno de los platos murcianos más representativos, el zarangollo. También, se debe a ellos el empleo del sufijo –ico tan característico de nuestra Región. Pero, hemos de tener en cuenta que la mayoría de estos repobladores que llegaron a Murcia de la Corona de Aragón eran catalanes, por lo que el catalán incluso llegó a convertirse en lengua única en algunos pueblos y también en los barrios extramuros de Murcia, Lorca y Cartagena.

El insigne escritor de la Corona de Aragón, Ramón Muntaner, llegó a declarar que "en la ciudad de Murcia y en su reino se habla el más bello catalán del mundo". Y aquellas voces catalanas todavía suenan en la tierra del Segura: solaje (solatge), espolsar (pols), flamará (flama), llanda, pésol, bufar, bambolla, bulle (bull),ca (abreviación de casa también utilizada en el habla de Murcia), charreta (xarreta, xarradeta), cucar (cuc), embozar (enbossar)… Además, el legado del seseo en la Vega Baja (sur de Alicante que también adopta el dialecto murciano) y en algunas zonas del Campo de Cartagena también derivan del antiguo uso del catalán, a lo que se añaden los diminutivos en –ete/a.

De hecho, Justo García Soriano en Vocabulario del Dialecto Murciano apuntaba que "casi la mitad del léxico peculiar de la región es de origen catalán". Por si fuera poco, muchos de los términos adquiridos del catalán son imprescindibles para entender la Huerta de Murcia, como esparteña, boria, olivera, fangue, paleta, mota o abercoques. Y, aún hay más, poblaciones y accidentes geográficos de la Región de Murcia llevan por nombre vocablos catalanes, es el caso de Isla Grosa, Calnegre, Calblanque o Calarreona.

Muchos de todos los términos que se han nombrado han sido aceptados por la Real Academia Española de la Lengua como murcianismos, quizá por el uso extendido de ellos en nuestro dialecto. No obstante, ya conocemos que realmente se debe al poso que los repobladores catalanes dejaron tras la conquista del Reino por Jaime I. Otra prueba contundente del peso catalán en la Región es la lista de apellidos de origen catalán que han dejado en esta tierra. Según indican los historiadores, más del 40% de los pobladores del ‘Repartimiento de Murcia’ tras la conquista procedían de allí y solo cerca del 20% eran castellanos.

Así, Pujante, Guirao, Guillamón, Durante, Reverte, Riquelme, Puche, Capel, Cerdán, Arnao, Noguera, Meseguer, Miralles, Ballester, Soler, Viudes… Son algunos de los apellidos comunes en la Región y que demuestran el pasado catalán. A veces, lejos de las diferencias que se obsesionan con marcarnos o distinguirnos, guardamos menos diferencias de las que creemos y nos olvidamos de que muchas de las pequeñas cosass que ya tenemos asimiladas vienen de un pasado común

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Y así, el cartagenero no come guisantes ni judías verdes ni alcaparras: come pésoles, bajocas y tápenas, que proceden del valenciano o del catalán. El viento del suroeste es el lebeche, y si es del sudeste es el jaloque, y el trueno es un llampo, y las palabras catalanas originales de las que derivan son llebeig, xaloc y llamp.

Aquí puedes leer el articulo completo de José Ibarra

Lo descubrió hace unos años el historiador cartagenero Alfonso Grandal. Fue él quien puso de manifiesto un hecho lingüístico sorprendente: y no fue otro que en Cartagena se habló catalán durante 300 años, desde el año 1300 hasta 1600. Viene a cuento recordarlo ahora que tan enconadas están las relaciones con nuestros compatriotas catalanes y, lo digo con dolor, ahora que encuentro mucho odio a Cataluña y lo catalán en muchas conversaciones que oigo en Cartagena.

Ese cartagenero que despotrica contra los catalanes en general, debe saber que aunque, por el tratado de Almizra, la reconquista de nuestras tierras se la apuntó el rey castellano Alfonso X el Sabio allá a finales del siglo XIII, en realidad toda la región se repobló con gentes procedentes de la corona de Aragón, es decir: catalanes, mallorquines y valencianos que nos dejaron aquí su lengua y con ella palabras hermosas que los cartageneros heredamos todavía cuatrocientos años después sin saber que, en realidad, son palabras catalanas.

Y así, el cartagenero no come guisantes ni judías verdes ni alcaparras: come pésoles, bajocas y tápenas, que proceden del valenciano o del catalán. El viento del suroeste es el lebeche, y si es del sudeste es el jaloque, y el trueno es un llampo, y las palabras catalanas originales de las que derivan son llebeig, xaloc y llamp.

Ese cartagenero seguro que se ha bañado alguna vez en Cala Reona y en Calblanque, ha visto la isla Grosa o la Perdiguera y se ha sentado a la sombra de un garrofero y si no fuera por el catalán en realidad todo eso habría sido Cala Redonda, Cala Blanca, Isla Gorda, Isla Perdicera y algarrobo. Los montes cartageneros no tienen niebla; tienen una boria que es más catalana que toda la familia Pujol junta, aunque si la nube es de polvo o tierra entonces será una polsaguera. En algunas familias de Cartagena la abuela es la yaya y qué decir de los tiernos diminutivos catalanizantes acabados en -eta tan cartageneros como serreta, replaceta, pareta…

El cartagenero no se sienta en un sofá: se esclafa en él, como en Tarragona. Y en Cartagena se veneró a la Virgen del Rosell y por aquí cerca andan lugares como El Carmolí, los Esculls, el Farallón, las salinas del Rasall y Calnegre, todos ellos lugares llenos de hermosas eles catalanas. Y el barro cartagenero es el fangue catalán, y si en Cartagena uno se pone a arreglar una cosa que no conoce bien es un manifasero, quien si se lisia, no le saldrá una ampolla, sino una bambolla o una bufeta, y todos sabemos que si decimos leja fuera de Cartagena para referirnos a una estantería, no nos entienden, porque no saben en Castilla que eso procede de la lleixa catalana, y así sale por todos sitios el antiguo idioma catalán en el habla actual de nuestra comarca cartagenera. Por no mencionar los numerosos apellidos catalanes que pueblan la nomenclatura cartagenera: los Ros, Puche, Sabater, Ferrer, Conesa, Ballester, Ardil…

José Ibarra: No valdrá de nada esta curiosidad histórica y lingüística, pero si conseguimos con ello bajar algo la tensión de estos días, habrá merecido la pena. Y no porque nadie quiera que nuestra tierra cartagenera forme parte de esos presuntos paísos catalans, a los que evidentemente no pertenecemos, sino porque siempre conviene recordar nuestros orígenes, siquiera sea por acercarnos y dejar de odiarnos los unos a los otros, ¿no lo creen ustedes?


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