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23-03-2016  (4673 ) Categoria: Articles

Comedieta de Ponza

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Carta a doña Violante de Prades


Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana


[Nota preliminar: presentamos una edición modernizada de la Carta a doña Violante de Prades, de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, manuscrito 2655 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca, basándonos en la edición de Ángel Gómez Moreno y Maxim P. A. M. Kerkhof (Santillana, Íñigo López de Mendoza, Marqués de, Obras completas, Madrid, Fundación José Antonio de Castro, 2002), cuya consulta recomendamos. Con el objetivo de facilitar la lectura del texto al público no especializado se opta por ofrecer una edición modernizada y eliminar las marcas de editor, asumiendo, cuando lo creemos oportuno, las correcciones, reconstrucciones y enmiendas propuestas por Gómez Moreno y Kerkhof.]



A la muy noble señora doña Violante de Prades, condesa de Módica y de Cabrera, Íñigo López de Mendoza, señor de la Vega, habida información, noticia y conocimiento de vuestra mucha virtud, no poco presto a vuestro mandamiento. Ca, como dice Agustino, muchas veces amamos lo que no vemos; mas lo que no conocemos, no lo podemos amar así bien. Y tanto como yo puedo me recomiendo a la vuestra nobleza.

Muy noble señora, Palomar, servidor de la casa del Conde y vuestra, me ha dicho que algunas obras mías os han placido; y tanto me certificó que os placen que aína me haréis creer que son buenas, ca la vuestra muy grande discreción no es de creer que se pague de cosa no buena.

Muy noble señora, cuando aquella batalla naval acaeció cerca de Gayeta la cual fue así grande que después que el rey Jerjes hizo el puente de naves en el mar Océano, por ventura tantas y tan grandes fustas no se juntaron sobre el agua, yo comencé una obra a la cual llamé Comedieta de Ponza. Y titulela de este nombre por cuanto los poetas hallaron tres maneras de nombres a aquellas cosas de que hablaron, es a saber: tragedia, sátira y comedia. Tragedia es aquella que contiene en sí caídas de grandes reyes y príncipes así como de Hércules, Príamo y Agamenón y otros tales, cuyos nacimientos y vidas alegremente se comenzaron y grande tiempo se continuaron y después tristemente cayeron. Y de hablar de estos usó Séneca el mancebo, sobrino del otro Séneca, en las sus Tragedias, y Juan Bocacio en el libro De casibus virorum illustrium.

Sátira es aquella manera de hablar que tuvo un poeta que se llamó Sátiro, el cual reprehendió muy mucho los vicios y loó las virtudes; y de esta después de él usó Horacio, y aun por esto dijo Dante:


el altro è Oracio satiro qui vène etc.



Comedia es dicha aquella cuyos comienzos son trabajosos y tristes, y después el medio y fin de sus días alegre, gozoso y bienaventurado; y de esta usó Terencio Peno, y Dante en el su libro donde primeramente dice haber visto los dolores y penas infernales, y después el Purgatorio, y alegre y bienaventuradamente después el Paraíso. La cual Comedieta, muy noble señora, yo continué hasta que la traje en fin. Y certifícoos, a fe de caballero, que hasta hoy jamás ha salido de mis manos, no embargante que por los mayores señores, y después por otros muchos grandes hombres, mis amigos de este reino, me sea estada demandada.

Envíoosla, señora, con Palomar, y asimismo los ciento Proverbios míos y algunos otros Sonetos que ahora nuevamente he comenzado a hacer al itálico modo. Y esta arte halló primero en Italia Guido Cavalcante, y después usaron de ella Checo d'Ascholi y Dante, y mucho más que todos Francisco Petrarca, poeta laureado.

Y si algunas otras cosas, muy noble señora, os placen que yo por honor vuestro y de la casa vuestra haga, con infalible fucia os pido por merced, así como a menor hermano, me escribáis. Cuya muy magnífica persona y grande estado Nuestro Señor haya todos días en su santa protección y guarda.

De Guadalajara, a cuatro de mayo, año de cuarenta y tres.

Comedieta de Ponza

[Nota preliminar: presentamos la edición de la Comedieta de Ponza, de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, manuscrito 2655 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca, basándonos en la edición de Maxim P. A. M. Kerkhof (Santillana, Íñigo López de Mendoza, Marqués de, Comedieta de Ponça. Sonetos al itálico modo, Madrid, Cátedra, 1986), cuya consulta recomendamos. Se opta por mantener las grafías del original eliminando las variantes gráficas no significativas, y por eliminar las marcas de editor, asumiendo, cuando lo creemos oportuno, las correcciones, reconstrucciones y enmiendas propuestas por Kerkhof.]

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I

Comienza la Comedieta de Ponza

¡Oh vos, dubitantes, creed las historias
e los infortunios de los humanales,
e ved si los triunfos, honores e glorias
e grandes poderes son perpetüales!
¡Mirad los imperios e casas reales 5
e cómo Fortuna es superïora:
revuelve lo alto en bajo a deshora
e face a los ricos e pobres iguales!


II

Invocación

¡Oh lúcido Jove, la mi mano guía,
despierta el ingenio, aviva la mente, 10
el rústico modo aparta e desvía,
e torna mi lengua, de ruda, elocuente!
¡E vos, las hermanas, que cabe la fuente
de Elicón facedes continua morada,
sed todas comigo en esta jornada, 15
porqu'el triste caso denuncie e recuente!


III

Descripción del tiempo

Los campos e mieses ya descoloraban
e los deseados tributos rendían;
los vientos pluviosos las nubes bogaban,
e las verdes frondes el aire temían. 20
Dejado el stilo de los que fingían
metáforas vanas con dulce locuela,
diré lo que priso mi última cela;
e cómicos oyan si bien los oían.


IV

Al tiempo que salen al pasto o guarida 25
las fieras silvestres e humanidad
descansa o reposa, e la fembra ardida
libró de Oloferne la sacra cibdad,
forzada del sueño la mi libertad,
diálogo triste e fabla llorosa 30
firió mis orejas, e tan pavorosa
ca solo en pensarlo me vence piedad.


V

Así recordado, miré do sonaba
el clamoso duelo, e vi cuatro donas
cuyo aspecto e fabla muy bien denotaba 35
ser cuasi deesas o magnas personas,
vestidas de negro e, a las tres, coronas,
llamando a la muerte con tantas querellas
que dubdo si fueron tan grandes aquellas
que Ovidio toca de las tres Gorgonas. 40


VI

Blasón de armas

Tenían las manos sinistras firmadas
sobre sendas tarjas de rica valía,
en las cuales eran armas entalladas,
que bien demostraban su grand nombradía;
la una de perla el campo traía 45
con una lisonja de claro rubí;
de fina estupaza1, así mesmo vi
en ella esculpido con grand maestría,


VII

un fuerte castillo, e su finestraje
e puertas obrado de mazonería, 50
de zafir de oriente, que a todo visaje,
mirándolo fijo retrocedería;
e cuatro leones en torno diría
de neta matista, fieros e rompientes.
Pues, lector discreto, si d'esto algo sientes, 55
recordarte debe su genealogía.


VIII

La segunda tarja de un balajo ardiente
era e de amarilla gema pomelada,
cuyo nombre dije non tácitamente;
e cada cual poma con nudos ligada, 60
de verde carbunclo, al medio esmaltada.
La tercera e cuarta castillo e león
eran a cuarteles; e dejo el blasón,
ca nuestra materia non es comenzada.


IX

Invocación

¡Pues fabla tú, Cirra, e Nisa responda, 65
en el rudo pecho exhortando a pleno;
disuelva Polimia la cuerda a la sonda,
ca fondo es el lago e bajo el terreno!
Nin sé tal sentido en humano geno
que sin tal subsidio pueda colegir 70
tan alta materia, nin la describir,
servado el estilo con temprado freno.


X

Micer Joán Bocacio de Certaldo, ilustre poeta florentino

Aprés de las cuales vi más un varón
en hábito honesto, mas bien arreado,
e non se ignoraba la su perfección, 75
ca de verde lauro era coronado.
Atento escuchaba, cortés, inclinado
a la más antigua, que aquella fablaba;
quien vio las sus quejas e a quien las narraba,
de cómo ya vive soy maravillado. 80


XI

Fabla la serenísima reina de Aragón doña Leonor

Aquella muy manso fablaba, diciendo:
«¿Eres tú, Bocacio, aquel que tractó
de tantas materias, ca yo non entiendo
que otro poeta a ti se egualó?
¿Eres tú, Bocacio, el que copiló 85
los casos perversos del curso mundano?
Señor, si tú eres, apresta la mano,
que non fue ninguna semblante que yo.»


XII

Fabla la señora reina de Navarra

Al modo que cuentan los nuestros actores
que la triste nuera del rey Laumedón 90
narraba sus casos de acerbos dolores,
fabló la segunda, con grand turbación,
diciendo: «Poeta, non es opinión
de gentes que puedan pensar nin creer
el nuestro infortunio, nin menos saber 95
las causas de nuestra total perdición.»


XIII

Fabla la señora reina de Aragón reinante

Con tanta inocencia como fue traída
la fermosa virgen, de quien fabla Guido,
al triste holocausto del puerto d'Aolida,
fabló la tercera, tornada al sentido, 100
el cual con la fabla le era fuído,
diciendo: «Bocacio, la nuestra miseria,
si fablar quisieres, más digna materia
te ofresce de cuantas tú has escribido.»


XIV

Fabla la señora infante doña Catalina quejándose de la Fortuna e loa los oficios bajos e serviles

Non menos fermosa e más dolorida 105
que la Tirïana, cuando al despedir
de los ilioneos e vio recogida
la gente a las naves en son de partir,
la lengua despierta la cuarta a decir
comenzó: «Poeta, mi mala fortuna 110
non pienses de agora, mas desde la cuna
jamás ha cesado de me perseguir.


XV

»Humanas son tigres e fieras leonas
con nuevos cadillos, e virgo piadosa
aquella Elenesa que a las amazonas 115
pensó facer libres por lid sanguinosa;
tractable es Caribdi e non espantosa,
segund me contracta esta adversa rueda,
a quien non sé fuerza nin saber que pueda
foir al su curso e saña rabiosa. 120


XVI

»¡Benditos aquellos que con el azada
sustentan su vida e viven contentos,
e, de cuando en cuando conocen morada
e sufren pascientes las lluvias e vientos!
Ca estos non temen los sus movimientos, 125
nin saben las cosas del tiempo pasado,
nin de las presentes se facen cuidado,
nin las venideras do han nascimientos.


XVII

»¡Benditos aquellos que siguen las fieras
con las gruesas redes e canes ardidos, 130
e saben las trochas e las delanteras
e fieren del arco en tiempos debidos!
Ca estos por saña non son comovidos,
nin vana cobdicia los tiene subjectos;
nin quieren tesoros nin sienten defectos, 135
nin turban temores sus libres sentidos.


XVIII

»¡Benditos aquellos que cuando las flores
se muestran al mundo deciben las aves,
e fuyen las pompas e vanos honores,
e ledos escuchan sus cantos süaves! 140
¡Benditos aquellos qu'en pequeñas naves
siguen los pescados con pobres traínas!,
ca estos non temen las lides marinas,
nin cierra sobr'ellos Fortuna sus llaves.»


XIX

Responde Joán Bocacio a las señoras reinas e infante

«Ilustre Regine, de chui el aspecto 145
dimostra grand sangho e magnificencia,
io vegno d'al loco ou'e lo dilecto
e la eterna gloria e suma potenzia.
Vegno chiamato de vostra excelencia,
cha'l vostro plachire e remaricare 150
m'a facto si tosto partire e cuytare,
lassato lo celo a vostra obediencia.


XX

»Io vegio li vostri senbianti cotali
che ben demostrate esser molestate
di cuella Regina che fra li mortali 155
regi e judica, de jure e de facte.
Vejamo li casi e co que narrate,
e vostri infortunii con tanti perversi,
cha presto serano prose, rime e versi
a vostro piachire; e accio comandate.» 160


XXI

La narración que face la señora reina doña Leonor madre de los reyes a Joán Bocacio

E como varones de noble senado
se honran e ruegan queriendo fablar,
así se miraron de grado en grado,
non poco tardaron en se convidar.
Mas las tres callaron e dieron logar 165
a la más antigua que aquella fablase
e su fuerte caso por orden contase,
la cual, aceptando, comenzó a narrar:


XXII

«A mí non convienen aquellos favores
de los vanos dioses, nin los invocar, 170
que vos, los poetas e los oradores
llamades al tiempo de vuestro exhortar;
ca la justa causa me presta logar,
e maternal rabia me fará elocuente,
porque a ti, preclaro e varón scïente, 175
explique tal fecho que puedas contar.


XXIII

»De gótica sangre fui yo producida
al mundo e de línea bienaventurada,
de reyes e reinas crïada e nudrida,
e de nobles gentes servida e honrada; 180
e de la Fortuna así contractada
que rey en infancia me dio por marido,
católico, sabio, discreto e sentido,
de quien amadora me fizo e amada.


XXIV

»De nuestra simiente e generación 185
conviene que sepas e sus cualidades,
ca fijos e fijas de grand discreción
hobimos, e amigos de todas bondades.
Dotolos Fortuna en nuevas edades
así de sus dones que por justas leyes 190
en muy poco tiempo vi los cuatro reyes,
e dos titulados de asaz dignidades.»


XXV

El señor rey de Aragón

«¿Pues qué te diré del fijo primero,
cruel adversario de torpe avaricia?
Ca este se puede rey e caballero 195
llamar, e lucero de bello e milicia.
En este prudencia, tempranza e justicia
con grand fortaleza habitan e moran;
a este las otras virtudes adoran
bien como a Diana las dueñas de Sicia. 200


XXVI

»Este desd'el tiempo de su puëricia
amó las virtudes e amaron a él;
venció la pereza con esta cobdicia
e vio los preceptos del Dios Hemanuel.
Sintió las visiones de Ezequïel 205
con toda la ley de sacra doctrina;
pues, ¿quién sopo tanto de lengua latina?,
ca dubdo si Maro eguala con él.


XXVII

»Las sílabas cuenta e guarda el acento
producto e correpto; pues en geumetría 210
Euclides non hobo tan grand sentimiento,
nin fizo Atalante en astrología;
oyó los secretos de filosofía
e los fuertes pasos de naturaleza;
obtuvo el intento de la su pureza 215
e profundamente vio la poesía.


XXVIII

»Las sonantes cuerdas de aquel Anfïón
que fueron de Tebas muralla e arreo,
jamás no hobieron tanta perfección
como los sus cursos melifluos, yo creo. 220
Pues de los más sabios alguno non leo
nin jamás he visto que así los entienda;
de su grand locuela resciben emienda
los que se coronan del árbol laureo.


XXIX

»Este, deseoso de la duradera 225
o perpetua fama, non dubdó elegir
el alto ejercicio de vida guerrera,
que a los militantes aun face vivir;
este la su espada ha fecho sentir
al grand Africano con tanta virtud 230
que los pies equinos le fueron salud,
dejando los litos, fuyendo el morir.


XXX

»¿Por qué me detengo agora en fablar,
e dejo mil otras victorias primeras?
Ca este, forzando las ondas del mar, 235
obtuvo de Italia muy grandes riberas;
este manifiestas puso sus banderas
por todos los muros de los marsellanos;
este fue cometa de napolitanos
e sobró sus artes e cautas maneras.» 240


XXXI

El señor rey de Navarra

«En cuanto al primero aquí fago pausa,
non porque me faltan loores que cuente,
mas por cuanto veo prolija la causa
e pro trabajosa a mí, non scïente.
E vengo al segundo: que non tan valiente 245
en armas fue Ceva, nin fizo Domicio;
si Marco lo viera, dejando a Fabricio,
a él escribiera con pluma elocuente.


XXXII

»Arquiles armado non fue tan ligero,
nin fue Alexandre tal cabalgador, 250
jamás es fallado sinon verdadero,
egual, amoroso, cauto, sofridor;
más quiere ser dicho que honrado, honrador,
e muy más que fiero, benigno e piadoso;
este de clemencia es silla e reposo, 255
e de los aflictos muro e defensor.


XXXIII

»Este los selvajes siguió de Diana,
e sabe los colles de Monte Rifeo;
corrió las planezas de toda Espartana,
e los fondos valles del grand Perineo. 260
La selva nombrada do venció Teseo
el neptunal toro, terror de las gentes,
este la ha follado con pies diligentes,
e sobra en trabajos al muy grand Oeteo.»


XXXIV

El señor infante don Enrique

«Así del segundo me paso al tercero, 265
en grand fermosura egual a Absalón,
gracioso, placiente, de sentir sincero,
ardid, reposado, subjecto a razón;
non me pienso Orfeo tanta perfección
obtuvo del canto, nin tal sentimiento; 270
este de Dios solo ha fecho cimiento,
e sigue las vías del justo varón.»


XXXV

El señor infante don Pedro

«Vengamos al cuarto, segundo Magón,
estrenuo, valiente, fiero e belicoso,
magnífico, franco, de grand corazón, 275
gentil de persona, afable, fermoso;
su dulce semblante es tan amoroso
que non es bastante ninguna grand renta
a suplir defectos, segund él contenta
al militar vulgo, pero trabajoso.» 280


XXXVI

La muy magnífica señora doña María reina de Castilla

«Cuanto a los varones aquí sobreseo
e paso a la insigne mi fija primera,
de los humanales corona e arreo,
e de las Españas claror e lumbrera;
esta se demuestra, como primavera 285
entre todo el año, cerca las más bellas,
e cual feba lumbre entre las estrellas,
e aprés fontanas fecunda ribera.


XXXVII

»Esta de los dioses paresce engendrada,
e con las celícolas formas contiende 290
en egual belleza, non punto sobrada,
ca non es fallado que en ella se emiende.
Si la jerarquía en esto se ofende,
a mí non increpen, pues soy inculpable,
ca razón me fuerza e face que fable, 295
e de todo blasmo mi fablar defiende.


XXXVIII

»Esta de Sibilla del su nascimiento
fue jamás nodrida, fasta la sazón
que, como decena, por merescimiento
es ya del colegio del monte Elicón. 300
Esta, como fija, succede a Catón,
e siente el secreto de sus anforismos;
esta de los cielos fasta los abismos
comprende las cosas e sabe qué son.


XXXIX

»A esta consiguen las siete doncellas 305
que suso he tocado en otro logar,
e le van en torno bien como centellas
que salen de flama o ríos de mar:
las tres son aquellas que facen bogar
en el paraíso al ánima digna, 310
e las cuatro aquellas a quien la doctrina
de Cato nos manda por siempre observar.


XL

»Yo non fago dubda que si de Catulo
hobiese la lengua o virgilïana,
e me socorriesen Proporcio e Tibulo, 315
e Libio, escribiente la gesta romana,
atarde podría, nin Tulio, que explana
e cendra los cursos del gentil fablar,
con pluma abondosa decir e notar
cuánto de virtudes es fija cercana.» 320


XLI

La señora reina doña Leonor reina de Portogal

«La última fija non pienso la prea
o griega rapina fuese más fermosa,
nin fugitiva e casta Penea
tan lejos de vicios, nin más virtüosa;
la su clara fama es tan glorïosa 325
que bien es difícil en tan nueva edad
vencer las pasiones de humanidad,
e ser en bondades tanto copïosa.


XLII

»Estos, poseyendo las grandes Españas
con muchas regiones que son al poniente, 330
del fin de la tierra fasta las montañas
que parten los galos de la nuestra gente;
el curso celeste, que de continente
face e desface, abaja e prospera,
bien como adversario, con vuelta ligera, 335
firió sus poderes con plaga nuciente.»


XLIII

De cómo la señora reina madre de los reyes recuenta a Joán Bocacio algunas señales que hobo del su infortunio

«Non pienses, poeta, que ciertas señales
e sueños diversos non me demostraron
los daños futuros e vinientes males
de la real casa segund que pasaron; 340
que las tristes voces del búho sonaron
por todas las torres de nuestra morada,
do fue vista Iris, deesa indignada,
de quien terrescieron los que la miraron.


XLIV

»Así fatigada, turbada e cuidosa, 345
temiendo los fados e su poderío,
a una arboleda de frondes sombrosa,
la cual circundaba un fermoso río,
me fui por deporte, con grand atavío
de muchas señoras e dueñas notables; 350
e como entre aquellas hobiese de afables,
por dar cualque venia al ánimo mío,


XLV

»fablaban novelas e placientes cuentos,
e non olvidaban las antiguas gestas
do son contenidos los avenimientos 355
de Mares e Venus, de triunfos e fiestas;
allí las batallas eran manifiestas
de Troya e de Tebas, segund las cantaron
aquellos que Apolo se recomendaron
e dieron sus plumas a fablas honestas. 360


XLVI

»Allí se fablaba de Proteselao
e cómo tomara el puerto primero;
allí del oprobrio del rey Menelao,
allí de Tideo, el buen caballero,
allí de Medea, allí del Carnero, 365
allí de Latona, allí de Fitón,
allí de Dïana, allí de Anteón,
allí de Mercurio, sotil mensajero.


XLVII

»Allí se fablaba del monte Pernaso
e de la famosa fuente de Gorgón, 370
e del alto vuelo que fizo Pegaso,
contando por orden toda su razón;
e todo el engaño que fizo Sinón
allí se decía, como por enjemplo,
e de las serpientes vinientes al templo, 375
e cómo se priso el grand Ilïón.


XLVIII

»Allí se tocaba del gentil Narciso,
allí de Medusa, allí de Perseo,
allí maltractaban la fija de Niso,
allí memoraban la lucha de Anteo, 380
allí de la muerte del niño Androgeo,
allí de Pasife el testo e la glosa,
allí recitaban la saña rabiosa
e la comovida ira de Penteo.


XLIX

»Ya de los temores cesaba el combate 385
al ánimo aflicto, e yo reposaba
segura e quieta; de ningund rebate
nin otro infortunio ya me temoraba.
E como la lumbre febal se acostaba,
levanteme leda con mi compañía, 390
e por la floresta fecimos la vía
del real palacio donde yo habitaba.


L

»Mostrado se había el carro estrellado,
e la mi compaña, licencia obtenida,
el dulce reposo buscaban de grado; 395
e yo retraíme facia la manida,
en la cual, sobrada del sueño e vencida,
non sé si la nombre fantasma o visión,
me fue demostrada tal revelación
cual nunca fue vista nin pienso fingida. 400


LI

Capítulo do se recuenta el sueño de la señora reina madre de los reyes

»Yo vi de Macrobio, de Guido e Valerio
escriptos los sueños que algunos soñaron,
los cuales denotan insigne misterio,
segund los efectos que de sí mostraron;
pues oyan atentos los que se admiraron 405
e de tales casos ficieron mención,
ca non será menos la mi narración,
mediante las musas, que a ellos guiaron.


LII

»Obscura tiniebra tenía aquedada
la gente, en el tiempo que a mí parescía 410
qu'en pequeña barca me vía cercada
del lago espantoso que me combatía;
non creo las ondas de ponto Galía
ninguna otra nave así combatieron,
nin egual tormenta los teucros sintieron 415
al tiempo que Juno más los perseguía.


LIII

»Non vi yo a Neptuno en carro dorado
andar por el agua, como se recuenta,
cuando, de la madre de Amor implorado,
la flota dardania libró de tormenta; 420
mas Tetis deesa, non punto contenta,
fendida la fusta e sus oquedades,
e juntas con ella las divinidades
del mar, aumentaban la mi sobrevienta.


LIV

»Allí fueron sueltos los fijos de Equina 425
e de sus entrañas salían irados,
cercaban en torno toda la marina
e la navecilla de entramos los lados;
cubrían las vagas sus bajos tillados,
e Céfiro e Noto con su grand secuela 430
quebraban el árbol, rompían la vela,
e daban mis carnes a todos pescados.