27-12-2007  (5753 ) Categoria: Blat moro

Viaje al rio de la plata

VI AJ E DE 

ULRICH 


SCHMIDEL 



AL RIO DE 

LA PLATA 


1534-1554 


Edición 
CABAUT & C 
Buenos Aires 

MCMIII 



Eaouoo DE ARMA9 
DE LA FAMILIA 80HMÍ0EL 





BIBLIOTECA 

DE LA 

Junta de Historia y Numismática 
Americana 


TOMO I 




Biblioteca de la Junta de Historia 
Y Numismática Americana 


COLECCIÓN DE LIBROS RAROS Ó INÉDITOS 

SOBRE LA 

REGIÓN DEL RÍO DE LA PLATA 

PUBLICADA BAJO LOS AUSPICIOS 

DE LA 

JUNTA DE HISTORIA Y NUMISMÁTICA AMERICANA 


Esta colección está destinada á reproducir libros 
que se encuentran hoy fuera del comercio y que 
se refieran á la región del antiguo Virreinato del 
Río de la Plata, tanto durante la época colonial 
como de la independencia. Serán traducidos aque- 
llos que, refiriéndose á la misma región y publi- 
cados dentro ó fuera del país, sean hoy raros ó 
curiosos. Como regla general se hará la reimpre- 
sión simple, pero, siempre que la Junta lo consi- 
dere conveniente, se publicará una edición crítica, 
anotada y con introducción biográfica y bibliográ- 
fica. El propósito es facilitar el conocimiento de 
los libros que hoy son curiosidad bibliográfica y 
salvar los escritos inéditos, como son las memo- 
rias de los próceros de la independencia. Así se 
reunirán elementos de importancia para la histo- 
ria de esta parte de América. 



JUNTA DE HISTORIA Y NUMISMÁTICA AMERICANA 




Presidente 

Teniente General Bartolomé Mitre 

❖ 

Vicepresidente 

Señor Alejandro Rosa 

Secretario 

Doctor José Marcó del Pont 


Prosecretario 

Doctor Jorge A. Echayde 
Miembros activos 


f 

4 

Señor Amadeo Juan Carlos 
Señor Ambrosetti Juan B. 
Doctor Arata Pedro N. 

Señor Biedma José Juan 
Señor Cadelago Antonio 
Doctor Cárcano Ramón J. 

Señor Carranza Adolfo P. 
Doctor Carrasco Gabriel 
Doctor Decoud Adolfo 
Doctor García Juan A. (hijo) 
General Garmendia José Ignacio 
Doctor González Joaquín V, 
Señor Lafone Quevedo Samuel A. 


Doctor Leguizamon Martiniano 
Doctor Mantilla Manuel F. 
Señor Meabe Alfredo 
Doctor Molina Arrotea Carlos 
Señor Ortiz Basualdo Eduardo 
Señor Outes Félix F. 

Señor Pelleschi Juan 
Señor Peña Enrique 
Señor Pillado José Antonio 
Doctor Quesada Ernesto 
Doctor Ramos Mejía José María 
Doctor Urien Carlos M. 

Doctor Zeballos Estanislao S. 


Miembros correspondientes 


Doctor Domínguez Manuel 
Doctor Garzón Ignacio 
Señor Gez Juan W. 

Señor Lassaga Ramón 


Señor Miguens Julián 
Doctor Ortiz José Florencio 
Señor Quiroqa Adam 
Señor Ramírez Gensérico 



VIAJE AL Rio DE LA PLATA 



TIRADA ESPECIAL 

40 ejemplares sobre papel Holanda 
numerados de 1 á 40 





-w?. 




ÜLRICH SCHMÍDEL 


VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 

( 1534 - 1554 ) 

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 

POR 

BARTOLOMÉ MITRE 

PRÓLOGO, TRADUCCIÓN Y ANOTACIONES 

POR 

SAMUEL A. LAFONE QUEVEDO 



BUENOS AIRES 
CABAUT Y Cía., Editores 

Librería del Coleoio — Alsina 500 

1903 



/ 


- 3S S J L 



Verahiftoria, 

ADMIRAND/ECVIVS 

dam naüigationis,quam Huí- 

derícus Schmídel,Straub¡ngeníis,ab Anno t/^ 4 , 
ufqucadannuTn t^s4, Atocricam vel nouum 

Mundum , iuxtaBrariIiain& Rio dclla PIata< confrcit Quid 
prrhoíceannos I 9 .ru(linuerit'>quatn varias &quam mirandas 
regiones ac homiues viderit. AbipfoSchmidelio Germanice, 
delcripta: Nnn'£ vero, emendatis & corre¿lis Vibium, Regio. 
DUIQ& Ruminumnomii^ibus, Adie¿laetiamtabula 
Ceographica, figuris 8( ali|s notacioni* 
bus quibi'fdam in hancfor. 
mam reduela. 



NORIBERGiE, 

Impenfis Levini Húlín* | f 9 9. 





ADVERTENCIA 


Schmídel, el más conocido para nosotros de 
cuantos en el siglo XVI escribieron sobre la his- 
toria de la conquista y colonización del Río de 
la Plata, ha tenido la desgracia de ser el peor 
interpretado de todos ellos ; y no sólo esto, sino 
también el de servir como original de muchos 
errores que se han hecho clásicos entre los es- 
critores de las épocas posteriores. Los errores 
propios de él, aumentados por los que resultaban 
de las glosas latinas y las traducciones de éstas, 
han formado escuela. La versión castellana no 
iba más allá; la inglesa publicada por la Socie- 
dad tíakluyt de Londres, acepta sin rectificación 
el texto del autor ; y la edición alemana que ha 
servido de original para este trabajo, no se ha 
creído en el deber de corregir los lapsus fre- 
cuentes del famoso viajero y compañero de don 
Pedro de Mendoza, muy particularmente en aque- 
llo que se refiere á los nombres de los prota- 
gonistas en el drama de los acontecimientos pre- 



XIV — 


vios á la llegada de Alvar Núñez Cabeza de 
Vaca. 

Para llenar este vacío y subsanar las deficien- 
cias y errores de este tan interesante relato, se 
ha traducido la obra de Schmídel de nuevo y 
directamente de la última edición alemana. 

En el prólogo se da cuenta de las confusiones 
y deficiencias que aparecen en el texto del autor, 
y se explican, hasta donde ello es posible, me- 
diante lo que sobre los mismos hechos nos han 
legado escritores contemporáneos. 

En las notas al pie de la traducción se indican 
los puntos que requieren modificación, con lla- 
mada á los párrafos correspondientes del prólogo. 

En los apéndices se reproduce la documenta- 
ción en que se fundan los argumentos del prólogo ; 
mucha parte de ella inédita hasta ahora, y la 
demás corregida según los mejores M. SS. que se 
han podido conseguir, ó cotejada con ediciones 
como aquella de las Cartas de Indias. 

Einalmente, se incluye una reproducción de las 
láminas que embellecen la edición latina de Le- 
vino Hulsio, generosamente facilitada con este 
objeto por el Teniente General Bartolomé Mitre. 

Se reproducen también tres mapas, uno de los 
cuales corresponde á la edición latina citada, que 
no es mejor ni peor que otros muchos de la 
época. El segundo es copia del que figura en el 
«Chaco», del abate Jolis, que, como mapa etno- 



gráfico del siglo XVIII, es de los mejores que 
tenemos. El tercero tiene por original un mapa 
de Delisle, el que, aunque del año 1700, es pro- 
bable responda á datos del siglo XVI, por con- 
tener muchos nombres de lugar, etc., que halla- 
mos en nuestro autor y otros contemporáneos. 

De hoy en adelante no tendrán disculpa los 
que citaren á Schmídel para comprobar la co- 
nexión que existió entre ciertos personajes histó- 
ricos y la actuación que se les atribuye en los 
hechos de la epopeya nacional en su primera 
épqca. Todo se aclara si con constante y verda- 
dero empeño «lucem quaerimus ». 




ULRICH SCHMÍDEL 


PRIMER HISTORIADOR DEL RÍO DE LA PLATA 


NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


POR EL TENIENTE GENERAL 


Don Bartolomé Mitre 




ULRICH SCHMÍDEL 


NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


SCHMÍDEL Y BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO 

Con motivo del famoso libro de Bernal Díaz del 
Castillo, hemos señalado la coincidencia de que 
los dos primeros historiadores de Méjico y del Río 
de la Plata hayan sido dos simples soldados, tan 
ingenuos como incultos, héroes y testigos presen- 
ciales en los sucesos que narran, y que el género 
á que sus obras pertenecen constituye una sin- 
gularidad en la literatura histórica de todos los 
tiempos. 

Los grandes capitanes antiguos y modernos han 
contado lo que hicieron, lo que vieron y lo que 
pensaron, complementando así la acción con la 
pluma; pero eran hombres de mando y de pensa- 
miento, cuya palabra es una vibración del temple 
de sus almas, que miraban las cosas desde arriba y 



4 


ULRICH SCHMÍDEL 


de SU punto de vista, incorporándolas á la historia 
de su propia personalidad. Mientras tanto, ningún 
legionario de César, ninguno de los expediciona- 
rios de las falanges macedónicas de Alejandro, ni 
uno solo de los Diez mil de Jenofonte, ni veterano 
alguno de Federico ó Napoleón, han escrito memo- 
rias geniales que trasmitan á la posteridad los sen- 
timientos y las impresiones de las multitudes que 
acaudillaron, reflejando los juicios de la colectividad 
que obedecía. 

Es un rasgo característico del descubrimiento del 
Río de la Plata y de Méjico, que sus dos primitivos 
y más genuinos historiadores sean dos obscuros 
soldados que, al contar lo que hicieron, se hayan 
hecho célebres por sus escritos, legando á la pos- 
teridad, no sólo un auténtico documento histórico, 
sino también una obra original, espontánea, hija del 
instinto y de la observación propia, y por lo mismo 
llena de la más imparcial y equitativa verdad, y uno 
de ellos, con una animación y colorido, cual el más 
consumado arte literario no ha podido jamás refle- 
jar en sus páginas. 

Las cartas de Hernán Cortés no nos darían una 
idea del espíritu de los aventureros que le seguían, 
si no tuvieran por comentario la Verdadera Histo- 
ria, como la llama su autor, de Bernal Díaz del 
Castillo. Los comentarios del Alvar Núñez Cabeza 
de Vaca carecerían de sentido, si el Viaje de 
jUlrich Schmídel no nos suministrara los elementos 
de un juicio completo respecto del carácter de tos 
primeros caudillos conquistadores del Río de la 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


5 


Plata, desde don Pedro de Mendoza hasta Irala, 
porque les faltaría la opinión que de ellos y de sus 
actos formaron los soldados colonizadores que los 
acompañaban. 

Bien que la obra de Schmídel pertenezca al 
género de la de Díaz del Castillo, la de éste le es 
muy superior, como producto de un genio nativo, 
siendo única en la literatura universal. La del pri- 
mero, alemán de temperamento flemático, obser- 
vador atento y tranquilo de la naturaleza, sin ima- 
ginación y despreocupado aunque no exento de 
preocupaciones vulgares y de prevenciones perso- 
nales, narra seca y concisamente los hechos, esta- 
blece las fechas, determina las distancias, describe 
lo que ve como lo comprende, sin ornamentos de 
estilo ni divagaciones, y sólo de vez en cuando 
formula un juicio, hace una reflexión ó consigna 
datos etnográficos, geográficos, estadísticos, astro- 
nómicos ó de historia natural, que en breves rasgos 
nos dan un retrato, bosquejan una comarca, descri- 
ben un animal ó una planta, señalan un punto en 
el espacio ó dan idea de razas y costumbres perdi- 
das, suministrando á la vez elementos preciosos 
para la cronología y para la historia de la coloniza- 
ción inicial del Río de la Plata por la raza europea. 
La obra de Díaz del Castillo, español de tempera- 
mento nervioso, es abundante en la palabra, prolija, 
animada, llena de colorido y eclipsa, como narra- 
ción, como descripción y como pintura, todas las 
crónicas é historias escritas antes ó después sobre 
el mismo asunto. 



6 


ULRICH SCHMÍDEL 


Ambos libros tienen de común, el carácter militar 
de sus autores, la ingenuidad del relato, la libertad 
de los juicios respecto de los hechos, hombres y 
cosas; la pintura al natural de los caracteres sor- 
prendidos en la acción; las pasiones de partido de 
que participan, y sobre todo, ser ellos la expresión 
fiel de la opinión de los soldados en guerra con los 
salvajes y envueltos en discordias civiles, que con 
el criterio de las multitudes, juzgaban las acciones 
de sus jefes y los hechos en que eran actores. Son 
documentos históricos á la vez que elementos 
morales, que explican los hechos y los ilustran, 
animándolos con cierto soplo democrático, que 
hace vibrar la fibra humana al través del tiempo. 


11 

BIBLIOGRAFÍA DE SCHMÍDEL 

La obra de Schmídel fué escrita en alemán. La 
primera edición se publicó en 1567 en una colec- 
ción de viajes en 2 volúmenes ó partes, sin nume- 
ración de tomos, pero con distinta foliatura cada 
uno, en cifras arábigas y romanas. El título de la 
primera parte es como sigue: 

Erst theil dieses Welt- / buchs von Newen / er- 
fundnen Landtschafften : / Warhafftige / 
Beschreibunge aller theil der Welt etc. etc. 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


7 


¡ Durch Sebastian Franck von Word etc. 
etc. / — (Dos viñetas representando guerre- 
ros asiáticos.) — Anno m.d.lx.vii. — (Pri- 
mera parte de esta historia universal de 
países nuevamente descubiertos. Verídica 
descripción de todas las partes del mundo... 
etc. Publicado por Sebastián Franck de 
Word, pero corregido y revisado nueva- 
mente). 1 vol. fol., letra gótica. 

El título de la segunda parte, abreviado, es tex- 
tualmente como sigue: 

Ander theil dieses Welt. / buchs von Schif- / 
fahrten. / Warhafftige Be- / schreibunge 
aller / and mancherley sorgfeltigen Schif- / 
farten, auch viler unbekanten erfundnen 
Landtschafften, Insu- / len, Konigreichen, 
and Stedten... Darch Ulrich Schmidel von 
Straubingen, etc. / — (Dos viñetas repre- 
sentando dos hombres de mar en paisaje 
marítimo). — Getmckt zu Franckfurt am 
Main, Anno 1567. (Otra parte de esta his- 
toria universal de navegaciones. Verídicas 
descripciones de varias navegaciones, como 
también de muchas partes desconocidas, 
islas, reinos y ciudades... también de muchos 
peligros, peleas y escaramuzas entre ellos y 
los nuestros, tanto por tierra como por mar, 
ocurridos de una manera extraordinaria, así 
como de la naturaleza y costumbres horrible- 



8 


ULRICH SCHMÍDEL 


mente singulares de los antropófagos, que 
nunca han sido descriptas en otras historias 
ó crónicas, bien registradas y anotadas para 
utilidad pública. Por Ulrich Schmídel de 
Straubing).- — (Al fin:) Betruckt zu Franck- 
furt am Mayn bey Martin Lechler, in verle- 
I Sigmund Feirabends / and Simón 
Hue- 1 ters. ¡ {Marca del librero). — Anno 
MD.LXVii. / — 1 vol. fol., letra gótica. — 5 fsf., 
prel., con dos foliaturas: 1.^ 1-110 ff. — 
2 A 1-29 ff., y una foja para el colofón ya 
descripto. 


En la segunda foliatura (bis), desde la foja 1 á 
26 inclusive, se registra la narración de Schmídel, 
con el siguiente título particular por encabeza- 
miento de la primera página: 

Warhafftige and liebliche Beschreibung etlicher 
furnemen Indianischen Landtschafften and 
Insulen, die vormals in keiner Chronicken 
gedacht, and erstlich in der Schiffart Ulrici 
Schmidts von Straabingen, mit grosser 
gefahr erkundigt, and von ihm selber auffs 
fieissigst beschrieben and dargethan. (Verí- 
dica é interesante descripción de algunos 
países indianos é islas, que no han sido 
mencionadas anteriormente en ninguna cró- 
nica, explorados por la primera vez en el 
viaje de navegación de Ulrich Schmídel de 
Straubing con mucho peligro, y descriptos 
por el mismo con mucho esmero). 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


9 


Á esta edición le falta el preámbulo y el epílogo 
del autor. Es tan rarísima, que muy pocos la han 
visto en el espacio de cerca de tres siglos, y algu- 
nos han dudado de su existencia. León Pinelo 
en su Epítome, aunque dice que fué impresa en 
alemán, sólo menciona otra muy posterior en latín ; 
y Barcia, en su Biblioteca adicionada, repite lo 
mismo con algunos pormenores más. Meusel, uno 
de los más eruditos bibliógrafos alemanes, dice en 
su Bibliotheca Histórica, que jamás consiguió ver 
un ejemplar. Camus, en su estimada Memoria 
sobre los viajes de Thevenot y De Bry, dice: «No 
sé si el original de esta relación, escrito en alemán, 
ha sido impreso en esta lengua, en otra parte que 
en la colección de Teodoro De Bry.» — Angelis, 
en su Col. de Documentos, decía en 1836: «De 
todas las obras que tratan de la conquista del Río 
de la Plata, la de Schmídel es la más rara, y casi 
puede tenerse por irreperible. » Ternaux Com- 
pans en 1837, consignó por la primera vez el título 
abreviado de la segunda parte en su Bibliothéque 
Américaine. — En el catálogo de la Bibliotheca 
Qrenvilliana, Payne señaló como casi descono- 
cido un ejemplar completo, que actualmente existe 
en el Museo Británico. En 1861 apareció por la 
primera vez en el comercio de libros, ofrecido á la 
venta por Brockhaus, en Leipzig, y en 1864 en el 
catálogo de la librería de Franck, en París, de 
donde lo obtuvimos al precio de 100 francos. Bru- 
net no parece haberlo visto, pues aunque lo men- 
cionó en 1864, le da un título incorrecto, como lo 



10 


ULRICH SCHMÍDEL 


observa Quaritch, que es uno de los últimos que lo 
cita, señalándole el precio de 5 libras esterlinas. En 
1878, Maisonneuve (Bib. Leclerc) le asignaba el 
precio de 450 francos. — En Buenos Aires existen 
tres ejemplares de esta edición. 

’ La segunda edición alemana, apareció en la 
famosa colección de los grandes viajes de Teo- 
doro de Bry, y forma la séptima parte de ella con 
el siguiente título: 

Das VIL Theil America / Warhafftige und 
liebliche / Beschreibung etticher furnemmen 
I Indianischen Landschafften and Insulen / 
die vormals in keiner Chronicken gedacht, 
und erst- / lich in der Schiffart Ulrici 
Schmidts von Straubingen mit grosser 
gefahr erkundigt, un von / ihn selber auffs 
fleissigste beschrieben / und dargethan. ¡ — 
Und an Tag gebracht durch Dietterich / 
von Bry. / — Anno m.d.xcvii. / — Venales 
reperiuntur in officina ¡ Theodori de Bry. 
— (Parte Vil. América. Descripción verí- 
dica é interesante de algunos países é islas 
de importancia, de que no se ha' hecho 
mención todavía en ninguna crónica, y 
cuyas exploraciones han sido llevadas á 
cabo por primera vez en el viaje de navega- 
ción del Ulrich Schmidt de Straubing, con 
grandes peligros y que han sido descriptos 
y explicados por él con toda diligencia. — 
Dado á luz por Teodoro de Bry). — 1 vol. 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


11 


4° mayor, letra gótica. Con 2 fs. f. prel., 
incluso frontispicio grab., y 31 ff. de texto 
con una lámina en la primera página. 

A esta edición le falta como á la primitiva, el 
preámbulo y el epílogo, como que es una repro- 
ducción de ella, con la sola diferencia de dividir el 
relato en XXXllI capítulos sin títulos. 

Dos años después (15QQ), el mismo De Bry la 
incluyó en su serie de grandes viajes en latín, tra- 
ducida á este idioma por Gothard Arthus, con este 
título : 

Americae Pars Vil. — / Verissima et Jvcvndis- 
sima Descriptio Praecipvarum Quarvndam 
Indiae / regionum & Insalarum, quce qai- 
dem nullis an- / te hcec témpora visee cog- 
nitceque, iam primum / ab Vírico Fabro 
Straubingensi, multo, cum per icalo inue ti- 
tee & ab eodem summa dili- j gentia consig- 
natee fuerunt, ex germánico in la- ¡ tinum 
sermonem conuersa autore M. Gotardo 
Artvs Dan- ¡ tiscano. / — Illustrata vero pul- 
cherrimis imaginibus, & in / lucem emissa, 
studio & opere Theodo / ridici de Bry piee 
memoriee relictee / viduae & filiorum. — Anno 
Christi, M.D.xcix. — Venales reperiuntur 
in officina Theodo r i de Bry. — 1 vol. 4.° 
mayor con 82 pp. incluso la portada gra- 
bada igual á la anterior, y el prefacio, que 
ocupan dos fojas, y una lámina idéntica en 
la primera página del texto. 



12 


ULRICH SCHMÍDEL 


Esta edición, salvo el idioma, está ajustada en 
un todo á la anterior alemana del mismo De Bry. 

En el mismo año, fué incluida, en alemán tam- 
bién, en la 4.®- parte de la colección de Levinus 
Hulsius, con este título: Wahrhafftgen Historien 
einer Vunderbahen Schiffart welche Vlrich Schmie- 
del von Straubingen von anno 1534 bis 1554 in 
American oder Neuen Welt bey Brasilia und Rio 
delta Plata gethan. — Nuremberg 1599. — (Verí- 
dica historia de una navegación maravillosa, lle- 
vada á cabo por Ulrich Schmiedel de Straubing, 
desde el año 1534 hasta el año 1554, en América 
ó Nuevo Mundo, en el Brasil y Río de la Plata). 

Comparado el texto de esta edición con la ale- 
mana, de De Bry, vese que ambos editores tuvie- 
ron á la vista un original distinto, y en efecto, el 
mismo Hulsius declara que la hizo con arreglo á 
un manuscrito, de que daremos noticia más ade- 
lante, y que difiere en parte del primitivo texto. 

Casi simultáneamente, el mismo Hulsius, publicó 
aparte una traducción latina, cuya portada, con el 
retrato del autor, montado en una llama, con lanza 
al hombro, y escoltado por indios del Chaco, que 
llevan el tembetá, reproducimos en facsímil en su 
formato en 4.°. 

Esta portada, ocupa la 1 foja, y el reverso está 
en blanco. Sigue otra hoja, á cuyo reverso se en- 
cuentra el retrato del autor de cuerpo entero, con 
sus atributos guerreros, pisando un tigre, con bla- 
són á la izquierda y una especie de serpiente á la 
derecha, cuyo facsímil damos también. 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


13 


La foliatura comienza con la dedicatoria del edi- 
tor al obispo príncipe soberano de Bamberg (Ba- 
viera) con las armas de éste al frente, grabada en 
cobre como las anteriores. Sigue el Admonitio 
de Hulsius al lector, inserto en las páginas 3-5, á 
cuyo pie se encuentra el preámbulo del autor que 
falta en las primeras ediciones. Al reverso de la pá- 
gina 5 empieza el texto, que termina en la página 
101, con la inserción del epílogo, que también fal- 
taba en las ediciones indicadas. Está dividida en LV 
capítulos con títulos, en vez de los XXXIII de De 
Bry, pero su contenido es sustancialmente el mis- 
mo, salvo lo apuntado. Contiene 20 láminas suel- 
tas, grabadas en cobre, incluso las ya citadas (dos 
intercaladas en el texto), y entre ellas, un mapa de 
la América, desde el trópico de Cáncer hasta el Es- 
trecho de Magallanes y parte de la Tierra del Fuego. 

Tales son las ediciones primitivas de la obra de 
Schmídel, hechas en el siglo XVI, todas las que he- 
mos tenido á la vista al escribir estas notas. La de 
Hulsius es la más correcta y completa, y la más ele- 
gante como trabajo tipográfico. Ella ha servido de 
texto á las traducciones que posteriormente se han 
hecho al francés y al español. 


(1) Con posterioridad á este estudio, se ha publicado otra edición del viaje 
de Schmídel, arreglada al texto del manuscrito de la Biblioteca de Munich de 
que se da noticia en su lugar, el cual se considera como el más antiguo y se 
supone sea copia del original. Su título es : Ulrich Sckmidels Reise nach 
Süd-Amerika in den jahren 1534 bis 1554. Nach der Manchener hand 
schrift herausgegeben von Dr. Valentín Langmantel. — Taringen 1889. — 
in 8.® 162 pp. 



14 


ULRICH SCHMÍDEL 


HI 

EL NOMBRE DE SCHMÍDEL 

¿Cuál es el verdadero nombre del primer histo- 
riador del Río de la Plata? He aquí una cuestión 
que todavía no ha sido resuelta. 

En la primera edición alemana de 1567, se le lla- 
ma Ulrici Schmidts y Schmidt; en la segunda de 
De Bry, se le llama solo Schmidts; pero en la latina 
del mismo se latiniza su nombre, y se convierte en 
Ulríco Fabro. Hulsius, en la edición alemana, le 
llama Ulrich Schmiedel, y en la latina, Huldericus 
Schmidel. Por el nombre de Schmídel es universal- 
mente conocido, y es el destinado á prevalecer, por 
cuanto á él está vinculada su celebridad. 

El primero que promovió la duda acerca de este 
punto, fué el doctor Burmeister en su Description 
physique de la République Argentine. 

La cuestión sinónimo-biográfica que se relaciona 
con este nombre (que significa herrero), había sido 
tratada antes en general por Ooetz respecto de to- 
dos los escritores apellidados, en alemán Schmiéd, 
en inglés Smith, en francés Lefevre, en español Fa- 
bricio, y en latín Faber. Burmeister, contrayéndose 
especialmente al punto en discusión, sostiene, que 
Schmídel, es una falsificación, y que debe escribirse 
Schmidt, dando por razón ser un nombre muy ge- 
neralizado en Alemania. 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


15 


Los nombres de Schmídel ó Schmidl han sido 
llevados por nobles familias teutónicas, sin que la 
adición final altere sustancialmente el significado de 
su origen. La l adicional en el bajo alemán y el en 
el alto alemán, es una partícula, equivalente á coma, 
ó proveniente de Schmidt, así como en castellano. 
Rodríguez significa hijo de Rodrigo y González hijo 
de Gonzalo. A veces la terminación se convierte 
en partícula comparativa, para formar un nombre 
diminutivo, como sucede con el famoso jefe de los 
ubicuitarios luteranos, que fué apellidado Schmid- 
lin, ó sea el herrerito, á causa de que su padre ejer- 
cía este oficio y él lo practicó en sus, primeros años. 
Por lo demás, ambos reconocen el mismo origen 
con el mismo significado, pues derivan del gótico 
Smitha y del frísico Smeth, como puede verse en 
Webster. En el antiguo alemán era Smit ó Smid, 
lo mismo que en el alto ó bajo alemán. En el mo- 
derno alemán es Schmied, y así lo escribió Hulsius 
al tiempo de la muerte del autor, agregándole la 
terminación el. Esto por lo que respecta á la histo- 
ria de los nombres y á su etimología con sus desi- 
nencias. 

Considerada la cuestión bajo su aspecto pura- 
mente biográfico, ella se reduce á averiguar cómo 
se denominaban sus antepasados, cómo lo llama- 
ban á él y cómo se llamaba él á sí mismo. Son los 
documentos escritos los que deben decidirla. 

El último que sobre Schmídel haya escrito, es 
Johannes G. Mondeschein, rector de la Academia 
de Straubing y compatriota suyo, quien, después 



16 


ULRICH SCHMiDEL 


de registrar todas las bibliotecas bávaras y especial- 
mente los archivos de su ciudad natal, le llama 
constantemente Schmídel ó Schmidl (que es lo mis- 
mo), exhibiendo en su apoyo los documentos más 
auténticos. En 1881 publicó su trabajo . en alemán, 
en un folleto de 46 páginas y adelantó mucho las 
noticias biográficas y bibliográficas que acerca de 
él se tenían, con pruebas, que no dejan duda res- 
pecto de su genealogía. He aquí su título: Ulrich 
Schmidel von Straubing and seine Reisebeschrei- 
bung. (Ulrich Schmidel y su relación de viaje). 

El nombre de Schmídel ó Schmidl, según Mon- 
deschein, era tradicional en Straubing y sus inme- 
diaciones; está consignado en los árboles genealó- 
gicos de su nobleza, así como en los registros mu- 
nicipales de la ciudad, estando además registrado 
en algunos títulos de enfeudación que existen ori- 
ginales y grabado en las piedras tumularias de sus 
antiguos cementerios. 

En la biblioteca real de Munich existe un manus- 
crito antiguo, que examinó el mismo Mondeschein, 
el cual había pertenecido á la de la ciudad de Re- 
gensburg (última residencia del autor), que parece 
ser una copia del original. Lleva el milésimo de 
1564 en el lado interior de la tapa. Arriba del título, 
de letra distinta, que se supone con algún funda- 
mento ser la del autor, se lee esta inscripción; 
It gehering ulich Schmidl (pertenece á Ulrich 
Schmidl). Este manuscrito lleva el preámbulo que 
no se encuentra en la primera edición alemana de 
1567, pero le falta el epílogo. Su relación es más 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


17 


tosca que la del primer texto alemán impreso, como 
producto nativo antes que sus editores lo puliesen 
al publicarlo. 

Hulsius hizo la impresión alemana y la traduc- 
ción latina, de que hemos hecho antes mención, 
sobre un manuscrito distinto, que él consideraba 
original, y que parece indudable lo era. Llevaba el 
retrato del autor dibujado, con algunas láminas 
más, que él reprodujo fielmente por el grabado, 
aumentándolas con otras de su invención. A su 
frente puso el nombre de Schmidel, con que es co- 
nocido. El manuscrito, que sirvió de texto, fué ad- 
quirido por el barón de Molí, secretario de la Aca- 
demia de Baviera, por el precio de 6 florines. Más 
tarde pasó á formar parte de la biblioteca pública 
del reino, de donde ha desaparecido, y «es de es- 
perarse que no para siempre», dice su último y bien 
informado biógrafo. 

Existen además otras pruebas escritas, y algunas 
de ellas grabadas en piedra dura que deciden la 
cuestión en favor del nombre de Schmidel ó Sch- 
mid!. Los nombres de su padre, llamado Wolfgang 
Schmidel, y el de un hermano Tomás Schmidel, 
están grabados con todas sus letras en las piedras 
tumularias de los antiguos cementerios de St. Jacob 
y St. Peter en Straubing. , 

El sepulcro de Schmidel no se conoce, pero en 
la casa por él habitada en sus últimos años y edifi- 
cada por él en Regensburg, existe en un vestíbulo 
del primer piso, una chapa de mármol con el bla- 
són de su familia, y abajo esta inscripción: 



18 


ULRICH SCHMlDEL 


1563 

ULRICH : S C 
MIDL — VON 
STRAVBINQ 

En la pared exterior, en la parte más antigua de 
la casa, que da á la Wallerstrasse (calle de Waller), 
existe otra chapa de mármol, incrustada en ella con 
esta inscripción: 


DIESES HAUS WAR DAS WOHNHAUS 
DES 

ULRICH SCHMIDL VON STRAUBINQ 
DES 

MITENTDECKERS VON BRASILIEN 
UND 

MITERBAUERS VON BUENOS AIRES 


(Esta casa fué la residencia / de / Ulrich Schmidl 
de Straubing / co-descubridor del Brasil / y / co- 
fundador de Buenos Aires). 

Esta casa pertenecía en 1881 á un farmacéutico 
llamado Schmídel, que, á pesar de la analogía del 
nombre, no tenía ningún grado de parentesco con 
su antiguo propietario, pero que conservaba por 
tradición algunos recuerdos suyos, entre ellos el 
retrato de Schmídel, grabado por Hulsius, algunas 
conchas extrañas y un fragmento de piedra bolea- 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS IJ 

dora, perteneciente tal vez á los antiguos queran- 
díes que destruyeron la primera población de 
Buenos Aires. No se conoce en Europa ningún 
manuscrito auténtico de Schmídel, pues el que se 
reputaba por tal, y parece que lo era, se ha perdido, 
según queda explicado. Por acaso, encontróse en 
el archivo de la Asunción del Paraguay un docu- 
mento con las firmas autógrafas de una gran parte 
de los antiguos conquistadores del Río de la Plata 
que acompañaron á don Pedro de Mendoza y á 
Cabeza de Vaca, que lleva la fecha de 13 de Marzo 
de 154Q y se encuentra en el archivo de don Andrés 
Lamas. Entre estas firmas se destaca por lo bien 
conservado de la tinta, el carácter elegante de la 
letra, la firmeza del pulso y la soltura del rasgo, la 
de Ulrich Schmídel, cuyo facsímil es este: 

Como este autógrafo pudiera dar todavía motivo 
para una cuestión paleográfica, queremos agotar la 
materia, demostrando histórica, ortográfica y gráfi- 
camente, que Schmídel se firmaba Ulrich Schmidl, 
lo que resuelve definitamente la cuestión. Utz es 
una abreviación de Ulrich, como Fritz de Fried- 
rich, y existe como comprobante el antecedente 
histórico de un antiguo y legendario duque de 
Baviera llamado Ulrich, que en las antiguas cróni- 



20 


ULRICH SCHMÍDEL 


cas y poemas de la edad media se le llama Utz. 
Por lo que respecta al modo como está escrito el 
apellido, los dos rasgos que preceden á Smidl (que 
son clarísimos), representan la sh ligadas, que toda- 
vía se usa en la escritura alemana, distinguiéndose 
de la st ligadas, en que no se lleva el nudo ó cruz 
indicante de la segunda letra. En cuanto á la orto- 
grafía del nombre en sí, Schmidl es lo mismo que 
Schmídel, como lo hemos apuntado antes, según 
consta de los documentos y originales citados. 
Después de esta demostración no quedará duda 
que Schmídel se llamaba Schmídel. 


IV 

BIOGRAFÍA DE SCHMÍDEL 

De la vida de Schmídel no se tenían más noticias 
que las que él mismo suministra en su concisa his- 
toria cuando en 1881 Mondeschein publicó la inte- 
resante biografía de que hemos hecho mención 
antes, merced á la cual puede seguírsele desde sus 
orígenes hasta sus últimos años, en que se pierde 
su rastro en la vida. 

La familia de Schmídel era antiquísima en Bavie- 
ra, y desde 1364 este nombre figura en su -historia 
municipal. Sus antecesores fueron ennoblecidos 
por Federico 111, quien les concedió por blasón un 
escudo de armas con la cabeza de un toro negro 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


21 


en cuerpo blanco, con una corona alrededor de las 
astas, que es el mismo que se ve en el retrato gra- 
bado por Hulsius, y que éste copió del manuscrito 
original del autor, según lo declara. 

El padre de Schmídel, que se llamaba Wolfgang, 
fué tres veces burgomaestre de la ciudad de Straub- 
ing, procurador de Azlburg y Augsburg, diputado 
á la Convención de los Estados en 1506 al final de 
la guerra de sucesión, y murió en 1511, según 
consta de su piedra tumularia. Hay motivos para 
creer que fué casado dos veces. Tuvo tres hijos 
varones: Federico, el primogénito, cuyo fin se 
ignora, y Tomás, de quien Ulrico hace especial 
mención en su historia, que heredaron sucesiva- 
mente las prerrogativas de su padre. Respecto del 
nacimiento del que debía dar celebridad á su nom- 
bre, no existen datos, pero es seguro que debió 
tener lugar antes de 1511, en que murió su pa- 
dre, ó sea á principios del siglo XVI; y que fué 
en Straubing no hay duda, pues él mismo lo 
declara: von Straubing. 

Nada se sabe de la juventud de Schmídel. 
Parece que recibió alguna educación elemental, 
ó por lo menos que frecuentó una escuela en su 
niñez, y el carácter correcto de su letra, así como 
algunas citas literarias de su obra (si es que no son 
ornamentaciones de sus copistas ó editores), así 
lo harían suponer. Un cronista de Regensburg, 
ciudad donde el autor pasó los últimos años de su 
vida, deduce de algunos antecedentes vagos, que 
se trasladó muy joven á Amberes, en calidad de 



22 


ULRICH SCHMÍDEL 


dependiente de comercio. Lo sabido es que en 
1534 se encontraba allí, según consta de su narra- 
ción, cuando se alistó como simple soldado volun- 
tario con el propósito de dirigirse al nuevo mundo, 
de que se contaban tantas maravillas. 

Al embarcarse en Amberes debía tener por lo 
menos 25 años, pues hacía 23 que su padre había 
muerto, y por su retrato, hecho por los años 1564, 
se ve un hombre robusto en todo el vigor de la 
edad viril, con todo su pelo y barba entera, que no 
representa más de cincuenta años. 

En el mismo año llegó á Cádiz, y el l.° de 
Septiembre de 1534, según él, salló de San Lúcar 
con la expedición del Adelantado don Pedro de 
Mendoza, con destino al Río de la Plata, descu- 
bierto por Solís, explorado por Gaboto y visitado 
por Magallanes al dar la vuelta al mundo. Esta 
expedición, la más considerable y de gente más 
distinguida que hasta entonces hubiese salido de 
España para conquistar y poblar nuevas tierras, se 
componía de 14 grandes navios, con 2,500 hom- 
bres y 150 soldados de la alta Alemania, flamencos 
y sajones, armados como arcabuceros (bombardls 
traduce Hulsius) y lansquenetes, debiéndose con- 
tar él entre los últimos, según él mismo se ha repre- 
sentado en su retrato. 

Su vida, durante sus peregrinaciones por Amé- 
rica, es bien conocida por su propia relación, y 
puede seguírsele casi paso á paso en el espacio de 
veinte años, que forman su cómputo histórico 
(1534-1554). Es una odisea, sin más poesía que 



NOTAS BIBLIOGRAFICAS Y BIOGRÁFICAS 23 

ia de los hechos descarnados, que empieza con el 
incendio de una nueva Troya de paja y termina, 
como la del héroe griego, en el hogar paterno. 

La expedición de que Schmídel formaba parte, 
atravesó el Atlántico, y tocó en Río de Janeiro, á la 
sazón despoblado. Allí tuvo lugar la primera trage- 
dia, precursora de la conquista y colonización del 
Río de la Plata, que debía ensangrentar su cuna y 
dar origen á sus revueltas intestinas. Por orden del 
Adelantado, fué muerto á puñaladas por cuatro de 
sus oficiales, su segundo Juan de Osorio, y su 
cadáver expuésto en la plaza, publicándose por 
bando que moría por traidor, y que en igual pena 
incurrirían los que se moviesen por su causa. La 
opinión de los soldados condenó este atentado, 
según nos lo hace saber el soldado historiador, con 
estas palabras: « En lo cual se procedió sin motivo 
justo, porque Osorio era bueno, íntegro, fuerte sol- 
dado, oficioso, liberal y muy querido de sus com- 
pañeros. » Este fallo ha sido confirmado por la 
historia. 

En 1535 llegó al Río de la Plata. Fué uno de los 
primitivos fundadores de Buenos Aires en la embo- 
cadura del Riachuelo, y se halló en la batalla de 
Matanza, en que murió el hermano del Adelanta- 
do. En la edición de Hulsius está pintada esta 
batalla en una curiosa lámina, que reproducimos 
en facsímil. (Ver lámina cap. VIIL) 

Padeció el hambre que afligió á los primeros fun- 
dadores de la nueva ciudad, y estuvo presente en el 
asalto que le llevaron los querandíes, presenciando 



24 


ULRICH SCHMÍDEL 


el incendio de sus ranchos y de parte de sus naves 
el día de San Juan de 1536. Más adelante publica- 
mos la lámina de la edición de Hulsius, en que se 
representa la escena del asalto y del incendio de 
las naves, que por su interés histórico reproduci- 
mos también fielmente, lo mismo que la que con- 
serva memoria de una de las atroces escenas de 
aquel primer sitio. (Ver láminas caps. IX y XI.) 

Después de este contraste se pasó revista á las 
tropas, y sólo se hallaron presentes 560 hombres de 
los 2,500 salidos de España. «Los demás, dice 
Schmídel con su habitual laconismo, habían muer- 
to, y la mayor parte de hambre. » En seguida con- 
currió á la campaña contra los timbús, que dió por 
resultado su sometimiento, siendo uno de los fun- 
dadores de Corpus Christi, en el Paraná, que él 
llama Buena Esperanza, tercera estación de la colo- 
nización europea en el Río de la Plata. 

En 1536-1537 formó parte de la expedición de 
Ayolas, sucesor de Mendoza, subiendo los ríos 
Paraná y Paraguay para descubrir nuevas tierras, y 
fué uno de los fundadores de la Asunción, después 
de asistir á todos los combates que precedieron á 
este establecimiento. Desde entonces continuó 
militando bajo la bandera de Domingo Martínez 
de Irala, de quien fué constante partidario, y á 
cuya proclamación como jefe de la reciente colo- 
nia, por el voto de los conquistadores, concurrió, 
haciéndole como historiador la justicia que la pos- 
teridad le ha hecho. Volvió á Buenos Aires; y 
enviado á la costa del Brasil formando parte de un 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


25 


convoy en busca de víveres, naufragó á la entrada 
del Río de la Plata en 1538, presenciando el año 
1541 el abandono de la primera población de Bue- 
nos Aires, fundada en el Riachuelo. 

En el Paraguay continuó guerreando por el espa- 
cio de cuatro años. Desde 1542 siryió con el Ade- 
lantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, del que se 
muestra enemigo, y á quien trata con menosprecio, 
juzgándolo con su criterio de aventurero: «No era 
hombre para tanta empresa — dice en su historia, 
— y le aborrecían todos porque era perezoso y 
poco piadoso con los soldados. » Por este tiempo 
navegó el Paraguay hasta sus nacientes en los 
Xarayes, penetrando tierra adentro con sus compa- 
ñeros en busca del país de las Amazonas, del que 
dió noticias de oídas tres años antes que Orellana 
acreditase esta fábula. En esta expedición dice él 
que los soldados ganaron 200 ducados. De regreso 
de ella, Cabeza de Vaca pretendió despojarlos en 
provecho propio de su botín de guerra, y esto pro- 
vocó la primera sublevación contra él, en que tomó 
parte activa Schmídel. “Nos tumultuamos, dice, 
contra el Adelantado, diciéndole cara á cara nos 
restituyese lo que nos había quitado, que de otro 
modo veríamos lo que habíamos de hacer”. Cabeza 
de Vaca hubo de ceder, y desde,entonces su auto- 
ridad, ya moralmente comprometida, quedó que- 
brada. Poco después (1544), el Adelantado fué de- 
puesto por un pronunciamiento unánime de “no- 
bles y plebeyos”, según la expresión de Schmídel, 
y aclamado nuevamente Martínez de Irala, quien 



26 


ULRICH SCHMiDEL 


con su autoridad y sus talentos consolidó la colo- 
nización emprendida y sometió todo el país á sus 
armas y á su ley. 

Schmídel acompañó á Irala en todas sus empre- 
sas y trabajos, mereciendo su confianza, á pesar de 
no ser sino un soldado raso. En seguimiento de su 
caudillo cruzó el Chaco, en 1548, hasta el Alto Pe- 
rú, donde los conquistadores del Río de la Plata se 
encontraron en la ciudad de La Plata con los del 
Perú, pasando los emisarios de Irala hasta Lima. En 
esta marcha extraordinaria llena de peripecias, en 
que los expedicionarios padecieron hambre y sed, 
llegaron á un lugar en que sólo existía un manan- 
tial por cuya posesión los naturales se hacían gue- 
rra entre sí. Schmídel fué nombrado centinela y 
distribuidor del agua por designación expresa de 
su general, y desempeñó su cometido con tanta 
firmeza, previsión y equidad, que se granjeó la es- 
timación general, lo que indica el grado de consi- 
deración que gozaba entre oficiales y soldados. De 
regreso de esta expedición en 154Q, tomó parte en 
las revueltas intestinas que agitaron al Paraguay, y 
fué entonces cuando suscribió en San Fernando, el 
13 de marzo de 154Q, el acta en que por el voto de 
todos los conquistadores se confirmaba el nombra- 
miento de Irala c»mo gobernador, y en la cual se 
registra la única firma autógrafa que de él se cono- 
ce, y de que hemos dado noticia ya con su facsí- 
mil. Afirmada la autoridad de Irala en 1552, la co- 
lonización se consolidó y la tierra entró en paz. 

Por este tiempo recibió una carta de su hermano 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


27 


en que le llamaba con instancia, y en consecuencia 
solicitó licencia para retornar á Europa, la que al 
principio le fué negada, y á sus ruegos concedida 
al fin con recomendaciones muy honrosas por sus 
buenos servicios. Después de veinte años conti- 
nuos de navegaciones, fatigas, combates, explora- 
ciones, descubrimientos y fundaciones de ciudades 
nuevas, se despidió de sus compañeros de armas y 
recorrió con veinte hombres y en veinte días en 
medio de peligros y combates, parte del camino 
mediterráneo que Cabeza de Vaca había andado 
en ocho meses con más de 400 hombres. Embar- 
cóse en el puerto de San Vicente en el Brasil, y pa- 
sando por Portugal, España é Inglaterra, regresó á 
su patria el 26 de enero de 1554, dando gracias al 
Todopoderoso por haber preservado su vida en 
medio de tantos trabajos, miserias y peligros. 

Aquí terminan las aventuras y observaciones es- 
critas por él mismo, y hasta aquí alcanzaban las no- 
ticias que de él se tenían, cuando en 1881 publicó 
Mondeschein su biografía completa. 

A los ocho meses de restituido á su hogar, mu- 
rió su hermano Tomás, que le había llamado, el 20 
de septiembre de 1554, instituyéndole heredero de 
una parte de sus bienes á la par de su viuda, por 
testamento escrito tres días antes de morir, here- 
dando á la vez el blasón de su familia como último 
representante de ella por línea directa. 

En su testamento, Tomás legó un capital de 2000 
florines, que debía producir una renta anual de 100 
florines, con destino á los estudiantes de la familia 



28 


ULRICH SCHMÍDEL 


Schmídel, y en caso de no existir miembro alguno 
de ella, beneficiar con la renta á dos estudiantes de 
la universidad de Ingolstadt que diesen pruebas de 
saber bien el latín, lo que indicaría que Tomás po- 
seía una fortuna bastante considerable y que era 
tradicional en su familia la cultura del espíritu. En 
la carta fundamental de la institución que aun exis- 
te, Ulrico aparece como ejecutor testamentario de 
la voluntad póstuma de su hermano. En 1558 figu- 
ra como consejero de su ciudad natal, lo que indica 
que gozaba de popularidad y de consideración so- 
cial entre sus conciudadanos. 

La reforma de Lutero, que había agitado profun- 
damente á la Alemania durante la ausencia del 
guerrero-historiador, tuvo una repercusión póstu- 
ma en Straubing, y vino á perturbar su descanso en 
su pacífico hogar. Schmídel se declaró reformista, 
y á consecuencia de la activa participación que to- 
mó en las agitaciones que con tal motivo sobrevi- 
nieron, hasta en el seno del mismo consejo de que 
era miembro, fué desterrado de su país natal en 
1562. 

El proscripto se refugió en la imperial ciudad de 
Regensburg, donde recibió de los habitantes y de 
sus autoridades una munificente hospitalidad, jun- 
tamente con otros ciudadanos de Straubing, extra- 
ñados por cuestiones religiosas. El' l.° de marzo 
de 1563 tomó carta de ciudadanía en su nueva re- 
sidencia, según consta de los registros municipales 
que aun se conservan. Allí, gozando de mucha 
consideración, y al parecer dueño de una regular 



NOTAS BIBLIOORAFICAS Y BIOGRÁFICAS 


29 


fortuna, compró un terreno con una casa en ruinas 
sobre las cuales edificó una nueva. 

Fué probablemente por este tiempo cuando em- 
pezó á escribir sus memorias, consultando sus 
apuntes de viaje, pues así se deduce de la multitud 
de hechos, nombres, fechas y cantidades que cita 
en ellas, y cuya exactitud el tiempo ha confirmado. 

El milésimo de 1564 que lleva el códice de Mu- 
nich, juntamente con el nombre del autor que se 
tiene por autógrafo, prueba que en este año había 
terminado su obra, y que corrían de ella copias ma- 
nuscritas, pues se conocen dos que corresponden 
i esa época. 

Una especie de misterio acompaña esta última 
época de su vida. Al trasladarse á Regensburg, lle- 
vaba consigo una niña llamada Ana Weberin, de 
nueve años de edad, nacida en Landau, que le so- 
brevivió, muriendo á los 92 años. Todo esto induce 
á pensar, que vivió soltero, y que con él se extin- 
guió su estirpe. 

Aquí se pierden los últimos rastros de la vida de 
Schmídel. Es probable que terminase sus días en 
la casa por él edificada, como lo indicarían las pie- 
dras que atestiguan que la habitó y los recuerdos 
tradicionales que aun se conservan en honor de su 
memoria. Un anticuario bávaro le hace vivir hasta 
1581, época en que se reedificaba la ciudad de 
Buenos Aires, de que había sido primitivo funda- 
dor, pero no existen documentos que lo com- 
prueben. 

El retrato de cuerpo entero de Schmídel da la 



30 


ULRICH SCHMIDEL 


idea de un hombre de constitución robusta, con 
miembros bien distribuidos y una poderosa muscu- 
latura, apropiada para el ejercicio de las armas de 
que está revestido. En su fisonomía se hermana la 
benevolencia con la fuerza. Sus trabajos dan la 
muestra de su resistencia física. Su letra indica una 
mano firme y experta. Su relato revela el carácter 
sólido de un alemán de temperamento sanguíneo- 
linfático, con propensión instintiva á las aventuras, 
á la par de un juicio sano y un sentido moral que 
se subleva contra la injusticia en su medida. En 
medio de esto, cierta indiferencia del soldado de 
valor frío, que mata, incendia, saquea y cautiva 
hombres y mujeres, en cumplimiento del deber ó 
su provecho propio. Como historiador, se limita 
por lo general á narrar lacónicamente los hechos, 
malos ó buenos, sin reprobarlos ni aplaudirlos, y 
sólo una que otra vez formula una condenación 
relativa, ó consigna el juicio de la colectividad á 
que pertenecía, y de cuyas pasiones participaba con 
una templanza rara en un aventurero de aquella 
época, tratándose de salvajes que sus contemporá- 
neos consideraban poco menos que bestias. La 
fidelidad á su caudillo de elección es otro de sus 
rasgos característicos. 

Las comisiones arriesgadas que desempeñó con 
éxito en varias ocasiones, á pesar de no ser sino un 
simple soldado, demuestran que mereció la con- 
fianza de sus jefes. De la consideración que gozaba 
entre sus camaradas, dan testimonio su influencia 
en los pronunciamientos en que fué actor, la cir- 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


31 


cunstancía de ser llamado á autorizar con su nom- 
bre las deliberaciones de los oficiales que figura- 
ban en primera línea, y, sobre todo, el episodio del 
manantial de agua, de que se proveía el ejército en 
un desierto, cuando todos padecían sed, y de que 
él fué custodio y distribuidor. 

La redacción de sus memorias es la de un hom- 
bre de acción, más apto para manejar las armas 
que la pluma, con poca imaginación y ninguna 
inclinación á lo pintoresco ó adornos del estiloi 
que aun después de limadas por su primer editor y 
vertidas al culto idioma latino, acusan su nativa tos- 
quedad. Empero, algunas de sus citas literarias in- 
dicarían cierta cultura, como, por ejemplo, cuando 
compara á Cabeza de Vaca á un personaje de 
Terencio, ó dice que los tupis hacían una vida epi- 
cúrica (que Hulsius traduce: Vitam agunt, ut Epi- 
curei de gregi porci). A veces se manifiesta algo 
crédulo respecto de las cosas que se le cuentan, con 
tendencia á exagerar el número de las tribus bár- 
baras con que combate. A la vez se nota en él un 
espíritu despreocupado, aunque religioso, y obser- 
vador atento de todo lo que ve, aunque no muy 
penetrante. Lo que apunta de paso sobre los ani- 
males y las plantas, los paisajes que describe con 
un breve rasgo, la designación que hace de los 
astros para marcar posiciones geográficas en los 
mares y en la tierra, indican que los fenómenos de 
la naturaleza no pasaban para él desapercibidos 
y que llamaban fuertemente su atención. Un sen- 
timiento de verdad en cuanto á los hechos, de 



32 


ULRICH SCHMÍDEL 


exactitud y precisión en cuanto á los lugares, 
fechas y distancias; un instinto de imparcialidad 
sin afectación, con tendencia á identificarse con la 
multitud de que forma parte, le caracterizan como 
historiador. Como lo hemos dicho antes, es, á la 
par de Bernal Díaz del Castillo, aunque en escala 
inferior, uno de los dos únicos historiadores-sol- 
dados que en su género cuenta la literatura uni- 
versal. 


V 

LA OBRA DE SCHMÍDEL 

La obra de Schmídel carece de un texto correc- 
to que la presente ante la posteridad tal como es 
y como debe ser. El manuscrito que sirvió de ori- 
ginal para la primera edición alemana, está plaga- 
do de errorés ortográficos, que hacen ininteligibles 
los nombres de las personas, de las tribus y de los 
lugares, errores que fueron reproducidos en las dos 
ediciones de De Bry. Hulsius corrigió algunos 
nombres de personas y diversas inexactitudes de 
detalle, pero dejó subsistentes muchos lunares, que 
es muy fácil borrar. Barcia, que la tradujo sobre el 
texto latino de Hulsius, hizo algunas correcciones y 
anotaciones, pero desgraciadamente murió antes 
que saliese á luz su trabajo en su colección de los 
«Historiadores primitivos de Indias». Angelis, que 
la incluye en su colección de «Documentos para la 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


33 


historia del Río de la Plata», se limitó á reproducir 
con muy poca diferencia el texto de Barcia, sin co- 
tejarlo con las ediciones originales, que, á estar á su 
propia declaración, parece que entonces no cono- 
cía, ni siquiera la de Hulsius. Ternaux Compans, 
que la tradujo al francés, se ha ceñido al texto de 
Hulsius, ateniéndose alguna vez á la letra de la pri- 
mera edición alemana, y ha procurado ilustrarla 
con algunas notas, pero ha adelantado muy poco, 
porque no estaba bien preparado para la tarea. En 
suma, está todavía por hacerse una edición de Sch- 
mídel, comparada, correcta y bien ilustrada, que fije 
su texto, á fin de que sea más útil á la historia como 
documento. 

El juicio respecto del libro de Schmídel está de- 
finitivamente formado y es unánime. Hulsius dice 
que leyó el manuscrito original «con placer y admi- 
ración». Camus, entre otros méritos, le reconoce 
el ser uno de los primeros que se hayan escrito so- 
bre esta parte de la América meridional. Azara, tan 
severo con los cronistas del Río de la Plata, y juez 
competente en la materia como geógrafo y cono- 
cedor del país, declara que «su obra es la más 
exacta, la más puntual en las situaciones y distan- 
cias de los lugares, y la más ingenua é imparcial». 
Ternaux Compans, como americanista ratifica es- 
tos juicios y agrega que «su narración lleva un gran 
carácter de verdad». La opinión de Burmeister, no 
menos severo y competente que Azara, es que «su 
relación quedará como un documento importante 
de la colonización europea en América, y sería bien 



34 


ULRICH SCHMÍDEL 


precioso que existiesen otras relaciones de la misma 
época tan dignas de fe, sobre las demás comarcas 
de la América del Sud». 

El libro de Schmídel, casi desconocido por el es- 
pacio de dos siglos y medio, á causa de los idiomas 
en que fué impreso, es muy poco conocido aún en 
la misma Alemania. «Puede asegurarse, dice su 
último biógrafo alemán, que la obra de Schmídel 
es más conocida y apreciada en la República Ar- 
gentina que en su propia tierra. Su misma ciudad 
natal no posee siquiera un ejemplar del libro que 
apareció impreso en cantidad». Corresponde, pues, 
á los argentinos, á quienes interesa más y que lo 
aprecian en lo que vale, hacer una edición comple- 
ta y correcta, que fije su texto definitivo y lo ilustre, 
confrontándolo con los documentos, y determinar 
sobre esta base la carta etnográfica del país al tiem- 
po de la conquista, á la vez que el itinerario de su 
primer colono-historiador. 

Para desempeñar cumplidamente esta tarea, se- 
ría necesario tomar por base el manuscrito antiguo 
que existe en la biblioteca de Munich, ya que el 
original que sirvió de texto á Hulsius ha desapare- 
cido, y cotejarlo con el texto de la primera edición 
alemana. Prescindiendo de las ediciones de De 
Bry, que sólo tienen un valor relativo, debe tenerse 
presente en la comparación la traducción latina de 
Hulsius, que la corrige en parte, la abrevia en otras 
y la ilustra en algunos de sus parajes. Tomando en 
cuenta las correcciones y anotaciones que poste- 
riormente se han hecho en las ediciones en español 



NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Y BIOGRÁFICAS 


35 


y francés, sería fácil depurar el texto con presencia 
de la historia de Azara, que, escrita sobre documen- 
tos originales, da la llave de la nomenclatura geo- 
gráfica y biográfica, de la cronología y de la etno- 
grafía de la época del descubrimiento, conquista y 
población del Río de la Plata. 




PRÓLOGO 


DEL TRADUCTOR 

D. Samuel A. Lafone Quevedo 




PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


I 

PRELIMINAR 

1. Este Prólogo tiene por principal objeto tratar 
con algo más de extensión aquellos puntos del tex- 
to de Schmídel que no se prestan á ser aclarados 
en las cortas notas que nos permite el reglamento 
á que se sujetaron las publicaciones de nuestra So- 
ciedad: ellas han de limitarse á una sencilla y breve 
explicación del texto, cuando éste lo requiera. La 
limitación es acertada, porque notas largas interrum- 
pen la lectura y fastidian, sobre todo cuando suce- 
de que el texto es de una ó pocas líneas y la nota 
de todo el resto de la página. A este mal se aumen- 
ta otro, que la nota va en tipo diminuto, lo que 
cansa la vista. Quedaba el otro recurso, el de no- 
tas completas en un apéndice; mas esto también 
tiene sus inconvenientes : no siempre se siente uno 
con voluntad de revolver las páginas al fin de un 
volumen. Se ha creído, pues, que todos estos in- 



40 


ULRICH SCHMÍDEL 


convenientes se podrían salvar en un Prólogo con 
párrafos numerados en que se presentasen al lector 
los fundamentos de las explicaciones dadas en re- 
sumen en las notas al texto. Para mayor facilidad 
de referencia, cada capítulo, á más de su número, 
llevará también un título alusivo á la materia de que 
se trata. 


II 

CRONOLOGÍA 

2. Se le acusa á Schmídel de ser inexacto á este 
respecto, y seguramente las fechas que él da no 
siempre son las de los acontecimientos á que co- 
rresponden. La cuestión es si estos son errores de 
pluma, de ignorancia ú olvido, ó de computación 
por diferencia de calendarios; pero cierto es que el 
error de Schmídel de incluir la primera fundación 
de Buenos Aires en el año 1535 ha sido madre fe- 
cunda de muchos otros durante el siglo que acaba 
de terminar (XIX). Madero en su conocida obra 
dejó establecido el año 1536 como el que corres- 
pondía á la tal fundación. — Como se verá en la 
nota al pie de la página citada. Madero deduce que 
esto debió suceder á mediados del mes de Marzo 
de 1536. Villalta dice que Mendoza «llegó á la 

(1) «Historia del Puerto de Buenos Aires», 1892, p. 106. 

Í2) Relación de Villalta, § 1. Ver Apéndice A. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


41 


isla de San Gabriel entrante el año de 536,» mien- 
tras queSchmídel (ó cuenta que, Dios mediante, lle- 
garon al Río de la Plata el año 1535. Una de las 
dos fechas está mal, y por cierto que no es la de 
Villalta. ¿Cómo se explica entonces la diferencia? 
Muy fácilmente. Para un Bávaro, que escribía ó 
dictaba en Baviera, y probablemente valiéndose de 
un clerical, el año 1535 duraba hasta el 28 de Fe- 
brero del que para nosotros (y, para Villalta tam- 
bién) sería 1536 Acostumbrados como estamos 
al calendario reformado, en uso actualmente, nos 
olvidamos que en otros tiempos y en otros países se 
computaba el año de distinta manera. De esto re- 
sulta que Schmídel en su relación arranca su cro- 
nología con atraso de un año. Veamos si este error 
es constante. Empecemos por eliminar la fecha 
1538 ®, que es la de la llegada de Alonso de Ca- 
brera al Río de la Plata. Pasemos al cap. XL en que 
se da la fecha de la prisión de Alvar Núñez Cabe- 
za de Vaca, día de San Marcos (Abril 25) de 1553. 
Está visto que este es un error de pluma por 1543, 
como está en la edición alemana de 1567. El hecho 
tuvo lugar en el día citado, pero del año 1544 
p. 181. Aquí, pues, tenemos nuevamente el año de 
diferencia y en el mismo sentido. Dos fechas más 
se dejan para tratarlas con la de arriba de 1538, y 

(1) Cap. VI. 

(2) VerN.o 29 de la «Revísta del Instituto Paraguayo», art. Schmídel, y 
«Dice. Encicl. Hisp. Amer.*, voz Año. 

(3) Dice la nota al texto alemán que el MS. da aquí 1539, como estaba en 
las ediciones antiguas, p. 36, nota 2. 

(4) «Memoria de Pero Hernández», ed. de Pelliza, p. 181, etc.. Ap. B. 



42 


ULRICH SCHMÍDEL » 


son estas: (1) el levantamiento de los Carlos, 1546, 
y (2) la expedición al Perú, 1548. El 25 de Julio de 
1552 recibe Schmídel cartas de España llamándolo 
á su país y el 26 de Diciembre del mismo año parte 
de la Asunción. El 24 de Junio de 1553 se em- 
barca en el puerto de San Vicente (Santos), llega á 
Lisboa el 30 de Septiembre, y el 26 de Enero de 
1554 desembarca en Amberes. Según la hipótesis 
ya enunciada, 1554 debería ser 1555, y en tal caso 
las dos fechas anteriores 1552 y 1553 serían respec- 
tivamente 1553 y 1554, sin que sea una dificultad 
la referencia al «día de año nuevo» en Enero de 
1554; porque las variaciones de calendario no im- 
pedían que se llamase así el l.° de Enero 

3. En todas las fechas anteriores tenemos que 
dos de ellas llevan un año de atraso, y en las de- 
más sospechamos que suceda lo mismo ; pero que- 
dan unas 3 en que el autor aumenta un año y son : 
— (1) 153 Q ® por 1538 — llegada de Alonso Ca- 
brera (2) 1546 por 1545 — guerra con los Ca- 
ríos ; y (3) 1548 por 1547 — partida de Irala al Pe- 
rú No nos explicamos cómo ha podido suceder 
esto, no siendo que Schmídel apuntaba las fechas 
sobre poco más ó menos, como que probable es 
que hacía su relación de memoria, y que le pertur- 
baba el diferente modo de computar el año. 

4. La cosa no es de mayor importancia, y en los 


(1) Véase la cita anterior del «Dice. Encid.», voz Año. 

(2) P. 36, ed. alemana de 1889. 

(3) «Memoria de Pero Hernández», ed. Pelliza, p. 163. Ap. B. 

(4) Guerra con los Garios 1545. Carta de Irala 1555. «Schmídel» de Pelli- 
za. 1881, p. 126. Ap. C. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


43 


casos de significación tenemos documentos á la 
mano que nos dan las fechas exactas. 

5. Es curioso que en una de las ediciones alema- 
nas dice Schmídel que regresó á los 20 años (de 
1534 á 1554), mientras que en la latina los años son 
19 calculados entre los mismos 1534 y 1554. 


111 

DISTANCIAS 

6. Schmídel siempre habla de «■millas^, y las 
más de las veces agrega esto — wegs — «de cami- 
no», que no es la misma cosa que distancia abso- 
luta, ó por altura, que sería la que calculaban los 
pilotos. El mapa en la edición latina de Hulsius 
(1599) trae una escala de millas en la que se ve 
que 60 millas italianas son iguales á 17 4 españo- 
las, así que las «^millas» en nuestro continente son 
de á 17 4 en grado, ó sea una legua de algo más 
que tres millas. Algunas de las distancias se ve que 
resultan de error de pluma, como aquella de 20 mi- 
llas entre San Lúcar y las Canarias, según la edición 
alemana de 1567. La del año 1889 da aquí 200 mi- 
llas, pero no dice el editor si es corrección de él ó 
transcripción exacta del MS. Las 500 millas del Ja- 
neiro al Río de la Plata serían unas 1500 á razón de 

(1) «Entrada de Irala al Perú», ibid, p. 126 et seq. 

(2) Véase el mapa I. 



44 


ULRICH SCHMÍDEL 


3 por 1 ; pero aun aquí es probable que el <^wegs» 
que califica esta distancia represente el aumento 
ocasionado por una derrota que no es la de nues- 
tros vapores de los siglos XIX y XX. Al fin del ca- 
pítulo VI habla del ancho del Paraná en la altura de 
San Gabriel, ó la Colonia, y las ocho leguas que es- 
tablece corresponden muy bien á las que se cuentan 
entre San Gabriel y la Punta de Lara. El explorador 
Boggiani, gran conocedor de muchos de los luga- 
res citados por Schmídel, insiste en que las distan- 
cias citadas por nuestro autor son bastante exactas. 


IV 

EXPEDICIÓN DE MENDOZA 

NÚMERO DE HOMBRES Y EMBARCACIONES 


1. Schmídel dice terminantemente que fueron 
«2500 Españoles y 150 Alto-Alemanes, Neerlande- 
ses, y Sajones» y que 14 eran los navios. No sé que 
el testimonio de Herrera haga fe contra lo que 
dicen Schmídel Isabel de Guevara <3)^ Oviedo 
y otros ®. El primero reduce á 800 más ó menos 
la gente que se embarcó con Mendoza ; pero él 

(1) Dec. V, lib. IX, cap. X, p. 220, ed. Mad., 1730. 

(2) Cap. I. 

(3) Carta «Schmídel*, ed. Pelliza, p. 244. Ap. D. 

(4) «Hist. de Indias», lib. XXIII, cap. VI, p. 181. 

(5) Ver «Schmídel». Artículo en la «Revista del Instituto Paraguayo», nú- 
mero 29, por S. A. Lafone Quevedo. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


45 


escribía ateniéndose á lo que constaba de docu- 
mentos oficiales, que no son el todo en esta clase 
de expediciones. Si se alega que Schmídel aumen- 
taba, se puede contestar que Herrera disminuía, y 
que los agregados pudieron ser dos tantos más que 
los del escalafón oficial. Con 800 hombres no hu- 
biesen quedado ni con quienes fundar la Asunción. 
Herrera tampoco nombra mujeres y sin embargo 
sabemos que las hubo ; entonces deberíamos tam- 
bién asegurar que Isabel de Guevara ni existió ni 
vió los 1500 hombres á que se refiere, porque He- 
rrera no se acordó de ella. Esto no quiere decir que 
Schmídel no exageró el número de los expedicio- 
narios, y que en lugar de 2500 no fueron sólo 1500, 
como asegura la Guevara, los que con los 150 
Alemanes, mujeres, y otros, harían los 2000, que es 
el guarismo más general. Fácil es que se haya equi- 
vocado alguien escribiendo ó leyendo 2 mil por 1 
mil : las cifras 1 y 2 no siempre se distinguen muy 
bien en los MSS. viejos. Sea de ello lo que fuere, 
en este punto no se le puede refutar á Schmídel con 
datos precisos como en el caso de la fecha 1535 
por 1536, que es (esta) la verdadera de la fundación 
de Buenos Aires. En el artículo citado de la Revista 
Paraguaya concluyo así : «Toda la «lucidez y eru- 
» dición exquisita» del señor Fregeiro no va más 
» allá de establecer que, por el dato oficial, 2000 
» fueron los que Mendoza conducía por cuenta 
» propia : Schmídel estaría, ó no, en lo cierto cuan- 
» do escribió que de San Lúcar partieron 2500 Es- 
» pañoles y 150 Tudescos en 14 naves. No se ha 
» probado que esto no sea así.» 



46 


ULRICH SCHMÍDEL 


V 

LAS MARAVILLAS DEL MAR 

8. De admirar es que Schmídel se haya conten- 
tado con tan poca cosa, porque lo que cuenta de 
los peces raros poco discrepa de la realidad. El 
principal de ellos es ese Schaubhuetfischs, el Re- 
mora Remora, que Burmeister llama Echeneis nau- 
crates. El nombre alemán significa — pez-sombre- 
ro-de-paja — y se llama así porque sobre la cabeza 
tiene una especie de chupón ó fuente muy curiosa, 
ovalada, con la que se adhiere á otro cuerpo cual- 
quiera. De ello nació el cuento de que atajaban los 
buques. Schmídel los describe dos veces, al prin- 
cipio y al fin de su relación, y en la segunda vez les 
da el nombre español de Sumére, que no puede ser 
otra cosa que Sombrero. Extraño es que sólo le 
hayan hablado de los golpes que estos peces da- 
ban contra los costados de las embarcaciones 

9. Los peces sierra y espadas son tan conocidos 
hoy por las historias naturales que nadie se admira 
de ellos ; mas en aquel tiempo las ballenas y los 
peces voladores eran lo que sería el pez sombrero 
para nosotros ; y de los segundos se cuenta que 
una vieja se enojó con su nieto marinero cuando 


Ojl Ver cap. IV al fin. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


47 


éste le decía que en el mar había peces que vo- 
laban, y sólo se reconcilió con ella al inventarle 
que en el Mar Rojo habían pescado una de las 
ruedas del carro de Faraón. 

10. Precisamente es por la seriedad con que 
Schmídel cuenta lo que vió en alta mar, por lo que 
podemos confiar en él cuando nos hace la rela- 
ción de sus viajes. En el curso de su historia se 
verá que era un hombre sensato, y que cuando se 
trataba de consejas, y cosas por el estilo, no les 
atribuía más importancia que la que tenían, como 
por ejemplo en el caso de los basiliscos á propó- 
sito de los Yacaré. Lo de las Amazonas era creen- 
cia general, y así muchas otras tradiciones, como 
aquella de que un poco más allá estaba el Paititi, 
el País de la Sal, la Ciudad de los Césares, — en 
una palabra — El Dorado ; pero aun por este lado 
era muy sobrio el Estraubigense. 


VI 

MANDIOCA. MANDUBÍ Y BATATAS. 


11. Tanto la mandioca cuanto el maní (Mandu- 
bí), y la batata, son plantas indígenas de América, 
como lo demuestra de Candolle y lástima es que 

(1) Caps. XVI, XX, XXXII y XLIV. 

(2) Alphonse de Candolle. Origine des Plantes Ciiltivées^, pp. 27 et 
seq. 



4S 


ULRICH SCHMÍDEL 


no haya conocido, ó que no haya citado, las noti- 
cias que Schmídel nos da de estas importantes 
plantas de nuestro suelo americano Los lugares 
remotísimos en que se hallaron estos productos ya 
antes del año 1550, demuestra hasta la evidencia, y 
sin lugar á la menor duda, que en nuestro conti- 
nente, y no en el de Africa, se descubrieron. La 
obra de Candolle es tan conocida, y de tan fácil 
consulta que no hay para que reproducir sus argu- 
mentos, y baste con decir que se refuerzan con las 
noticias contenidas en el texto de nuestro Schmídel. 

12. Según informes del doctor Manuel Domín- 
guez, se distinguen hoy muchas más clases de 
mandioca que las que menciona nuestro autor, 
pero nos limitaremos aquí á éstas, que parecen 
ser las mismas que cita Ruiz de Montoya 

13. La mandioca es la raíz de una de las eufor- 
bias, plantas por lo general venenosas, pero muy 
Útiles, como por ejemplo el castor ó tártago. Pohl 
la llama Manihot utilissima, y Lineo, Játropha 
Manihot 

14. Schmídel hace mención de la mandioca 
cinco ó más veces, pero en sólo tres distingue en- 
tre las clases Yo las identifico así: 

15. Manteochade ó Manndeochade. — Man- 
dióg eté ó tapoü''^ Esta es la Mandi-ó-tin del 
doctor Manuel Domínguez quien dice : «Es la 

(1) «Tesoro de la Lengua Guaraní», voz Mandióg. 

(2) De Candolle, obra citada. 

(3) Caps. XVI, XX, XXXII, XLIV, etc. 

(4) Ruiz de Montoya, voz Mannióg. 

(5) Actual Ministro de Reí. Ext. en el Paraguay. Carta de Enero 12, 1902. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


49 


mejor mandioca. Es el pan de la mesa paraguaya». 
Ruiz de Montoya confunde la eté con la tapoü. 

Mandeoch mandepcere ó manndepone. — Es- 
ta puede ser la pepirá que es la colorada y 
dulce. 

Mándeos perroy. — Si esta es la Mandi-ó-tapó- 
yo-á de Domínguez ® «es la mandioca más gran- 
de, un tanto insípida, pero se come : rinde mucho 
almidón». Ver arriba § 15. 

Manteoch ó Manteos propie ó propy.— Es 
la poropi de Montoya ^3)^ que él llama «dulce» y 
Schmídel dice «que sabe á castañas». 

16. E Manduiss^‘^^ es nuestro maní. — Arachis 
hypogcea de Lineo Lo encuentra Schmídel en 
toda la tierra caliente del Interior y lo nombra va- 
rias veces. Es otra de las plantas útilísimas origi- 
narias de América, como lo es también la batata 
quQ tantas veces nombra nuestro autor 

17. Oviedo en su historia da esta noticia del 
Mandubí: — «se siembra y nasge debaxo de tierra, 
y tirándose la rama se seca ó arranca, y en la rays 
está aquel fructo metido en capullos como los gar- 
banzos y tamaño como avellanas, y assados y cru- 
dos son de muy buen gusto». 


(1) Ruiz de Montoya, voz Mandióg. 

(2) Carta citada. 

(3) Mandubí. Ruiz de Montoya. 

(4) De Candolle, p. 330. 

(5) Caps. XX, XXXII, XLIV. 

(6) De Candolle, obra citada. Convólvolus Batatas, Lineo, Batatas edu- 
lis, Chois. 

(7) Lib. XXIII, cap. XII, p. 193. 



50 


ULRICH SCHMlDEL 


18. Sólo nos falta en esta lista ese Vachgekhue 
ó bachakhue que yo identifico con el Mbacucú ó 
Xiquima de Ruiz de Montoya, quien sólo dice de 
ella que es raíz conocida. 


Vil 

CERRO DE SAN FERNANDO 

IQ. El Pan de Azúcar del mapa de Azara, en 
21®30'. Se halla cerca del puerto de la Candelaria 
por donde Juan de Ayolas hizo su entrada. Alvar 
Núñez Cabeza de Vaca lo coloca en 21® «menos 
un tercio», es decir 21° 20’, y no 20° 40’ Es un 
modo de decir, porque el que subía le faltaba un 
tercio de grado para alcanzar á los 21°. Que esto 
es así se prueba fácilmente : Oviedo, después de 
contar los regocijos cuando Salazar se juntó con 
Vergara (Irala), dice que bajaron á lo que «agora 
llaman — la Asungión, questá en 25 grados menos 
un tergio^^. — Esta ciudad se halla en 25° 20’ de 
Lat. Sur — más ó menos, y no en 24° 40’ 


(1) «Coment.», cap. XLIX. 

(2) Lib. XXIII, cap. XIII, p. 195. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


51 


vm 

LOS HORRORES DEL HAMBRE 

20. La traducción inglesa de 1891, publicada 
bajo los auspicios de la Sociedad «Hakluyt» tra- 
ta de exagerada y de increíble á la relación de 
Schmídel en su capítulo IX. He aquí lo que al res- 
pecto dice Villalta ® : 

«Llegados al Pueblo los Bergantines i poca 
» gente que heñíamos hallamos que hera tanta la 
» necesidad i hambre que pasaban que hera es- 
» panto por (que) unos tenían á su compañero 
» muerto 3 i 4 días i tomaban la Ración por po- 
» derse pasar la vida con ella ; otros de berse tan 
» Hambrientos les aconteció comer carne huma- 
» na i así se bido que asta 2 ombres que hicie- 
» ron justicia se comieron de la cintura para abaxo.» 

En sus párrafos 6 y 1 1 Villalta agrega esto á pro- 
pósito de las necesidades : — «dig-o los Soldados, 
porque los Capitanes i allegados á ellos estos nun- 
ca pasaron necesidad, etc.» 

21. Ruy Díaz de Guzmán w confirma todo esto; 
entre otras cosas dice : 


(1) Schmídel, p. 10, en la nota. 

(2) Carta, § 7.°. Ap. A. 

(3) La bastardilla es mía. 

(4) «La Argentina», cap. XII. 



52 


ULRICH SCHMÍDEL 


« Comieron carne humana ; así le sucedió á esta 
» mísera gente, porque los vivos se sustentaban de 
» la carne de los que morían, y aun de los ahorca- 
» dos por justicia, sin dejarle más de los huesos, y 
» tal vez hubo hermano que sacó la asadura y en- 
» trañas á otro que estaba muerto para sustentarse 
» con ella, etc.» 

Si se objeta que este historiador no es de los 
más fidedignos, acudamos á Herrera, quien com- 
pulsó la mejor documentación de su tiempo En- 
tre lo demás que conducía Antón López de Aguiar 
venía un indulto al que se refiere el historiador de 
indias en estas palabras : 

« Y porque se entendió que la extrema hambre 
» que aquellos castellanos habían padecido, los 
» había forzado á comer carne humana y que por 
» temor de ser castigados se andaban entre los In- 
» dios, viviendo como Alárabes, el rey los perdonó y 
» mandó que los recibiesen sin castigarlos por ello, 
' teniéndolo por menos inconveniente, atenta la 
» gran hambre que á ellos los necesitó que pasasen 
» la vida sin oir los Divinos Oficios, ni hacer obras 
» de cristianos. » 

No hay para qué abundar en más citas : está 
visto que Schmídel describía lo que presenció co- 
mo testigo de vista, y como ésta muchas otras co- 
sas más. 


(1) Dec. VI, lib. III, cap. XVIII. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


53 


IX 

LOS COMEDORES DE CARNE HUMANA 

22. Parece increíble que aun haya personas que 
duden de la existencia en todos los tiempos de 
«Comedores de carne humana», ó sean antropófa- 
gos, llamados en América «Caribes». 

23. Alvar Núñez Cabeza de Vaca describe la 
ceremonia de cebar y comerse á los enemigos en- 
tre los Caríos, y Schmídel hace otro tanto al pasar 
por los Tupí del Brasil Las declaraciones de los 
testigos en las informaciones que se levantaron 
contra Sebastián Gaboto están llenas de datos 
sobre este rito de los Indios de raza Guaraní. Los 
Chiriguanos, Indios de la misma generación, tenían 
la misma horrenda costumbre, y aún se cuenta de 
algunos casos entre ellos en nuestros días. Los Ca- 
ribes, los Mejicanos, los del Perú y los Araucanos, 
unos más y otros menos, todos participaban de la 
carne de las víctimas que sacrificaban, ya sea á al- 
gún Dios, ya á los manes de sus parientes que ha- 
bían muerto á manos de los prisioneros ó sus com- 
pañeros. 


(1) «Comentarios», cap. VI. 

(2) Cap. XLII. 

(3) Copias de los MSS. originales en la Biblioteca Nacional. 



54 


ULRICH SCHMÍDEL 


24. Pero Hernández acusa á Irala de permitir 
que los Garios se comiesen á los Agaces cautivos 
en su presencia, y la de Alonso Cabrera y García 
Venegas ; y no es esta la única ocasión en que los 
Españoles se lo permitieron á los Indios. Este per- 
miso otorgado por aquéllos á éstos cada y cuando 
les convenía, es más deshonroso para la humani- 
dad que el hecho de comer la carne humana en 
los Indios, puesto que ellos creían cumplir con un 
deber de su rito, mientras que los Españoles com- 
praban su provecho á precio de horrendo, crimen. 


X 

DUCHKAMEYEN — TUCUMÁN 

25. La edición inglesa de la Sociedad Hacluyt 
(p. 19), trae una nota en que se critica la identifica- 
ción de Tucumán por Ternaux Compans. 

26. Tucumán era una Provincia muy conocida 
por los Españoles desde los primeros días de la 
Conquista. Mendoza sabía que Almagro le había 
invadido su jurisdicción, y éste había pasado por 
las cabeceras del río Bermejo en la dicha provincia. 
Irala tenía que saber que entraba en sus 200 leguas 
de Norte á Sud. 

(1) «Memoria», ed. PelL, p. 164. Ap. B. 

(2) Cap. XIX, al final. La pronunciación  
en Schmídel por lo general dice «ciudad», pero es 
voz algo lata en su significación : aquí conviene 
traducirla así — jurisdicción. 

30. Mientras viajaba Schmídel á Europa se es- 
taba fundando la ciudad de Santiago del Estero 
(1553), capital que fué por muchos años de la Pro- 
vincia del Tucumán, juríes y Diaguitas. Por aque- 

(1) Villalta, §§ 15 y 16. 

(2) Lozano, «Hist. de la Conquista», t, IV, pp. 57, etc. 

(3) Sitio conocido hoy con el nombre de Pueblo Viejo. 



55 


ULRICH SCHMlDEL 


líos tiempos era más cosa Tucumán que todo el 
Río de la Plata, sin que por ello faltasen algunos 
hombres que, como el licenciado Matienzo, presin- 
tiesen ya el espléndido porvenir de la cuenca de 
nuestro argentino río En el tiempo de Schmídel 
empero no había oro ni plata, se moría la gente de 
necesidad, de pura hambre se convirtieron en an- 
tropófagos, y poco faltó para que no emigrasen 
todos al Tucumán en pos de las riquezas y abun- 
dancia que les prometía Gerónimo ® Romero el de 
la entrada de Gaboto. 


XI 

ETNOGRAFÍA 

31. Los datos etnográficos que contiene la rela- 
ción de Schmídel son muy abundantes; falta saber 
si tienen valor científico. Esto es lo que se tratará 
de conocer en las siguientes consideraciones. 

32. Para ser un buen etnólogo en el siglo XVI, 
como en todos, se necesitaba ser observador exac- 
to y haber llenado las siguientes condiciones : 

1. ^ Conocer personalmente á los Indios que 
se describen ; 

2. ® Consignar sus rasgos físicos ; 


(1 ) Itinerario reproducido en parte por Ximénez de la Espada en sus «Re- 
laciones Geográficas», t. II, Apéndices. 

(2) Villalta, § 17. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


57 


3. ^ Describir sus usos y costumbres ; 

4. ^ Fijarse en la lengua ó idioma ; 

5. ^ Precisar la distribución geográfica ; 

6. ^ Dar los nombres con que los conocían, pro- 
pios y extraños. 

Pedir más que esto serían exigencias impropias 
para aplicadas á un autor del siglo XVI, en que no 
se daba la importancia que nosotros Ies atribuimos 
á estas cosas. Veamos, pues, cómo se ajusta nues- 
tro autor á las reglas á que pretendemos some- 
terlo. 

33. Llega Schmídel al Janeiro (Cap. V) y se da 
con los Thopiss (Tupí), de la raza Guaraní, que 
llamaban así en los dominios del Rey de Portugal. 
Sobre estos Indios algo más nos dice á la pasada 
por tierra de regreso á su país; pero en esta oca- 
sión se contenta con nombrarlos como del Janeiro, 
y así cumple con las reglas 5.^ y 6.^. 

34. Puesto en San Gabriel del Río de la Plata se 
encuentra con los Zechuruass (Charrúas), come- 
dores de carne y pescado, que huyen con mujeres 
é hijos sin dejar qué pudieran alzar los muy hon- 
rados recién llegados ; éstos empero alcanzaron á 
ver que los hombres andaban desnudos, y que las 
mujeres se tapaban las vergüenzas con una especie 
de delantal. Aquí sólo faltan dos de nuestras re- 
glas, 2.^ y 4.^, pudiéndose completar los datos por 
autores tan célebres como Hervás, Azara y d’Or- 
bigny. 

35. Pasan los expedicionarios á la banda occi- 
dental del Río Paraná á fundar allí la primera Bue- 



58 


ULRICH SCHMÍDEL 


nos Aires, y se encuentran con los Carendíes (Que- 
randí), que comían y vestían como los Charrúas, y 
andaban de acá para allá como los Gitanos, «d 
noche y mesón^, como dice Villalta y hasta las 
30 leguas y más á la redonda; á la sazón empero 
se hallaban como á 4 leguas del real, esto es, como 
por las Conchas. Los tales Querandí tenían sus 
aliados y amigos, se defendían con arcos, dardos 
y boleadoras, usaban mantas de pieles y hacían 
acopio de pescado, de aceite y harina del mismo ; 
sólo le faltó decirnos que eran hombres muy des- 
arrollados y que hablaban la lengua tal ó cual. 

36. Eran los últimos días del primer año de la 
existencia de la sin suerte Buenos Aires cuando 
acudieron á destruirla 23.000 guerreros de las 4 na- 
ciones — Carendíes (Querandí), Barenís (Guaraní), 
Zechuruas {Charma)y Zechaneís Diembus{0aná- 
Timbú De éstas la primera y la tercera nos son 
ya conocidas, no así las otras dos que para el 
editor de 1567 eran Zechuas y Diembus, y para 
Hulsius en su edición latina Sartenes y Timbúes. 
Nadie atinaba á identificar esos Bartenes descono- 
cidos en la etnografía Platense, y nos contentába- 
mos con atribuirlos á la ignorancia de Schmídel; 
mas hoy que los Bartenes de los editores se han 
trocado en los Barenis del autor, ya sabemos dón- 


(1) Relación de Francisco de Villalta, § 4. Ver Apéndice A. 

(2) Junio 24 de 1536. 

(3) Ver Oviedo, Lib. XXIII, Cap. XII, p. 192. Habla de Baranís Cari- 
bes enemigos de los Timbas. 

(4) Cap. XI, p. 15. Noribergae, 1599. El ejemplar citado se halla en la 
biblioteca del General Mitre. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


59 


de estamos : á éste que de Paraguay hizo Pare- 
boe, etc., Guaraní tenía que sonarle Barení^^'' y, si 
no á él, á su amanuense, que tanto vale. Aquí pues 
tenemos representados los Guaraní de las Islas, 
quienes por otros conductos sabemos que no eran 
amigos de los Españoles, y con sobrada razón, 
porque no era carga muy liviana dar de comer á 
2.500 ó 1.700, ó sean sólo 800, huéspedes incó- 
modos que se morían de hambre, por lo menos los 
que no eran capitanes, al decir de Villalta 
37. En cuanto á Diembus y Zechenaís Diembus 
hay esta diferencia: este es "un nombre que precisa 
los Timbó que eran, porque el nombre sólo de 
Timbú es general de todo Indio que horadaba las 
narices, de suerte que los hallamos hasta en los 
confines de Bolivia, sin que por esto sean de la 
misma generación ó raza de estos Zechenaís. Sabe- 
mos por otros conductos que en el Río de la Plata 
había ciertos Indios á que los Guaraní llamaban 
Chana y de éstos había unos que eran Chaná- 
Mbeguá, ubicados en la Banda Oriental y Entre 
Ríos, y otros que se decían Chaná-Timbú y vivían 
desde cerca de Buenos Aires hasta las inmediacio- 
nes de Santa Fe (la de Cayastá). En todo tiempo 
parece que hubo Indios que se llamaban Chana, 
sin más calificativo. Los Timbú derivaban su sobre- 
nombre de los adornos que se ponían en las nari- 


(1) Como que Oviedo los llama Baranfs en el lugar citado. 

(2) Ibtd. — § 11, etc. Ap. A. 

(3) Va porque los consideraban sus parientes, ya porque eran salvajes. 
Los etimologistas aun no estamos de acuerdo al respecto. 



60 


ULRICH SCHMÍDEL 


ces, y fueron los Guaraní quienes se lo aplicaron, 
como que por éstos fué por lo que los Españoles 
conocieron á aquéllos. En cuanto á los Mbeguá 
no podemos etimologar con la misma confianza 
es sin embargo fundada la interpretación de — 
Gente de tembetá ó barbote. — Schmídel no trata 
de estos Chaná-Mbeguá así por este nombre; lo 
que no quita que los Charrúa hayan podido for- 
mar parte de esta generación de Indios. 

38. Se ve, pues, que en la enumeración de los 
Indios que él dice pusieron sitio á Buenos Aires, 
incluye precisamente á los únicos que pudieron ha- 
llarse presentes. Indios que conocemos con todos 
sus pelos y señales, y en cuanto á la lengua de los 
Querandí, sabemos que fué materia de un estudio, 
como idioma separado, por el bien conocido Pa- 
dre Alonso de Bárcena S. J. La lengua de los 
Chañas ha sobrevivido y Hervás habló con los 
que habían andado entre los Charrúas como mi- 
sioneros : aquella no es Guaraní, esta según Her- 
vás, Azara, d’Orbigny y otros no lo era tampoco. 

39. En el Cap. XIII dice Schmídel que el princi- 
pal de los Timbú se llamaba Rochera Wassu ó 
Zchera Wassu. — Esto es Guaraní puro: — Nues- 
tra Cabeza (Cacique) Grande — y de ello se ha 
deducido que los Timbú hablaban Guaraní. — In- 


(1) No está de más hacer notar que hay una voz Megiiá que dice «bellaco», 
que muy bien Ies vendría; y Burton en su edición de Hans Stade traduce 
Mbeguá así: — « peaceful » — pacífico. Ed. Hakluyt, P. LXVIII. 

(2) Techo, «Hist. de los Jesuítas». 

(3) «Los Chañas» de Lafone Quevedo. MS. en la colección Lamas ex 
Larranaga. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


61 


dudablemente que lo hablaban, como nosotros 
francés cuando se ofrece ; pero el argumento es 
como este otro: — Almirante se llama el que manda 
nuestras escuadras, desde luego somos Moros to- 
dos, Ingleses, Franceses, Españoles, Italianos, etc. 
Andando veremos qué idioma hablaban los Timbú. 

40. Fundado el presidio de Corpus Christi, ó 
sea de Buena Esperanza se dispuso Ayolas á bus- 
car los Garios del río Paraguay, y sea que los vio 
en este viaje, sea que fué en algún otro, porque la 
relación es algo confusa en esta parte, entra Schmí- 
del á darnos noticias etnográficas de la mayor im- 
portancia. 

41. Antes de pasar adelante conviene que esta- 
blezcamos una ó dos distinciones. (1) No es necesa- 
rio que los Chaná-Timbú que ayudaron al sitio de 
Buenos Aires sean unos con los Timbú de Buena 
Esperanza, ni creo yo que lo fuesen, pues estaban 
separados por ciertos Indios de raza Guaraní, que 
pueden ó no ser los Careará del Carcaraná y río 
de Corrientes (2) El fortín de Oaboto estaba 
servido por naciones de los Guaraní, que eran co- 
medores de la carne de sus enemigos ; mientras 
que Buena Esperanza y Corpus Christi estaban 
fundados en plena tierra de los Timbú, que no se 
sabe hayan comido carne humana bajo ningún 
concepto. 


(1) El asiento de esta población se mudó varías veces, y siempre en las in- 
mediaciones del antiguo fortín de Gaboto, pero enia isla de los Timbú. Duró 
de 1536 á 1539. Véase Villalta, §§ 8 á 23, Ap. A. 

(2) Y por los Querandí del río del mismo nombre, tal vez el de Arrecifes. 



62 


ULRICH SCHMÍDEL 


42. A 4 leguas de camino de los Timbú de 
Buena Esperanza, coloca Schmídel á los Karen- 
dos, los Corondas de los autores modernos, que 
comían pescado y carne; muy parecidos á los Tim- 
bú, con las mismas estrellas en las narices, altos 
como ellos, horribles las mujeres, sus vergüenzas 
tapadas, como las de los Timbú, con delantales, y 
las caras arañadas y ensangrentadas Eran dies- 
tros en trabajar mantas de pieles, y tenían muchas 
canoas. Con los Garios eran enemigos, y dan á los 
Españoles un cautivo de éstos para que les sirva 
de baqueano y de «lengua». 

43. De los Corondas, á las 30 leguas de camino, 
llegan á los Gulgeissen, gente que se atienen á 
pescado y carne, se horadan las narices, y hablan 
la misma lengua que los Timbú y Corondas. Lo 
demás se complementa, porque está visto que las 
tres naciones son de una sola raza ó generación. 
El nombre Oulgeissen, el ser laguneros, la distan- 
cia que media entre ellos y los Corondas, todo 
hace comprender que estos Indios eran los muy 
conocidos bajo el nombre de Quiloazas ó Quilba- 
zas w. Sobre el río de este nombre se fundó la 
primera ciudad de Santa Fe. Los Indios especiales 
de Santa Fe son los Abipones, y sus rasgos físicos 

(1) Los «Earinda*, de Oviedo, Lib. XXIII, Cap. XII, p. 192. 

(2) ¿No sería más bien embijadas ó tatuadas? 

(3) Enthalten.—íAsíü interpretado «se abstienen». ¿Entonces qué comían? 
— Estos eran los Quiloazas, de otros autores. Ver Oviedo, Lib. XXIII, 
Cap. XIL 

(4) Gulgeissen suena en alemán Gulgaisen. — Las confusiones entre g, by 
u son interminables; por eso Gascón es el mismo nombre que Buscón, Vam~ 
ba que Bamba, etc. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


63 


corresponden perfectamente á los de las tres nacio- 
nes citadas. Sabemos también que se metían plu- 
mas en las narices, desde luego que eran Timbú. 
Serán ó no serán estas tres naciones Abipones, 
pero Schmídel establece que ellas eran de raza 
Timbú, y que, por las señales que nos da, de nin- 
guna manera podían ser de los Guaraní. Por aho- 
ra, á falta de prueba documentada, es preferible 
clasificar á los Timbú, Corandas y Quiloazas como 
naciones afines de los Chaná del Baradero y So- 
riano, todos más ó menos Timbú, porque se hora- 
daban las narices. Estas naciones vivían del lado 
de Santa Fe, que Schmídel llama la margen izquier- 
da del Paraná, á la inversa de lo que se diría ahora. 

44. De los Gulgaises caminaron 18 días sin 
encontrar gente, hasta llegar á los Machkueren- 
des distancia de 64 leguas, por las vueltas y re- 
vueltas del camino. Estos Indios eran comedores 
de pescado, y de carne, pero poca; buenos canoe- 
ros y amigos de los Españoles, lo que se confirma 
en la carta de Irala de 1541. Vivían sobre un río que 
se metía tierra adentro (sin duda el que separa tas 
provincias de Entre Ríos y Corrientes) sobre el 
lado oriental del río Paraná; hablaban «otra len- 
gua», es decir, que no era la de los Corondas, Gul- 
gaises, etc., pero, por lo de las narices horadadas, no 
dejaban de ser Timbú. Los hombres eran hermo- 


(1) Por Gulgeissen, adoptando el fonetismo castellano. 

{2y.o^ Mocoretá^ de los demás autores. Azara llama Guaraní á éstos 
como á los Quiloazas, etc.; pero las clasificaciones de este autor, de Indios 
que no viera, no hacen peso. 



64 


ULRICH SCHMÍDEL 


SOS de cuerpo, pero horrorosas las mujeres: en 
una palabra, eran de la raza non-Ouaraní que 
se había establecido en ambas márgenes del río 
Paraná, y que constaba de naciones que más se 
parecían en sus usos, costumbres y rasgos físicos 
que en su lengua ó idioma El río que desem- 
boca en el Uruguay y separa Corrientes de Entre 
Ríos, aun conserva el nombre de estos Mocoretá. 

45. Aquí llegamos á una jornada de las más 
interesantes en todo el viaje, porque en este capí- 
tulo (XVlll) se trata de los Indios llamados Zechen- 
naus Saluaischco — en buen castellano: Nuestros 
parientes salvajes, — que en boca de Indios Garios 
ó raza Guaraní equivalía á decir que los reconocían 
por paisanos. — ¿Y si estos eran paisanos de los 
Guaraní porque se llamaban Chaná, por qué no lo 
eran los Chaná-Timbú, que oían también de Cha- 
ná? — La contestación la hallamos en el texto mismo 
del autor nuestro. Era aquélla «una gente petiza 
y gruesa» comía pescado, miel y toda clase de 
alimañas, y andaban hombres y mujeres, chicos y 
grandes, como la madre los largó al mundo. Vivían 
á 18 leguas de los Machueradeis y estaban de 
guerra con ellos; su morada quedaba á 20 leguas 
del río Paraná. No falta quien crea que los Cara- 
cará de la laguna Iberá eran Garios, y como se 
sabe que andaban por el río de Corrientes, no sería 


(1) Estos Indios son los <‘Mecoretaes», de Oviedo, quien los coloca en la 
margen oriental del río grande y más arriba de los *Ckanaes salvajes*. 

(2) Kurz und dickh leut., p. 40, edición de 1889. 

(3) Los Machkuerendes de más atrás. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


65 


extraño que fuesen Garios- Caracará, que Schmídel 
vió y llamó Zechennaus Saluaischco. 

46. Oviedo menciona á los Barrigudos en 
seguida de los Quiloages; mas como estos Indios 
no figuran en el texto de Schmidel, no hay para 
qué nos ocupemos de ellos Una cosa se debe 
observar, que ambas relaciones acusan un solo ori- 
gen, y una á la otra se amplían y explican. 

47. Según este historiador, los «-Chanaes salva- 
jes» se hallaban «en la costa de Norte y par del Rio 
Grande» en seguida ó adelante de los Quiloages y 
Barrigudos, y más al Norte recién aparecen los 
‘Mecoretaes». Schmidel invierte el orden, y nom- 
bra primero á los Machueradeiss, y recién después 
á sus <íZechennaus Saluaischco^. — Hay una expli- 
cación sencilla de todo esto. Los tales Chaná se- 
rian los Careará de la laguna íbera que habían 
bajado por el río Corrientes de 20 leguas tierra 
adentro, donde era su morada, rompiendo así la 
zona dominada por los Mocoretá entre el Paraná 
y Uruguay, más ó menos por los 30°. El mismo 
Schmídel los trata de advenedizos en el momento 
que los vió. La etnología de la costa occidental de 
lo que es hoy la provincia de Corrientes está sin 
aclararse por falta de documentación precisa; pero 
si hubiesen sido naciones de la estirpe Guaraní ó 
Caria nos lo hubiesen hecho conocer. 

(1) *Hist. deind.», Lib. XXIII, Cap, XII. 

(2) Oviedo coloca á los Barrigudos «más adelante» de los Quiloages y del 
mismo lado del río, como se desprende de lo que sigue. Por los datos que 
consigna y la ubicación geográfica pueden identificarse con los indios Ma- 
tará^ Tonocoté ó Matacos de la región del río Salado. 



66 


ULRICH SCHMÍDEL 


48. Las descripciones que de unos y otros Indios 
hacen Oviedo y Schmídel concuerdan bastante 
bien, así que no hay dificultad alguna en identifi- 
car los Mocoretá y Chana salvajes, de uno y otro 
autor. 

49. Después de dejar á estos Indios, anduvieron 
unas 95 leguas de camino, algo más de dos grados 
de latitud, que corresponde á la región al norte del 
río de Santa Lucía, entre las Garzas y la emboca- 
dura del Paraguay, y allí dieron con los Mapenus 
(Mepenes) una numerosa nación y muy canoe- 
ra, que se extendía 40 leguas á todo viento. Por des- 
gracia, nuestro autor sólo se ocupa de contar cómo 
pelearon así que de esta relación no sacamos 
más que el nombre de ellos y su costumbre de 
pelear sobre el agua. Azara, en la edición francesa, 
dice que los Españoles llamaban á los Abipones, 
Mepones W; por el momento empero no hay más 
que dejar á los Mepenes, Indios acuáticos, como 
Mepenes, y á los Abipones, Indios terrestres, como 
Abipones. Todos los mapas colocan á los Me- 
penes en el rincón entre el Paraná y el Bermejo, 
que muy bien puede haber sido ocupado por los 
Abipones. Una cosa debe asegurarse, que no eran 
Garios, porque, si hubiesen sido, Schmídel nos 
hubiese contado que tenían mandioca, maní, etc., 


(1) Véase el mapa de JoHs al fin. 

{2) Mepeos, átOwi^áo. Ibid. «Que duran hasta la boca del Paraguay.* 

(3) Oviedo, por los rasgos físicos, etc., los clasifica con los Mocoretá. 

Ibid. , 

(4) «Hist. del Paraguay», t. II, p. 167. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


67 


y en Corrientes, y no en la Asunción, se hubiesen 
asentado los Españoles 

50. A los 8 días y 40 leguas de camino llegaron 
los Españoles á los Kueremagbeis Indios que 
siempre se mostraron amigos de los Cristianos. 
Comían sólo pescado, carne y algarroba. Era gen- 
te alta y gruesa, hombres y mujeres. Se horadaban 
las narices para meterse plumas de papagayo; las 
mujeres tenían las mejillas tatuadas con rayas azu- 
les y las vergüenzas tapadas con delantales de 
algodón. He aquí una verdadera descripción de 
gente de raza Guaycurú, ya sea ella Toba, ya Abi- 
pona. El mismo nombre de Kueremagbeis ó Kurg- 
maibeis se presta á ser interpretado por este otro; 
Kuru-meguá 

51. De los Kuremagbeis caminaron 35 leguas 
hasta llegar á los Aigeiss que ocupaban el terri- 
torio bañado por el río Bermejo ó Yepedy, como lo 
llama Schmídel Comían los Agá pescado y 
carne; eran altos y esbeltos, hombres y mujeres, 
éstas hermosas, pintadas y sus vergüenzas tapadas. 
Todo indica la raza Pampeano-Guaycurú, rama 
Payaguá-Mbayá. Eran ellos grandes guerreros por 
agua. 


(1) Véase el mapa de Ruy Díaz. 

(2) Carumías, Trad. Esp.—Mec/iefeses, de Oviedo; Ihiá.—K^ueremagbas, 
Ed. 567.—Cinamecaes, de Villalta, § 3l,~Conamegoals, de Luis Ramírez. 
Madero, p. 346.—Tonamaguas, carta de Irala, 1541, Ap. 

(3) Sarnoso-bellacOf que lo sería en boca de Guaraní. Mé'güá-hellaco. 

(4) De muchos modos escribe Schmídel este nombre, como los demás. 
Oviedo los llama *Agafes», 

(5) El lo escribe Jepedy. 

(6) Nótese que *Agases» es un plural de otro plural: Agd, Agds, Agases. 



68 


ULRICH SCHMÍDEL 


52. Con estos Indios se cierra la lista de las na- 
ciones que fueron del Río de la Plata en tiempo 
de la conquista, pero que han desaparecido, siem- 
pre que no se admitan algunas de las identificacio- 
nes que se han pretendido hacer, como ser aquella 
de Mepenes convertidos en Abipones, etc. De 
los Aigeiss, Aeiges ó Aygass (porque todas estas 
variantes y otras más se encuentran en el texto) 
adelante, ya trata Schmídel de Indios que se han 
perpetuado hasta nuestros días, y nos servirán de 
piedra de toque para aquilatar el valor científico del 
saber y observación de nuestro autor. 

53. De los <^Aygasy> caminaron 50 leguas río 
Paraguay arriba, hasta dar con la nación de los 
Canos, como se llamaban en aquel tiempo los 
Guaraní del Paraguay. ¡Cómo se saborea el autor 
en medio de esa abundancia de maíz, mandioca, 
batatas, maní, etc., y también pescado y carne y 
aves de todas clases, y miel para comida y bebida! 
Era una bendición, era el paraíso. Dejaban atrás 
las miserias de la Raza Pampeana (nómades, más ó 
menos), y entraban en la tierra de promisión de la 
Raza Guaraní (sedentaria, más ó menos). Raza 
extendida, como dice Schmídel; gente petiza, cor- 
pulenta, apta para la labor— como dirían los natu- 
ralistas de hoy, — hecha para servir de hormiga 
negra á la hormiga blanca que se presentaba á 
sojuzgarlos. Los varones se abrían el labio infe- 


(1) En el capítulo XXII dice que sólo son 30 leguas. Sería que los Agá 
ocupaban unas 20 leguas del río Paraguay. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


69 


rior para ingerirle el barbote de cristal de dos 
gemes de largo. Hombres y mujeres andaban 
«como las madres los... y Dios los echó al mun- 
do», cosa muy de los Garios y de sus congéneres, 
los Zennas Salmischco. Los padres, maridos y 
hermanos vendían sus hijas, mujeres y hermanas 
por cualquier baratija pero, naturalmente, estos 
Indios, como más civilizados que los Pampeano- 
Ouaycurú, tenían que estar más al corriente de 
estas cosas, y que lo observe Schmídel es prueba 
de que era un relator fidedigno del medio en que 
actuaba. «^Item más», como á veces decía nuestro 
autor, estos Garios comían... carne humana, siem- 
pre que podían, á saber: cuando estaban de guerra 
y les caía algún prisionero, hombre ó mujer, no im- 
portaba cuál, y se la saboreaban como á cualquier 
chanchito, y era ocasión de gran boda: sólo se 
escapaban las lindas, por su hermosura, y los vie- 
jos, por su carne dura!! Era la nación más exten- 
dida de todas en el Río de la Plata, y sus «pueblos 
ó ciudades» ocupaban toda la parte elevada del 
río Paraguay. — Sus pueblos ó ciudades estaban 
fortificadas de una manera muy curiosa, que el 
autor describe con toda minuciosidad, y que el 
artista de la edición latina de Hulsius ha pre- 
tendido reproducir; guárdese el lector, empero. 


(1) Parabol dice el texto; pero P es S en boca y oídos del Bávaro, y l y t 
por ahí andan cuando se escriben. 

(2) Una resina. 

(3) Se nos ocurre preguntar ¿cuántas compraría Schmídel? 

(4) Fleckhen oder stet. 

(5) Véase la lámina, Cap. XXI. 



70 


ULRICH SCHMÍDEL 


de creer que los demás Indios, como ser los Tim- 
bú, etc., tenían pueblos así construidos. Esta es in- 
vención del que ideó las láminas. Las «-demás na- 
ciones^ no contaban con más palizadas que sus 
piernas largas para huir, cuando no se creían con 
poder bastante para triunfar del enemigo. Cristiano 
ó Indio. Esta es una de las grandes diferencias que 
Schmídel establece con perfecta claridad, porque 
siempre habla de los pueblos (fleckhen) en gene- 
ral, mientras que á propósito de los Garios ya los 
distingue con esta advertencia: pueblo ó ciudad, 
fleckhen oder stet. Esto no obstante algunas tribus 
pueden haberle aprendido algo á los Garios, y en- 
tre estas acaso debemos incluir á los Indios Timbú 
y Careará. 

54. Desde Buena Esperanza hasta la Asunción 
cuenta Schmídel 335 leguas, de camino se en- 
tiende; unos 10 grados por «altura». 

55. A las 100 leguas «de camino» de la Asun- 
ción estaban los Piembas ó Paimbass, etc., como 
Schmídel llama á los Payaguá gente que vivía 
sólo de pescado, carne y algarroba..., que por lo 
tanto tenía que ser, como se ha visto que lo es, 
hasta por su lengua, rama de la Raza Pampeana- 
Ouaycurú. 

56. Cerca de estos Indios estaba otra nación, que 
Schmídel y otros apellidan de Naperus cuyo 
alimento de sólo pescado y carne los declara 

(1) Los restos de esta poderosa y temible nación se hallan hoy asentados 
en las inmediaciones de la ciudad de la Asunción. 

(2) Oviedo habla de *Mafaraes», Ibid., p. 194. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


71 


nómades. Por la región que ocupaban es muy 
probable que sean nación de esa raza que hoy 
llamamos Lengua-Machicuy, que son los Lenguas 
modernos, Angaité, Sanapaná y Guana Indios 
que corresponderían perfectamente á la descrip- 
ción de nuestro autor. 

57. La expedición de Ayolas en la parte á que 
se refiere Schmídel, concluye en San Fernando 
y se reanuda cuando vuelve á este punto con 
Alvar Núñez Cabeza de Vaca Caminan las 100 
leguas de camino entre la Asunción y los Paya- 
guá, y otras 100 más, de la misma especie, hasta 
llegar á los Guajarapos, que nuestro autor llama 
Baschereposs, según su fonetismo bávaro; gente 
ésta que comía pescado y carne, era canoera, las 
mujeres se tapaban las vergüenzas, y, por consi- 
guiente, no eras Caríos. Estos son los mismos 
Indios que Azara Hervás Casteinau ® y Mar- 
tius llaman Guachi ó Guachica. Vivían tierra aden- 
tro del río Paraguay, más ó menos en el paralelo 
20° y margen oriental de este río. Martius repro- 
duce un corto vocabulario recogido por Castel- 
nau, y, según éste, su clasificación debería bus- 
carse entre la Raza Pampeana, rama Guaycurú, 


(1) No se confundan con los Guana ó Quiniquinao, de Miranda, que son 
de raza Chañé. El explorador Boggiani se inclina á esta identificación de 
los Naperus. 

(2) En los 21® 20’, más ó menos. Ver mapa de Azara — el Pan de azúcar. 

(3) «Comentarios», Cap. L, etc. 

(4) Azara, «Hist. del Par.», t. I, pp. 193, etc. — Ed. de Madrid, 1847. 

(5) Hervás, «Cat. de las Leng.», t. I, pp. 191, etc. 

(6) Castelnau, *Martius Glossaria*, p. 131, 



72 


ULRICH SCHMÍDEL 


pero con sus diferencias, que acaso respondan á 
influencias de las vecinas naciones. 

58. Schmídel abrevia su relación, y omite Indios 
nombrados por Alvar Núñez, hasta que á las QO 
leguas de los Guajarapos dan con una nación que 
aquél llama Sueruekuessis y éste describe, sin 
nombrarlos como habitantes del puerto de los 
Reyes. Las varones usaban orejeras, y las mujeres, 
tembetá ó barbote®: eran hermosas, y andaban 
en cueros. Cada Indio tenía su casa por separado, 
en la que vivía con su mujer y sus hijos, y eran 
agricultores. Por lo visto se trata de una nación 
Zamuca ó Chamacoca, como parece que eran tam- 
bién los Jarayes y Siberis. Schmídel dice que el 
barbote de estas mujeres era del largo y grueso de 
un dedo. Que las mujeres usen tembetá parece 
extraño. 

59. De este punto parte Schmídel con Hernan- 
do de Ribera, río arriba, y llegan á unos Indios 
que vuelve á llamar Sueruckhuessis, y que com- 
para á los Sueniekuissys ya nombrados; entre 
unos y otros mediaban 4 leguas. A los 9 días de 
viaje y 36 leguas de distancia, llegan á los Achc- 
ress, nación de mucha gente, altos y desarrollados, 
hombres y mujeres, como ningunos otros del Río 
de la Plata; no comían otra cosa que pescado y 
carne; las mujeres no se tapaban más que las ver- 


(1) Ibid., cap. LIV. Relación de Hernando de Ribera, «Hist. Prim. de 
Indias*, t. I, p. 598. Este los llama Urtiieses, gente parecida á los Jarayes. 

(2) Más adelante veremos que las mujeres de los Karkhohhies se ponían 
algo parecido. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


73 


aüenzas Por las señas, estos Ajeres eran de 
Raza Pampeana. 

60. A las 38 leguas de los Ajeres llegaron á los 
Schemess ó Jarayes. Estos Indios eran orejones, y 
usaban barbote de resina; se pintaban de azul 
hasta la rodilla, imitando ropa. Las mujeres se em- 
bijaban de otra manera, desde los pechos hasta 
las vergüenzas son hermosas á su modo y nada 
mezquinas estando á obscuras. Algunos autores 
quieren que sean Guarayos Se trata de una 
nación Chamacoca ó Zamuca, como se desprende 
de los usos y costumbres. 

61. Lo que sean los Jarayes serán también los 
Syeberiss, porque Schmídel identifica las dos na- 
ciones, y otro tanto se puede asegurar de los 
Orttmses, Urtueses de Alvar Núñez, Indios to- 
dos agricultores, y por este lado interesantes para 
loS' Españoles, que buscaban Indios útiles. Pue- 
den ser los Oíúquis, Indios de la raza de Chi- 
quitos. 

62. Después que Alvar Núñez Cabeza de Vaca 
fué derrocado de su mando y remitido á España 
los «Carias^ y •¡■Aigaiss, con otras naciones más, 
se sublevaron contra el Español, ó sean los Cris- 
tianos, como los llama Schmídel y como los ape- 
llidan siempre los Indios. Para conjurar este peli- 
gro se hizo alianza con los Jheperus y Bata- 

(1) Die frauen gehenn bedeckt mit ihrer scham. Ed. 188Q, p. 64. 

(2) Según Boggiani, el tatuaje es desconocido entre estos Indios. «Rev. del 
Inst. Parag.*, ano 1900. 

(3) Trad. Ing. Hakluyt Society, p. 43— Nota. 

(3) Es preferible clasificarlos como Zamucos ó Chamacocos. 



74 


ULRICH SCHMÍDEL 


theiss Esta gente sólo comía pescado y carne, 
y peleaba por agua y por tierra, lo más por tierra. 
Sus armas eran dardos con punta de pedernal, 
macanas y unos palillos con dientes de palometa, 
con que degollaban á los enemigos que volteaban 
con sus macanas. De las cabelleras hacían trofeos 
para memoria de sus hazañas. Se trata, pues, de 
Indios que no eran de la raza de los Guaraní. 
¿Serían Tobas, Mataguayos ó Lenguas? — En 
cualquier caso debieron ser Pampeanos, más ó me- 
nos Guaycurú 

63. Concluida esta guerra con los Garios y 
entrado el año 1547, en alianza con los mismos 
Garios ya reconciliados, parte Schmídel, bajo las 
órdenes de Irala, con la expedición que se dirigía 
al Perú Salieron del puerto de San Fernando 
donde en aquel tiempo vivían los Payaguá. De allí 
llegaron, después de 8 ó 9 días de viaje y 38 leguas 
de distancia, á una nación llamada Naperus, que 
sólo comían pescado y carne; eran gente alta y 
corpulenta y sus mujeres feas, sin más adorno que 
un delantal. — Todos los rasgos son de raza Pam- 
peana— y lo probable es que hayan sido tribus de 
Lenguas-Machicuy 


(1) Jeperis y Bachacheis, Ed. Inglesa, p. 54. Yapirús y Nagases, Edición 
Españ., Cap. XLI. Guatataes, de Alvai* Núñez, Cap. XXIII. Siempre sospe- 
cho que estos Batatá sean Matará ó Mataguayos. 

(2) Matacos ó Matará. 

(3) Las variantes  de Pero Heinández. Ed. 1881, p. 162. «Información> de Gon- 
zalo de Mendoza. Preg. 11. Apend. C. 

(2) citada. Pregs. 5 y S. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


85 


tantos errores de igual especie que notamos en el 
texto, debidos á olvido, descuido ó diferencia de 
modo de computar el año. 

78. El silencio de Villalta y Peío Hernández se 
explica por la índole de sus relaciones, y sólo po- 
díamos esperar alguna noticia del ataque llevado 
por los Indios contra la naciente ciudad de Buenos 
Aires en la información de Gonzalo de Mendoza: 
éste lo calla como suceso de Junio, porque no se 
halló presente, y lo calla también en Diciembre, sin 
duda, porque no sucedió en esta fecha. Queda, 
pues, establecido, hasta la presentación de mejor 
prueba en contrario, que el incendio de Buenos 
Aires tuvo lugar el 24 de Junio de 1536, fiesta de 
San Juan Bautista. 


XIV 

LOS VIAJES DE AYOLAS Á LOS TIMBÚ 

7Q. Después que don Pedro de Mendoza' llegó 
á la margen occidental del Río de la Plata y fundó 
allí la primera ciudad de Buenos Aires, comprendió 
en seguida que poco podía espérar de los natura- 
les para la alimentación de los suyos, y, en su mé- 
rito, despachó expediciones á todas partes. Una de 
ellas fué la de Gonzalo de Mendoza á Santa Cata- 
lina, de que se ha dicho algo en el capítulo ante- 
rior ; la segunda hizo una entrada por las islas al 



SCi 


ULRICH SCHMÍDEL 


mando de un «caballero deudo» de don Pedro 
que Schmídel llama Jerg Lichtenstein y la ter- 
cera fué la primera de Juan de Ayolas río arriba al 
lugar que fué asiento del fortín de Sancti Spíriíus ®. 
En la laguna de los Timbú se establecen y regresa 
Ayolas á Buenos Aires en busca del adelantado. 
Más ó menos en Agosto ó Septiembre se embar- 
có Mendoza en la escuadrilla de 8 bergantines y 
bateles con Ayolas y 400 hombres y subieron río 
arriba al asiento de Buena Esperanza, de donde 
regresó el adelantado á Buenos Aires antes del 15 
de Enero, época en que despachó á Juan de Sala- 
zar en busca de Ayolas. Este es el segundo viaje 
de Ayolas según Villalta y el único según Schmídel. 
Lo que nos importa saber es que Schmídel acom- 
pañó á Mendoza y á Juan de Ayolas cuando éstos 
con el grueso de la gente pasaron á los Timbú y 
fundaron sus asientos en Buena Esperanza y 
Corpus Christi. 


(1) Villalta. Carta de 1556, § 6. La madre de don Pedro era doña Cons 
tanza de Luxán. Madero. «Hisí. del P. de Bs. As.*, p. 123. 

(2) La edición de Niremberga dice ^Liicksatn.’', la de Frankforí, Lanchs- 
tein. Ed. 1889, p. 31, Nota. Ver Cap. IV, Jorge Mendoza. 

(3) Villalta, §§ 8-17. 

(4) Pero Hernández. Ed. cit., p. 162. 

(5) Antes del 20 de Octubre de 1536. El Archivo Nacional de la Asiin 
ción, N.® 1, Documento VI, al fin. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


XV 

LOS 4 AÑOS DEL CAP. XIV Y LOS 2 DEL CAP. XXX 


80. •íinndiesem fleckhenn plieben wir 4 jhar 
lang» — «en este pueblo permanecimos durante 4 
años» — dice Schmíde!. El pueblo era el de los 
Timbú, y los 4 años pueden computarse desde 
fines de 1536 hasta principios de 1539, es decir, son 
4 años incompletos, faltándoles meses. Es enten- 
dido que el wir — nosotros — se refiere á los Cris- 
tianos, y que no es necesario que los años sean 
enteros ; porque las relaciones, como por ejemplo 
la de Villalta, se hacen cargo de expresar que el 
año 1539 hubo un abandono momentáneo de Bue- 
na Esperanza ; pero se cae de su peso que éste 
abandono se haría definitivo cuando Irala retiró 
toda la gente de Buenos Aires y los puertos inter- 
medios á la Asunción el año de 1541. 

81. Los 2 años del cap. XXX son los que media- 
ron entre la subida de Cabrera con Ruiz Galán á 
la Asunción en 1539 y la llegada de Alvar Núñez 
Cabeza de Vaca á Santa Catalina. Si seguimos el 
orden del texto, parece que los 2 años deberían 
contarse desde la dejación de Buenos Aires ; pero, 
como se demostrará más adelante, el episodio del 
naufragio corresponde al año 1538 (l.° de Noviem- 



8S 


ULRICH SCHMÍDEL 


bre), y durante estos 2 años tuvieron lugar los 
acontecimientos que se cuentan desde el cap. XX 
hasta el XXVlll. 


XVI 

VIAJE DE RUIZ GALÁN Á LA ASUNCIÓN CON CABRERA 

1539 


82. Al doctor Manuel Domínguez, de la Asun- 
ción, se debe el descubrimiento de que Ruiz Galán — 
después que llegó Cabrera á fines de 1538, y pasa- 
ron con él á Corpus Christi, donde le juraron obe- 
diencia á Ruiz el 28 de Diciembre del538 — en 
lugar de seguir viaje como equivocadamente lo su- 
puso Madero regresó á Buenos Aires, « donde le 
encontramos administrando justicia con Cabrera en 
Febrero de 1539 siempre con Juan Pavón al la- 
do». El 8 y 20 de Abril del mismo año aun esta- 
ba Ruiz en Buenos Aires como lo confiesa el mismo 
Madero y lo hace notar Domínguez y su parti- 
da para la Asunción debió tener lugar en seguida del 
despacho á España del galeón Santa Catalina ® ; 
porque, como dice el mismo en Julio, Ruiz ya fir- 

(1) Juramento en favor de Ruiz Galán. Revista Inst. Parag. N.® 18. Ap. F. 

(2) Hist. citada, p. 172. 

(3) N.® 12 del Archivo de la Asunción. Apend. G. 

(4) Correspondencia inédita del Dr. Domínguez. Sept. 22 de 1902. 

(5) Hist. citada, pp. 172 y 3. El Arch. Nacional de la Asunción, N.® 2, 
pp. 72, 73, 74. Apend. H. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


89 


maba documentos en la Asunción El viaje era dé 
unos dos meses en aquella estación y basta esto para 
probar que Ruiz no pudo ir y volver á la Asunción 
para estar en Corpus Christi el 28 de Diciembre de 
1538, en Buenos Aires en Febrero de 1539 y tam- 
bién en este puerto el 8 de Abril del propio año. 

83. Aparte de todo esto hay que tener en cuenta 
el desastre de Corpus Christi, que Domínguez ha 
probado no puede haber ocurrido sino entre Di- 
ciembre 28 de 1538 y el 20 de Abril de 1539, por- 
que, para las condiciones del problema histórico, 
Ruiz Galán tenía que estar en Buenos Aires. Ma- 
dero, á pesar de la documentación que invoca, se 
equivocó en esta parte : lástima que no la publicó. 


XVII 

CONFUSIONES EN EL RELATO DEL AUTOR 

84. No se puede negar que Schmídel se enredó 
más de una vez al hacer la historia de su famoso 
viaje: entre digresiones, ampliaciones, omisiones y 
algunos errores que no ha dejado de cometer 
vemos que hay que estudiarlo á la luz de los 
demás documentos de la época, que, sea dicho 
de paso, no son tampoco inmaculados. Faltándo- 
nos por ahora parte de las informaciones á que se 


(6) El Archivo Nacional citado, N.“ 2, pp. 41 y 43. Apend. 1. 



90 


ULRICH SCHMÍDEL 


refiere Madero, y que no publicó este señor, nos 
atendremos: (1) á las cartas de Irala, (2) á la me- 
moria de Pero Hernández y Acta de 1538, (3) á la 
carta de Francisco de Villalta, (4) á la información 
de Gonzalo de Mendoza hasta donde la conoce- 
mos, y (5) á la historia de Oviedo en el Lib. XXlll 
y Caps. Xll y siguientes. 

85. Pero Hernández es muy breve en la primera 
parte de su relación. A los 7 meses de llegar don 
Pedro de Mendoza al Río de la Plata, despacha á 
su teniente Juan Ayolas á descubrir la tierra, con 3 
navios y 150 hombres. El 15 de Enero de 1537 
parte Juan de Salazar del puerto de Buenos Aires 
en busca de Ayolas. A los 4 meses después, regre- 
sa Mendoza á España dejando á Juan de Ayolas 
de su lugarteniente, y al capitán Francisco Ruiz Ga- 
lán de interino en Buenos Aires. Salazar «viene» 
6 meses después de salir Mendoza, y cuenta que 
Ayolas se había ido tierra adentro, dejando á ira- 
la con 30 hombres en el puerto de la Candela- 
ria, asiento de los Payaguá. Aparte de esto, avisa 
Salazar que al bajar había «asentado un pueblo 
en concordia de los naturales de generación Ca- 
ríos», y en la ribera del río Paraguay. En Abril de 
1538 llega á Buenos Aires el navio de Pan Caldo, 
y en Octubre del mismo año Alonso Cabrera 
veedor, «con una nao é cierta gente». Se produ- 


(1) Parece que en Mayo. 

2) No dice si á Buena Esperanza ó á Buenos Aires. 

(3) Dice:— «M7Z Domingo de Irala vízcamo»^ ed. Pell., p. 162. Apend. B. 

(4) Ibid., p. 163. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


91 


cen «pasiones y contentaciones» entre Cabrera y 
Ruiz por el mando y después parten los dos con 
7 bergantines y 200 hombres para el Paraguay, 
«donde residía» Salazar, «para dar socorro á Juan 
de Ayolas, é llegados al puerto hallaron alli á Do- 
mingo de Irala, vizcaíno». Cabrera se entiende con 
Irala, destituyen á Ruiz, y queda mandando Irala 

86. Madero citando una información de Junio 
1538, dice que Ruiz y Cabrera dejaron una peque- 
ña guarnición en Buenos Aires, y que con el 
grueso de la gente (200 á 250 hombres) subieron 
al Paraguay, y en una acta levantada de paso en 
Corpus Christi, firma Juan de Salazar, entre varios 
otros, reconociendo á Ruiz de teniente gobernador 
interino. En Enero de 1539 siguen viaje á la Asun- 
ción w. Hay desacuerdo con Irala, se retira Ruiz, y 
en Abril de 1539 estaba ya en Buenos Aires despa- 
chando el galeón Santa Catalina á España. De este 
viaje resultó la confirmación real de los títulos de 
Ayolas, que le llegaron á Irala más ó menos á prin- 
cipios de 1540 (5). Hasta aquí Madero. 

87. Francisco de Villalta se extiende más, y 
suplementa mucho de lo que falta en los otros 
relatores: daré en resumen el contenido de sus 
párrafos : — 

(1) Ibid., p. 163. 

(2) Ibid., p. 163 y 4. 

(3) «Historia del Puerto de Buenos Aires*, pp. 132 á 136. Col. de Doc., 
Garay, Asunción, 18Q9, pp. 200 eí seq. «Información* de Gonzalo de Men- 
doza. Esta es del 15 de Feb. de 1545. 

(4) Erron véase el cap. anterior, XVI. 

(5) Madero, p. 136 y demás documentos. 

'6) Carta de Villalta. Ver Apéndice, §§ 1 á 50. 



92 


ULRICH SCHMÍDEL 


1. 1536. Llegada de Mendoza á San Gabriel. 

2. Fundación de Buenos Aires. 

3. Número de gente: 1800; empiezan á morir de 

hambre. 

4. Enfermedad de Mendoza y envío de Diego, 

su hermano, en busca de comida. 

5. Pelea y muerte de Diego de Mendoza. 

6. Manda Mendoza 200 hombres en busca de 

comida. 

7. Regresan los bergantines. Grande hambruna. 

Comen carne humana, etc. 

8. Mendoza envía á Sancti Spíritus al capitán 

Ayolas 

9 y 10. Pasan éstos grandes necesidades. 

11 y 13. Llegan á ios Timbú y Careará, se reme- 
dian del hambre, y regresan á Buenos Aires. 
18. Arribo de Mendoza con Ayolas á los Timbú. 
23. Regresa Mendoza á Buenos Aires, dejando 
á Alvarado en Buena Esperanza, porque 
Ayolas había partido con 160 hombres y 3 
navios río Paraná arriba. 

[Aquí empieza la relación del verdadero viaje de 
Ayolas, reproducido por Herrera en sus Décadas. 

En el párrafo 36 deja á Ayolas, y narra lo que 
sucedía en los puertos de abajo 

25 á 35. Sale Ayolas de viaje, pierde uno de los 
3 navios, llega á los Caríos, éstos le dan 
maíz, etc., sigue á los Payaguá, 100 leguas 


(1) Este es el primer viaje de Ayolas. 

(2) Esta es la relación del verdadero viaje de Ayolas, reproducido por He- 
rrera. Ver Oviedo, lib. XXIII, cap. XIIÍ. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


93 


más arriba, y se mete tierra adentro con 130 
hombres. Irala queda con los 30 restantes 
esperando. 

36. Mendoza despacha á Juan de Salazar en 
busca de Ayolas, y regresa á España, 1537. 

37. Salazar é hala quieren entrar á socorrer á 
Ayolas. Las aguas y la mala voluntad de 
los Indios se lo impiden. 

38. Funda Salazar la «cesa fuerte-^ en los Ga- 
rios, sin dar el nombre. 

39. Deja allí 20 hombres, y se vuelve á Buenos 
Aires á dar cuenta á Ruiz. 

40. Sube Francisco Ruiz al Paraguay con 200 
hombres, en socorro de Ayolas. 

41. Peleas de los Españoles con los Indios por 
comida. 

42. Vuelta de Ruiz á los Timbú. 

43. Matanza de Indios por orden de Ruiz. Re- 
gresa éste á Buenos Aires. 

44. Desastre en los Timbú, y abandono de ese 
pueblo. 

45. Llegada á Buenos Aires de los dos berganti- 
nes que Ruiz mandó á los Timbú. Arribo de 
un navio que no pudo seguir viaje al Estre- 
cho y, más tarde otro de Alonso Cabrera. 
Pasiones y revueltas con Ruiz. Pasan Ruiz y 
Cabrera á la Asunción con 250 hombres, 
algunos de ellos de la gente de Pan Caldo. 

46. Cabrera y demás capitanes quitan el mando 
á Ruiz. 

47. Derrocado Ruiz, hala (ó sea «capitán Ver- 



Q4 


ULRICH SCHMÍDEL 


gara») hace una tentativa de socorrer á 
Ayolas, pero sin éxito, por el hambre y las 
inundaciones. Se les presenta un Indio, y 
avisa de la muerte de Ayolas. 

48. Interrogan á ciertos indios Payaguá, y con- 
firman éstos el testimonio del Indio Chañé. 

49. Regresa Irala á la Asunción, y manda 3 ber- 
gantines á rescatar comida. 

50. Vuelven los bergantines, y despacha otros 2 
adelante, y siguió él después á despoblar 
Buenos Aires. 

88. igual en importancia con la carta de Villalta 
es la Información levantada en la Asunción por 
Gonzalo de Mendoza el 15 de Febrero del año 
1545. Este Mendoza fué yerno y sucesor de Irala, 
pero sólo le sobrevivió unos dos años Los de- 
clarantes son varios y entre ellos Francisco de 
Mendoza y Juan de Salazar, ambos protagonistas 
en la conquista Según el Interrogatorio, casi en 
seguida de llegar Mendoza, y de haber asentado 
su real y pueblo en el puerto que dicen de Buenos 
Aires, despachó al capitán Gonzalo de Mendoza á 
la costa del Brasil á rescatar bastimentos para aliviar 
el hambre que empezaba á hacerse sentir ; éste 
salió el 3 de Marzo de 1536. De allí no sólo trajo 
los bastimentos y otras cosas necesarias, sino cier- 
tos cristianos que allí vivían con sus familias y es- 

(1) Madero, «Hist. del Puerto de Bs. As.», p. 167. Irala murió en 1556 y 
Mendoza en 1558. 

(2) Colección de Documentos del doctor Blas Garay, pp. 200, etc. Desgra- 
ciadamente la información está incompleta. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


95 


clavos, para que les sirviesen de intérpretes en sus 
tratos con los Indios comarcanos. A Buenos Aires 
llegaron el 17 de Octubre de 1536. Más ó menos 
por el mismo tiempo regresó don Pedro de Men- 
doza de Buena Esperanza, y después que se con- 
cluyeron las naos que se estaban preparando (que 
eran 3), despachó á Juan de Salazar y á Gonzalo 
de Mendoza el 15 de Enero de 1537 en busca de 
Juan de Ayolas, demorando ellos 6 meses hasta 
llegar al puerto de la Candelaria Como habían 
dejado un navio en Buena Esperanza, los otros 2 
con los 2 de Irala, en muy mal estado bajaron á un 
puerto de los Caríos. Mucho les sirvió de «lengua» 
el cristiano Juan Pérez, que Gonzalo de Mendoza 
había traído del Brasil. Aquí se fundó la «casa 
fuerte» origen de la ciudad de la Asunción En 
seguida partió Juan de Salazar para Buenos Aires 
quedando Gonzalo de Mendoza al mando de la 
fortaleza. 

89. Cinco ó seis meses después de esto llegaron 
al dicho puerto los capitanes Francisco Ruizyjuan 
de Salazar de Espinosa, de donde en seguida 
regresaron Ruiz y el capitán Gonzalo de Men- 
doza á Buenos Aires, y desde allí despachó Ruiz 
un galeón á la costa del Brasil por bastimentos el 
4 de Junio de 1538 al mando del dicho Mendoza. 
En Santa Catalina se encontraron con el veedor 


(1) El de San Fernando, en 21*^ 20’. 

(2) Seis meses del 15 de Enero, más el tiempo para bajar del puerto de la 
Candelaria, nos permiten fijar la fecha de la fundación, más ó menos el 15 de 
Agosto. 



96 


ULRICH SCHMÍDEL 


Alonso de Cabrera y juntos se pusieron en viaje 
para el Río de la Plata, pero se perdió la nao de 
Gonzalo de Mendoza en la noche del l.° de No- 
viembre á la entrada del río, ahogándose 5 perso- 
nas y perdiéndose lo más del cargamento ; los so- 
brevivientes se reunieron en San Gabriel con Ca- 
brera y la gente de la nao Marañona. 

QO. Subió Cabrera á los Indios Caríos con Gon- 
zalo de Mendoza, y después que se dió «la obe- 
diencia al capitán Domingo de Irala» viendo 
que «estaba la tierra levantada» encargaron á 
Mendoza de la pacificación de los Indios, y partie- 
ron en seguida á «dar socorro al capitán Juan de 
Ayolas» 

91. Todo esto, más ó menos, lo confirmaron los 
testigos Francisco de Mendoza y Juan de Salazar, 
con detalles interesantes, como por ejemplo : que 
Hernando de Ribera y Gonzalo Morán eran de 
los que Gonzalo de Mendoza trajera de Santa Ca- 
talina en su nao del mismo nombre; que éstos y 
Ruiz construían 3 bergantines para ir á presentarse 
á don Pedro de Mendoza en Buena Esperanza, 
pero antes de poderlos concluir bajó don Pedro á 
Buenos Aires y en tales bergantines despachó á Sa- 
lazar y á Gonzalo de Mendoza en busca de Ayolas. 

92. Según estas declaraciones, don Pedro per- 
maneció muy poco tiempo en Buena Esperanza. 

(1) No lo nombra á Ruiz Galán, ni tampoco hace reíerencia á ese regreso á 
Buenos Aires entre el 28 y 29 de Diciembre de 1538 y Febrero de 1539. 

’Q.) Aquí cabe lo que cuenta Schmídel del asedio de Lambaré. 

(3) Todavía soñaban con la idea de hallarlo vivo y esto sucedía estando 
avanzado ya el año 1539. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


Más Ó menos en Octubre envió Mendoza á 
Ayolas desde este puerto río arriba; el 15 de Enero 
de 1537 despachó de Buenos Aires á Salazar á bus- 
carlo; el 17 de Octubre de 1536 Gonzalo de Men- 
doza entró de regreso de Santa Catalina á este 
puerto, de suerte que entre estas dos fechas de- 
bemos colocar el regreso de don Pedro á dicha 
ciudad. Si el asedio de Buenos Aires hubiese te- 
nido lugar el día de San Juan Evangelista < 2 ) lo 
hubiese presenciado Gonzalo de Mendoza, é in- 
vocado para mayor aumento de méritos. 

93. Nos queda por analizar lo que dice un histo- 
riador muy famoso acerca de la entrada de Ayolas. 
Oviedo en su Lib. XXlll y Cap. Xll enreda la rela- 
ción del viaje de Juan de Ayolas con la del de 
Alonso de Cabrera, y de una manera tal que medio 
justifica las confusiones de Schmídel. A propósito 
de la reunión de Cabrera con «Pancalvo, genovés» 
en el Río de la Plata pasa á contar lo de Juan de 
Ayolas en su entrada desastrosa. Llevaba Ayolas 
160 hombres en 2 bergantines y una carabela man- 
dadas respectivamente por Ayolas, don Carlos de 
Guevara y el capitán Domingo de Irala. En el ca- 
mino se perdió la carabela, pero como pudieron 
llegaron á la «boca del Paraguay» donde encontra- 
ron una nación de Indios dichos «-Mechereses-», 
que estaban á la parte del Oeste dejando á la 


(1) Pero Hernández, Apend. B. Edición 1881, Schmídel, p. 162. 

(2) El 27 de Diciembre de 1536. 

(3) Para los de ese tiempo «Este* y «Oeste* era «Norte» y «Sur*, por aque- 
llo de «Mar del Norte* y «Mar del Sur». 



98 


ULRICH SCHMÍDEL 


parte del Este «otras nasgiones e lenguas diferen- 
tes hasta llegar á la mar». Este curioso paréntesis 
(que aquí acaba) interrumpe la relación que corres- 
ponde al viaje de Cabrera, y esta palabra «mar» le 
sirve para volver atrás y para reanudar el hilo de la 
narración del veedor Alonso de Cabrera, y el capí- 
tulo entero se dedica á datos etnográficos del ma- 
yor interés ; pero en la pág. 193 al llegar á los 
«Mechereses ya dichos» vuelve á acordarse del 
«Capitán Juan de Ayolas», y lo hace llegar á los 
«llamado^ Guaraníes (que) por otro nombre se 
digen Cariosa. De allí en el Cap. Xlll lo hace su- 
bir á los «-Apayaguásy> , se entiende con ellos y con 
los «Mataráes» de más arriba «y se entró la tierra 
adentro», dejando por teniente á Domingo de Irala. 

94. Vuelve la relación á hablar de Mendoza y 
del envío de Salagar y de Oongalo de Mendoga 
con 60 hombres en 2 bergantines, que «llegaron 
hasta donde estaba Domingo de Irala, que por otro 
nombre assimesmo se degia Domingo de Verga- 
rai>. De allí bajaron juntos los 3 á «la cibdad que 
agora llaman de la Asungion, que está en veynte e 
ginco grados, menos un tergio» «é hicieron allí 
los nuestros una casa fuerte de madera, que llama- 
ban ellos la fortalega» 

95. Salazar regresó de allí en busca de don Pe- 
dro de Mendoza para darle cuenta de su comisión, 
pero halló que había partido para España dejando 

(1) Aquí se ve claro que 25® <^menos un tercio^ son 25® 20’ — la verdadera, 
altura, y no 24® 40’. Ver Cap. San Fernando en el Prólogo. 

(2) Lo que significa que no se llamó más que ^^fortalega^ al principio. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


99 


á Francisco Ruiz Galán de su lugarteniente. Éste, 
desobedeciendo órdenes expresas que para el 
efecto tenía, en lugar de marcharse á España en 
pos de don Pedro, subió río arriba con Salazar á 
verse con Irala, y de paso se hizo jurar en «Buena 
Esperanza y Corpus Christi» De allí pasaron á 
la fortaleza en la Asunción y se encontraron con 
Irala (Vergara) quien le negó el juramento de obe- 
diencia á Ruiz. Por este tiempo, y durante la ausen- 
cia de Irala en la fortaleza, llegó Ayolas al puerto, 
y él y toda su gente fueron muertos á traición. 
Vuelve á subir Irala y casi cayó él también en una 
celada de los Indios. 

Q6. Después de esto bajó Irala á la Asunción y 
fué mal recibido por Salazar, dejado allí por Ruiz 
Galán, quien bajó á Buenos Aires apurado por la 
falta de víveres. Éste á la pasada por el «Asiento 
de los Timbus» perpetró la histórica felonía contra 
estos Indios y su principal «Chararaguagu, que 
quiere decir «capitán grande». Los demás Indios le 
suplicaron que retirase á todos los Cristianos por- 
que era su intención matarlos á todos; mas Ruiz 
no hizo caso, sino que dejó allí á Antonio de Men- 
doza con 80 hombres y siguió viaje á Buenos Aires 
adonde lo esperaban una de las dos carabelas de 
Alonso Cabrera y la nao de «Pao Calvo». 

97. Mientras esto sucedió la tragedia de Buena 
Esperanza tal y como la cuenta Schmídel pero con 
menos detalles, y sin fijarse en el orden cronológico. 


(1) Falta esta acta. 



loo 


ULRICH SCHMÍDEL 


Q8. En el Cap. XIV se da cuenta de la llegada 
de Cabrera con «provisiones para que Johan de 
Ayolas gobernasse ó aquel que él oviesse nombra- 
do, é que si el tal nombrado no oviesse, que era la 
voluntad de Su Magestad que la gente se juntasse, 
y en conformidad que eligiessen gobernador, etc.» 
Marcharon Ruiz y Cabrera á la Asunción en 17 
bergantines y con 340 hombres y allí, derrocado el 
primero, dieron la obediencia á Domingo de Irala, 
«alias Vergara», quien en seguida despachó á Ruiz 
Galán con 3 navios en busca de Juan de Ayolas, 
debiendo alcanzarlos él con la demás gente. 

99. Cerciorados Irala y los demás de la muer- 
te de Ayolas, regresaron á la Asunción y después 
de algún tiempo bajaron á despoblar Buenos Aires, 
como lo efectuaron, dejando cartas escritas en 
este lugar y en la isla de San Gabriel. Aquí inter- 
cala Oviedo cosas que ocurrieron en la Asunción 
durante su ausencia, y al concluir el capítulo, vuel- 
ve al viaje de Irala río arriba. 

100. Así cuenta Oviedo los sucesos acaecidos 
entre los años 1537 y 1541, después de la partida 
de don Pedro de Mendoza para España, pero sin 
muchos de los detalles pintorescos que narra Schmí- 
del. Restáurense los verdaderos nombres de los je- 
fes en esta relación y veremos que la historia de 
Oviedo y el viaje de Schmídel nacen del mismo 
origen. No es probable que se hayan copiado el 
uno al otro, pero todo lo que se cuenta gira al re- 
dedor de Alonso de Cabrera y de sus informes. 

101. Otro documento muy importante es el 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


101 


Juramento de Obediencia al Capitán Francisco Ruiz 
Galán, reproducido en la Colección de Blas Garay, 
páginas IQ á 24. Está fechado en el puerto de Cor- 
pus Christi, á 28 de Diciembre del año 1538, y en 
él figura Antonio de Mendoza (pág. 23) El acta 
habla de «las personas, etc., que están y residen en 
este dicho puerto», lo que prueba que aún no se 
había abandonado la colonia en los Timbú; por otra 
parte, como Antonio de Mendoza estaba aún en 
vida, no podía tratarse de un renacimiento de la 
plaza fuerte, se impone que el desastre de Corpus 
Christi recién sucedió después de la bajada de 
Ruiz á Buenos Aires en Enero de 1539, en esa mis- 
ma vez en que fué jurado en dicho puerto y antes 
de emprender su viaje con Cabrera á la Asunción. 

102. Todo esto parece muy claro y muy sencillo 
si no fuese que Villalta (§§ 40 á 44) en su relato 
introduce una nueva complicación. Según él, en 
seguida de la llegada de Salazar á Buenos Aires, de 
regreso del Paraguay, subió Ruiz río arriba para 
conocer el estado de las cosas. Poco tiempo per- 
maneció con írala y «llegados á los Timbues y he- 
cho el asiento y pueblo» manda hacer la matanza 
de Indios, á que se refieren todos, y baja al puerto 
de Buenos Aires «dejando 100 hombres en el pue- 
blo y palizada questaba en los Tinbues». A conti- 
nuación cuenta el desastre ocurrido allí, sin hacer 
referencia al intervalo que pudo separar la matanza 


(1) El primero que se ha fijado en este nombre es el doctor Manuel Do 
mínguez, actual Vicepresidente de la República del Paraguay. Esta cita fija 
el año de la tragedia en los Timbú. 



102 


ULRICH SCHMiDEL 


de Indios de la venganza de los sobrevivientes, y 
sin fijar una sola fecha. En el párrafo 45 se trata de 
la llegada de Alonso Cabrera, casi como si fuese 
un incidente intercalado en los sucesos del § 44 ; 
pero sin que se aclaren las vagas noticias de los de- 
más autores. 

103. No es sólo Schmídel que, por su modo 
confuso de contar las cosas, nos expone á errar en 
materia del orden cronológico de nuestra historia 
primitiva. Sobre los hechos parece que no cabe 
duda alguna, sólo las fechas son las que nos faltan. 
Ahora bien, los dos documentos citados son irre- 
prochables, y por su calidad más expuestos á estar 
en lo justo que Schmídel. Es una prueba más de la 
necesidad de no limitarnos á la primera impresión 
que nos dejan los papeles consultados, y de tener 
en cuenta su índole. Schmídel hace la relación de 
un viaje ; para él lo importante eran los incidentes 
pintorescos, sin necesidad de observar el orden 
cronológico en toda su rigidez ; Villalta contaba los 
hechos de la entrada de don Pedro de Mendoza, y 
hasta donde cabía, empezaba y concluía cada epi- 
sodio por sí. Pero Hernández era escribano, y es- 
tablece que el 28 de Diciembre de 1538 existían 
aún el puerto de Corpus Christi y el capitán Anto- 
nio González. Se deduce, pues, que así como se 
leen, ni Villalta ni Schmídel bastan para establecer 
el orden cronológico de los sucesos en los Timbú. 
Este defecto no les quita méritos ni al uno ni al 
otro; sólo sí tenemos que ocurrir á Pero Hernández 
para determinar que la dejación de Corpus Christi 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


103 


no pudo tener lugar antes de 1539, año que integra 
los 4 que dice Schmídel duró el asiento en los Tim- 
bú (Cap. XIV). 

104. Por ahora estas son las principales fuentes 
que tenemos á la vista para el esclarecimiento del 
relato de nuestro autor Schmídel desde el arribo de 
Mendoza al puerto de San Gabriel, entrado el año 
1536 hasta la dejación de la primera ciudad de 
Buenos Aires á mediados del año 1541 por Do- 
mingo Martínez de Irala. 

105. Según lo que se ve, el itinerario que des- 
cribe Schmídel corresponde al viaje con Alonso 
Cabrera en 1539, como se comprueba por lo que 
dice Oviedo en su historia Otro punto más se 
establece, que el despueble de Corpus Christi se 
efectuó después que Ruiz bajó de allí en Enero de 
1539, después de haberse hecho jurar obediencia, 
según se dijo más atrás en el § 101. Ni Oviedo, ni 
Villalta, ni Schmídel, ni Ruy Díaz de Guzmán men- 
cionan ese viaje de Ruiz Galán en Diciembre 1538 
á Corpus Christi, ni menos su regreso y permanen- 
cia en Buenos Aires y posterior partida en Mayo 
de 1539 á la Asunción; siendo que justamente en 
este intervalo, es decir, entre Diciembre de 1538 y 
Mayo de 1539, es cuando debió suceder el desas- 
tre de Corpus Christi, según lo ha comprobado el 
doctor M. Domínguez con la documentación con- 
temporánea en la mano. En la relación de Ruy 
Díaz hay puntos que esclarecer; porque Felipe de 


(1) «Hist. de Indias», Lib. XXIII, Cap. XII. 



104 


ULRICH SCHMÍDEL 


Cáceres estaba en Corpus Christi el 28 de Diciem- 
bre de 1538 éste parece que se embarcó para 
España después del 20 de Abril de 1539, fecha 
después de la cual debió partir Felipe de Cáceres, 
cuya partida precedió á la noticia del «notable 
aprieto» de Antonio de Mendoza en Corpus Chris- 
ti ¿Dónde queda, pues, la fecha del 3 de Fe- 
brero del año 1539, único que cuadra al desas- 
tre de aquel puerto, si hemos de estar á que Ruiz 
Galán, y no otro, despachara socorro en los dos 
bergantines? No cabe más respuesta que una: 
es esta otra de las varias fábulas interesantes, pero 
poco auténticas, del simpático historiador pla- 
tense. 

106. Pero Hernández, el 28 de Diciembre de 
1538, en el acta citada, habla de las personas '¡■que 
están y Resyden en este dicho puerto^ (Corpus 
Christi), y uno de los que prestaron juramento de 
obediencia á Ruiz Galán fué ese mismo Antonio 
de Mendoza, quien, á estar al orden de la relación, 
ya debía haber muerto en el ataque llevado por los 
Indios, como muy bien lo hace notar el doctor Ma- 
nuel Domínguez, de la Asunción. 

107. La verdad del caso es que el acta aludida 
se labró entre las dos series de acontecimientos 
que sirvieron de causa y efecto para los sucesos 
de Corpus Christi. Es curioso que así Oviedo y 
Villalta como Schmídel hayan concluido con Cor- 
pus Christi antes de ocuparse de la entrada de Ca- 

(1) Col. Doc. Blas Garay, N. 4, p. 20. Apend. J. 

(2) Ruy Díaz. Hist. Ed. Pell, p. 76. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 195 

brera en todos sus detalles; pero siendo esto así 
en los tres casos citados, le cabe algo más de dis- 
culpa á Schmídel; que sí, es error exclusivamente de 
este autor equivocarse en muchos de los nombres 
de sus protagonistas en los diferentes episodios 
en que los hace actuar antes de la llegada de Alvar 
Núñez Cabeza de Vaca. Para él no había más 
jefes que don Pedro de Mendoza, Juan de Ayolas 
y Domingo Martínez de Irala. Pasa por alto á Fran- 
cisco Ruiz Galán y á Juan de Salazar de Espinosa, 
atribuyendo á otros hechos que correspondían á 
estos dos. Este descuido ú olvido del autor ha sido 
una de las causas de la confusión que hace siglos 
se ha implantado en la historia de la entrada de 
don Pedro de Mendoza. Era Ruiz, y no Ayolas, 
que fué el jefe de la expedición al Paraguay des- 
cripta por nuestro autor; era Ruiz, y no Irala, que 
mandaba en Buenos Aires cuando el viaje de 
Schmídel á Santa Catalina; no era Ayolas que 
tomó el « pueblo ó ciudad » de Lambaré. — Son 
estos descuidos los que han expuesto á nuestro 
autor á la crítica adversa y no mal fundada del 
doctor Domínguez. Lo que no se explica es que 
nadie haya advertido antes que la verdadera rela- 
ción del viaje de Ayolas era la de Villalta repro- 
ducida por Herrera. 

108. Algo más hay, empero, en lo que nos 
cuenta Schmídel, que requiere explicación. Se ha 


(1) Para mí es esto una prueba más de que Schm'del refrescó su memoria 
con escritos y relaciones contemporáneas que le facilitarían los instigadores 
de su trabajo. 



106 


ULRICH SCHMÍDEL 


observado que es el único que refiere el ataque de 
los Indios á la ciudad naciente de Buenos Aires, lo 
que es muy cierto, á juzgar por la documentación 
con que contamos por ahora Este argumento 
negativo en contra de nuestro autor pierde algo 
de su fuerza por las siguientes consideraciones: 
Pero Hernández tenía por principal objeto deni- 
grar á Irala ; cuenta al galope los varios viajes río 
arriba y regreso de don Pedro de Mendoza á Es- 
paña, etc., hasta llegar á su vizcaíno. — Hace caso 
omiso de todos los detalles, tan conocidos, y, des- 
de luego, su silencio en el caso del asedio no es 
de extrañarse. 

109. Como Schmídel hace comprender que el 
incendio de Buenos Aires por los Indios tuvo lugar 
el día de San Juan, anterior á la subida de don 
Pedro á Buena Esperanza, el «San Juan» tiene que 
ser el Bautista (24 de Junio); por este tiempo Gon- 
zalo de Mendoza se hallaba en viaje á Santa Cata- 
lina, con cual motivo esta escaramuza no pudo 
ser causa de una pregunta en el Interrogatorio, ni 
menos de una contestación por parte de los testi- 
gos. Lo único que se prueba con la Información 
es, que el hecho pudo suceder el 24 de Junio, y no 
el 27 de Diciembre del año 1536. — Schmídel no 
ha inventado los demás incidentes del año aquel; 
justo es, pues, concederle que esta noticia curiosa 
y pintoresca sea auténtica. 

(P Ver Colección de Documentos de Blas Garay; el «Schmídel* de Pelliza, 
ed. 1881; Madero, «Historia del Puerto de Buenos Aires»; las Cartas de Irala; 
Pero Hernández; Francisco de Villalta, etc. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


107 


110. El silencio de Villalta es más grave; pero él 
mismo cuenta que por aquel tiempo andaba en 
viaje. Peleas con los Indios eran cosas tan comu- 
nes que no merecían especial mención para ellos. 

111. Lo referente á Lambaré es una intercala- 
ción, y al hacerla ha vuelto á enredarse en los 
nombres y fechas nuestro Schmídel. Los autores de 
cartas, relaciones y memorias son muy amigos de 
ponderar «/as pacificaciones , k pero eran éstas á 
costa de hecatombes de Indios. La de Lambaré 
sería una de tantas. 

112. En los siguientes párrafos se restablece 
el orden cronológico de los hechos que refiere 
Schmídel. Los números romanos dan los capítulos 
de las ediciones más conocidas, que se hallarán 
también en el texto de la traducción. Las omisio- 
nes se intercalan, pero van señaladas con este 
signo [ ]. 

113. Según Schmídel, pues: — 

Llegó la expedición al Río de la Plata el año 
1535 y puerto de San Gabriel, donde se encon- 
traron con los Indios Charrúa; y de allí pasaron á 
la banda argentina del Paraná Quazú (VI) (Vil) 
Se funda Buenos Aires en tierra de los Querandí, 
nación de Indios parecidos á los Charrúa: éstos 
dieron de comer á los Españoles, pero á los 14 
días hubo sus diferencias, y se retiraron ; Juan Pa- 
vón va en pos de los Indios, y es corrido por 

(1) ^Entrado el año 1536*^ Villalta, § 1, etc. Ap. A. 

(2) Los números romanos éstos se refieren á los capítulos de las edicio- 
nes conocidas. 



108 


ULRICH SCHMfDEL 


ellos, y con tal motivo Mendoza envió á su her- 
mano don Diego á escarmentarlos (VIH) Triun- 
faron los Españoles, pero murieron varios, y entre 
ellos don Diego; los Indios huyeron todos, dejando 
sólo sus reales con las provisiones (pescado) y 
peleterías que en ellos se hallaron 

114. (IX) Levantaron los Españoles una casa 
fuerte y los muros de la nueva ciudad, pero en 
medio de todo arreciaba la escasez de provisiones, 
así que no se excusaban de comer hasta los zapa- 
tos, y más tarde se comieron la carne de los ajus- 
ticiados, etc. 

115. En tales apuros envió Mendoza á Jorge 
>íLichtenstein^ w con gente á buscar comida, yen- 
do Schmídel con ellos; pero les fué mal, porque 
perdieron mucha gente de pura necesidad, y tra- 
jeron poco ó ningún auxilio de comida. 

116. [Más ó menos por este tiempo ® debió 
marcharse Ayolas, en su primer viaje río Paraná 
arriba, á descubrir y poblar su presidio ó fortaleza 
de Buena Esperanza, en los Timbú, cerca de don- 
de estuvo el fortín de Gaboto (Sancti Spiritus) 

117. (XI) Por este tiempo 4 naciones de Indios, 
á saber: Querandí, Guaraní, Charrúa y Chaná- 
Timbú, pretendieron destruir la ciudad naciente 

(1) Omite Schmídel dar cuenta del primer viaje de Gonzalo de Mendoza á 
la costa del Brasil. «Información» de éste ya citada. Ap. C. 

(2) Más ó menos por esta época sale Gonzalo de Mendoza de viaje á Santa 
Catalina en busca de bastimentos. Ver «Infonnación». Ap. C. 

(3) La exageración, si la hay, es de Villalta también. Ver § 7. Ap. A. 

(4) Jorge (ó Diego, según Ruy Díaz) Lujan, deudo de Mendoza. 

(5) Esta parece que es la primera omisión de Schmídel en su relato. 

(6) Ver Villalta, §§ 8 á 13. Ap. A. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


ÍW 


de Buenos Aires, pero fueron rechazados. Esto 
sucedió más ó menos por San Juan (Bautista, de 
1536) (í). 

118. (XII y XIII) Acaecido todo esto, y hallán- 
dose Ayolas en Buenos Aires, delega Mendoza el 
mando en él. Se revista la gente, y dejando unos 
160 hombres en Buenos Aires, se marchan los 
demás á los Timbó en 8 bergantines, Ayolas y 
Mendoza con ellos 

119. p) En esta parte se planta Schmídel en los 
Timbó, y se debe ocurrir á la relación de Villalta 
para conocer los incidentes del viaje y desastroso 
fin de Juan de Ayolas Lo que Schmídel más 
tarde cuenta al respecto, es lo que supieron de 
boca del Indio Chañé y de los Payaguá atormen-' 
tados. Todo lo del viaje de Ayolas, y algo más, 
sucedió mientras pasaba lo que Schmídel cuenta 
en sus capítulos XIV, etc. La confusión nace del 
nombre Juan «Eyollas» por Juan de Salazar ó Fran- 
cisco Ruiz Galán, á mediados del capítulo XV. 

120. Tampoco menciona Schmídel el envío por 
Mendoza de Juan de Salazar en busca de Ayolas; 
Madero citando documentos de la época, hace 
que Salazar regrese á Buenos Aires en Octubre 
(1537), y dé cuenta de la casa que había dejado en 

(1) San Juan, 1535, dice el texto. Ver Villalta, § 1. 

(2) Más ó menos en Septiembre. Pero Hernández— Ed. citada, p. 162. 
Ap. B. 

(3) Esta es la segunda omisión de Schmídel, y la más importante, porque 
calla la expedición de Ayolas al Paraguay, que nada tiene que ver con los 
acontecimientos que se relatan en los capítulos que siguen. 

(4) Villalta, §§ 25 á 35. Apéndice A. 

(5) «Historia del P. de Buenos Aires», pp. 129 et seq. 



no 


ULRICH SCHMÍDEL 


el río Paraguay. , Con los informes favorables de 
este capitán partió Ruiz Galán con 150 hombres en 
4 bergantines y 1 zabra, dejando en Buenos Aires 
50 hombres y 3 navios grandes: Santa Catali- 
na, Trinidad y Anunciada. Al pasar por Corpus 
Christi sacaron 50 hombres, y siguieron viaje á la 
«casa» que estaba en el río Paraguay, donde se 
reunieron con Irala. Hizo iglesia, y dejó 50 hom- 
bres al mando de Juan de Salazar. De allí regresó 
á Corpus Christi con Gonzalo de Mendoza, dejan- 
do en el fortín 100 hombres al mando de Antonio 
de Mendoza, y en seguida pasó á Buenos Aires, 
adonde llegó en Mayo de 1538 

121. (XIV) En los Timbó permanecieron los 

Españoles 4 años (de 1536 á 1539), y mientras 
esto, sucedieron muchas cosas. Mendoza volvió á 
bajar á Buenos Aires, de allí se embarcó para 
España, murió en el viaje, y en cumplimiento de 
promesas y disposiciones testamentarias, fué des- 
pachado Alonso Cabrera al Río de la Plata con 
socorro de gente y de toda munición. , 

122. (XXIX y XXX) Estando, pues, Schmídel 
en Buenos Aires, según él dice, con Irala de jefe, 
pero en realidad con Ruiz Galán, llegó una cara- 
bela de Santa Catalina con noticias del arribo á 
ese puerto del capitán Alonso Cabrera con 200 
hombres, y el capitán (no lo nombra) envió una 
nao pequeña á que lo encontrase, al mando de 


(1) Docum. citados por Madero, ibid. 

(2) Aquí la relación salta al capítulo XXIX. Cabrera llegó en Octubre de 
1538. — Se impone la intercalación según el orden cronológico. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


111 


Gonzalo de Mendoza : ésta debía cargar víveres á 
la vuelta. Schmídel acompañó la expedición. To- 
dos llegaron bien á Santa Catalina, y de allí regre- 
saron al Río de la Plata, perdiéndose la nave en 
que iba Schmídel, como á 10 leguas de San Ga- 
briel. Los náufragos y Alonso Cabrera llegaron 
juntos á Buenos Aires y se reunieron con Martínez 
de Irala según el texto de nuestro autor, lo que 
no es posible, desde que Ruiz Galán, y no Irala, 
estaba mandando en Buenos Aires é Irala au- 
sente en la Asunción. 

123. Madero confirma el episodio del viaje á 
Santa Catalina, y más ó menos como sigue:— El 4 
de Junio de 1538 Ruiz despachó el galeón Anun- 
ciada con Gonzalo de Mendoza de capitán y Juan 
Sánchez de Vizcaya de piloto, á Santa Catalina ; 
allí se encontraron con la nao Maradona ® de 
Alonso Cabrera, y después de cargar bastimentos 
y lo demás necesario, partieron para Buenos Aires. 
La Anunciada se perdió á la entrada del Río de la 
Plata, ahogándose 4 hombres; los demás se reunie- 
ron en San Gabriel con la Maradona el l.° de No- 
viembre 

124. (XV) Habiendo llegado Cabrera á Buenos 

(1) Irala estaba en la Asunción cuando llegó Cabrera en Octubre de 1538; 
fué en Abril y Mayo de 1541 que se tramitaba la despoblación de Buenos Ai 
res entre Irala y los demás capitanes; pero en este tiempo no consta que espe- 
rase socorro de Santa Catalina, ni había lugar de enviar á traerlo. 

(2) «Hist. del Puerto de Buenos Aires», p. 131. 

(3) La otra había logrado arribar á Buenos Aires antes de la partida de 
Schmídel para Santa Catalina. 

(4) Ibid. Concuerda esta fecha con la de Pero Hernández, Octubre de 
1538. «Información» de Gonzalo de Mendoza, Col. de Doc. de Blas Caray. 



112 


ULRICH SCHMÍDEL 


Aires con sus navios, se propuso ir en busca de 
Juan de Ayolas, quien por la muerte de Mendoza 
venía á ser el gobernador en propiedad. Aquí se 
ve que hay un error en el nombre, porque mal 
podía Alonso Cabrera hacer junta con Juan de 
Ayolas á quien precisamente iba buscando, 
como perdido que estaba. Irala por aquel tiempo 
se hallaba en la Asunción, Ruiz Galán, empero, 
mandaba como interino en Buenos Aires, y sabe- 
mos que Juan de Salazar estaba allí también, ó en 
Buena Esperanza, porque firma el acta de obe- 
diencia á Ruiz el 28 de Diciembre de 1538 en 
Corpus Christi El dilema está entre Ruiz y Sala- 
zar; éste, al firmar el acta, confesaba que no era 
más que uno de los otros capitanes así, pues, 
lo cierto es lo del oberster hauptman (capitán 
general), que en cuanto al nombre le metió al que 
acababa de nombrar, Juan de Ayolas. La presen- 
cia de Irala fué en la Asunción, y no en Corpus 
Christi. En seguida pasaron revista de la gente, y 
encontraron que había 550 con los de Cabrera: 
es un error decir que se llevaron 400 consigo río 
Paraná arriba y que 150 quedaron en los Timbó, 
con Carlos Dubrín de capitán w. 

(1) Se comprende que Schmídel se haya olvidado quién mandaba á la 
sazón; porque lo cierto es que en 1538 tres «magníficos señores* se disputa- 
ban el bastón: Ruiz, Cabrera é Irala. 

(2) Colección de Doc., Blas Caray, pp. 19, etc. Ap. J. 

(3) Anderen zeinen hauptleuUn. Schmídel nada dice del viaje de Ruiz á 
Corpus Christi en Diciembre de 1538, ni del regreso á Buenos Aires y per- 
manencia allí hasta Abril de 1539. 

(4) Se equivocan los que creen que Dubrín muriera con Ayolas: es uno de 
los firmantes del acta de Corpus Christi en Diciembre de 1538. Madero, 
p. 133. Col. de Doc., Blas Caray, pp. 19, etc. Ap.J. y Pero Hern. Ap. B., § 15. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


113 


En esta relación se confunde Schmídel, por- 
<}ue no consta que al subir Cabrera y Ruiz Galán 
de paso á la Asunción hubiesen entrado á los 
Timbóes, ni existía Corpus Christi. 

Estos dos caudillos bajaron otra vez á Buenos 
Aires en los primeros días de Enero de 1539, de- 
jando á Antonio de Mendoza al mando de la 
fuerza en Corpus Christi, como dice el mismo 
autor en su Capítulo XXVI!. La confusión nace 
de que Schmídel calla el primer viaje de los capi- 
tanes Ruiz y Cabrera á los Timbóes, viaje que 
precedió al desastre. Consta que Mendoza dejó á 
Carlos Dubrin y á Gonzalo Alvarado mandando en 
Buena Esperanza ó Corpus Christi En un caso 
como éste el solo testimonio de Schmídel no 
basta, porque ya conocemos la fragilidad de su 
memoria en cuanto á los nombres de los caudillos 
en cualquier acontecimiento. 

125. (XVI á XX) Después del acuerdo de los 
capitanes, marchan todos Paraná arriba en los 8 
bergantines, sin decirse quien era el que los man- 
daba, con ser que Schmídel es hasta cargoso en 
aquello de repetir nombres. Para él era «Bon Es- 
perainso», y no Corpus Christi^, el punto de 
partida. Aquí sigue el famoso itinerario, que para 
todos ha sido e! de Ayolas, pero que nunca lo 
pudo ser, por razones que iremos haciendo notar. 
A su tiempo llega la escuadrilla á los Garios, y allí 
se planta el autor para describirlos 

(1) Ver Ap. J. bis. 

(2) Véase Oviedo, «Hist. delnd.«, Líb. XX!H, Cap. Xíl, etc.— Esta rela- 
ción confirma la de Schmídel. 



lU 


ULRICH SCHMÍDEL 


126. (XXI) Después cuenta cómo era la ciu- 
dad « Lamberé » de los Indios Garios y cómo es- 
taba fortificada, y para hacer resaltar lo inútiles y 
contraproducentes que resultaron las zanjas con 
hoyos y estacas puntiagudas, que empalaban á los 
que en ellas caían, refiere lo que pasó cuando el 
asedio de Lambaré. Este curioso episodio se intro- 
duce con estas palabras, nemlich ais, — por ejem- 
plo como cuando, — y, desde que Schmídel habla 
de los 4 años de miserias pasadas antes de llegar á 
esa tierra de promisión en los Garios, se compren- 
de que se trata del año 1539, y no del 1536. Esta 
misma mención de los 4 años hace imposible la 
presencia de Juan de Ayolas como caudillo de la 
jornada: sobre este punto no hay discusión posible, 
y Schmídel al nombrarlo cometió otro de esos 
errores inexplicables, que le han hecho acreedor á 
cargos muy graves. Para él Ayolas era — >¡-Ey ollas» 
tírala — «Ayolla». Esto puede explicar en parte 
la confusión; pero queda siempre lo otro, que en 
cada caso decía i-Jann Ey ollas» y <íMarthin Do- 
ménico Ayolla». Puede haber intervenido algún 
corrector de los MSS. á quien deba imputarse la 
confusión; pero ahí está ella. 

127. No es esto lo único que hay que corregir, 
porque se dice que el nombre de «Asunción» 
se dió á la ciudad Lambaré porque fué tomada 
el 15 de Agosto en el 4P año de la conquista. 
Sabemos por acta del 28 de Diciembre de 1538 


(1) Acta de Pero Hernández. Col. de Doc. Oaray— p. 22, etc. Ap. J. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


115 


que el puerto en los Canos del Paraguay ya en 
esa fecha se llamaba «Nuestra Señora de la Asun- 
ción». Sabemos también que se fundó en paz y 
concordia con los naturales No es imposible 
que los acontecimientos del año 1539 hayan ocu- 
rrido más ó menos por la fiesta del Tránsito; pero 
esto podemos asegurar: que ni en la fundación de 
Juan de Salazar en 1537, ni en la época que cuenta 
Schmídel se halló presente Juan de Ayolas, para 
quien jamás había existido la Asunción del Para- 
guay. 

128. (XXll y XXIII) Vencidos los Garios, se pre- 
para la campaña contra los Agá. Estas guerras y 
expediciones tomaron tiempo, como lo dice el mis- 
mo Schmídel, y no sólo esto, sino que el capitán 
se queda 6 meses en la Asunción y emplaza para 
2 meses después de esto á la gente para la entra- 
da de los Jarayes. En sólo este párrafo se invierte 
un año de meses, sin tener en cuenta lo que corría 
desde Buena Esperanza hasta la toma de Lambaré. 

A ser todo esto así, Juan de Salazar hubiese en- 
contrado á Juan de Ayolas en la Asunción holgán- 
dose con las 6 indiecitas que le regalaron, la ma- 
yor de 18 años. Está visto, pues, que el Eyollas es 
por Ayolla (Irala), confusión del mismo Schmídel 
ó de su amanuense 

129. (XXIV) Llega la expedición á los Payaguá 


(1) Carta de Villalta, Información de Gonzalo de Mendoza, etc. Ap. A. y C. 

(2) Juan Ayolas, lo que es imposible. Sería Irala ó alguno de sus capi- 
tanes. 

(3) Eso de las indiecitas le cuadra mejor á Irala que á Ayolas. 



116 


ULRICH SCHMÍDEL 


y cerro de San Fernando y trataron de averiguar 
cómo eran los Jarayes y Careará. 

130. Al fin de este capítulo se aumenta la confu- 
sión, porque aquí se ensambla la expedición de 
irala (Noviembre de 1539) en busca de Ayolas 
con la del mismo Ayolas. Todo esto queda claro 
si pasamos al capítulo XXVI, en que cuenta el 
autor cómo supieron el trágico fin del desgraciado 
lugar teniente de Mendoza. 

131. (XXV) Aquí introduce Schmídel el episo- 
dio de la entrada de Ayolas, y su muerte, contado 
por el Indio Chañé. 

132. (XXVI) Con datos sueltos y enredados 
Schmídel da razón de cosas del ano entero que 
permaneció Irala en la Asunción, antes de la llega- 
da de Ruiz con Cabrera y concluye con la elección 
de Irala ® para capitán general de la Provincia, y 
en seguida (XXVII) nos presenta á Irala preparán- 
dose para bajar á despoblar Buenos Aires. 

133. Sigue ia relación y con un Und Zuvor — ya 
antes de esto — se remonta á la primera bajada de 
Ruiz á mediados del año 1538 y á la matanza que 
ordenó de los Indios Timbó y otros. Aquí debió 
Schmídel haber referido lo del viaje á Santa Cata- 
lina en busca de víveres y de Alonso Cabrera 
(XXIX); en lugar de esto, él, como Villaltay Oviedo, 

(1) Llamado también Puerto de la Candelaria; el cerro este es el Pan 
de Aziicar del mapa de Azara en los 2Í° 20' más ó menos. Ver Mapa 
N.^2. 

(2) Por esta vez •Domingo Ayolla>. Villalta dice que «derrocaron» á Fran- 
cisco Ruiz y que «eligieron y nombraron» a! capitán Vergara (alias de Irala), 
^ 46. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


117 


pasa á concluir con el episodio de la pérdida de 
Corpus Christi, y hace figurar el nombre de hala en 
lugar del de Ruiz; siendo así que hala desde 1536 
hasta Marzo de 1541 no volvió á salir del Para- 
guay; y desde que Ruy Díaz da la fecha de un 3 
de Febrero como la del fracaso en Corpus Christi, 
si resulta esta ser cierta, no es posible la interven- 
ción de hala en aquellos acontecimientos. Lo que 
hay es esto: Schmídel, á propósito de la bajada de 
hala en 1541, se acuerda del episodio de Corpus 
Christi, que empezó antes y acabó después del 
viaje del autor con Gonzalo de Mendoza á Santa 
Catalina en 1538. Donde Schmídel dice «/rato» 
debe entenderse •‘Ruiz Galáii ‘>: — éste y no aquél 
tuvo que ver con todo lo de Corpus Christi y con 
el envío de Mendoza al Brasil. 

134. La relación sigue dando curiosos é intere- 
santes detalles hasta llegar á los capítulos XXIX y 
XXX, en que introduce el episodio del viaje á Santa 
Catalina. Este, como ya se ha visto, corresponde al 
año de la llegada de Alonso Cabrera y debe in- 
tercalarse en los capítulos XV y XXVil. 

135. Desde aquí, es decir, el despueble de Bue- 
nos Aires, el relato de Schmídel sigue con más 
orden. Schmídel no era literato, ni su época la de 
las exactitudes más ó menos científicas de la nues- 
tra ; relata lo que se acuerda de sus viajes sin im- 
portarle demasiado el orden cronológico ; y cuando 
habla de su capitán, ó de su gobernador, no le 

(1) Octubre 1558. Pero Hernández, pág. 163 y documentos citados por 
Madero. Historia, pág. 132. Información de Gonzalo de Mendoza. 



118 


ULRICH SCHMÍDEL 


daba mucho cuidado si lo nombraba bien ó mal. 
Según la Memoria de Pero Hernández y la carta de 
Villalta podemos restaurar los verdaderos nom- 
bres y fechas, y vemos que, en lo general, lo que 
dicen estos escritores se ajusta bien á la relación de 
Schmídel y que unos á otros se suplementan y 
completan. 


XVI 

CORPUS CHRISTI Y BUENA ESPERANZA 

136. ¿Eran éstos dos puertos ó sólo uno? Men- 
doza en Abril (1537) habla de Buena Esperanza ó 
Corpus Christi Villalta, en la carta que se encon- 
trará en el Apéndice, habla de varios cambios de 
asiento practicados por los Españoles después que 
Juan de Ayolas, por mandato de Don Pedro de Men- 
doza, subió á Sancti Spiritus ( § 8 ). Llegados los Es- 
pañoles á la laguna y casas de los Timbó y Careará, 
ocupan una casa de éstos y regresa Ayolas á Bue- 
nos Aires (§ 13). En seguida, los que quedaron, 
hicieron un «asiento y pueblo» desviado délos In- 
dios (§ 14). Después del regreso de Ayolas con 
Don Pedro de Mendoza mudan la población « 4 le- 
guas más abajo», á unos pantanos plagados de 
mosquitos (§ 19). Ya se llamaba el pueblo Buena 
Esperanza ( § 23 ). Partido Ayolas, vuélvese á mu- 

(1) Y la Información de Gonzalo de Mendoza. Col. Blas Garay. Ap. C. 

(2) Poderes de Ayolas. Ap. J. bis. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


119 


dar el pueblo al «asiento y tierra de los Timbú», que, 
sin duda, sería el que se llamó Corpus Christi, fecha 
en que más ó menos se fundaría el primer asiento. 

137. En la lámina al Cap. Xlll, se vé la isla ó es- 
tero de los Timbú, más arriba una fortaleza con el 
nombre de Corpus Christi, y más abajo un pueblo 
rodeado por una palizada, á que se le pone el le- 
trero Buena Esperanza. El dibujante pudo haberse 
guiado por alguna relación oral ó escrita ; pero la 
verdad es que la lámina concuerda con la carta de 
Villalta. 

138. Esto, en cuanto á las mudanzas del asiento 
de Buena Esperanza, que estaba ya fundada el 20 
de Octubre de 1536, según consta en el título de 
veedor para el capitán Juan de Salazar de Espinosa, 
otorgado allí por el mismo Don Pedro de Mendo- 
za En el momento que desaparece de la historia 
llamábase ya Corpus Christi, pero la fecha precisa 
de su dejación no consta de documento que co- 
nozcamos. 

139. Pero Hernández no incluye mención en su 
memoria de los asientos en los Timbú, sin duda 
porque no le ayudaban á formular más cargos con- 
tra Irala; mas él firma el «Juramento de Obedien- 
cia » á Francisco Ruiz Galán, en Corpus Christi, el 
,28 de Diciembre de 1538 ®; como Antonio de 
Mendoza es uno de los firmantes, el mismo que 
después murió en el asalto, podemos asegurar que 
■el abandono de la colonia en Corpus Christi no 

(1) El Arch. A/ac.— Agosto IQOO.— N.® VI, pp. 17 y 18. Apénd. M. 

(2) Col. de Doc. Blas Garay. N.® IV, pp. 19, etc. Ap. J. 



120 


ULRICH SCHMÍDEL 


pudo efectuarse antes del año 153Q, sino después 
que Ruiz regresó á Buenos Aires. 

140. En Febrero de 1539 Ruiz y Cabrera es- 
taban en Buenos Aires administrando justicia ® en 
lugar de haber seguido viaje á la Asunción, como 
lo suponía Madero y allí permanecieron hasta 
después del 20 de Abril de ese año, como se com- 
prueba por actas del 8 y 20 de Abril 

141. Como muy bien observa Domínguez, Juan 
Pavón era el fidus Achates de Ruiz, y en julio 11 
de 1539 firma aquél un documento en la Asun- 
ción (5), lo que prueba que Ruiz salió de Buenos 
Aires más ó menos á principios de Mayo. Ahora, 
pues, como el auxilio que fué en socorro de la 
gente de Corpus Christi fué despachado por Ruiz, 
cuando éste mandaba en Buenos Aires, según Vi- 
llalta, Oviedo, Herrera y Ruy Díaz se impone 
que tuvo que ser en alguna fecha entre principios 
de Enero y fines de Abril del año 1539. 

142. Ruy Díaz, expresamente dice que Ruiz supo 
del aprieto en que estaba Antonio de Mendoza en 
su casa fuerte de Corpus Christi después que par- 
tieron Felipe de Cáceres y Francisco de Alvarado á 
España Ahora, como Madero supone que Cá- 
ceres partió en el galeón Santa Catalina para Es- 

(1) Sigo un estudio inédito del Dr. Manuel Domínguez. 

(2) Archivo de la Asunción. N.® 12. Apénd. O. 

(3) Hist. citada, p. 171. 

(4) Id. pp, 172 y 173. El Arch. Nac. de la Asunción. Oct. 1900, p. 49: 
Apénd. K. 

(5) El Arch. Nac. citado, p. 54, Apénd. L' 

(6) Estudio citado de Domínguez. 

(7) La Argentina. Ed. 1881, p. 76. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


121 


paña después del 20 de Abril mientras nos 
consta que el mismo Cáceres estaba en Corpus 
Christi el 28 de Diciembre de 1538 jurando obe- 
diéncia á Ruiz Galán, si no sale á luz algún otro do- 
cumento que más fe haga, habrá que interpretar 
muy latamente aquello de Ruy Díaz : — luego que 
desembarcaron (Alonso Cabrera y sus compañe- 
ros) se determinó volver á despachar la misma nao, 
por dar aviso á S. M., etc. », — porque el «-luego que» 
tiene que ser ó después del 29 de Diciembre de 
1538 ó fines de Abril de 1539. No hay la menor 
prueba que entre Enero y Abril del año 1539 haya 
salido más embarcación para España que la consa- 
bida en la segunda fecha. Abril, sea ella llamada 
Maradona, con Ruy Díaz ó Trinidad y Santa 
Catalina, con Madero porque de los dos modos 
la llama. 

143. Estas dos fechas son de mucha importan- 
cia para poder apreciar el valor de lo que á este 
respecto escribió Ruy Díaz. Si Cáceres partió en 
Mayo se viene abajo la fábula del asalto y salva- 
ción de Corpus Christi el 3 de Febrero de 1539; 
si hemos de estar á un viaje hipotético emprendido 
en Enero, difícilmente se pueden meter tantos 
acontecimientos en tan corto plazo: — bajada á Bue- 
nos Aires, despacho de un galeón á España, noti- 
cia de los apuros de Antonio de Mendoza, despa- 


(t) Madero, pp. 172 y 173. 

(2) Blas Caray, Doc. p. 20. Ap. J. 

(3) La Arg. p. 75. 

(4) Hist., pp. 172 y 173. 



122 


ULRICH SCHMÍDEL 


cho de los 2 bergantines al socorro de los sitiados, 
tiempo consumido en el viaje por los mismos, y 
todo entre el 29 de Diciembre en que se juraba y 
festejaban juramentos en Corpus Christi y el 3 
de Febrero inmediato. Yo le doy menos crédito á 
la fábula de esta fecha que lo que le concede Do- 
mínguez — es otra más de las tantas del ameno 
historiador del Río de la Plata. Domínguez ha pro- 
bado hasta la evidencia en su Estudio sobre la 
materia que el asalto de Corpus Christi tuvo que 
suceder antes de la partida de Ruiz Galán con 
Cabrera; la cita de Ruy Díaz sola no abona la 
fecha del 3 de Febrero, fiesta de San Blas; cabe, 
pues, esta hipótesis. En momentos (fines de Abril) 
que Ruiz Galán se preparaba para subir con Ca- 
brera á la Asunción, llegan las nuevas del «aprieto» 
en Corpus Christi. Preocupados como estaban los 
dos caudillos con sus pretensiones de mandar en 
jefe, despachan el socorro en los dos bergantines 
y sin más se lanzan río arriba, desentendiéndose 
de Corpus Christi, á socorrer á Ayolas, como pre- 
texto, arrebatarse el mando, si ello cabía. Lo que 
pueda haber más allá, está enterrado en la do- 
cumentación inédita de la época. 

144. En Villalta se encontrará una relación exac- 
ta de lo ocurrido en Corpus Christi, y en Schmídel 
la misma historia con más pintorescos detalles. 
Oviedo y Herrera se refieren también á los mismos 
acontecimientos: aquél se comunicó con muchos 
de los descubridores y conquistadores, y éste com- 
pulsó la documentación oficial contemporánea. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


123 


Ruy Díaz consignó la historia legendaria y fabulo- 
sa, autor que debe ser prohibido, no siendo en una 
edición anotada á la luz de los documentos de la 
época. 


XVll 

NOMBRE DE LA ASUNCIÓN 

145. Es el doctor Manuel Domínguez quien ha 
puesto en limpio este punto interesante en la his- 
toria del Paraguay. «Puerto de Nuestra Señora 
de la Asunción» se llamaba ya el 28 de Diciem- 
bre del año 1538, como se establece en el Juramen- 
to de Obediencia al Capitán Francisco Ruiz Galán 
Juan de Salazar salió en busca de Ayolas el 15 de 
Enero de 1537 Seis meses demoraron en llegar 
al puerto de la Candelaria, es decir, hasta media- 
dos de Julio. En seguida bajaron é hicieron y asen- 
taron «puerto y pueblo» en lo que es y fué la 
Asunción, en tierra de Caríos Las fechas de 
arriba nos permiten suponer que la fundación 
pudo hacerse el 15 de Agosto de 1537. 

146. Todas estas noticias se confirman en la 
carta de Francisco Villalta, § 37 y 38 Lo que 

(1) Col. de Doc. Blas Garay, p. 22, Ap. J. 

(2) Pero Hernández, p. 162. Apénd. B. 

(3) Inform. Gonz. de Mendoza, Preg. 13, 14 y 15. Col. Garay, pp. 204 y 
205. Apénd, C. 

(4) Ver Apéndice A. 



124 


ULRICH SCHMÍDEL 


Schmíde! cuenta en sus capítulos XXI y siguientes, 
es un episodio intercalado de una escaramuza con 
los Indios del pueblo ó ciudad de Lambaré, ocurri- 
da 4 años después de la entrada, más ó menos en 
1539, época en que ya hacía mucho rhás de un año 
que el nombre de la Asunción figuraba en actas 
públicas de la gobernación. El dato contenido en 
el capítulo XXII que asigna el nombre de Nuestra 
Señora de la Asunción al pueblo, porque en ese 
día se rindieron los Indios Garios de Lambaré es 
un simple error, siempre que se entienda que eso 
quiso decir Schmídel. No negaremos que por ca- 
sualidad la escaramuza de Lambaré pudo suceder 
en un 15 de Agosto también, pero si ese 15 de 
Agosto fué del año 1539, mal pudo ser causa de 
llamarse así el puerto de la Asunción; y si se trata 
del año 1537, no pudo haber tal escaramuza, por- 
que Ayolas llegó á los Garios, trató de paz con 
ellos, le dieron «mucha comida de maíz y batatas i 
algunas abas por sus Rescates» y pasó de largo 
río arriba hasta los Payaguá La relación del ca- 
pítulo XXII no está muy clara y bien puede suceder 
que Schmídel no quiso decir más sino que los 
Gristianos se posesionaron del puerto en los Ga- 
rios el día de la Asunción, sin que necesariamente 
fuese consecuencia del episodio que precede. 


(1) 1539. 

(2) Villalta, § 31-33. Ap. A. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


125 


XVIII 

GOBIERNO DE ALVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA 

147. En el capítulo XXXI cuenta Schmídel como 
llegó Alvar Núñez á Santa Catalina y de allí á la 
Asunción con 300 hombres y el resto de los 30 ca- 
ballos que habían salvado del viaje. En el capítulo 
XXXII refiere la muerte de Aracaré y en los siguien- 
tes trata de la guerra con Atabaré ó Taberé. Con- 
cluida ésta sale Alvar Núñez al descubrimiento de 
la tierra. Schmídel cuenta las cosas á su modo, y 
en todo demuestra que era poco afecto á Cabeza 
de Vaca. Para poder juzgar cuál de las dos rela- 
ciones es la más verídica, ésta ó la del mismo Alvar 
Núñez, sería necesario hacer un estudio detallado 
de los instrumentos que sirvieron en el juicio que 
se le siguió al adelantado en España. Si Schmídel 
no ha falseado los hechos, no era Cabeza de Vaca 
el hombre para dominar á la gente del Río de la 
Plata, y una vez producido el escándalo referido en 
el capítulo XXXVlíí, quedaba de manifiesto la in- 
competencia de aquel jefe, cuya autoridad desde 
luego desaparecía por completo. El historiador 
Oviedo confirma el juicio desfavorable de Schmí- 
del lo que prueba que por algo se le retiró el 


(1) .Hist, de Ind.. Lib. XXIII, Cap. XVI. 



126 


ULRICH SCHMÍDEL 


mando al jefe derrocado. Hombres buenos se va- 
len de malos elementos, y éstos comprometen la 
fama y reputación de sus superiores; pero éstos 
tienen que ser responsables de los excesos de sus 
subalternos. La verdad histórica de los hechos no 
se establece ni con la relación de Schmídel ni con 
la de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, para ello nos 
faltan las piezas del proceso á que fué sometido 
éste; pero en todos los casos habrá que tener en 
cuenta lo que dice nuestro viajero, quien nos ha 
dejado una descripción pintoresca y al parecer 
exacta de todo cuanto vió y experimentó. 


XIX 

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE SCHMIDEL EN EL RÍO 
DE LA PLATA 

148. Después de la expulsión de Cabeza de Vaca 
pasa Schmídel á contar en el capítulo XLl lo ocu- 
rrido en la colonia bajo el mando interino de Do- 
mingo Martínez de Irala, hombre muy querido por 
todos los que no eran del bando del adelantado. 
Describe varias guerras contra los indios Caríos, 
etc., y marcha Irala á su famosa expedición á los 
Chamacocas y Corocotoquis, según él mismo nos 
la cuenta en su carta del año 1555. Creyeron lle- 
gar por allí á un «el Dorado», pero al fin se apro- 
ximaron al Perú. En la jornada medio se le sublevó 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


127 


la gente, y algo de esto se desprende del capítulo 
XLVIH. Schmídel calla lo de la renuncia de Irala 
y su reelección en el puerto de San Fernando, pero 
sin duda, porque era cosa fea y que no conducía á 
nada. La gente quería hacer de las suyas mientras 
merodeaban entre los pobres Indios, pero al saber 
que, en la Asunción, Diego de Abreu había usur- 
pado el mando después de dar muerte á Francisco 
de Mendoza, lugar-teniente de Irala, volvieron nue- 
vamente á someterse á este caudillo. 

14Q. Los tres viajes últimos de Schmídel deben 
ser anotados por personas que hayan andado por 
donde él pasó. Si el explorador Guido Boggiani no 
ha caído víctima de su temeridad al meterse sin 
más defensa que su bondad entre los Indios Cha- 
macocos y Tuminahás, sabremos como eran los 
lugares y las naciones por donde se pasearon Irala, 
Hernando de Ribera y Ulrico Schmídel en busca 
de los Amazones y su el Dorado; pero mientras 
este viajero (ó algún otro) no nos traiga noticias 
frescas de aquellos lugares, quedarán las cosas co- 
mo nuestro Schmídel las dejó. 

150. Otro tanto se dirá del viaje de la Asunción 
al puerto de mar. Alvar Núñez tomó por el Iguazú, 
Schmídel por el Uruguay: uno y otro se encon- 
traron con Indios Garios ó Guaraníes, antropófa- 
gos, amigos de los Españoles á más no poder. 


(I) Desgraciadamente se sabe que ésto es lo que ha sucedido: la ciencia 
y el arte han perdido un distinguido é intrépido investigador de cosas ame- 
ricanas. 



128 


ULRICH SCHMfDEL 


XIX 

CONCLUSIÓN 

151. Hemos llegado al fin de este Prólogo y no 
me resta más que llamar la atención á esa sencillez 
y claridad del relato, que contrasta tan bien con las 
noticias confusas de los demás papeles viejos, 
que tantas veces repelen al lector y lo dejan en 
peor duda que antes. Schmídel no era literato ni 
pretendía serlo, pero la misma sencillez de su estilo 
le da méritos. Sus juicios son acertados y de un 
hombre de buen sentido. Para él Alvar Núñez ca- 
recía de méritos, á Irala le sobraban: y la verdad es 
que éste salvó la colonia española, mientras que al 
otro lo expulsaron indignamente. Por lástima se en- 
salzan los méritos, acaso negativos, de Cabeza de 
Vaca; — pero por casi un cuarto de siglo e! porvenir 
del Río de la Plata estuvo en manos de Martínez de 
{rala. Al fin son los éxitos, y no los fracasos, que la 
historia celebra, y ésta se ha hecho cargo de de- 
mostrar que no era Cabeza de Vaca el hombre 
para suceder á Don Pedro de Mendoza, cuyo go- 
bierno desde su cama de moribundo había tripli- 
cado las dificultades de la conquista de su gober- 
nación del Río de la Plata, en aquel siglo, como en 
los posteriores, invadido por otras jurisdicciones. 

vi) Descontado aquello de los errores cronológicos y de los cambios de 
nombres, unos por otros. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


129 


152. En la traducción se ha tratado de conser- 
var el estilo del original, tal vez en algunos casos 
con menoscabo de la lengua castellana ; pero hay 
que tener presente que el mismo texto alemán está 
plagado de españolismos, y que el autor, al pensar 
de nuestras cosas, escribía como pensaba; — en len- 
gua mixta. 

153. En algunas partes he introducido innova- 
ciones en la traducción, porque el sentido de la 
frase así lo exigía: por ejemplo, como en el capí- 
tulo II donde dice — Unnd alda wirt feur gemacht 
— «muy abundantes de azúcar» en las ediciones 
corrientes, es más probable que sea «se hizo fiesta», 
Jeur por feir — fiesta; expresión ésta bastante usual 
en alemán. 

En los capítulos XVI y XVII encontramos la fra- 
se — ennthaltenn sich von fischs and tra- 
ducida en la edición inglesa así — se abstienen de 
pescado y carne. La edición de 188Q explica 
ennthaltenn como un bavarismo por erndhren ó 
erhalten—m?eí\'i.ntx — y por lo tanto yo me atengo 
á la ^versión castellana, que dice que esto era lo que 
comían. 

154. Los nombres de personas y de lugar se 
conservan en la misma forma del original, con 
las equivalencias del caso en el texto ó en las no- 
tas. 

155. Parece increíble que durante un siglo ente- 
ro nos hayamos ocupado en el Río de la Plata de 
nuestro célebre Schmídel, y que recién á fines 
del XIX se haya levantado en el Paraguay la voz 



130 


ULRICH SCHMÍDEL 


del doctor Manuel Domínguez contra las defi- 
ciencias de los datos históricos contenidos en el 
viaje de nuestro autor. ¿Con qué nos disculpare- 
mos? En la primera mitad del siglo que fué nuestro 
contábamos con las Décadas de Herrera, que con- 
tienen la relación del verdadero viaje de Ayolas, 
cuando marchó á esa muerte, justo castigo por otra 
de que fué autor él antes de entrar al Río de la 
Plata; eran también conocidas la Memoria de Pero 
Hernández, y algunas de las cartas de Irala. En la 
segunda mitad del mismo siglo se publicó la Histo- 
ria de Oviedo, en que se reproduce todo, ó casi 
todo, lo concerniente á la entrada de Alonso Ca- 
brera: con esta crónica y lo que se halla en las 
Décadas, bastaban para establecer la verdad de los 
hechos citados por Schmídel. Más tarde se han 
conseguido la Relación de Villalta, original que le 
sirvió á Herrera, los documentos publicados por el 
doctor Caray en el Paraguay y algunas piezas más. 
Todo esto, no obstante, el año 18Q1, la Sociedad 
Hakluyt publicó una traducción inglesa en que no 
se utiliza para nada la luz que arrojan las historias 
y documentos conocidos por todos hasta esa fecha. 
Nadie se acordó de decir que la historia de la con- 
quista del Río de la Plata no podía aceptarse como 
tal sin que primero se restaurasen los verdaderos 
nombres de los jefes y se asignasen sus fechas á 
los hechos narrados; porque de lo contrario se 
exponía á nuestro autor á los ataques bien funda- 
dos del ya citado doctor Domínguez. 


(1) Vicepresidente de aquella República. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


131 


156. No es fácil darse cuenta de cómo Schmídel, 
tan exacto en sus otros detalles, pudo confundir 
tan lastimosamente los nombres de los jefes que 
acaudillaron las expediciones anteriores á la entra- 
da de Alvar Núñez Cabeza de Vaca. Estas confu- 
siones nos han inducido á todos en error, y recién, 
cuando el doctor Domínguez impugnó los hechos 
á consecuencia del error en los nombres de los 
jefes, me hice cargo yo que rectificados estos se 
ponía todo en su lugar, si bien con ciertas adver- 
tencias que á su vez se irán haciendo notar. 

157. Ahora que sabemos que no fué con Juan 
de Ayolas, sino en busca de él, que partieron Fran- 
cisco Ruiz Galán, Juan de Salazar y Alonso Ca- 
brera á reunirse con Domingo Martínez de Irala en 
la Asunción á principios de 1539 (Capítulo XV), 
con Oviedo en la mano podemos seguir á Schmídel 
sin más interrupción que para cambiar el nombre 
de Juan de Ayolas por el de Irala, ó de algún otro 
que corresponda, según los documentos contem- 
poráneos, hasta que llegamos al 2P párrafo del ca- 
pítulo XXVIl, en que lo deja á hala preparándose 
para bajar á Buenos Aires, á despoblar esta ciudad 
y puerto. 

158. Se ve, pues, como en muy pocos renglones 
hemos podido dejar la relación de Schmídel clara 
y ajustada á la verdad. Ignoramos si fué él ó alguno 
de sus secretarios ó copistas quienes introdujeron 
los serios errores que se han notado; pero, por 
suerte, la documentación contemporánea no es 
escasa, y mucha parte de ella se ha utilizado, así 



132 


ULRICH SCHMiDEL 


no será necesario ya que se invoque á nuestro 
Schmídel cuando se quiera hablar de un Buenos 
Aires fundado en 1535; de un Ayolas, quien con 
numerosa escuadrilla, después de merodear por 
los ríos Paraná y Paraguay y de fundar la ciudad de 
la Asunción, recién se metió tierra adentro por el 
país de los Payaguá, á cuyas manos más tarde él y 
sus compañeros perecieron miserablemente; de un 
Irala, que regresara á Buenos Aires antes del año 
1541; y de tantas otras cosas que tan lejos están 
de la verdad histórica, según la documentación 
contemporánea. 

159. La traducción española del siglo XVlll, y 
las reproducciones por Angelis y Pelliza en el XIX, 
nos dejaron á Schmídel donde había quedado des- 
pués de las ediciones latinas de Hulsius y de Bry á 
fines del siglo XVI. 

160. El año 1891 la «-Haklayt Society» de Lon- 
dres, agregó un tomo más á su valiosa colección 
de textos raros sobre viajes. Las Notas é Introduc- 
ción son de la pluma de don Luis L. Domínguez y 
el texto lo forman traducciones (1) del Viaje de 
Ulrich Schmídt á los Ríos de la Plata y Para- 
guay y (2) de Los Comentarios de Alvar Núñez 
Cabeza de Vaca. La primera está basada en la edi- 
ción alemana de 1567, y se atiene al texto con tal 
fidelidad que no se hace referencia alguna á la du- 
da sobre si el año 1535 era ó no el de la fundación 
de Buenos Aires; se acepta sin nota ni observación 


(1) El N.» LXXXI. 



PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


133 


que Ayolas estaba vivo en la Asunción 4 años des- 
pués de la entrada de Mendoza al Río de la Plata; 
y muchas otras cosas más que ya en el año 1891 
podían ponerse en duda. Se imponía, pues, la ne- 
cesidad de una edición castellana que á la vez de 
ser fiel reproducción del nuevo MS. publicado en 
1 889, salvase en el comentario y notas los errores 
que indudablemente afean el texto, sobre todos, 
aquel de poner un nombre por otro cuando se 
trata de los caudillos que actuaron en los aconte- 
cimientos materia de la relación. 

161. Razón tenía el doctor Manuel Domínguez 
cuando fustigaba al pobre Ulrico Schmídel 9), y su 
dura crítica ha producido su efecto, porque en la 
nueva traducción se deja ver que muchos de los 
defectos no eran del autor, que otros respondían á 
la inexactitud y criterio de la época, mientras que 
otros eran lisa y llanamente el error craso de atri- 
buir á Juan de Ayolas ó á Irala hechos que no eran 
hazañas de ellos, pero que como de otros, y en el 
propio lugar, quedaban subsistentes. 

162. Todo esto va corregido en las notas con 
referencia á los párrafos correspondientes en el 
prólogo, y Schmídel dejará de ser un texto peligro- 
so para los que lo han estudiado sin el cotejo in- 
dispensable con lo que dicen Oviedo, Herrera, 
Ruy Díaz de Guzmán y los documentos de la 
época, y esto sin haber perdido en nada lo útil y 
lo ameno por la infinidad de datos novedosos y 


(1) «Rev. del Inst. Paraguayo».— Ano III, Tomo II, p. 3 et seq. 



134 


ULRICH SCHMÍDEL 


pintorescos con que, como buen viajero y obser- 
vador, ha salado su relación. 

163. Se ha creido conveniente reproducirla di- 
visión en capítulos con el resumen de su conteni- 
do, que son los mismos que están señalados en el 
texto alemán del 8Q. La traducción inglesa ha 
prescindido de esta comodidad con el resultado 
de que esta parte del libro es una pampa sin un solo 
ombú, — de suerte que el que busca una cita se 
pierde en ese maremagnum, sin faro ni pontón. 

164. No será nuestro Schmídel la última pala- 
bra acerca del famoso Estraubigense y su obra; 
pero se han disminuido los escollos y se han abier- 
to derroteros que podrán aprovechar otros cuan- 
do la documentación sacada á luz en el siglo XX 
venga á enriquecer la que tarde conocimos en 
el XIX. 


Samuel A. Lafone Quevedo. 


Museo de La Plata, 13 de Septiembre de 1902. 



VIAJE DE ULRICH SCHMÍDEL 

AL RÍO DE LA PLATA 


( AMÉRICA DEL SUD ) 




VIAJE DE ULRICH SCHMIDEL 

AL RÍO DE LA PLATA 


En el año que se cuenta después de nacido 
Cristo nuestro amado Señor y Redentor 1534, 
yo Ulerich Schmidel de Straubing he visto las si- 
guientes naciones y tierras, partiendo de Andorff 
(Amberes) por mar, á saber: Hispaniam (España), 
Indiam (Indias), y muchas islas; con peligros varios 
por lances de guerra las he visitado y recorrido; y 
este viaje (que ha durado desde el susodicho año 
hasta el de 1554 ® en que Dios el Todopoderoso 
me ayudó á llegar otra vez á mi tierra) juntamente 
con lo que á mí, y á los mismos mis compañeros 
aconteció y nos tocó sufrir, lo he descripto yo aquí 
con la brevedad posible. 


(1) El año debe ser 1535, si bien pudo llamarse 34 antes del 28 de Febrero. 

Ver, Prol. Cap. II § 2. 

(2) 1554 Enero para los Bávaros sería 1555 para nosotros. Ver Nota ante- 
rior. 



138 


ULRICH SCHMfDEL 


CAPÍTULO l 

LA NAVEGACIÓN DE AMBERES Á ESPAÑA 

En primer lugar después de haber partido de 
Ando rf (Amberes) llegué á los 14 días á Hispania, 
á una ciudad que se llama Khalles (Cádiz), hasta 
allí se cuentan 400 millas (leguas) por mar. 

En la costa de aquella ciudad vi una ballena ó 
cetáceo de 35 pasos de largo, de la que se saca- 
ron unos 30 cascos llenos de aceite, cascos como 
los de harenques. 

Cerca de la susodicha ciudad de Khalles (Cá- 
diz) estaban surtos 14 grandes navios bien provis- 
tos de toda munición y de cuanto era necesario, 
que estaban por emprender viaje al Rieo delle Pla- 
tta en Indiam (Indias). También se hallaban allí 
2500 Españoles y 150 Alto- Alemanes, Neerlan- 
deses y Sajones, junto con el capitán general de 
todos nosotros, que se llamaba tum Pietro Man- 
do ssa. 

Entre estos 14 navios estaba uno de propiedad 
de los señores Sewastian Neithart y Jacoben Wel- 
ser de Niremburgo, quienes mandaban á su factor 


(1) La del autor es legua. Véase el mapa de Hulsius. Prol. N<®I. §6. 

(2) Otros autores dan un número muy inferior. Ver Madero, «Historia 
del Puerto de Buenos Aires*. Carta de Villalta, § 3 (dice 1800). Ver Prol. 
Cap. IV § 7. 



VIAJE AL Rio DE LA PLATA 13 q' 

Heinrich Paimen con mercaderías al Rieo delle 
Platta. Con estos partimos al Rieo delle Platta yo 
y otros Alto-Alemanes y Neerlandeses, más ó me- 
nos en número de 80 hombres armados de arca- 
buces y ballestas . Después de esto salimos de 
Sievilla en 14 navios, con los susodichos caballeros 
y el capitán general en el susodicho año, y día de 
Sannt Bartholomei ® y llegamos á una ciudad en 
Híspanla llamada San Lucas (San Lucar de Barra- 
meda), que está á 20 millas (leguas) de Sievilla. 
Allí tuvimos que demorar hasta el I." de Septiem- 
bre del susodicho año w, por causa de los tempo- 
rales que corrían. 


CAPÍTULO II 

LA NAVEGACIÓN DE ESPAÑA Á LAS CANARIAS 

Después de esto salimos de allí y arribamos á 
tres islas que están cerca unas de otras, de las que 
la primera se llama Dennerieffe, la segunda. Cu- 
mero (Gomera) y la tercera, Polmant (Palma); y de 
la ciudad de 5. Lucas (San Lucar) á las islas se 
cuentan más ó menos 200 millas (leguas). En estas 
islas se dispersaron los navios. Las islas pertene- 

(1) Mit pixenn unnd gewertenn. Ed. 1889, p. 22. 

(2) Agosto 24 de 1535. 

(3) Millas son leguas; pero falta que saber de qué nación. Ver. Escala en 
Mapa de Hulsius. Prol. § 6. 

( 4 ) 1535 . 



140 


ULRICH SCHMÍDEL 


cen á la Cesárea Majestad, y las habitan sólo los 
Españoles con sus mujeres é hijos. Y allá descan- 
samos Arribamos también con 3 de los navios 
á la Palma y allí permanecimos unas 4 semanas 
haciendo provisión y reparando averías. 

Mas después de ésto, mientras nuestro general, 
tum Pietro Manthossa se hallaba á unas 8 ó Q 
millas (leguas) distante de nosotros, resultó que 
habíamos tenido á bordo de nuestro navio á ton 
Jerg Manthossa primo del señor tonn Pietro 
Manthossa: este se había enamorado de la hija de 
un vecino en Palman (la Palma) y como estába- 
mos por salir al día siguiente, el dicho thonn Jerg 
Manthossa bajó á tierra esa misma noche, á las 12, 
con 12 compañeros de los buenos, y sin ser senti- 
dos se robaron de la isla Palman á la dicha hija 
de aquel vecino, con la doncella, ropa, alhajas y 
algún dinero, volviendo en seguida al navio muy 
ocultamente para no ser sentidos ni por nuestro 
capitán, Heinrich Palmen, ni por otra persona 
alguna de los del navio; sólo la guardia se aperci- 
bió de ello, por ser la media noche. 

Y cuando nos hicimos á la vela de mañana, an- 
tes de andar más de unas 2 ó 3 millas (leguas) se 
armó un fuerte temporal que nos obligó á volver 
á entrar en el mismo puerto de donde acabábamos 
de salir. Mas después que largamos nuestras an- 
clas al agua, se le antojó á nuestro capitán, el dicho 
Heinrich Palmen, desembarcar en un pequeño 

(1) Feur gemacht xxiv feier gemacht, expresión que equivale á cdescan- 
sar*, «hoIgar>, «hacer fiesta>. Es lo natural, y no lo otro, «azúcar» ó «fuego». 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


141 


esquife llamado pot (bote) ó podell (batel). Eso 
que se acercaba y éstaba ya por poner pie en tie- 
rra, lo esperaban allí más de 30 hombres armados 
con arcabuces, lanzas y alabardas, dispuestos á 
tomar preso á nuestro capitán Hainrich Palmen. 

En el mismo instante uno de su gente le advirtió 
que no saltase á tierra sino que se volviese á bordo; 
entonces el capitán se dispuso regresar al navio, 
mas no le dieron tiempo; porque los de tierra se le 
habían acercado demasiado en otras barquillas, 
que estaban allí ya preparadas: con esto y todo 
logró escapárseles á otro navio que se hallaba más 
cerca de la tierra. Como la gente no pudo tomarlo 
en seguida hicieron tocar á rebato en la ciudad de 
Palman, cargaron 2 piezas de artillería gruesa, y 
con ellas hicieron 4 descargas contra nuestro na- 
vio, pues nos hallábamos no muy distantes de la 
tierra. Con el primer tiro nos agujerearon el can- 
illón que estaba en la popa lleno de agua fresca, 
de la que se derramaron 5 ó 6 baldadas. Después 
nos hicieron pedazos la mesana, que es el último 
mástil, el más inmediato á la popa. El tercero nos 
acertó abriéndonos un boquerón en el costado del 
navio, y nos mató un hombre. El cuarto nos erró 
del todo. 

Estaba también otro capitán presente que tenía 
su navio á la par del nuestro, con rumbo á New- 
Hlspanlen (Nueva España (ó sea) Mechssekhen 
(México): este se hallaba en tierra con 150 hom- 
bres, y cuando supo de nuestro combate, trató de 
hacer las paces entre nosotros y los de la ciudad, 



142 


ULRICH SCHMÍDEL 


bajo la condición de entregarles las personas de 
ton Jerg Manthossa, la hija del vecino y su sirvien- 
ta. No tardaron en presentarse el Stathalter (Re- 
gidor) y el Richter (Alcalde) en nuestro navio, 
pretendiendo llevarse presos á thon Jerg Mantho- 
ssa y á sus cómplices. Al punto les contestó él 
que era ella su legítima mujer, y á ella no se le ocu- 
rrió decir otra cosa, casándose en seguida, con 
gran disgusto del afligido padre; y nuestro navio 
quedó muy estropeado de resultas de los balazos. 


CAPÍTULO 111 

VIAJE DE LA PALMA A SANTIAGO 

Después de todo esto dejamos en tierra á ton 
Jerg Manthossa y á su mujer, porque nuestro capi- 
tán no quería tenerlos más á su bordo. 

Volvimos á aprestar nuestro navio y navegamos 
hasta llegar á una isla ó tierra que se llama de San 
Jacob, ó sea en español Augo (Santiago) es una 
ciudad que depende del rey de Portugal; los Por- 
tugueses mandan en el pueblo y los Negros les 
sirven. Esta ciudad está á 300 millas (leguas) de 
la dicha isla de Palman (Palma) de donde había- 

(1) Sería curioso que este Jerg Manthossa resultase ser el Jorge Luján de la 
subsiguiente historia: que los Alemanes lo dejasen no quiere decir que no 
siguiese viaje con Mendoza. 

(2) Archipiélago del Cabo Verde. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


143 


mos salido Permanecimos allí 5 días, y de nue- 
vo abastecimos el navio de provisiones frescas y 
de mesa, como ser: pan, carne, agua y todo lo 
demás que se necesita en alta mar. 


CAPÍTULO IV 

VIAJAN POR ALTA MAR Y DESCRIBE SUS MARAVILLAS 

Así toda la flota, á saber tos 14 navios, se volvie- 
ron á reunir. Nuevamente salimos mar afuera y 
navegamos por dos meses hasta que arribamos á 
una isla en que no había más que aves que matá- 
bamos á garrotazos. En este lugar demoramos 3 
días. La isla está del todo despoblada; tiene de an- 
cho y largo unas 6 millas (leguas) á todo viento 
y dista de la susodicha isla de San Augo (Santiago), 
de donde habíamos partido, 1.500 millas (leguas). 

En este mar hay peces voladores, y otros muy 
grandes de la especie de las ballenas; otros tam- 
bién grandes, llamados Ichaub-huet-fischs (pez 
sombrero de paja) en razón de que un disco 
extremadamente grande les tapa la cabeza, con el 
que pueden ofender á los demás peces en sus 

(1) Valga lo dicho ya sobre ^millas*. Ver escala en mapa de Hulsius y 
Prol. § 6. 

(2) Profant.—Eá. 1889, p. 24. 

(3) El original nuestro (1889) supone que sea el islote Fernando Noroña. 

(4) Burmeister dice que es el echeneis naucrates, pez que con la cabeza se 
pega á los buques, etc. Este cysco es un chupón muy curioso que tapa la 
cabeza á manera de sombrero. Ver cap. LUI, p. III de la Ed. 1889. 



144 


ULRICH SCHMiDEL 


peleas. Son peces de mucha fuerza y muy malos. 
Otros hay de cuyo lomo nace una especie de cu- 
chilla de hueso de ballena, y se llaman en caste- 
llano pes espade (pez espada); y más otros con un 
serrucho de hueso de ballena que también arranca 
del lomo; son malos y grandes: se llaman pese de 
sere (pez sierra). Aparte de estos son muchos los 
peces raros que hay, cuya forma, tamaño y cuali- 
dades no puedo describir yo en esta vez 


CAPÍTULO V 

LLEGADA Á RÍO DEL JANEIRO V MUERTE DE OSORIO 

Después navegamos-de esta isla á otra ® que se 
llama Río Genna (Río Janeiro) á 500 millas de la 
anterior dependencia del rey de Portugal : esta 
es la isla de Rio Genna (Río del Janeiro) en Inndia 
(Indias) y los Indios se llaman Thopiss (Tupís) 

Allí nos quedamos unos 14 días. Fué aquí que 
thonn Pietro Manthossa, nuestro capitán general, 
dispuso que Hanss Ossorio (Juan de Osorio), como 
que era su hermano adoptivo, nos mandase en 
calidad de su lugar teniente; porque él seguía siem- 
pre sin acción, tullido y enfermo. Así las cosas él, 
Hans (Juan) Ossorio, no tardó en ser malquistado 

(1) Ver cap. LUI. 

(2) Modo de decir tratándose de Indias. 

(3) No la nombra, la supuesta Fernando Noroña. 

(4) Tupís.— Guaranís del Brasil. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 145 

y calumniado ante thonn Pietro Manthossa, su 
hermano jurado, y la acusación era que trataba de 
sublevarle la gente á thonn Pietro Manthossa 
el capitán general. Con este pretexto él, thonn 
Pietro Manthossa, ordenó á otros 4 capitanes 
llamados Joan Eyolas (Ayolas), Hanns Salesser 
(Juan Salazar), Jerg Luchilem (Jorge Lujan) y La- 
zaras Sallvaischo que matasen al dicho Hanns 
Assario (Juan Osorio) á puñaladas, ó como mejor 
pudiesen, y que lo tirasen al medio de la plaza por 
traidor. Más aún, hizo publicar por bando que na- 
die osase compadecerse de Assirio (Osorio) so 
pena de cprrer la misma suerte, fuere quien fuere. 
Se le hizo injusticia, como lo sabe Dios el Todopo- 
deroso, y que El lo favorezca; porque fué aquel 
un hombre piadoso y recto, buen soldado, que 
sabía mantener el orden y disciplina entre la gente 
de pelea. 


CAPÍTULO VI 

LLEGAN AL RÍO DE LA PLATA V PUERTO DE 
SAN GABRIEL. LOS CHARRÚA. 

De allí navegamos al Rio de le Platta y dimos 
con una corriente de agua dulce que se llama 


(1) Estas repeticiones son características del original alemán, y las más de 
las veces se reproducen. 

( 2 ) Schmídel llama siempre á los ríos «agua corriente^. 


10 



146 


ULRICH SCHMÍDEL 


Parnau Wassu (Paraná Guazú), y tiene de an- 
cho en la boca, donde deja de ser mar, una exten- 
sión de 42 millas (leguas) de camino y desde 
Río Gena hasta esta agua se cuentan 500 millas 
(leguas) de camino 

En seguida arribamos á una bahía que se llama 
Sannt Oabriehel (San Gabriel) ® y allí en la suso- 
dicha agua corriente Parnau largamos las anclas 
de nuestros 14 navios. Y como tuviésemos que 
hacer quedar los navios mayores á un tiro de 
arcabuz de la tierra, nuestro general thon Pietro 
Manthossa había ordenado y mandado que los 
marineros desembarcasen la gente en los peque- 
ños esquifes, que con este fin estaban ya dispues- 
tos, y se llaman podel ó poet (batel ó bote). Así 
pues, con el favor de Dios llegamos al Rio de la 
Platta el año 1535 

Allí nos encontramos con un pueblo de Indios 
llamados Zechuruass (Charrúas) ® que constaba 
como de unos 2.000 hombres, y que no tenían 
más de comer que pescado y carne. Estos al llegar 
nosotros, habían abandonado el pueblo huyendo 
con mujeres é hijos, de suerte que no pudimos dar 
con ellos. Esta nación de Indios se anda en cueros 
vivos, mientras que sus mujeres se tapan las ver- 


(1) Es más ó menos la distancia en ia embocadura. 

(2) Falta que saber cómo se las anduvieron y contaron. 

(3) Hoy la Colonia. 

(4) 1536. Ver Madero, Relac, de Villalta y Ruy Díaz de Guzmán. 

(5) Flecken.—ksi llama siempre al pueblo de Indios. 

(6) La ubicación es exacta. Las costumbres de estos Indios nos enseñan 
que no eran de la raza Guaraní. Ver Prol. Cap. XI § 34. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


147 


güenzas con un paño de algodón que les cubre 
desde el ombligo hasta la rodilla. 

Entonces el general thon Pietro Manthossa 
mandó que se vuelva á embarcar la gente, y que la 
hagan pagar á la otra banda del agua Pernaw (Pa- 
raná), que allí no tiene más anchura que 8 millas 
(leguas) de camino 


CAPÍTULO VII 

LA CIUDAD DE BUENOS AIRES Y LOS INDIOS 
QUERANDÍ 

Allí levantamos una ciudad que se llamó Bonas 
Ayers (Buenos Aires), esto es en alemán — gueter 
windt (buen viento) También traíamos de Espa- 
ña, en los 14 navios, 72 caballos y yeguas. 

En esta tierra dimos con un pueblo en que esta- 
ba una nación de Indios llamados Carendies 
como de 2.000 hombres con las mujeres é hijos, y 
su vestir era como el de los Zechurg (Charrúa), 

(1) Es lo que habrá entre Buenos Aires, ó mejor dicho, Punta de Lara y 
San Gabriel ó la Colonia. 

(2) El nombre oficial era: — Nuestra Señora de Buenos Ayres — Instruc- 
ción de Mendoza á Ruiz — Abril 20 de 1537; ó 5.» 5.*» Mana de Buen 
Ayre. Escritura de Ruiz Galán, 1538. Col. Garay, pp. 18 y 30. Ap. N. y O. 

(3) Los usos y costumbres de los Querandi, así como sucede con los 
Charrúa, indican que no son de la raza Guaraní : los Araucanos aún no ha- 
bían entrado en la Pampa. Los Querandí eran los verdaderos Pampas y 
forman parte de la Raza Pampeana de d'Orbigny. Estos eran los Querandí 
que recorrían la ribera sur del Plata entre el Cabo de San Antonio y el río 
de las Conchas. Ver Pról. Cap. XI § 35. 



148 


ULRICH SCHMÍDEL 


del ombligo á las rodillas; nos trajeron de comer, 
carne y pescado. Estos Carendies (Querandí) no 
tienen habitaciones propias, sino que dan vueltas á 
la tierra, como los Gitanos en nuestro país; y cuan- 
do viajan en el verano suelen andarse más de 30 
millas (leguas) por tierra enjuta sin hallar una 
gota de agua que poder beber. Si logran cazar 
ciervos ú otras piezas del campo, entonces se be- 
ben la sangre. También hallan á veces una raíz 
que llaman Cardes (Cardos) la que comen por la 
sed. Se entiende que lo de beberse la sangre sólo 
se acostumbra cuando les falta el agua ó lo que la 
suple; porque de otra manera tal vez tendrían que 
morir de sed 

Estos Carendies traían á nuestro real y compar- 
tían con nosotros sus miserias de pescado y de 
carne por 14 días sin faltar más que uno en que no 
vinieron. Entonces nuestro general thonn Pietro 
Manthossa despachó un alcalde llamado Johann 
Pabón y él y 2 de á caballo se arrimaron á los 
tales Carendies, que se hallaban á 4 millas (leguas) 
de nuestro real. Y cuando llegaron adonde esta- 


(1) Ruy Díaz dice que corrían «desde el Cabo Blanco hasta el río de las 
Conchas», p. 30. Ed. 1881. 

(2) Hirschen. Lo común es llamarlos Venados. 

(3) Wurtzel á veces dice — «planta» — en nuestro autor. Cardones llaman 
en el interior á las tunas altas. 

(4) Todo esto indica que los Querandí la vida nomádica del de- 

sierto, y no la semicivilizada del Guaraní. Villalta cuenta que los Querandí 
era gente que andaba á 3 » Parr. 4.“^ — El cereus ó cardón es 
muy aguanoso y aplaca la sed. 

(5) Richter. 

(6) Ruiz Galán, dice la versión castellana, el alier ego de Pavón, al decir 
del Dr. Domínguez. 







VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 149 

ban los Indios, acontecióles que salieron los 3 bien 
escarmentados, teniéndose que volver en seguida 
á nuestro real. 

Pietro Manthossa, nuestro capitán, luego que 
supo del hecho por boca del alcalde, (quien con 
este objeto había armado cierto alboroto en nues- 
tro real) envió á Diego Manthossa, su propio her- 
mano, con 300 lanskenetes y 30 de á caballo bien 
pertrechados: yo iba con ellos, y las órdenes eran 
bien apretadas de tomar presos ó matar á todos 
estos Indios Carendies y de apoderarnos de su 
pueblo. Mas cuando nos acercamos á ellos había 
ya unos 4.000 hombres, porque habían reunido á 
sus amigos 


CAPÍTULO VIH 

LA BATALLA CON LOS INDIOS QUERANDÍ 

Y cuando les llevamos el asalto se defendieron 
con tanto brío que nos dieron harto que hacer en 
aquel día. Mataron también á nuestro capitán thon 
Diego Manthossa y cOn él á 6 hidalgos de á pie y 
de á caballo. De los nuestros cayeron unos 20 y 
de los de ellos como mil. Así, pues, se batieron tan 
furiosamente que salimos nosotros bien escarmen- 
tados. 


(1) Otros Indios de la comarca que no eran Querandí. 



150 


ULRICH SCHMÍDEL 


Estos Carendies usan para la pelea arcos, y unos 
dardes (dardos), especie de media lanza con punta 
de pedernal en forma de trisulco También em- 
plean unas bolas de piedra aseguradas á un cordel 
largo; son del tamaño de las balas de plomo que 
usamos en Alemania. Con estas bolas enredan las 
patas del caballo ó del venado cuando lo corren 
y lo hacen caer. Fué también con estas bolas que 
mataron á nuestro capitán y á los hidalgos, como 
que lo vi yo con los ojos de esta cara, y á los de á 
pie los voltearon con los dichos dardes. 

Así, pues. Dios, que todo lo puede, tuvo á bien 
darnos el triunfo, y nos permitió tomarles el pue- 
blo (3); mas no alcanzamos á apresar uno sólo de 
aquellos Indios, porque sus mujeres é hijos ya con 
tiempo habían huido de su pueblo antes de ata- 
carlos nosotros. En este pueblo de ellos no halla- 
mos más que mantos de tiuederen (nutrias) ó ytte- 
ren como se llaman, iten harto pescado, harina 
y grasa del mismo (5); allí nos detuvimos 3 días y 
recién nos volvimos al real, dejando unos 100 de 
los nuestros en el pueblo para que pescasen con 
las redes de los Indios y con ello abasteciesen á 

(1) Como dice la versión castellana. 

(2) Hirschen ciervo. 

(3) Flechen — la voz usual en SchmídeL 

(4) Myopotamus coypus. Burmeister. 

(5) Las voces en el original son ^fischsmel* y *fischsschmalz» . Dice Hans 
Stade: «Hacen harina de carne y pescado así (Los Guaraní del Brasil): la 
asan al fuego en medio del humo, la dejan secar, desmenuzándola en segui- 
da y la vuelven á secar en ollas que llaman Yueppaun (Cambocy, dice 
Burton). Después la muelen en mortero de palo, la ciernen en cedazo, y la 
reducen á polvo. Se conserva mucho tiempo, etc.» — 2.* Parte, Cap. X. 
Ed. Hakluyt Society, p. 132. 




ucnas Jitrts- . 




VIAJE AL RIO DE LA PLATA 


I5I 


nuestra gente; porque eran aquellas aguas muy 
abundantes de pescado; la ración de cada uno era 
de 6 onzas de harina de trigo por día y al tercero 
un pescado. La tal pesquería duró dos meses lar- 
gos; el que quería aumentar un pescado á la ración 
se tenía que andar 4 millas (leguas) para conse- 
guirlo. 


CAPÍTULO IX 

SE FORTIFICA BUENOS AIRES V SE PADECE HAMBRE 

Y cuando volvimos al real se repartió la gente 
en soldados y trabajadores, así que no quedase uno 
sin qué hacer. Y se levantó allí una ciudad con 
un muro de tierra como de media lanza de alto á 
la vuelta, y adentro de ella una casa fuerte para 
nuestro general el muro de la ciudad tenía de 
ancho unos 3 pies; mas lo que un día se levantaba 
se nos venía abajo al otro; á esto la gente no tenía 
qué comer, se moría de hambre, y la miseria era 
grande; por fin llegó á tal grado que ya ni los caba- 
llos servían, ni alcanzaban á prestar servicio alguno. 
Así aconteció que llegaron á tal punto la necesi- 
dad y la miseria que por razón de la hambruna ya 

(1) Probablemente de tapia y de adobes crudos con algunos techos de 
«torta» de barro, y otros de paja, como se acostumbra aún en el Interior. 
Siendo la *torta> bien podrida forma un techo impermeable y de bastante 
duración. 

(2) Esta llevaría techo de «torta», el Ziegel del cap. XI. 



152 


ULRICH SCHMÍDEL 


no quedaban ni ratas ratones, ni culebras, ni 
sabandija alguna que nos remediase en nuestra 
gran necesidad é inaudita miseria; llegamos hasta 
comernos los zapatos y cueros todos 
Y aconteció que tres Españoles se robaron un 
rocín y se lo comieron sin ser sentidos; mas cuan- 
do se llegó á saber los mandaron prender é hicie- 
ron declarar con tormento; y luego que confesaron 
el delito los condenaron á muerte en horca, y los 
ajusticiaron á los tres. Esa misma noche otros Es- 
pañoles se arrimaron á los tres colgados en las hor- 
cas y les cortaron los muslos y otros pedazos de 
carne y cargaron con ellos á sus casas para satisfa- 
cer el hambre. También un Español se comió al 
hermano que había muerto en la ciudad de Bonas 
Ayers 


(1) Weder ratzen noch meís, p. 30, Ed. 1889. Eso de los gatos era cosa de 
la versión castellana. Gatos pudieron llevar, pero serían pocos. Ratas no fal- 
tarían en los navios. A los caballos los salvaban por razones que se imponen, 
y porque no era la superioridad que tanto padecía, al decir de Villalta. Ver 
Prol. Cap. VIII §§ 20 y 21. Villalta § 10. 

(2) Villalta confirma todo esto, §§ 6.® y 7.®, y agrega que tenían los muer- 
tos en sus casas días para lograr la ración. Se ha criticado la noticia ésta 
como exageración de Schmídel; tal vez valga más la palabra de Villalta, su 
compañero. 

i 3) Hechos bien comprobados. Véase Prol. cap. VIII, §§ 20 y 21. 



VIAJE AL Rio DE LA PLATA 


153 


CAPÍTULO X 

EXPEDICIÓN DE JORGE LUJAN 

Ahora, pues, nuestro capitán general thon Pietro 
Manthossa vio que no podía mantener la gente por 
más tiempo allí, así ordenó y mandó él á una 
con sus capitanes, que se aprontasen cuatro pe- 
queñas embarcaciones que habían de navegar á 
remo, y se llaman parckhadiness (Bergantines), en 
que entraban hasta 40 hombres; como también 
otras tres menores á que llaman podel (batel) ó 
potht (bote), y cuando los 7 navios estuvieron listos 
y provistos hizo que el capitán nuestro reuniese 
toda la gente y envió á Jerg Lichtenstein con 
350 hombres armados río Parnau arriba, á que 
descubriesen Indios, que nos proporcionasen co- 
mida y víveres. Pero ni bien nos sintieron los In- 
dios nos jugaron una de las peores, porque em- 
pezando por quemar y destruir su pueblo, y cuanto 
tenían de comer, en seguida huyeron todos de allí; 
y así tuvimos que pasar adelante sin más de comer 
que tres onzas de pan al día en pischgosche (bis- 
cocho). 

(1) Nuestro <^ordeno y mandos, ‘^ordinirt und manndirt» . Proí. Cap. XII 
§. 75, Ed. 1889, p. 31. 

(2) Las demás ediciones alemanas dicen George Lanchstein, y Luchsam, eí 
Jorge Liiján de las otras ediciones. Es probable que sea Diego y no jorge 
Luján. Ver Ed. 1889, p. 31 en la Nota. 

(3) Vülalta dice 200 más ó menos. 



154 


ULRICH SCHMÍDEL 


La mitad de la gente se nos murió en este viaje 
de esta hambre sin nombre, y la otra mitad hubo 
que hacerla volver al susodicho pueblo, do se ha- 
llaba nuestro Capitán General. Thonn Pietro Man- 
thossa quiso tomar razón á JergenLichtensteinen 
nuestro capitán en este viaje, porqué tan pocos 
habíamos vuelto siendo que la ausencia sólo había 
durado 2 meses á lo que le contestó éste que 
de hambre habían muerto, porque los Indios habían 
quemado la comida que tenían y habían huido, 
como ya se dijo antes en pocas palabras. 


CAPÍTULO XI 

EL SITIO DE BUENOS AIRES 

Después de esto ® seguimos un mes todos jun- 
tos pasando grandes necesidades en la ciudad de 
Botias Ayers hasta que pudieron aprestar los na- 
vios. Por este tiempo los Indios con fuerza y gran 
poder nos atacaron á nosotros y á nuestra ciudad 
de Bonas Ayers en número hasta de 23.000 hom- 
bres; constaban de cuatro naciones llamadas, Ca- 
rendies, Barenis (Quaranís), Zechuruas, (Charrúas) 


(1) Ver la nota anterior. Villalta dice que fué un deudo de Mendoza, pero 
sin nombrarlo. (Ver § Esto desvirtúa la suposición que tué uno de tan- 
tos alemanes. La madre de Mendoza era una Luján. 

(2) Villalta la confirma, § 6. 

(3) Aquí más ó menos entra el primer viaje de Juan de Ayolas á descubrir 
y poblar el ciento de Buena Esperanza. 








VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


153 


y Zechenais Diembus {ChanásTimhús) La mente 
de todos ellos era acabar con nosotros; pero Dios, 
el Todopoderoso, nos favoreció á los más; á él tri- 
butemos alabanzas y loas por siempre y por sécula 
sin fin; porque de los nuestros solo cayeron unos 
30 con los capitanes y un alférez. 

Y eso que llegaron á nuestra ciudad Bonas Ayers 
y nos atacaron, los unos trataron de tomarla por 
asalto, y los otros empezaron á tirar con flechas 
encendidas ® sobre nuestras casas, cuyos techos 
eran de paja, (menos la de nuestro capitán general 
que tenía techo de teja) y así nos quemaron la 
ciudad hasta el suelo. Las flechas de ellos son de 
caña y con fuego en la punta; tienen también cier- 
to palo del que las suelen hacer, y éstas una vez 
prendidas y arrojadas no dejan nada; con las tales 
nos incendiaron, porque las casas eran de paja 
A parte de esto nos quemaron también cuatro 
grandes navios que estaban surtos á media milla 
(legua) de nosotros en el agua La tripulación 
que en ellos estaba, y que no tenía cañones 
cuando sintieron el tumulto de Indios, huyeron 
de estos 4 navios á otros 3, que no muy distante 

(1) /a«í— Ed. 1889, p. 33. Bastimento. 

(2) Los viajes de Ayolas, según Villalta, fueron dos, y recién en el segundo 
se llevó á don Pedro de Mendoza; en el primero se embarcó en 3 navios con 
270 hombres y llegaron á los Timbú. En el camino perdieron unos 100 hom- 
bres de hambre. El viaje duró 50 días. §§ 8 á 13. 

(3) La distancia era de 60 leguas. Villalta, § 18. 

(4) Ver Ruy Díaz— La Argentina, pp. 30 y 31. Ed. 1881. Concuerdan las 
•dos descripciones. «Son más afables y de mejor trato y costumbres que los 
■de más abajo». 



158 


ULRICH SCHMlDEL 


trario, viejas y mozas, son horribles, porque se ara- 
ñan la parte inferior de la cara que siempre está 
ensangrentada 

Esta nación no come otra cosa, ni en su vida ha 
tenido otra comida, ni otro alimento que carne y 
pescado. Se calcula que esta nación es fuerte de 
15.000 ó más hombres Y cuando llegamos 
como á 4 millas (leguas) de esta nación, nos vie- 
ron y salieron á recibirnos de paz en 400 kanneonn 
(canoas) ó barquillas con 16 hombres en cada una. 
Las tales barquillas se labran de un solo palo, son 
de 80 pies de largo por 3 de ancho y se boga como 
en las barquillas de los pescadores en Alemania, 
sólo que los remos no tienen los refuerzos de 
hierro. 

Cuando nos juntamos en el agua (el río) nues- 
tro capitán, y<7íz«« Eyollas, mandó al Indio princi- 
pal ® de los Tiembú, que se llamaba Rochera Wa- 
ssú una camisa, un gabán, un par de calzas y 
varias otras cosas más de reschat (rescate). Des- 
pués de esto el dicho Zchera Wassú nos condujo 
á su pueblo y nos dió de comer carne y pescado 
hasta hartarnos. Pero si el susodicho viaje durara 
unos 10 días más á buen seguro que todos de ham- 
bre pereciéramos; y con todo, en este viaje, de los 

(1) Pluetig—VntáQ sospecharse que sea de — azul— en cuyo caso se 

referiría ai tatuage. Ver adelante. 

(2) Los Timbú por sus rasgos físicos, usos y costumbres no eran de la ge- 
neración Guaraní. Ver Prólogo, Cap. XI, § 37. 

(3) La palabra ^cacique* aun no había entrado en uso, y los Españoles 
oían de boca de guaranizantes. 

(4) Nombre con que los Indios Guaraní de Ayolas llamaban al principal 
de los Timbú y Caracará. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


159 


400 hombres, 50 sucumbieron en esta vez nos 
socorrió Dios el Todopoderoso, y á El se tributen 
loas y gracias. 


CAPÍTULO XIV 

REGRESA DON PEDRO DE MENDOZA Á ESPAÑA Y 
MUERE EN EL VIAJE 

En este pueblo permanecimos por espacio de 4 
años Mas nuestro capitán general, thonn Pietro 
Mantossa, agobiado de sus dolencias, ya no podía 
mover ni manos ni pies, y había gastado en este 
viaje 4.000 ducados en oro o); ya no podía quedarse 
más tiempo con nosotros en este pueblo y se volvió 
con dos pequeños parckhadienes (bergantines) á 
Bonas Ayers á juntarse con los 4 navios gran- 
des [de los que tomó dos] con 50 hombres y par- 
tió para Hispanien. Mas cuando llegaron como á 
medio camino, la mano de Dios, que todo lo puede, 
cargó sobre él, así que murió miserablemente. 
¡Dios le tenga misericordia! ® 

El, empero, nos había prometido, antes de dejar- 

(1) Villalta dice que murieron como'300 hombres en los 2 viajes. §§ 9 y 18. 

(2) Desde 1536 hasta 1539, más ó menos. 

(3) Las otras ediciones dicen 40.000. 

(4) A fines del año 1536. Ver Información de Gonzalo de Mendoza. Ap. C. 

(5) Esto y lo que sigue hasta llegar á la Asunción es un episodio intercala- 
do que interrumpe el hilo de la historia, según ella consta en Villalta. Suges- 
tionado por el nombre de Cabrera, pero con el nombre de Ayolas en la cabe- 
za, relata lo que corresponde á la entrada de aquél, como si fuese de este 
capitán. Ver Oviedo, Lib. XXII. Cap. XII á XIV. 



160 


ULRICH SCHMÍDEL 


nos, que al punto de llegar él ó los navios á Espa- 
ña, mandaría otros 2 al Rio delta Plata, lo que 
también se consignó fielmente en su testamento y 
se cumplió. Así, pues, luego que los 2 navios arri- 
baron á Hispania y que lo supieron los del conse- 
jo de la Cesárea Majestad, sin demora y en nombre 
de Su Majestad hicieron aprestar y despacharon al 
Río delta Platta otros navios con gente, comida y 
rescates y lo demás que podría faltarles. 


CAPÍTULO XV 

ALONSO CABRERA LLEGA AL RÍO DE LA PLATA 

El capitán de estos 2 navios se llamaba Aluiso 
Qabrero (Alonso Cabrera), y se traía 200 Españoles 
y víveres como para 2 años; llegó á Bonas Ayers, á 
donde los otros 2 navios habían quedado, con los 
160 hombres, el año 1538 

Y cuando llegó el capitán Aluiso ® Cabrero á 
la isla de los Tyembús á verse con nuestro capitán 
Johan Eyollas se dispuso á despachar un navio 

(1) «Una nao é una caravela», dice Oviedo. Los hombres «eran hasta 140». 
Equivoca la fecha 1537 por 1538. Lib. XXIII, Cap. XII. 

(2) Mal hizo el editor de 1889 al alterar la fecha del MS. y de las dos edi- 
ciones alemanas primitivas. Cabrera llegó el ano 1538, pero partió para la 
Asunción el 1539, fecha en que quedaron los susodichos. Ver Ed. 1889, 
p. 36, en la Nota. Pero Hernández. Ap. B, § 7. 

(3) Alonso Cabrera, 

(4) Porque aun ignoraba que hubiese muerto. Llama la atención que 
Oviedo en el Cap. XII trata de Cabrera, en el Cap. XIII, de Ayolas, y en el 
Cap. XIV vuelve otra vez á Cabrera. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


161 


nuevamente á Hispienia, porque así era la volun- 
tad y mandamiento del Concejo de la Cesárea 
Majestad, que se le haga saber al dicho Concejo 
cómo eran los arreglos en aquella tierra y en qué 
«stado se hallaba. 

Después de todo Joann Eyollas, nuestro 
capitán general, hizo junta con Aluiso Gabrero y 
con Mart[no Thomingo Ayona (Domingo Mar- 
tínez de Irala) y otros de sus capitanes. También se 
resolvió que se pasase revista de la gente, y se halló 
que con los nuestros y los otros recién llegados de 
Hispanien, había 550 hombres ; se separó, pues, 
400 hombres para sí, y los restantes 150 los dejaron 
en los Tiembús, porque no alcanzaban los navios; 
á éstos les nombraron un capitán llamado Carollus 
Doberin ® para que los mande y gobierne éste 

(1) Esto que cuenta Schmídel es materialmente imposible: Juan de Ayolas, 
Alonso Cabrera y Domingo Martínez de Irala, jamás pudieron reunirse en 

jDarte alguna del Río de la Plata. Este párrafo confunde hechos del tiem- 
po de Mendoza con otros que corresponden á la entrada de Cabrera y su 
partida para la Asunción con Ruiz en 1539. Los únicos jefes que podían 
reunirse en aquel entonces, serían Francisco Ruiz, Alonso Cabrera y Juan de 
Salazar; porque Irala no se había movido del Paraguay. 

Schmídel calla el verdadero viaje de Ayolas, y el de Salazar en pos de 
aquél, como lo mismo el de Ruiz y Salazar al puerto de la Candelaria en San 
Fernando de los Payaguá para verse con Irala, y el regreso de Ruiz á Buenos 
Aires antes de Junio de 1538. Todo lo que sigue se relaciona con la entrada 
de Cabrera. Ruiz era quien mandaba interinamente en Buenos Ayres, y Ayo- 
las seguía perdido en el Chaco de los Payaguá, cerca del Pan de Azúcar, en 
los 21®20' río Paraguay arriba. 

(2) Se halló en la jura de Corpus Christi el 28 y 29 de Diciembre de 1538. 
Doc. Blas Caray, p. 23, Apénd. J., y en Buenos Aires el 20 de Abril de 1539. 
Madero, p. 133. Este hecho, al decir de Oviedo, se refiere á la subida de 
Ruiz con Salazar á la Asunción en 1537. De paso entró y se hizo jurar obe- 
diencia en Buena Esperanza y Corpas Christi de los Timbú, donde manda- 
ban García Benegas y don Carlos de Ugrie (Dubrin), dejados allí por 
-Alvarado, tenierite de D. Pedro. Lib. XXIII, Cap. XíII. Ver Ap. J. bis. 

(3) Guberniren. Ed. 1889, p. 36. 


11 



162 


ULRICH SCHMÍDEL 


en otro tiempo había sido paje de Su Cesárea Ma- 
jestad 


CAPÍTULO XVI 

PARTEN EN BUSCA DEL PARAGUAY Y LLEGAN. 

Á LOS CORONDAS 

Después de esto, pasado el acuerdo de los ca- 
pitanes, partimos con los 400 hombres en 8 peque- 
ños navios (ó) parchadines (bergantines) aguas 
arriba del Paranaw, en busca de otra agua corriente 
llamada Paraboe ( Paraguay ), adonde viven los 
Carlos que tienen trigo turco (maíz), y una raíz 
con el nombre de manteo chade ( mandioca ) y otras 
x 2 lzqs zovao padades [hdA. 2 á.a.s,) '^ y manteoch pro- 
pie y mandeoch mandepore. La raíz padades (ba- 
tatas ), se parece á la manzana y es del mismo 
sabor ; mandeoch propie sabe á castaña ; de man- 

(1) Como se ha visto, esto de Carlos Dubrin es un recuerdo de la primera 
subida de Ruiz á la Asunción, 1537. Vuelve en seguida á lo que corresponde 
á la entrada de Cabrera, 1539, pero siempre con el enredo de Ayolapor Ruiz. 

(2) El verdadero viaje de Ayolas se contiene en Oviedo, Lib. XXIII, 
Cap. X y XIII, en Villalta, §§ 25 á 35. Ap. A, en Herrera, Dec. V, Lib. X 
cap. XV. La relación de éste y capítulos siguientes corresponde á la entrada 
con Cabrera y Ruiz. La gente, según Villalta, (§ 45), eran 250. Oviedo dice 
que fueron 340 más ó menos, y 7 los bergantines que hicieron. Cap. XIV. 
En una palabra, los hechos son del tiempo de Cabrera, 1539, dos años des- 
pués de la muerte de Ayolas. 

(3) Los Guaraní del Paraguay. Ver Pról. Cap. XI, § 53. 

(4) Varias clases de mandioca. Ver Pról. Cap. VI, § 15. La nota á la edi 
ción de 1889 (p. 37) dice que la apropie» es la manihot Janipha^ la dulce, lla- 
mada en Guaraní poropí. Ld. pepita es la mandioca dulce y colorada. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


163 


deoch poere se hace vino, que beben los Indios. 
Estos Garios tienen pescado y carne, y unas ovejas 
muy grandes como las muías de esta tierra (Ale- 
mania); iten más tienen chanchos del monte, aves- 
truces y otras salvajinas; iten más gallinas y gansos 
en gran abundancia 

(3) Así, pues, partimos del puerto Bon Esperainso 
( Buena Esperanza) f"*) con los dichos 8 navios 
parckhadienes, y el primer día, á las 4 leguas de 
camino, llegamos á una nación con el nombre de 
Kar endos (Corondas). Ellos se mantienen de 
carne y pescado, son fuertes de 12.000 hombres, 
todos aptos para la pelea. Esta nación se parece á 
la anterior, es decir, á los Tiembú usan estrellitas 
en las narices, y son bien formados de cuerpo; iten 
las mujeres son horrorosas, viejas y mozas, con las 
caras arañadas y siempre ensangrentadas ; iten 
visten, como los Tiembú, un corto paño de algodón 
que las cubre del ombligo á las rodillas, como ya 


(1) En este caso, guanacos. 

(2) Aquí acaba el paréntesis. 

(3) Según parece, aquí empieza un itinerario abstracto, que se ajusta bien 

al que reproduce Oviedo en su Lib. XIII, Cap. XII, á propósito de la su 
bida de Cabrera con Ruiz. El puerto se llamaba Esperanza o.n 1537, 

cuando Ruiz subió con Salazar, pero ya se conocía como Corpas Christi en 
Abril ó Mayo de 1539, época en que Ruiz y Cabrera pasaron á la Asunción. 
D. Pedro de Mendoza nombra á los dos en los poderes que dejó á Ruiz. 
Ap. J. bis. 

(4) Así también lo llama Villalta, § 24, 

(5) Ennikalten quiere decir «se abstienen de»; pero el editor de 1889 
advierte que es un bavarismo por erhalten ernahren, «alimentarse». Ver 
Cap. XXIII. 

(6) Tiembú, Karendos, etc. Ver Pról. Cap. XI, § 37. 

(7) En cuanto á *arañadas’>^ será por el tatuage ; por lo que respecta á 
^ensangrentadas*^ solo sería con pintura. Ver atrás p. 158. Ñola 1. 



164 


ULRICH SCHMÍDEL 


se dijo antes. Estos Indios tienen gran copia de 
pieles de nutria ; iten muchas cannaon ( canoas ) 
ó esquifes. Ellos se compartieron con nosotros de 
su pobreza, como ser, carne, pescado [y pieles]; 
nosotros les dimos abalorios, rosarios, espejos, pei- 
nes, cuchillos [y anzuelos]; 2 días permanecimos 
con ellos, y nos dieron 2 Garios cautivos que 
eran de ellos: éstos deberían servirnos de baquea- 
nos y ayudarnos con la lengua. 


CAPÍTULO XVII 

LLEGAN Á LOS QULQAISES Y MACHKUERENDES 

De allí, seguimos nosotros adelante hasta llegar 
á otra nación, que se llaman Gulgeissen que al- 
canzan á ser unos 40.000 hombres de pelea, se 
mantienen de pescado y carne, también tienen 2 
estrellitas en las narices ; iten más se hallan á unas 
30 millas ( leguas ) de camino de los Carendes 
( Corondas ) ; hablan una sola lengua con los 
Tiembú y Carendes ; viven en una laguna que mi- 
de de largo 6 millas ( leguas) por cuatro de ancho 


(1) Se distingue entre Cavíos y las otras naciones. 

(2) Aquí se ve que los Gulgaises eran de la misma generación ó raza que 
los Timbó, y los Coronda., en usos, costumbres y lenguas, y de suponer es 
que en rasgos físicos también. Estas 3 naciones corresponden á la Raza 
Pampeana. Ver Pról. Cap. XI, § 43. De sospechar es que los tales Gulgai- 
ses sean los Quiloazas, cuya laguna y río son famosos en las relaciones de la 
conquista. Son los Indios de Cayastá, primer asiento de Santa Fe. 






VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


165 


del lado izquierdo del Parnau ; 4 días nos que- 
damos con ellos ; compartieron también con nos- 
otros de su pobreza, como igualmente nosotros de 
la nuestra con ellos. 

De allí seguimos adelante sin encontrar más In- 
dios por 18 días; después dimos con un agua que 
corre tierra adentro, y allí encontramos mucha gente 
llamada Machkuerendes Estos no tienen más 
comida que pescado y algo de carne ; son fuertes 
como de unos 18.000 hombres de pelea, tienen mu- 
chas canaen ( canoas ) ó esquifes ; nos recibieron 
bien á su modo haciéndonos parte de su miseria. 
Ellos viven del otro lado del Parnaw, esto es, á la 
derecha ; hablan otra lengua, se ponen 2 estrellitas 
en las narices. Altos y bien formados los hombres, 
las mujeres empero son horrorosas, como se dijo 
ya. Están á 64 meil (leguas) de los Gulgaises. 

Y cuando se cumplieron los 4 días de estar con 
ellos, hallamos estirada en la tierra una serpiente 
extremadamente grande, que medía 25 pies de 
largo y gruesa como un hombre, overa de negro y 
amarillo; y la matamos con un arcabuz. Y eso que 
la vieron los Indios se maravillaron de su tamaño, 

(1) Nosotros diríamos derecho, es decir, margen occidental. 

(2) Machkuerendes. Interprétense la derecha y la izquierda de un río coma 
se quiera, queda el hecho que Schmídel colocó á los Gulgaises de un lado y 
á los Machkuerendes del otro, y dadas las demás noticias, parece que éstos 
estaban del lado de Entre Ríos ó Corrientes, Lo probable es que sean los 
Mocoretá, cuyo nombre aún se conserva como el de un río entre las dos 
provincias. En razón de las narices horadadas, son Timba, como lo son tam- 
bién por sus rasgos físicos, etc.; por lo tanto, son Pampeanos — Ouaycurú— 
en su generación ó raza, y no Guaraní. Ver Pról. Cap. XI, § 44. Las dis- 
tancias son «de camino» que las aumenta por las vueltas y revueltas. 

(3) Ver nota anterior— serán unas 40 de distancia. 



165 


ULRICH SCHMÍDEL 


porque jamás habían visto otra igual. Esta serpien- 
te, según nos contaron, los tenía mal á los Indios; 
porque cuando se bañaban en el agua siempre 
solía estar oculta en el agua, envolvía á los Indios 
con la cola y zambulliendo con ellos se los tragaba; 
así que muchas veces Indios desaparecían sin que 
se supiese la suerte que habían corrido. Yo mismo 
medí esta serpiente con carne y todo, así que me 
doy cabal cuenta de como era de larga y gruesa. 
Esta serpiente después los Indios la despedazaron, 
la asaron, la hicieron hervir y se la comieron en sus 
casas. 


CAPÍTULO XVIII 

LLEGAN Á LOS ZECHENNAUS SALUAISCHCO 
Y MEPENES 

De allí navegamos el Paranaw arriba y después 
de 4 días de viaje llegamos á una nación que se 
llama Zechennaus Saluaíschco (Chaná-Salvajes) 
[son] gente petiza y gruesa, no tienen más de co- 
mer que pescado y miel. Esta gente, tanto hom- 
bres como mujeres, mozos como viejos, andan en 
cueros vivos, así como fueron lanzados al mundo. 


(1) Zechennaus ó Zennas Saluaischco~Ch 2 .ni. Salvajes. — Chana había 
de varias generaciones ó razas. Esta, por sus rasgos físicos, se diferencia ra- 
dicalmente de los Chana Tímbú, y más se parecen á los Guaraní. Ver Pról, 
Cap. XI, § 45. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


167 


de suerte que no visten ni un trapillo ni cosa alguna 
que Jes sirva para tapar las vergüenzas; están de 
guerra con los Machueradeiss y su carne es 
la de ciervos chanchos del monte, avestruces 
y conejos que parecen ratones, pero sin la cola. 

Esta nación está á 18 millas (leguas) de los Ma- 
chueradeis. Esta jornada la hicimos en 4 días. 
Permanecimos sólo una noche con ellos, porque 
ni para ellos tenían de comer; es una nación que 
se parece á los salteadores de caminos de nues- 
tro país. Viven ellos á unas 20 millas (leguas) del 
agua (el río), para evitar que los tomen de sorpresa 
sus enemigos. Pero en esta ocasión habían bajado 
al agua 5 días antes de llegar nosotros para pro- 
veerse de pescado y para pelear con los Machura- 
des; son fuertes de unos 2.000 hombres. 

De allí partimos y llegamos á una nación que se 
llaman Mapenuss (Mepenes) Estos son fuertes 
como de 100.000 hombres ®, viven en todas par- 
tes de aquella tierra, que se extiende por unas 40 
millas (leguas) á uno y otro viento, pero se los 
puede reunir á todos por tierra y agua en 2 días; 
tienen más canoas ó esquifes que cualquier otra 


(1) Ver Cap. anterior. 

(2) Ciervos (cervus paludosus) . El nombre general es «venados». 

(3) Conejos — aperladas — (Cavia leucopyga). 

(4) Villalta trata á los Indios en este viaje de ^Sartehadores.* § 25. 

(5) Mapenuss, una de las naciones más conocidas por las relaciones; figu- 
ran en casi todos los mapas de aquella época. Algunos quieren que sean 
Abipones, pero no está probado. No eran Ouaranis. Ocupaban las márge- 
nes del Paraná al sud de la boca del río Paraguay. Ver Pról. Cap. XI, § 49, 
y Mapa. 

(6) Las otras ediciones dicen 10.000. 



168 


ULRICH SCHAílDEL 


nación de las que hasta allí habíamos visto; en ca- 
da una de estas canoas ó esquifes cabían hasta 20 
personas 

Esta gente nos salió al encuentro por agua en 
son de guerra, con 500 canoas ó esquifes, pero sin 
sacarnos mayor ventaja. Ies matamos á muchos con 
nuestros arcabuces, porque hasta entonces no ha- 
bían visto arcabuces ni cristianos Mas cuando 
llegamos á sus casas no Ies pudimos sacar ventaja 
alguna, porque el lugar distaba una milla (legua) 
de camino del agua Paranaw, donde teníamos los 
navios, y sus pueblos estaban rodeados de agua 
muy profunda á todos vientos, así que no les pudi- 
mos hacer mal alguno, ni quitarles nada; y como 
hallamos 250 canoas, ó esquifes, las quemamos y 
destruimos. Tampoco nos pareció prudente apar- 
tarnos demasiado de nuestros navios, porque rece- 
lábamos que nos pudiesen atacar por el lado 
opuesto; así, pues, nos volvimos á los navios; por- 
que la guerra que ellos hacen es sólo por agua. 

Hasta estos Mapenus, desde la antedicha nación 
que acabamos de dejar (se cuentan) 95 millas (le- 
guas) de camino. 


(1) Person. 

(2) Indudablemente habían visto á Oaboto, que por allí pasó con su gente- 
y los nombra. 

(3) La distancia ésta es exageradísima; pero rebajando los caracoleos, por- 
que caminaban á toa y remo, se comprende la cifra alta del leguaje. Tal- 
vez ni 60 se deberían contar. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


163. 


CAPÍTULO XIX 

LLEGAN Á LOS KUEREMAQBEIS Y AGÁ 

Desde allí á los 8 días llegamos á un agua co- 
rriente llamada Paraboe (Paraguay); por ella nave- 
gamos aguas arriba. Allí encontramos muchísima 
gente, (que se llaman) Kueremagbeis, que no 
tienen más de comer que pescado y carne y pan 
de San Juan ó cuerno de cabra (algarrobo), de lo 
que hacen vino; esta gente nos trató muy bien y 
nos proporcionó cuanto nos faltaba. Son altos y 
corpulentos, así hombres como mujeres. Estos hom- 
bres se horadan las narices y en la aberturita me- 
ten una pluma de papagayo; las mujeres se pintan 
la parte inferior de la cara con unas rayas largas de 
azul, que les duran por toda la vida y se tapan 
las vergüenzas con un pañito de algodón desde el 
ombligo hasta las rodillas. Hay desde los dichos 
Mapenniss hasta estos Kurgmaibeis 40 millas (le- 
guas) de camino; paramos 3 días con ellos. 

De allí llegamos á una nación llamada Aigeiss 
(Agazes) tienen pescado y carne; iten son altos 

(1) Los Conamaguas de Irala, Carta de 1541, Apénd. C, y Cinamecaes de 
VUlalta, §31. Los usos y costumbres son de los Tobas y sus congéneres. 
Ver Pról. Cap. XI, § 50. 

(2) Rasgos éstos muy de los Guaicurú, Abipones ó Tobas. 

(3) Aigeiss— Lo% Agaces, algunos quieren que sean nación de los Paya- 
guá, y por sus rasgos físicos, usos y costumbres pueden serlo. En tal caso- 
serían Pampeanos Guaycurú-Payaguá. 



170 


ULRICH SCHMÍDEL 


y bien formados, uno y otro sexo; las mujeres son 
lindas, se pintan y se tapan las vergüenzas. 

Eso que llegamos adonde ellos estaban, se pre- 
sentaron de guerra dispuestos á pelearnos; y con 
esto creían no dejarnos pasar adelante; cuando 
esto vimos y que no había más remedio, nos enco- 
mendamos á Dios, el Todopoderoso, y nos prepa- 
ramos en orden de batalla por agua y por tierra, 
los peleamos y acabamos á muchísimos de los 
Algas, y ellos nos mataron 15 hombres. Dios los 
favorezca á todos. Estos Aeiges son buenos gue- 
rreros, los mejores que hay, si es por agua, pero 
por tierra no lo son tanto. 

Con tiempo habian hecho huir á sus mujeres é 
hijos, del mismo modo habían ocultado la comi- 
da y cuanto tenían, así que no les pudimos quitar 
ni aprovechar nada. Mas cómo les fué al fin es lo 
que á su tiempo se dirá. 

Su pueblo está cerca de un agua corriente (río) 
que se llama Jepedy (Ipiti), se halla en la otra 
banda del Paraboe, nace de la sierra del Perú, de 
una ciudad llamada Duchkameyen (Tucumán) 

A los Aeiges de los dichos Kuremagbeis son 35 
milla (leguas) de camino. 


(1) Para Schmídel «río» es fliesenten Wasser, p. 43. 

(2) El Bermejo. 

(3) 7"M£‘M/7za«— Schmídel salió del Paraguay en 1554, y el Barco de Tucu 
■man se fundó por Juan Núñez de Prado en 1550; á parte de esto escribió 
•cuando ya en Europa se conocían estas conquistas. El Bermejo nace en la 
antigua provincia de Tucumán. Ver Prol. Cap. X, §§ 25-30. 




Ca-MOí 




VIAJE AL Rio DE LA PLATA 


171 


CAPÍTULO XX 

LOS PUEBLOS CARÍOS 

Después de esto tuvimos que dejar á estos Aygass 
y llegamos á una otra nación, llamada Caries (Ca- 
rlos) están á 50 millas (leguas) de camino de los 
Aygas; allí Dios, él que todo lo puede, nos dió su 
santa bendición, porque estos Carias tenían trigo 
turco ó meys (maíz) y manndeochade (mandioca) 
padades (batatas), manndeos perroy, mandeporre, 
manduris (manduvis) vachgekhue también 
pescado y carne, ciervos (=) y chanchos del monte, 
avestruces, ovejas de la tierra (guanacos), coneji- 
llos, gallinas y gansos; también tienen miel, de la 
que se hace vino, en mucha abundancia, iten hay 
muchísimo algodón en la tierra. 

La tierra de estos Caríos es de mucha extensión, 
casi 300 millas (leguas) de ancho y largo son 
hombres petizos y gruesos y más capaces de ser- 


(1) Carlos, los Guaraní del Paraguay, Villalta, § 31. Apénd, A. Prol. 
Cap. XI, § 53. 

(2) Mandioca. Ver. Prol. Cap. VI, §§ 11 15. 

(3) Manduvi— Ver Prol. id. § 17. 

(4) Vachgekhue— Bocaja-palmera acrocomía. Nota Ed. 1889, p. 43. 

(5) Ciervos— los venados de los demás autores. 

(6) Estas uotidas de Schmidel parece que resuelven las dudas que aun le 
quedaban á de Candolle (Alfonso) sobre si eran ó no plantas indígenas de 
América la mandioca y el maní. Ver Prol. Cap. VI, § 11 . 

(7) 300 leguas — pero con interrupciones, como se hará notar después. 



172 


ULRICH SCHMiDEL 


vir á otros. Iten los varones tienen en el labio un 
agujero pequeño en el que meten un cristal ama- 
rillo, que en lengua de ellos se llama parabol 
(barbote), de dos jemes de largo y grueso como el 
canuto de una pluma. Esta gente, hombres y mu- 
jeres, andan en cueros vivos, tal como Dios los 
echó al mundo. Entre estos Indios el padre vende 
á la hija, iten el marido á la mujer, si esta no le 
gusta, también el hermano vende ó permuta á la 
hermana; una mujer cuesta una camisa, ó un cu- 
chillo de cortar pan, ó un anzuelo ó cualquier otra 
baratija por el estilo. 

Estos Carlos también comen carne humana, 
cuando se ofrece, es decir, cuando pelean y toman 
algún enemigo, sea hombre ó mujer, y como se 
ceban los chanchos en Alemania, así ceban ellos á 
los prisioneros; pero si la mujer es algo linda y 
joven, la conservan por un año ó más, y si durante 
ese tiempo no alcanza á llenarles el gusto la matan 
y se la comen, y con ella hacen fiesta solemne, ó 
como si fuese para una boda; mas si la persona 
es vieja la hacen trabajar en la labranza hasta que 
se muere. 

Esta gente es la más caminadora de cuantas na- 
ciones hay en el Río delle Plato.', son grandes 
guerreros por tierra. Sus pueblos ó ciudades están 
en las alturas del agua (río) Paraboe 

(1) El famoso tembetá de resina. Parabol por Barabot. 

(2) Garios caminadores — Con razón decía Schmídel esto, porque los halla 
ba en muchas partes; en las islas del Delta del Plata, en el Paraguay, en el 
alto Paraguay, en el alto Perú, en el Brasil, pero con otras generaciones de- 
por medio. 

(3) Esta descripción es general de los Garios, como lo es también lo que 
sigue. 






VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


173 


CAPÍTULO XXI 

DESCRIBE LA CIUDAD DE LAMBARÉ Y SU CAPTURA 

Y este pueblo antes se llamó, en lengua de In- 
dios, Lamberé (tambaré) la ciudad de ellos está 
rodeada con 2 pallersaide (palizadas) de madera, 
cada poste del grueso de un hombre; y la una pa- 
llersaide está á 12 pasos de la otra; los postes es- 
tán enterrados ó clavados en hondura de 6 pies, y 
se levantan del suelo lo que puede alcanzar un 
hombre con la punta de su tizona 

líen habían cavado unos fosos también á dis- 
tancia de 15 pies del muro de esta su ciudad habían 
dejado unos hoyos en que podían pararse 3 hom- 
bres, adentro habían clavado (como para que no 
sobresaliesen) estacones de palo duro y puntiagu- 
dos como aguja; y habían tapado estos hoyos con 
paja y ramas cubiertas de tierra y pasto, á fin de 
que cuando nosotros los Cristianos persiguiése- 
mos á los Caríos ó atacásemos su ciudad, cayése- 
mos en estos hoyos; pero fueron tantos los hoyos 
cavados, que al fin los mismos Indios se caían en 
ellos. 

(1) Este es otro de los tantos paréntesis intercalados. 

(2) *Lambaré» no es guarani. Sin duda es un fósil recuerdo de otra ge- 
neración de Indios. 

(3) Rapir. Ed. 1889, p. 44. 

(4) Schanzgreben. Ibid. 



174 


ULRICH SCHMÍDEL 


Como por ejemplo cuando nuestro capitán 
general Ey ollas ® puso en orden á toda nues- 
tra gente menos 60 hombres que dejó de guardia 
en los par (k) adiennes (bergantines), y con ella 
llevó el ataque contra Lambore la ciudad de 
ellos, y nos divisaron estando nosotros como á un 
tiro largo de arcabuz de distancia, siendo ellos 
unos 40.000 bien armados con arcos y fleschen 
(flechas), y nos mandaron decir que nos retiráse- 
mos á los parekhadienes y nos volviésemos; por- 
que así nos proveerían de comida y de lo demás 
que nos hacía falta, y que con esto nos fuésemos 
en sana paz, que de no se convertirían en enemi- 
gos nuestros; mas esto de ningún modo convenía 
á nuestro capitán general ni á nosotros; porque la 
tierra y su gente nos parecía bastante bien con su 
abundancia de comida; y sabido era que en los úl- 
timos 4 años no habíamos probado ni visto si- 
quiera bocado de pan, y sólo con pescado y carne 
nos habíamos alimentado. 

Entonces empuñaron los Garios sus arcos y sus 
rodelas, con ellos en las manos nos recibieron y 
ésta fué la bienvenida que nos dieron. Ni aun así 
quisimos nosotros hacerles mal, y les rogamos por 


(1) Un cuento al caso y nada más, introducido con las palabras *Nemlich 
als> (Ibid. p. 45). 

(2) ^o//a5— cosa imposible, porque estaba ya perdido en e! Chaco 
desde 1537. Sería Irala ó Riiiz, y el año, 1539. 

(3) La Asunción era una casa fuerte sobre el mismo puerto; Lambaré sería 
la población Guaraní inmediata. 

(4) Estos 4 años excluyen toda idea de que se trata de la entrada de Ayolas 
y año 1536 y 7; mientras que en el supuesto de referirse á la expedición con 
Alonso Cabrera se ajustan bien á las escaseces de los años 36, 37, 38 y 39. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


175 


tercera vez que se mantuviesen de paz [porque de- 
seábamos ser sus amigos]; mas ellos no quisieron 
hacer caso, porque no habían experim’entado lo 
que eran las rodelas y los arcabuces nuestros. Y 
cuando ya nos pusimos cerca de ellos les hicimos 
un descarga con nuestras bocas de fuego; eso que 
la oyeron y vieron que su gente caía al suelo, y, 
que no asomaban ni jara ni flecha alguna y sólo sí 
un agujero en el cuerpo, se llenaron de espanto, 
les entró miedo y al punto huyeron en pelotón y 
se caían unos sobre otros como perros; y tanto fué 
el apuro de meterse en su pueblo que como unos 
200 Garios cayeron ellos mismos en sus ya dichos 
hoyos durante el descalabro 

Después de esto nosotros los Cristianos nos 
acercamos al pueblo de ellos y lo atacamos, mas 
ellos se defendieron lo mejor que pudieron, hasta el 
tercer día. Como ya no podían resistir más y temían 
por las mujeres é hijos, que también tenían con- 
sigo en la ciudad, nos pidieron misericordia pro- 
metiendo complacernos en todo con tal que les 
perdonásemos las vidas. También le trajeron á 
nuestro capitán Jann Eyollass 6 mujeres, de las 
que la mayor tendría unos 18 años; iten le presen- 
taron también 8 venados, ciervos y otras salva- 
jinas más. De ahí se empeñaron con nosotros para 


(1) La Información de Gonzalo de Mendoza (p. 208) dice que estaba la 
tierra levantada cuando entró Cabrera. Ap. C. Ayolas fué bien recibido y 
pasó de largo. Villalta, § 32. 

(2) Error por Irala {Eyolla) ó Ruiz. Véase el Prólogo Cap. XVII. A Irala 
conviene mejor aquello de las «chinitas», porque era aficionado. 

(3) Presenntireten — le regalaron. Ver Pról. — Españolismos, Cap, XII, § 7?. 



176 


ULRICH SCHMÍDEL 


que nos quedásemos con ellos, y le regalaron á 
cada soldado 2 mujeres, para que nos sirvan en el 
lavado y cocina. También nos dieron comida y de 
cuanto nos hacía falta. Así de esta manera se hizo 
la paz entre nosotros. 


CAPÍTULO XXll 

LA ASUNCIÓN FUNDADA. — GUERRA DE LOS AOÁ 

Después de esto se vieron obligados los Ga- 
rios á levantarnos una gran casa de piedra, tierra y 
madera, para que si con el andar del tiempo llegase 
á acontecer que se levantasen contra los Cristianos, 
tuviesen estos un amparo y pudiesen defenderse. 
Tomamos este pueblo de los Garios el día de Nos- 
ira Singnora de Sunsión [ganado el año 1536] y 
se llama todavía Nostra Singnora de Sunsión esta 
su ciudad; en esta escaramuza cayeron de los nues- 
tros 16 hombres; y quedamos allí 2 meses largos. 
A estos Garios desde los Aygaysen (Agaces) hay 

(1) Encierra otro paréntesis: Nach dem etc. — Tiempo después. 

(2) 1536. Siguiendo nuestra regla sería 1537, y 15 de Agosto. Las 2 edi- 
ciones primeras dan la fecha 1539. Villalta cuenta como Mendoza despachó á 
Juan de Salazar en pos de Ayolas, y como Salazar fundó la «Casa fuerte* en 
el Paraguay y todo con fecha de 1537. §§ 36 y 37. Ver Prol. Cap. XVII, § 85. 
Domínguez puso en limpio esta fecha. Probable es que el nombre se derive 
del 15 de Agosto de 1537, y que en ese día Juan de Salazar haya tomado 
posesión del puerto. El nombre ya era corriente á fines de 1538. Ver Jura. 
Apén. J; asi que no pudo deberse á la época de Cabrera, y no le cabe otro 
origen que el de N.®' S.® de Agosto del año 1537, como lo ha probado el 
Dr. Domínguez. Ver Prol. Cap. XVII, § 149. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


177 


30 millas (leguas) y desde la isla Bon Esperain- 
so, esto es, Gueíe Hofnung (Buena Esperanza) 
donde viven los Tiembus, cerca de 335 millas (le- 
guas) de camino 

Así celebramos un contrato con los Garios, por 
el que se obligaban y prometían acompañarnos á 
la guerra y auxiliarnos con 8.000 hombres contra 
los antedichos Aygaissen (Agaces) 

Después que nuestro capitán general hubo arre- 
glado todo esto, sacó él 300 Españoles con más 
los Garios estos y navegó aguas abajo, y después 
por tierra las 30 millas (leguas), hasta donde los 
dichos Aigais vivían, de quienes y de cómo nos 
trataron se dijo ya en el Gap. XIX. Los encontra- 
mos en el mismo lugar en que los dejamos, y los 
sorprendimos, sin que nos sintiesen, en sus casas, 
porque aun dormían, entre las 3 y 4 de la mañana; 
porque los Garios los habían descubierto ó espia- 
do; allí matamos chicos y grandes dando muerte á 
todos; porque es costumbre de los Garios, cuando 
guerrean y salen ganando, que matan á todos, y no 
se compadecen de nadie. 

Después de esto tomamos nosotros 500 canna- 
non (canoas) ó esquifes y quemamos todos los 
pueblos que pudimos hallar é hicimos mucho daño. 
A los 4 meses vinieron algunos de los Aygaissen, 


(1) Más atrás, cap. 20, cuenta 50 leguas. Sin duda esta vez se calculó por «al 
tura». Aquí se ve que Buena Esperanza estaba en la isla y no en tierra firme. 

( 2 ) Por las vueltas y revueltas del Río. 

(3) Aquí concluye el paréntesis. Ver atrás, p. 176. 

(4) Villalta calla esta expedición, Pero Hernández la precisa y con Irala 
de caudillo y año 1539. Ap. B, §§ 9 y 10. 


12 



178 


ULRICH SCHMiDEL 


que no habían tomado parte en la tal escaramuza, 
por no haberse hallado en sus casas y pidieron 
perdón. Este se lo tuvo que conceder nuestro capi- 
tán general según orden de la Cesárea Majestad, 
que se había de perdonar á los Indios hasta la ter- 
cera vez; pero había de ser así que si alguno se 
alzase por tercera vez, debería quedar preso [ó de 
esclavo] por toda su vida. 


CAPÍTULO XXlll 

LOS PAYAQUÁ. VIAJE DE DESCUBRIMIENTO 

Después de esto permanecimos nosotros 6 me- 
ses más en esta ciudad Nostra Singnora de Sun- 
sión, en Alemán — Unnser Trauen Himelfart (El 
Tránsito de N. S.), y descansamos esa temporada. 
Por ese tiempo hizo nuestro capitán Jann Eyollas 
que estos Caños le contasen de una nación lla- 
mados P/e/zóc/s (Payaguá); contestaron ellos, que 
de esta ciudad Sunsión hasta los Pienbas había 
100 millas (leguas) de camino aguas arriba del 
Paraboe (Paraguay). Otra vez hizo preguntarles 
nuestro capitán á los Caños, si también ellos, los 


(1) Villalta cuenta la entrada esta á los Payaguá y los coloca á 100 leguas 
de la Asunción, como Schmídel. §§ 33 á 35. 

(2) Error por Marthin Eyolla (Irala), Aun se dudaba de la muerte de Ajeó- 
las. Muchos olvidos y confusiones pueden atribuirse á la costumbre de lla- 
mar á Irala ^capitán Vergara*. 

(3) 100 leguas de camino, pero sólo 3° 40’ por altura. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


179 


Pienbass (Payaguá) tenían comida, y qué era lo 
que no Ies gustaba iten, la clase de gente que 
era y cuáles sus defectos; así contestaron ellos, los 
Piembas no tienen más comida que pescado y 
carne, iten cuerno de cabra, ó algarabo (algarro- 
ba) ó pan de San Juan; de estos cuernos de cabra 
(vainas de algarroba) hacen ellos miel que comen 
con el pescado; también de esto hacen vino, y es 
dulce como la hidromel en Alemania. 

Y luego que nuestro capitán Jann Eyolias supo 
todo esto de los Garios Ies mandó ® que cargasen 
5 navios con comida de trigo turco (maíz) y de lo 
demás que había en el país, lo^que se había de 
hacer plazo de 2 meses, porque en este tiempo 
también él y los suyos se prepararían para el viaje, 
y visitarían en primer lugar una nación llamada 
Charchareis (¿Jarayes?) la primera después de 
los Pambas (Payaguá) 

Entonces se obligaron los Garios á prestarse 
siempre y ser obedientes y á cumplir en todo lo 
que el capitán mandase. Así consiguió también 
nuestro capitán de los marineros que acabasen de 
aprestar los navios para realizar este viaje 

Guando todo aquello quedó arreglado y lis- 


(1) Von wohe sie sich ennthilten—áe. qué hacían su ayuno— el mismo idio- 
tismo bávaro de los capítulos. Ver Cap. XVI. 

(2) Martínez de Irala, el *Eyolla> del autor; Juan de Ayolas no podía ser. 
Manndirt, 

(3) Caracará, según Angelis, Indios de raza Guaraní según Maríius. Beit. I 
S. 186. 

(4) No tan la primera. 

(5) Información de Gonzalo de Mendoza. Ed. citada, p. 208, preg. 21; y 
las Respuestas á la misma. Apénd. C. 



180 


ULRICH SCHMiDEL 


to, y cargado el bastimento en los navios, hizo 
nuestro capitán que se reuniese toda la gente 
y de los 400 hombres separó 300 bien arma- 
dos, y á los too los dejó en la antedicha ciudad 
Vordelesso (Fortaleza) esto es, Nostra Singno- 
ra de Sunssión, donde en aquel tiempo vivian los 
susodichos Garios. 

De ahi navegamos aguas arriba y encontramos á 
cada 5 millas (leguas) de camino un pueblo de los 
dichos Garios, asentados sobre el agua (rio) Pero- 
boe; [estos] nos trajeron á los Gristianos lo necesa- 
rio y comida de pescado y carne, gallinas, gansos, 
ovejas de los Indios [y] avestruces. Mas cuando 
al fin llegamos al pueblo de los Garios que se llama 
Weybingon (Guayviaño) ® que cae á 80 millas (le- 
guas) de la ciudad Nostra Singnora de Sunsión, 
alli tomamos nosotros de estos Garios comida y 
todo lo demás que nos hacia falta y de ellos pudi- 
mos conseguir. 


(1) Stat Vordelesso, plaza fuerte. — Se ve aquí que aun en 153Q los Indios 
Garios compartían el lugar con los Españoles. 

(2) Ovejas de los Indios— guanacos. 

(3) Germanización del nombre Guayviaño como lo escribe 
Herrera, Dec. VII, Lib. VI, Cap. XIV, p. 125, á propósito de la entrada de 
Alvar Núñez, y dice así: «Puerto de Guaybiaño, que es adonde acaba la Na- 
ción de los Indios Guaraníes*. Es probable que sea el mismo que en otras 
partes Schmídel llama Frontera. 



VIAJE AL RIO DE LA PLATA 


181 


CAPÍTULO XXIV 

CERRO DE SAN FERNANDO Y VIAJE A LOS PAYAOUÁ 

De allí llegamos á un cerro llamado 5. Ferdi- 
nannt que se parece al Pn^^«/?g/-^(Bogenberg); 
allí encontramos á los susodichos Pienbas; á estos 
de Weibingen (Guayviaño) hay 12 millas (leguas) 
de camino; y nos salieron á recibir de paz, pero 
con mala intención, como lo sabréis más tarde. 
Nos llevaron á sus casas y nos dieron de comer 
pescado y carne y cuernos de cabra, ó pan de San 
Juan (algarroba). Así permanecimos nosotros 9 
días con estos Pienbass. 

Después de lo cual nuestro capitán hizo pre- 
guntar al principal de ellos lo que sabía de una na- 
ción que se llama Carchkareisso dijo él, que no 
sabía nada de cierto de la tal nación, no siendo lo 
que por casualidad habían oído; que debían hallarse 
ó vivir lejos de allí tierra adentro, y que debían tam- 

(1) Cerro de San Fernando, ó sea el Puerto de la Candelaria, en «21 grados 
menos un tercio» según Alvar Núñez, Com., pero en realidad en 21® 40' se- 
gún Boggiani. — Cartas inéditas. Azara en su mapa coloca el Pan de Azúcar 
precisamente en los 21® 30’; lo de Pan de Azúcar condice con la descripción 
de Schmídel que se parecía al Bogenberg en Baviera. Esto lo hizo notar 
Boggiani, quien tiene varios cuadros pintados de este curioso cerro. Véase 
Mapa de Azara— Pan de Azúcar, y Pról. Cap. VII, § 19. La altura sería 
21® 20’— esto es— un tercio de grado antes de 21® subiendo. 

(2) Capitán. — No lo nombra. No podía ser otro que Irala. Todo esto se 
reftere al viaje de 1539, pero enredado con reminiscencias del de 1537. 

(3) Carchkareisso, — Carácará en ciertas combinaciones se refiere á la gen- 
te del Perú. Ver González Holguín in voce. 



182 


ULRICH SCHMÍDEL 


bién tener mucho oro y plata; pero ellos, los Pien- 
bas, no habían visto nada. También nos contaron 
que los Karkeis eran gente entendida, como nos- 
otros los Cristianos, y que tenían mucho de comer, 
trigo turco (maíz), mandeoch (mandioca), manduiss 
(maní), padades (batatas), wackekhue mandeoch 
proprie, mandepore ® y otras raíces más, carne de 
las ovejas de los Indios antas, esta una bestia 
como un burro, pero que tiene patas como una 
vaca, y el cuero grueso y obscuro; ítem venados, 
conejillos, gansos y gallinas en gran cantidad. Pero 
ni uno solo de los Piembas lo había visto personal- 
mente, y sólo lo sabía de oídas; mas nosotros expe- 
rimentamos como era la cosa. 

Después de esto nuestro capitán general w pidió 
algunos Pyenbas, para que fuesen con él tierra 
adentro; se prestaron de buen grado, y al punto 
el principal Pyenbas separó 300 Indios para que lo 
acompañasen y cargasen la mantención, y lo de- 
más que les hacía falta, y mandó nuestro capitán 
que se aprestase la gente esta, porque él partiría 
dentro de 4 días; en seguida hizo que de los 5 na- 
vios los 3 zarpasen y en los 2 metió él 50 ® hom- 
bres de nosotros los Cristianos, desde que nosotros 
deberíamos permanecer allí por 4 meses durante su 

(1) Wackekhue, etc. Ver Pról. Cap. VI, 18. 

(2) Varías clases de mandioca. Ver Pról. Cap. VI, §§ 11 á 18. 

(3) Llamas, alpacas, guanacos, vicuñas. 

(4) Es decir Irala (1539). Todo lo que precede y esto se refiere á la entra- 
da de Irala con Cabrera á socorrer á Ayolas. 

(5) Zerprechen, dice el texto alemán. 

(6) 50. Vülalta dice 30, § 35 y 130 los que llevó Ayolas, § 34; pero él des- 
cribe la entrada de Ayolas 1537 y Schmídel la del ano 1539. 





VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


183 


ausencia, y si llegase el caso que el capitán no se 
volviese á juntar con nosotros dentro del plazo es- 
tipulado, deberíamos nosotros regresar con estos 2 
navios á la ciudad Nostra Singnora de Sunsión. 
Aconteció, pues, que aunque nosotros permaneci- 
mos con los Payenbas durante 6 meses no supimos 
nada de nuestro capitán Jan Eyollas; ya no tenía- 
mos cosa que comer, así que nos vimos obligados 
á viajar con este nuestro dicho capitán Marthin 
Thomingo Ayolla de vuelta á la ciudad Signara 
(Asunción), según lo mandado por nuestro capitán 
general 


CAPÍTULO XXV 

AYOLAS VIAJA POR TIERRA DE LOS PAYAQUÁ 
Y NAPERÚ 

Y primero ® después que partió délos Pyembas, 
llegó él á una nación llamada Naperus que son 
amigos de los Pyembas y no tienen más que pes- 
cado y carne; es una nación de mucha gente. De 
estos Naperus también nuestro capitán general se 
separó algunos que le sirviesen de baqueanos; pa- 


(1) Parece como si Schmídel hablase en general, y que el ^nosotros» no 
dijese más que «nuestra gente». No consta que él haya subido con Ayolas, y 
por eso ha confundido tanto toda su relación. 

(2) Aquí realmente cuenta Schmídel algo que corresponde á la entrada de 
Ayolas. 

(3) Naperus.— TsX vez los Lengua-Machicuy de hoy. Prol. Cap. XI, § 55. 



184 


ULRICH SCHMiDEL 


saron en seguida por muchas naciones con grandes 
penas y trabajo, y se Ies hizo gran resistencia; tam- 
bién murieron de hambre en este viaje la mitad del 
número de los Cristianos; y en eso llegó á una 
nación llamada Payssenos (Payzunosl t’’; de allí no 
pudo pasar más adelante, sino que se vió obligado 
á retroceder con la gente, menos tres españoles, que 
por estar enfermos tuvo que dejar atrás entre los 
Paysennos. Así él, nuestro capitán Jann Eyollas 
salverende (sano y salvo) en cuanto á su persona, 
es decir gesunndt, regresó con la gente á los Na- 
perus; allí quedaron y descansaron hasta el tercer 
día, porque la gente estaba muy cansada y enferma, 
y ya no les quedaba más munición. 

Estando las cosas así convinieron los Naperrus 
con los Payenbas y se obligaron entre sí que al 
capitán Jann Eyollas y á los suyos les darían muer- 
te ó los acabarían, como que así más tarde también 
lo cumplieron. Y eso que Jann Eyollas, el capitán, 
con los Cristianos, marchaban de los Naperrus á 
los Pyembas, á medio camino como estaban y al 
descuido fueron sorprendidos por los Naperrus y 
Pyembas con gran fuerza en un espeso bosque; 
porque los Naperrus y Pyennbas, según su conve- 
nio de sorprender[los] en la selva por donde tenían 
que pasar [los] Cristianos, embistieron sin piedad 
al capitán y [á los] Cristianos, como si fuesen pe- 
rros rabiosos, y acabaron de matar y destruir á los 
debilitados Cristianos junto con el capitán Jann 


(1) Payssenos .~ el Cap.,XLVI. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


185 


Eyollas de suerte que ni uno de ellos escapó. 
Dios se apiade de ellos y de todos nosotros y nos 
tenga misericordia. 


CAPÍTULO XXVI 

SE SABE DE LA MUERTE DE AYOLAS. — ELIGEN 
k IRALA 

® Ahora [pues] nosotros los 50 hombres, eso que 
fuimos al asiento Nostra Singnora de Sunsión y 
allí esperábamos á Jann Eyollas, el capitán, y á 
nuestros soldados, supimos como les había ido por 
un Indio, que era esclavo del finado Jann Eyollas 
y que él había traído de los Payse[n]os; este gra- 
cias á su lengua había escapado, nos contó todo de 
principio á fin como había sucedido; sin embargo no 
nos fué posible creerle. Y durante el año ® que per- 

(1) En todo esto se narra la tragedia de Juan Ayolas y su gente como la 
contó el Indio Chañé. Es un episodio intercalado, y no depende de lo que 
precede, porque esto se refiere á la entrada de Irala y Cabrera á socorrer á 
Juan de Ayolas en 1539, como lo cuenta Villalta en los § 47 y 48. Si Schmídel 
acompañó á Ayola tuvo que estar de vuelta en Buenos Ayres con Ruiz en 
Mayo de 1538; pero más bien se debe suponer que contaba de oídas. 

(2) En este Capítulo XXVI sigue Schmídel la enredada relación de lo que 
corresponde al ano 1539 en que supieron definitivamente la suerte que 
corriera el desgraciado Ayolas. Parece increíble que durante 2 años no se 
pudiese establecer la verdad de los hechos; pero, valia la pena de que se per- 
maneciese en duda: en ello le iba el mando á uno ó más de los magníficos. 
Aquí se refiere al Indio Chañé, pero la relación de éste se había anticipado 
en el capítulo anterior. 

(3) Este «año» sólo se refiere al largo tiempo que duró la incertidumbre 
acerca del fin que tuvieron Ayolas y su comitiva; y el plural de primera per- 
sona es simplemente general, porque se trata de los «nuestros Cristianos». 



186 


ULRICH SCHMÍDEL 


maneamos en la dicha ciudad Nostra Singnora, 
y sin poder conseguir la menor noticia ni voz algu- 
na de como les había ido á nuestra gente, sólo los 
Garios le anunciaban á nuestro capitán Domenigo 
Eyolla ser voz general que nuestros Cristianos te- 
nían que haber perecido todos á manos de los 
Peyenbass, como se decia. Pero nosotros no que- 
ríamos creer que fuese cierto mientras no lo oyése- 
mos declarar á un Payenbas que la tal cosa era así. 
A los 2 meses de este tiempo llegaron allí los Ga- 
rios y le trajeron á nuestro capitán Marthin Dome- 
nigo Eyolla (hala) 2 Payenbas, que habían tomado 
prisioneros; cuando nuestro capitán los vio les 
preguntó si ellos habían tenido parte en la muerte 
de los Cristianos; aquí mintieron mucho y dijeron 
que él, nuestro capitán general, y su gente aun no 
habían llegado de tierra adentro. En seguida el 
capitán consiguió del justicia y del maestre de cam- 
po que se interrogase á los Payenbas con apremio, 
porque así se averiguase la verdad; y se les dió 
tormento á tal punto que declararon y confesa- 
ron ser verdad que ellos habían muerto á los Cris- 
tianos con su capitán. Después de esto nuestro 
capitán Marthin Eyolla hizo condenar á los dos 
Bayenbas y atarlos á un palo con una gran hogue- 
ra á la vuelta para quemarlos 

(1) Tormendt.—TQxio alemán. 

(2) Villalta, § 48, confirma esto de la declaración de los Payaguá, pero omi- 
te dar cuenta del castigo espantoso de los pobres Indios, que serian ó no los 
verdaderos culpables; porque el tormento saca verdades á gusto del que in- 
terroga. Villalta escribía para quejarse de Irala, y no para dar cuenta del fin 
y muerte de pobres Indios, que trataban de deshacerse de sus molestos hués- 
pedes. 



VIAJE AL Río DE LA PLATA 


187 


Mientras esto nos pareció bien á los Cristianos 
todos tomarlo á Marthin Domenigo Eyolla (Irala) 
para capitán general nuestro, por lo mismo que se 
había portado tan bien con los soldados, hasta tanto 
que la Cesárea Majestad otra cosa proveyese. 


CAPÍTULO XXVII 

BAJADA DE IRALA Á BUENOS AYRES EN 1541. 

TRAGEDIA DE CORPUS CHRISTI 

Así pues mandó él, Marthin Eyolla (Irala), y 
ordenó que se preparasen 4 navios de los parckha- 
dienes (bergantines) y tomó de los [soldados 150 
hombres], á los demás los dejó él en la dicha 
ciudad Nostra Singnora de Sunsión y nos dió á 
entender que quería reunir en la dicha ciudad. 
Nuestra Singnora de Sunsión, á la demás gente 
que había dejado en los Tiembus de qué se tra- 
tó ya en la p. 12 w, ítem 160 Españoles, que ha- 
bían quedado en Bonas Ayers en los 2 navios, de 
los que se dijo ya en la p. 10. 

En seguida partió Marthin Domenigo Eyolla 

(1) «Mientras esto*— Aí/í rfer ZeíY.— Otra noticia fuera de lugar, porque 
la elección y nombramiento de Irala (Capitán Vergara) precedió á la captu- 
ra de los Payaguá.— Villalta, § 46 y 47, 

(2) Irala salió de la Asunción en Marzo de 1541. Pero Hernández. Ed. cit. 
p. 166. Ap. B. § 15. 

(3) Los Timbú, es decir, Buena Esperanza ó Corpus Chrisfi. Ver Caps. 
XII y XV. Eran Ruiz y otros quienes los dejaron. 

(4) Foliatura dada por la edición de 1859^ que no es la del MS. 



188 


ULRICH SCHMÍDEL 


(Irala) con los 4 navios parckhadines aguas abajo 
del Paraboe y Paraneu Y antes de esto/^^ cuan- 
do él aun no había llegado á los Tienbus, se resolvió 
por los Cristianos, que allí nos esperaban, á saber, 
un capitán, que se llamaba Francisco Riss (Ruiz), 
y también Jann Pabón, un sacerdote, y un secreta- 
rio, que se llamaba Jann Eronandus (Hernández), 
como gobernadores sustitutos de los Cristianos, 
que se había de dar muerte al Indio Principal de los 
Tiembus, y á ciertos otros Indios con él como 
que ellos así ejecutaron tamaño crimen, y los Indios, 
que por tan largo tiempo los habían servido en 
toda cosa buena, fueron pasados escandalosamen- 
te de la vida á la muerte, antes que llegáramos nos- 
otros con Marthin Domenigo Eyolla (Irala) nuestro 
capitán 

Ahora pues, cuando Martín Domenigo Eyolla 
(Irala), nuestro capitán, llegó con nosotros del asien- 
to Nostra Singnora de Sunsión á los dichos Tiem- 
bus [y Cristianos, mucho le pesó esta matanza y la 


(1) La verdadera historia es esta: El 28 de Julio de 1540 Irala mandó á 
Juan de Ortega con 2 bergantines á Buenos Ayres como su lugar teniente 
allí. En Marzo de 1541 bajó Irala con otros 2 bergantines y se despobló Bue- 
nos Ayres. Mem. de Pero Hernández, p. 165 y 166. Apénd. B, §§ 15. 

(2) Und Zuvor . — Episodio de la matanza que hizo Ruiz en Corpus Christi 
el ano 1538, al bajar de la Asunción, y sus consecuencias. Nada tuvo que ver 
Irala con todo esto. Ver Pról. Cap. XVI, §§ 136 á 144. 

(3) Villalta cuenta este episodio en breves palabras, pero no hace referen- 
cia á Irala á quien él suele llamar ^Capitán Vergara*. § 43 á 45. 

(4) Todo este episodio, según Villalta, corresponde á las hazañas de Fran- 
cisco Ruiz y año 1538. Ver § 43 á 45. 

No es posible explicar la cosa sí hemos de admitir que quede el nombre 
de Irala. Fué Ruiz el culpable de todo, y todo había pasado cuando bajó Ira- 
la de la Asunción en 1541. Schmídel no supo ordenar bien el hilo de su rela- 
ción. Ver Pról. Cap. XVI, § 133. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


189 


huida délos Thyembus]-, mas no halló qué hacerles y 
dejó bastimento y provisiones en Corporis Chris- 
ti, también 20 hombres de los nuestros con un 
capitán Anthoni Manthossa y mandó, so pena 
de la vida, que no se fiase por nada de los Indios, 
sino que de día y de noche se asegurase bien con 
guardias, y si sucediere que llegasen los Indios y 
quisiesen volver á ser amigos que los tratasen bien 
y les mostrasen la vieja amistad; pero que todo fue- 
se sin descuidarse, mirando bien que no les pasase 
ningún perjuicio ni á él ni á los Cristianos. 

Después de esto nuestro capitán general Mar- 
thin Doménigo Eyolla (Irala) se llevó consigo de 
allí las (3) personas, como causa efficiens de la ma- 
tanza, á saber, el Francisco Reyss, el sacerdote, 
Jann Pabón y JannEronandus que era el secreta- 

rio; y cuando estaban por partir y hacerse á la vela, 
se presentó allí un principal [de] los Tyembus, que 
se llamaba Zeiche Legemi, gran amigo que fué 
de los Cristianos, pero que á pesar de esto tenía que 
hacerles el gusto á los Indios por causa de su mujer 
é hijos y amigos, y dijo á nuestro capitán Marthin 


(1) Bastamente profant. Todo esto corresponde á Ruiz y su tiempo. 

(2) Madero repite el nombre de Antonio de Mendoza, pero no cita proce- 
dencia, p. 130. Villalta habla de «el Capitán» § 44, Fué Ruiz Galán que 
dejó al Capitán Antonio de Mendoza. 

(3) Se vuelve aqui á Ruiz. 

(4) Léase aquí Francisco Ruiz. Así también sale la cuenta, porque de lo 
contrario serían «4» y no «3» personas. El escribano se llamaba Pero (Pedro) 
y no Juan Fíernández. Este episodio, origen de la famosa leyenda de Lucía 
Miranda, corresponde todo él á los años 1538 y 1539, administración de Ruiz 
Galán. 

(5) La nota en nuestro original da la interpretación de Burmeister. Knzike 
por Zeiche; p. 53. 



190 


ULRICH SCHMÍDEL 


Thoménigo Eyolla (Irala), que debería llevarse á 
todos los Cristianos consigo, porque toda la tierra 
estaba alzada contra ellos y querían matarlos y ex- 
pulsarlos del país; á esto te contestó el capitán 
general Domenigo Eyolla (Irala) que no tardaría 
en volver, que su gente se bastaba para con los 
Indios; y dijo más, que Zeiche Leymi debería mu- 
darse con mujer é hijos, amigos también, y con toda 
su gente á los Cristianos; á lo que dijo él, Zeiche 
Lyetni, que así lo haría. 

Al punto partió nuestro capitán general Marthin 
Doménigo Eyolla (Irala) aguas abajo y nos 
dejó solos allí. 


CAPÍTULO XXVIII 

TRAICIÓN DE LOS TIMBÓ Y ASALTO Á CORPUS 
CHRISTI 

Unos 8 días después sucedió que el dicho Indio 
Tyembus, Zeiche Lyemi, envió á uno de sus herma- 
nos, llamado Sudaba con engaño, y rogó á 
nuestro capitán Annthoni Mannthossa que le man- 
dase 6 Cristianos con arcabuces y otras armas, que 


(1) Ruí2 se entiende. 

(2) Es deeir, Ruiz. 

(3) Suelaba.—Yj¿Xt debe ser el fabuloso Siripo, hermano de Mangoré, he 
roes del episodio trágico que figura en Ruy Díaz de Guzmán como aconteci- 
do en el fortín de Gaboto, cosa históricamente imposible. «La Argentina*. 
Cap. vn. 






VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


191 


quería con ellos traernos su familia con los suyos, y 
en adelante vivir con nosotros; y además nos hizo 
saber, que él se recelaba de los Tiembús, y que sin 
esto no podría él llevar á cabo su propósito con 
seguridad. El se pronunció de tal manera [que nos 
convenció de sus muy buenas intenciones y nos 
prometió también] que él traería consigo comida y 
cuanto nos hacía falta; pero todo esto era picardía 
y engaño. En su mérito le prometió nuestro capi- 
tán que no sólo 6 hombres le daría sino 50 Españo- 
les bien armados con armas de defensa y ofensa; 
lo que encargó nuestro capitán á estos 50 hombres 
fué, que no se descuidasen y estuviesen bien pre- 
venidos, á fin de que no cayesen en alguna celada 
de los Indios. 

Pero no había más que un medio cuarto de milla 
(legua) de distancia entre nosotros los Cristianos y 
estos Tyembus, y cuando estos 50 hombres nues- 
tros llegaron á las casas de ellos en la plaza se les 
acercaron los Tyembus y les dieron un beso, como 
Judas el traidor al Señor Chriesto y les trajeron de 
comer pescado y carne; mientras comían los Cris- 
tianos se les fueron encima estos amigos y otros 
Tyembus que estaban ocultos en las casas y en los 
rastrojos y tes bendijeron la mesa de tal suerte que 
ni uno de ellos salió de allí con vida, salvo un solo 
muchacho que se llamaba Kalterón. Dios los fa- 
vorezca y tenga misericordia de ellos y de todos 
nosotros. Amén 


(1) Villalta cuenta todo esto en pocas palabras. § 44. 



192 


ULRICH SCHMÍDEL 


Una hora después marchó el enemigo, fuerte de 
10.000 ó más hombres, contra nuestro pueblo, nos 
asediaron y creyeron podernos vencer, mas esto 
no sucedió ¡Dios, el Señor sea loado! y durante 14 
días acamparon fuera de nuestro pueblo y nos 
asaltaban día y noche. En esta ocasión ellos se 
habían fabricado lanzas largas con las espadas, 
como se lo habían aprendido á los Cristianos; con 
estas nos embestían y se defendían. Y aconteció 
en el mismo día en que los Indios con toda la fuer- 
za nos llevaron el ataque nocturno y nos quema- 
ron las casas, que al punto corrió nuestro capitán, 
Anthony Manthossa con un montante ® á un 
portón; allí estaban algunos Indios tan ocultos que 
no se los podía ver, y estos ensartaron al capitán 
con las lanzas, de suerte que ni ¡ay! no dijo ¡La 
misericordia de Dios le valga! Ya los Indios no 
podían estarse más tiempo, porque no tenían qué 
comer, por lo que tuvieron que levantar campa- 
mento y mandarse mudar. Después de esto nos 
llegaron 2 bergantincitos con provisiones de Bonas 
Ayers que nos mandaba nuestro capitán Marthin 
Doménigo Eyolla (Irala) para que nos sostuviése- 
mos allí hasta la llegada del dicho capitán w, con 
lo que nos 'alegramos mucho, no así los que lie- 


(1) Villalta cuenta que murió el capitán, pero no lo nombra. 

■ (2) Montante ó mandoble, espada qne se manejaba con las dos manos. 

(3) Ruy Díaz cuenta otra cosa, pudo recibir los últimos auxilios. Arg., 
Cap. XIV. 

(4) Villalta lo confirma, pero dice que fué Ruiz que los envió, § 45; lo cual 
pone fuera de toda duda la colocación que debe dársele á este episodio, y los 
cambios que hay que introducir en los nombres de los jefes. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


193 


^aron con los 2 berg{erí)tin (bergantines), que 
sentían la muerte de los Cristianos. Así, pues, acor- 
damos entre los dos bandos y tuvimos á bien no 
quedarnos más tiempo allí en Corporis Chriesti, 
en los Tyembus sino que nos fuimos todos jun- 
tos aguas abajo y llegamos á Bonas Ayers, donde 
estaba nuestro capitán Marthin Doménigo Eyolla 
(Irala) con esto se alarmó mucho y fué grande ® 
su pesar por la gente que se perdió; porque no 
atinaba á saber qué sería de él [ni lo que haría con 
nosotros], porque ya no teníamos víveres. 


CAPÍTULO XXIX 

LLEGA LA CARABELA DE SANTA CATALINA Y VIAJE 
DEL AUTOR Á ENCONTRAR Á CABRERA 

w Pero unos 5 días después de nuestro arribo á 
Bonas Ayers nos llegó de Hispanien una peque- 
ña nao, llamada carabelle (caravela) y nos trajo 
buenas nuevas, á saber, que un navio más había 
arribado á Sannta Katarina, cuyo capitán, del 
mismo, llamado Aluiso Qabrero (Alonso Cabré- 

(1) Como se decía siempre. 

(2) Ruiz Galán. 

(3) Ruiz tenía razón de afligirse, porque era el culpable de la tragedia de 
Corpus Christi. 

(4) Desligúese esto de lo que precede: aquello se refiere á 1539, esto á 
Abril ó Mayo de 1538, fecha en que llegó Ruiz á Buenos Aires de la Asun- 
ción y Corpus Christi, después de la matanza de los Careará. Ver Inform. de 
'^Gonzalo de Mendoza. Ap. C. 


13 



194 


ULRICH SCHMiDEL 


ra) había traído consigo de Hispanien 200 hom- 
bres Ni bien supo nuestro capitán las tales nue- 
vas hizo aprestar de los 2 navios uno, que era un ga 
líber (galeón) ® y lo despachó con el primero á S. 
Katarina en Presad (Brasil), que está á 300 millas 
(leguas) de Bonas Ayers, y le nombró un capitán, 
llamado Consalto Manthossa (Gonzalo de Men- 
doza) para que mandase el navio, y le encargó que 
tan luego como llegase á S. Catarina, en Pressel 
(Brasil), donde estaba el navio, había de cargar su 
nao con víveres de arroz, mandeoch (fariña?) y 
otra comida más que le pareciese bien. 

Con esto el tal capitán Consaillo Mannthossa 
(Gonzalo Mendoza) pidió á nuestro capitán general 
Marthin Domenigo Eyolla (Irala) que le diese ó 
facilitase 6 compañeros de la gente de guerra, para 
que pudiese darse vuelta; él se lo prometió; así 
pues nos llevó á mí y á 5 Españoles consigo, más 
20 hombres de la gente de guerra y marineros. 

Eso que partimos de Bonas Ayers al mes lie- 


(1) Alonso Cabrera. Ver cap. XV. Sigue la actuación de Ruiz Galán. Véase 
Víllalta § 45, y la Información de Gonzalo de Mendoza, quien confirma el 
relato de Schmídel. Col. Doc. Blas Garay, p. 206 y 207. Pregs. 17-20. Ap. C. 

Madero, que cita una Información del 3 de Junio de 1538 dice que el Piloto 
era Juan Sánchez de Vizcaya. «Hist. del Puerto de Bs. As.» p. 131. Ap. Q. 

Víllalta nada dice al respecto, porque no le iba ni venía. 

El galeón en que iba Schmídel se llamaba la ^Anunciada*. Mad. p. 132. 

(2) Villalta omite todo el episodio del viaje á Santa Catalina en busca de 
Cabrera y del naufragio á la vuelta. 

(3) El galeón ^Anunciada*. Madero, p. 131. Ver Ap. Q. 

(4) Mandeoch.~j&. mandioca es una raíz delicada que se come fresca: está, 
claro que lo que conducían era la fariña^ que era y es el pan de los Guaraní 
y sus imitadores. 

(5; Ruiz Galán, se entiende. 

(6) El 4 de Junio de 1538— Inforín. G. de Mendoza, p. 206. Ap. C. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


195 


gamos á Sannt Katarina, allí nos encontramos 
con el susodicho navio, que de Hispania había lle- 
gado, y al capitán junto con toda su gente; nos 
alegramos en grande, y nos quedamos 2 meses 
allí mismo, y cargamos nuestro galeón de arroz,, 
mandeoch (fariña?) y trigo turco (maíz) en mucha 
cantidad, de suerte que ya no podíamos meter más 
en los 2 navios; después de esto nosotros y los 2 
navios y el capitán Aluiso (Cabrera) y toda su gente 
juntos salimos en viaje de S. Katarina á Bonas 
Ayers en Inndiam (Indias), y de alli llegamos como á 
las 20 millas (leguas) y dimos con un agua corrien- 
te Parnaw Wassu (Paraná Ouazú). Esta agua tiene 
de ancho en la boca 40 millas (leguas) ® y sigue 
de este ancho por 80 millas (leguas) de camino 
hasta que uno llega á un puerto llamado S. Ga- 
briel; allí el agua Parnau tiene 8 millas (leguas) de 
ancho Así pues llegamos, como se dijo, á 20 
millas (leguas) en esta agua, la víspera de Todos 
Santos, y arribamos al anochecer á este punto con 
los dos navios reunidos; y nos preguntamos el 
uno al otro si estábamos ya en el agua corriente 
Pernau] y aunque aseguraba nuestro piloto, que 
habíamos llegado ya al agua corriente, el otro pilo- 
to le decía á su capitán, que estábamos aun á 20 
millas (leguas) de distancia de ese punto. Porque 
en el mar cuando 2, 3 ó más navios andan en com- 

(1) Este era Alonso Cabrera. 

(2) 40 leguas— Ya se dijo que es así más ó menos. 

(3) 80 leguas— El ancho del estuario no es uniforme. 

(4) 8 leguas es justamente el ancho del Río de la Plata entre San Gabriel y 
la Punta de Lara. La edición castellana da 18. 



196 


ULRICH SCHMÍDEL 


pañía, siempre se juntan á puestas de sol; entonces 
se averiguan entre sí cuanto han caminado día y 
noche, y cual el rumbo á tomar en el siguiente, con 
arreglo á lo cual poderse reunir. 

Después de esto el piloto nuestro volvió á pre- 
guntar al otro piloto, si quería seguirlo; mas éste le 
dijo que ya era casi de noche, y que por eso se 
quedaría mar afuera hasta la mañana de alba y que 
no estaba para tomar tierra á esas horas; este piloto 
era algo más avisado que el nuestro, como se verá 
más tarde. Así nuestro navio siguió su camino y se 
separó de la otra nao. 


CAPÍTULO XXX 

NAUFRAGIO CERCA DE SAN GABRIEL. LOS SOBRE- 
VIVIENTES LLEGAN Á BUENOS AYRES Y PASAN A LA 
ASUNCIÓN. 

De este modo caminamos nosotros á obscuras 
y se levantó un recio temporal en la mar; y fué el 
caso que á eso de las 12 de la noche vimos nos- 
otros la tierra, pero antes que pudiésemos largar 
nuestra ancla. Después encalló el navio, y nos 
faltaba una buena milla (legua) de distancia para 
llegar á tierra. Entonces comprendimos que no nos 
quedaba más remedio que clamarle á Dios Todo- 
poderoso que nos favorezca y nos tenga miseri- 
cordia. Y fué en el mismo instante que nuestro na- 






VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


197 


vio se hizo cien mil pedazos y se ahogaron 15 
hombres y 6 indios algunos escaparon sobre 
trozos de madera, yo y 5 compañeros más nos sal- 
vamos en el mástil; de las 15 personas no pudimos 
recoger un solo cuerpo. El Señor Dios nos favo- 
rezca, á ellos y á nosotros todos. 

Después de esto nos vimos obligados á caminar 
á pie 10 millas (leguas); habíamos perdido toda 
nuestra ropa en el navio, y los víveres también; y 
nos tuvimos que remediar con las raíces y frutillas 
que hallábamos en el campo, hasta que llegamos 
á un puerto ó ensenada llamada 5. Gabrihel; allí, 
encontramos al susodicho navio con su capitán, 
que había llegado 3 días antes que nosotros. 

Y se lo habían comunicado á nuestro capi- 
tán Marthín Domenigo Eyolla (traía) en Bonas 
Ayers él en persona se afligió sobremanera por 
nosotros y creyó que habíamos perecido, y por ello 
mandó decirnos algunas misas. 

Y después que nosotros llegamos á Bonas Ayers,. 
nuestro capitán Marthín Doménigo Eyolla (Irala) 
hizo llamar á nuestro capitán y al piloto ó timonel; 
y á no ser los grandes empeños w que por él se 


(1) Gonzalo de Mendoza dice que fueron 4 y un fraile franciscano. Inform.. 
p. 207.— Ap. C. 

(2) Se salvó el batel y algo de provisiones. La ropa y armas las perdie- 
ron. Marcharon por mar y parte por tierra, porque no cabían todos en el 
batel y llegaron al puerto de San Gabriel adonde estaba surta la nao Maraño- 
na de Cabrera. Inform. citada, p. 207— Ap, C. 

(3) Francisco Ruiz Galán, se entiende, quien á la sazón mandaba en 
Buenos Ayres. Madero, p. 132. 

(4) Si hubiese sido Irala lo hubiese hecho yerno al piloto, y no hubiese pre- 
tendido darle muerte. 



198 


ULRICH SCHMÍDEL 


hicieron, lo hubiese hecho ahorcar al piloto; así y 
todo tuvo que pasar 4 años largos en la barquilla 
pergentin (bergantín) 

Ahora ya que estaba toda la gente reunida en 
Bonas Ayers mandó en seguida nuestro capitán 
general, que se aprontasen los pergantín (bergan- 
tines), y reunió toda la gente y quemó los navios 
grandes y reservó la ferretería; y después navega- 
mos nosotros aguas arriba del Parnau y al antedi- 
cho asiento Nostra Singnora de Sunssión; allí per- 
manecimos 2 años largos esperando que la Cesárea 
Majestad otra cosa proveyese 


(1) Con esto concluye el episodio de todo lo que precedió á la llegada de 
Cabrera, quien con Ruiz y Salazar subieron río Paraná arriba á reunirse con 
Irala. Aquí debe el lector retroceder al capítulo XVI, sin perjuicio de tener 
en cuenta la última parte del XV con los nombres corregidos, y continuar 
hasta mediados del capítulo XX, en que se pasa á dar noticias generales de 
lo que eran los Guaraní y su tierra. 

(2) La fecha oficial de la dejación de la primera ciudad de Buenos Ayres es 
el 10 de Mayo de 1541. Ver la Relación de Irala, Apéndice E, Villalta, § 45, 
dice que sacaron 250 hombres de Buenos Aires, é Irala, que estos con los de 
la Asunción ascendieron á 400. Véase Villalta, § 50. 

(3) Aquí se cierra otro período en la narración de Schmídel, es decir, el 
de la primera administración de Irala, y principia el gobierno de Alvar Nií- 
ñez Cabeza de Vaca; pero hay que advertir que el autor cuenta 2 años largos 
después de la dejación de Buenos Aires y la llegada de Alvar Núñez, cosa 
imposible; es pues, un argumento más en favor de la interpretación que se 
da al texto del original, es decir, que los 2 años se refieren á la subida de 
■Cabrera en 1539, y no á la de Irala en 1541. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


199 


CAPÍTULO XXXI 

LLEGA ALVAR NÚÑEZ CABEZA DE VACA Á SANTA 
CATALINA Y PASA Á LA ASUNCIÓN 

Mientras esto llegó un capitán general de 
Hispania, que se llamaba Albernuso Capesa de 
Wacha al tal capitán lo había nombrado la Ma- 
jestad Cesárea y venía con 400 hombres y 30 ca- 
ballos en 4 navios, de los que 2 eran mayores y 2 
Karabella (carabelas); y cuando él arribó con esta 
gente á un puerto ó bahía en Presel, que se llama 
Wilsey (Mbiagá?) mas este puerto se llama tam- 
bién S. Katarinna; allí quiso él cargar bastimento ó 
víveres; y cuando el capitán despachó 2 carabelas 
unas 8 millas (leguas) del dicho puerto á buscar 
víveres, les sobrevino tal tempestad, que las 2 tu- 
vieron que quedar en el mar ó piélago y lo único 
que de ellas volvió fué la tripulación que en ellas 
había cuando el capitán general se impuso de 
la tal cosa, ya no se quiso exponer con sus 2 na- 
vios mayores al viaje por agua; acaso porque no 
sería mucha la gana que tenía es que se recelaba 


(1) Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, partió de S. Lucar el 2 de Noviembre 
de 1540 y llegó á Santa Catalina el 29 de Marzo de 1541, 

(2) Wilsey. El territorio en frente de Santa Catalina se llamaba Biaza. 
Esta parte del Brasil era española. 

(3) En los Com., capítulo IV, no dice que naufragaron los navios. Esta no 
íicia es de oidas, y á esto puede atribuirse el error. 



200 


ULRICH SCHMÍDEL 


de la cosa; y pasó por tierra hasta el Río delle Plat- 
ta, y llegó hasta nosotros en el asiento Nostra 
Singnora en El Paraboe y lo condujeron 300 de 
los 400 hombres; los demás habían perecido de 
hambre y de enfermedad. 

Este capitán demoró 8 meses de tiempo en el 
camino y hay 500 millas (leguas) de la ciudad 
Nostra Singnora hasta este pueblo ó bahía de 5. 
Katarina Traía pues consigo de Hispania su 
gubernazión (provisión?) de la Cesárea Majestad, y 
decía que Marthin Domenigo Eyolla (Irala), nues- 
tro capitán, tenía que entregarle su gubernazión 
(gobernación) y que toda la gente había de aca- 
tarlo. 

A todo esto el capitán Marthin Domenigo Eyo- 
lla (traía) y toda la gente se declaró estar pronta y 
obediente, pero con esta salvedad, que él Albeíj)- 
nuso Capossa ¿[e] Wacha le mostrase algo como 
que él había obtenido y recibido la tal provisión de 
la susodicha Cesárea Majestad; misterio este que el 
común de la gente no pudo esclarecer, sino que los 
sacerdotes y 2 ó 3 de los oficiales ® lo verificaron 
y con ellos él, Albernuss Capossa etc., mandó y 
gobernó. Pero de cómo le fué es lo que se con- 
tará más tarde 


(1) 8 meses.— Los Com. dicen que partió el 18 de Octubre de Santa Cata- 
lina (Cap. VI) y llegó á la Asunción el 11 de Marzo del año 1542. (Cap. XIII)* 

(2) 500 leguas. Son como 20 grados. Villalta, p. 51. 

(3) Fueron: Alonso de Cabrera, veedor, Felipe de Cáceres, contador, Pe- 
dro Dorantes, factor. Com., Cap. XIII. 

(4) Es más ó menos lo que refiere Alvar Núñez. Hay que descontar algo 
de lo que uno y otro cuentan. Com., Cap. XIII. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


201 


CAPÍTULO XXXII 

CABEZA DE VACA MANDA UNA EXPEDICIÓN 
A LOS SURUCHACUISS Y OTROS INDIOS 

Ahora este dicho Capessa etc. hizo pasar re- 
vista de toda la gente; y así halló él que eran 800 
hombres por toda cuenta; también por este tiempo 
hizo él hermandad con Marthín Domenigo Eyo- 
lla (Irala) y se juraron fraternidad, así que este te- 
nía que hacer y que entender con la gente no me- 
nos que antes. 

En seguida él, Albernuso Capessa de Wacha 
mandó aprestar 9 navecillas pergentin (berganti- 
nes) (2) y quiso navegar el Paraboe aguas arriba, 
hasta donde se pudiese; y así por este tiempo, 
mientras se alistaban los navios, envió 3 bergentín 
(bergantines) con 115 hombres que deberían 
subir hasta donde pudiesen y hallasen Indios que 
por allí tuviesen manndeoch (mandioca ó fariña) y 
algo de trigo turco, esto es, maíz; y nombró para 
que los mandasen á 2 capitanes llamados Anthoni 
Cabrero (Antonio Cabrera) y Tigo Tobellino (Die- 
go Tabellino?); y llegaron primero á una nación 


(1) Así en el original. 

(2) Eran 1 «carabela y 10 navios de remos», según Alvar Nuñez. Com., 
Cap. XXXVI. 

(3) Alvar Núñez dice que iba mandando Irala y que los Cristianos eran 
90. Salieron el 20 de Noviembre 1542. Com., Cap. XXXIV. 



202 


ULRICH SCHMÍDEL 


que se llaman Suruchakuiss; (Cacocies Chaneses?) 

estos tienen algo de trigo turco (maíz) y man- 
deoch (fariña) y otras raíces, como manduies 
(maní) que se parece á las avellanas, ítem pescado 
y carne. Los hombres usan en los labios una pie- 
dra lisa y grande como ficha de damas; las muje- 
res andan con las vergüenzas por adorno 

Con los de esta nación dejamos nuestras na- 
vecillas y algunos de nuestros compañeros en 
ellas para su resguardo, y en seguida nosotros 
nos metimos tierra adentro unos 4 días de cami- 
no; así hallamos un pueblo que era de los Carlos, 
los que más ó menos eran fuertes de 300 hom- 
bres; también tomamos nosotros noticia de la 
tierra y ellos nos dieron buenos informes. Después 
de esto volvimos nosotros á las navecillas y navega- 
mos el Paraboe aguas abajo y llegamos á una 
nación llamada los [A] cherery; allí encontramos 
una carta de nuestro capitán general Albernuso 
Capessa de Bacha; esta carta decía, que había que 
ahorcar ® al indio Principal de allí, Achere ® . 
Nuestro capitán obedeció la tal orden sin perder 
un momento; por ello y en seguida se armó una 
guerra grande, ^omo se oirá después. Ya que esto 

''1} Suruchakuiss —Cova. Alvar Núnez, Caps. XXXIX y LIV. Ver Prol. 
Cap. XI, § 59. 

(2) Cazabí. 

(3) Gehenn bedeckht mit irer scham. Ed. 1889, p. 60. Según Alvar Núnez, 
«sus vergüenzas de fuera», Cap. LIV. Entiéndase así en XVI y XXIII. 

(4) Por el Puerto de Jos Reyes, Com., Cap. XXXIX. 

(5) Com., Cap. XXXV — Véase lo que dice Alvar Núñez de la mala con- 
ducta del Principal Aracaré, sobre todo en el Cap. XXXIX, 

(6) Achere— Aracare—V . Com., Cap. XXXV, allí se verá lo que pasó. 
Dic. 1542. El relato está ampliado en el Cap. XXXVII. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


203 


se había cumplido, á saber que el dicho Indio ha- 
bía tenido que recibir la muerte de esta manera, 
emprendimos nosotros viaje aguas abajo al asiento 
Nostra Singnora de Sunssión, y anunciamos á 
nuestro capitán general Albernuiso Capessa de 
Bacha lo que nosotros en este viaje habíamos 
hecho y visto 


CAPITULO XXXllI 

QUERRA CONTRA TABARÉ. ÉSTE ES VENCIDO 

Después de ésto, dijo él al principal de los In- 
dios que estaba en el asiento Nostra Singnora 
•que tenía que facilitarle 2.000 Indios y marchar 
con los Cristianos aguas arriba; los Indios se 
ofrecieron de buena gana y prometieron obede- 
cerle, y agregaron esto más, que él, nuestro capi- 
tán general, debería pensarlo bien primero y no 
lanzarse así no más tierra adentro; porque toda 
la provincia Dabre (Tabaré) de los Caríos esta- 
ba alzada con todo su poder y se disponían á 
marchar contra los Cristianos; porque este Dabre 
(Tabaré) era hermano del Acheres (Aracaré) que 
había sido ahorcado, por eso quería él vengar 
aquella muerte. 

(1) Com„ Cap. XXXIX— ano 1543 y Febrero. 

(2) Tabaré. Ver Com., Caps. XL á XLII. El principal se llamaba Atabaré. 
Schmídel usa el nombre para designar al cacique ó á sus Indios. 

(3) Hermano— así tratan los Indios á sus amigos. 



204 


ULRICH SCHMiDEL 


Así pues, nuestro capitán general tuvo que de- 
jarse de este viaje y á causa de esto prepararse y 
marchar contra sus enemigos. En seguida man- 
dó de acuerdo con su hermano de adopción 
Marthin Domenigo Eyolla (Irala), que tomase 400 
hombres ® y 2.000 Indios y marchase contra los 
susodichos Daberes (Tabarés) ó Carias y que á 
todos ellos juntos los expulsase ó destruyese. 
Marthin Doménigo Eyolla (Irala) obedeció la tal 
orden y marchó con esta gente de la ciudad 
Nostra Singnora y avanzó contra los enemigos, y 
primero hizo requerir al Damero (Tabaré) de parte 
de la Cesárea Majestad. Mas este Dabere (Tabaré) 
no quiso ceder ni prestarse; tenía mucha gente 
reunida y su pueblo bien fortificado con paliza- 
das que es un muro hecho de maderos; de es- 
tos muros tenía el pueblo 3 á la redonda y zanjas 
muy anchas, como consta en el capítulo XXI; mas 
nosotros ya desde antes sabíamos qué valor dar- 
les á las tales cosas. 

Así acampamos hasta el cuarto día en que ga- 
namos la primera ventaja, y 3 horas antes de ama- 
necer entramos al pueblo y matamos á todos los 
que encontramos y tomamos á muchas mujeres; 
que nos sirvieron de mucho después. En la tal es- 
caramuza 18 Cristianos murieron y muchísimos 
de los nuestros fueron heridos; ítem sucumbieron 

(1) Mandirt. 

(2) Irala marchó con 150 hombres en 4 bergantines á socorrer á Gonzalo • 
de Mendoza río arriba. Com. XL. Los 400 serían con los de este Capitán. 

(3) Mandat. 

(4) Pallasaide. 

(5) 16 dice la edición castellana. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


205 


muchos de nuestros Indios; pero no nos llevaron 
mucha ventaja, porque de la parte de ellos los 
muertos de los Canibelless (antropófagos) al- 
canzaron á los 3.000. 

No se pasó mucho tiempo sin que viniesen 
Dabere (Tabaré) con su gente á pedirnos perdón y 
nos rogaron que les quisiésemos devolver sus mu- 
jeres é hijos, porque así también él, Dabere (Taba- 
ré), y su gente nos servirían á los Cristianos y se- 
rían nuestros súbditos. Lo cual tuvo que prome- 
terle nuestro Capitán según las instrucciones de la 
Cesárea Majestad 


CAPITULO XXXIV 

CABEZA DE VACA SUBE Á SAN FERNANDO Á LOS PA- 
YAQUÁ, QUASARAPOS Y SACOCÍES 


Después que estas paces se ajustaron volvimos 
á tomar aguas abajo del Paraboe (Paraguay) á reu- 
nimos con el capitán general de todos A [1]- 
bernuso de Bacha y le hicimos relación de como 
nos había ido; así pues, resolvió él realizar su ya 
pensado viaje de marras, y pidió á Dabere (Taba- 
ré), que ya estaba pacificado, 2.000 Indios arma- 


{!) Canibelless, Ed. 1889, p. 61. Los Cámbales de otras ediciones. 

(2) Com., Cap. XLII. Los principales nombrados son Alabaré y Ouacani. 

(3) Com. XLII. 



206 


ULRICH SCHMiDEL 


dos que marchasen con él; y manifestaron su buena 
voluntad, y prometieron que siempre la tendrían; 
también mandó él que ellos, [los] Garios cargasen 
9 navecillas bergentin (bergantines). Eso que todo 
estuvo dispuesto, de los 800 hombres Cristianos 
tomó él 500 y á los 300 los dejó él, en la ciu- 
dad Nostra Singnora de Sunssión, nombró un 
capitán llamado Jan Salleysser (Juan de Sala- 
zar) (2^, en seguida emprendió la marcha aguas 
arriba del Paraboe con los 500 Cristianos y 2.000 
Indios. 

Los Carias tenían 83 conanen (canoas) ó esqui- 
fes ® y nosotros los Cristianos teníamos 9 navios 
bergentin (bergantines), y en cada uno de ellos 2 
caballos pero á estos se los hizo caminar por 
tierra 100 /7z//tos (leguas), y nosotros marchamos 
por agua hasta llegar á un cerro llamado Sannf 
Ferdinandt allí se embarcaron los caballos y de 
allí caminamos y llegamos á los Payenbas (Paya- 
guá), enemigos nuestros; mas ellos no se dejaron 
estar sino que huyeron presto de allí con mujeres é 
hijos después de haber quemado sus casas. En 
seguida caminamos unas 100 ra/Ztes (leguas) más 
de marcha, en que no encontramos gente alguna; 


(1) Diez bergantines. Com., Cap. XLIV. Indios 1.200 — Españoles 400. Los 
que quedaron en la Asunción eran 200 y tantos. Ibid. 

(2) Com. Ibid. 

(3) Las canoas eran 120, según los Com. Ibid. 

(4) Los de á caballo 12. Com. Ibid. 

(5) Com., Cap. XLVIIL— Dice que en Itabitan embarcaron los caballos. 
Sannt Ferdinandt, ó puerto de la Candelaria, en 21® 20’, el 21® menos un 
tercio de los Comentarios. 

Ver Cap. XLIV. 



VIAJE AL Río DE LA PLATA 


207 


y después llegamos á una nación llamada Basche- 
reposs (Guaxarapos) tienen pescado y carne; es 
una gran nación y se extiende por unas 100 millas 
(leguas) y tienen hartas khannean (canoas), y baste 
con lo dicho de esto; sus mujeres se tapan las ver- 
güenzas, no quisieron saber nada con nosotros, 
sino que huyeron de allí. De estos llegamos á otra 
nación, llamada de los Sueruekuessis ® (Saco- 
cíes) donde en aquella ocasión estuvieron los 
3 antedichos navios; está á las 90 millas (leguas) de 
los Basherepass (Guaxarapos); nos recibieron muy 
de á buenas, cada cual tiene casa sola para sí con su 
mujer é hijos. Los hombres tienen una rodelita de 
madera como ficha de damero colgada en el lóbulo 
de la oreja; las mujeres tienen una piedra gris de 
cristal que les cuelga de los labios, es del largo y 
grueso de un dedo son hermosas y andan en 
cueros vivos como nacieron. Item tienen algo de 
trigo turco (maíz), manndeoch (mandioca ó fariña), 
manduiss (maní), padades (batatas), pescado y car- 
ne en abundancia; es una gran nación; nuestro ca- 
pitán les hizo preguntar de una nación llamada 


(1) Los Guajarapos de Alvar Núnez.— Com. Cap. L y LL— El 18 de Octu- 
bre llegaron aquí. Estos Indios vivían tierra adentro del río Paraguay, 
margen oriental, entre los 19^ y 20°: son los mismos que algunos autores 
llaman Guachi ó Guachica. Ver Pról., Cap. XI, § 57. Bedeckte scham. 

(2) ^Sueruekuessis» son los Sacocies de Alvar Núñez, nombrados junto 
con los Xaqueses y Chañases. Son los llamados «Orejones». La descripción 
del autor concuerda con lo que de ellos cuenta Alvar Núñez. -Com. LUI 
y LIV. Ver atrás p. 202. 

(3) Ver Prol. Ibid. § 58 y 59. 

(4) De este ^tembetá» no habla Alvar Núñez. Com., Cap. LIV. No es ge 
neral que las mujeres usen tembetá ó barbote. 



208 


ULRICH SCHMiDEL 


Karkhareiss Careará, ¡ten más de los Garios '2); 
pero ellos no le pudieron dar noticias de los Kar- 
ckhareiss, pero en cuanto á los Garios dijeron ellos, 
que estos estaban aun en sus casas; mas esto no 
era asi 

Después de lo cual nuestro capitán mandó 
que se aprestasen; él queria marchar tierra adentro 
y dejó 150 hombres alli con los navios y viveres 
para 2 años y se llevó los 350 hombres Cristianos 

más los 18 caballos y los 2.000 Garios, que con 
nosotros salieron de la ciudad de Nostra Singnora 
de Sunssión, y se metió tierra adentro; pero poco 
fué el provecho que él sacó, porque no era el hom- 
bre para tanta empresa; á esto se agregaba que los 
capitanes y caballeros todos eran sus enemigos; á 
tal grado de demasia habia llegado él en su modo 
de portarse con la gente de guerra 

Asi pues, caminamos durante 18 dias, en que no 
hallamos ni Garios ni otra población alguna y 
no eran muchos los viveres [que nos quedaban], 
asi que por eso nuestro capitán tuvo que contra- 

(1) Fué á los Chaneses que interrogó Alvar Núnez.— Estos tenían guerra 
conloa *Chinteneos» y con los *Car cardes». Se averiguó también de los 
Gorgotoquies, Payzuñoes, Estarapecocies y Candírees, gente labradora 
y criadora. Estos  Q=Y). Ed. 1889, p. 67, nota 2. Es la Rhea Ame- 
ricana. 

(5) Foriren. Ed. 1889, p. 67. 

(6) Monnir. Ibid. 

(7) Estos detalles todos son propios de nuestro autor. 

(8) «Foja 34» dice el original. 



216 


ULRICH SCHMÍDEL 


hacen unas mantas grandes de algodón, tan sutiles 
como tela de Arlas (Arles), en las que ellas después 
bordan varias figuras como ser venados, aves- 
truces, ovejas de Indias (llamas ó guanacos), ó lo 
que sea que se puede. En las tales mantas duer- 
men cuando hace frío, ó se sientan sobre ellas, se- 
gún la necesidad ó el antojo del momento. Estas 
mujeres son muy hermosas y grandes enamora- 
das muy corrientes y de naturaleza muy ar- 
diente á mi modo de ver. 

Allí ® nos demoramos unos 4 días, y en ese 
tiempo el rey preguntó á nuestro capitán cual era 
nuestro deseo é intención, y hacia donde quería- 
mos marchar. A esto contestó nuestro capitán 
que él buscaba oro y plata. También le dió el rey 
una corona de oro que pesaba casi un marco y 
medio ítem una plenschen (plancha) de oro, 
que alcanzaba á jeme y medio de largo y á medio 
jeme de ancho; también un prusseleh (brazalete) 
esto es, un medio harnischs (arnés) y otras cosas 
más de plata, y dijo después á nuestro capitán, que 
él ya no tenía más oro ni plata y que estas susodi- 

(1) Figuren. Ibid. 

(2) Hirschen — ciervos. 

(3) Qross pulerin. Ibid. 

(4) Sehr hizig am leib. Ibid. 

(5) Según Hernando de Ribera más ó menos en los 15® menos dos tercios ^ 
lo que tan puede ser 14® 20’ como 15® 40’, porque como subían río arriba se 
podía describir así esta última altura. Me decido por lo segundo. Ver Cap. 
XXXIV. Nota. San Fernando. Com., p. 59S. Irala dice 16®. Carta de 1555, 
Schmídel, Ed. Pell., p. 126. 

(6) Annderhalb marckh. El marco era de 8 onzas, así que el peso era de 
12 onzas. Ibid. p. 68. 

(7) Planchas, etc. Confirmado por Hernando de Ribera. Ibid. 



VIAJE AL Rio DE LA PLATA 217 

chas piezas las había tomado de los Amossenes 
(Amazones) en la guerra en tiempos atrás. Y 
entonces él se hizo oir acerca de los Amossenes 
(Amazones) y nos dio á entender cuán grande era 
su riqueza, así que nos alegramos mucho; y luego 
al punto preguntó nuestro capitán al rey si podría- 
mos nosotros llegar allí por agua con nuestros 
navios y qué distancia habría hasta los dichos 
Amossenes (Amazones) A lo que contestó el rey, 
que no podríamos nosotros llegar allí por agua, 
sino que tendríamos que marchar por tierra y 
habría que andar 2 meses de tiempo uno en se- 
guida de otro. Así resolvimos nosotros caminar á 
los dichos Amossenes (Amazones), como se pasará 
á contar 


(1) Schmídel habla de los Amazones ó Indios del Mosu, uno de los nom 
bres de El Dorado. 

(2) Amazonas. La leyenda era de la época. Véase la Relación de Hernando 
de Ribera. Estos cuentos de Indios son generales. Así oyó Gaboto de Indios 
con las rodillas para atrás, y aun hoy es voz corriente que los hay en el 
Chaco. Yo he oído el cuento de boca de Indio Toba. 



218 


ULRICH SCHMiDEL 


CAPÍTULO XXXVÍI 

BUSCAN Á LOS AMOSENES Y PASAN POR LOS 
SYEBERIS Y ORTUESES 

Las mujeres de estos Amossenes no tienen más 
que un pecho y sólo se juntan con sus maridos 3 
ó 4 veces en el año, y s¡ de este contacto con el 
marido quedan preñadas de varón, se lo mandan 
ellas á que se esté con el marido; mas si resulta 
mujer, la conservan á su lado y ellas no más le 
queman el pecho derecho, para que no pueda 
criarse más. Pero la razón es esta, para hacerse 
diestras y poder manejar sus armas, los arcos; 
porque son mujeres de pelea y hacen guerra con- 
tra sus enemigos. 

También estas mujeres viven en una isla que 
está rodeada de agua á la vuelta y es una isla gran- 
de; si se quiere llegar allá hay que ir en cannaen 
(canoas); pero en esta isla los Amossenes (Amazo- 
nes) no tienen ni oro ni [plata], sino en Terra fer- 
ma (tierra firme), esto es, tierra adentro, allí donde 
viven los maridos, ellos son los que tienen grandes 
riquezas. Es una nación grande y [un] rey pode- 
roso que parece llamarse Jegiuss como tam- 
bién lo demuestra el lugar. 

(1) Paititi dice la versión castellana. Todo esto es Folk-lore de El 
Dorado. 

(2) Jegiuss ó sea Yegíuss. La edición alemana (1889) cree que pueden 
ser los Yaguas. P. ó9. 



VIAJE AL Rio DE LA PLATA 


219 


Ahora nuestro capitán Ernando Rieffiro (Ribe- 
ra) pidió al dicho rey de los Scherueses (Xarayes) 
que nos facilitase algunos hombres de su gente, 
porque él quería marchar tierra adentro y buscar á 
los susodichos Amossenes (Amazones), para que 
así los Scherues (Xarayes) cargasen nuestro botín 
y nos mostrasen el camino; de su parte el rey se 
hallaba dispuesto, mas demostró á las claras, que 
la tierra en este tiempo estaba anegada y que no 
era bueno por ahora viajar tierra adentro; mas 
nosotros no quisimos creer, sino que le exigimos 
los Indios, así pues él le dió á nuestro capitán para 
su persona 20 hombres, que debían cargarle el 
botín y los víveres, y á cada uno de nosotros 5 In- 
dios para que nos sirviesen y cargasen lo que ha- 
cía falta, porque teníamos que caminar 8 días en 
que no encontraríamos más Indios 

Así llegamos á una nación llamada de los 
Syeberiss (Paresis?) se parecen á los Scherues 
(Xarayes) en la lengua y en otras cosas. Estos 8 
días caminamos nosotros siempre y siempre en el 
agua hasta la cintura y la rodilla, día y noche, así 
que de allí no podíamos ni sabíamos como salir. 
Si se nos ofrecía hacer fuego, teníamos que amon- 
tonar trozos grandes unos sobre otros y hacer el 
fuego encima; y aconteció muchas veces, que la 
olla en que teníamos la comida junto con el fuego 

(1) Personn, Ibid. p. 69. 

(2) Todos estos son detalles que no se encuentran en la relación de Her- 
nando de Ribera. 

(3) Ver Prol., Cap. XI, § 61. La Ed. 1889, p. 69, Nota 4, los identiíica 
con los Tapayos. De Angelis los titula Paresis. 



220 


ULRICH SCHMÍDEL 


se caían al agua y nos quedábamos por lo tanto 
sin comer; tampoco teníamos descanso, ni de día 
ni de noche, á causa de las pequeñas moscas (mos- 
quitos), que no nos dejaban dormir. 

Así preguntamos nosotros á los Syeberís si aun 
nos quedaba agua más adelante; dijeron ellos, que 
teníamos que andar aun 4 días enteros por el agua 
y de ahí todavía más de 5 por tierra, y que así 
llegaríamos á una nación llamada Ortthuessen 
(Urtueses) y nos dieron también á entender 
que éramos nosotros muy pocos, y que convenía 
nos volviésemos. Mas nosotros no quisimos ha- 
cer tal cosa por considerar á los Schemes (Xara- 
yes), antes bien estuvimos por despachar de vuelta 
á sus casas y su pueblo á los Schemes (Xarayes) 
que nos acompañaban, mas ellos, los dichos Sche- 
rues se negaron á hacerlo, porque su rey les había 
encargado, que no nos dejasen sino que nos sir- 
viesen mientras no regresásemos nosotros otra vez 
de tierra adentro. Así pues los dichos Syeberís 
nos dieron 10 hombres para que junto con los 
Schemes (Xarayes) nos mostrasen el camino á los 
Ortheuesen (Urtueses). Así marchamos nosotros 
7 días más por el agua que nos daba á la cintura ó 
á la rodilla. La tal agua estaba tan caldeada como si 
hubiese estado al fuego; esta agua también tenía- 
mos que beber, visto que con otra no contábamos. 
Pero era cosa como para creer que se trataba de 
un agua corriente lo que no era así, sino que 

(1) Com., Cap. LIV. Ver Prol., Cap. XI, § 61. 

(2) Es decir—un río. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


221 


por aquel tiempo mismo había llovido tanto que la 
tierra estaba llena de agua, porque la tierra es una 
planicie llana; con el tiempo quedamos bien escar- 
mentados de la tal agua, como oiréis más tarde. 

Después de esto el día Q entre 10 y 1 1 del día lle- 
gamos al pueblo de los Orttheueser (Urtueses) 
y eso que fueron ya las 12 recien llegamos á la 
plaza en el pueblo, allí donde estaba la casa del 
principal de los Ortteuesen. 

Pero casualmente por ese tiempo había una pes- 
te grande entre los Ortthuessen, de pura hambre, 
porque no tenían qué comer; á causa de que los 
duckhuss (Tucus) ó langosta P' por segunda vez 
y casi por completo les había comido y destruido 
el maíz y el fruto de los árboles. Cuando nosotros 
los Cristianos tal cosa comprendimos y vimos nos 
alarmamos mucho y nos convencimos que no po- 
díamos quedar mucho tiempo en la tierra, porque 
nosotros tampoco teníamos mucho de comer. Así 
pues nuestro capitán le averiguó al principal de 
ellos acerca de los Amosenes (Amazones), y él le 
contó, que necesitábamos un mes entero hasta lle- 
gar á los Amossenes (Amazones), y más aun, que 
toda la tierra estaba llena de agua, como que al fin 
y al cabo así se dejaba ver. 

Aquí fué que el principal de los Ortheueses dió 
á nuestro capitán 4 plenschen (planchas) de oro y 


(1) Los Urtueses y Abarañes de Hernando de Ribera. Declaración del 
mismo en los Com. p. 598. Ap. R. 

(2) Tucu, voz guaraní. 

(3) Heyschneckhenn. 



222 


ULRICH SCHMlDEL 


4 argollas de plata, que se ponen en los brazos 
pero las plenschen (planchas) ® las usan los Indios 
en la frente como adorno, así como en esta tierra 
(Alemania) los grandes señores usan ricas cadenas 
en los cuellos. En cambio de estas cosas nuestro 
capitán dio á este Indio principal hacha, cuchillo, 
rosario, tijera y otras baratijas más, de las que se 
fabrican en Niremberga; de buena gana les hubié- 
semos sacado más cosas, pero no nos atrevimos, 
porque nosotros los Cristianos éramos muy pocos, 
y por lo mismo había que desconfiar; los Indios 
eran muchos, al grado que yo jamás en todas las 
Indias he visto pueblo más grande ni más gente 
junta, y eso que he andado la ceca y la meca. Esta 
peste de los Indios, por lo que tantos morían de 
hambre, fué, á no dudarlo, nuestra salvación, por- 
que de lo contrario lo probable es que los Cristia- 
nos no hubiesen salido de allí con vida. 


CAPÍTULO XXXVIII 

REGRESO DE HERNANDO DE RIBERA. SUBLEVACIÓN 
DE LA GENTE 

Después de esto contramarchamos á los antedi- 
chos Syeborís y Scherues (Xarayes). Nosotros los 
Cristianos también estábamos mal provistos de ví- 

(1) Ver Cap. XXXVI, al fin. 

(2) De estas planchas existen algunas, una de ellas de oró, en la colec- 
ción de Calchaquí, de Lafone Quevedo. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


223 


veres, no teníamos otra cosa de comer que una 
pamb (palma) llamada palmides (palmitos) y cardes 
(cardos) y otras raíces del campo que se crían 
bajo de tierra. 

Cuando llegamos nosotros á los Scherues estaba 
nuestra gente á la muerte de enferma por causa 
del agua, y de las necesidades que en este viaje 
habíamos sufrido; porque por 30 días y noches 
seguidas habíamos estado en el agua, y de la mis- 
ma habíamos bebido. Así nos quedamos allí entre 
los Scherues, donde vive el Rey, unos 4 días; nos 
trataron ® muy bien y nos sirvieron al pensamien- 
to, y el Rey encargó á sus súbditos que nos cuida- 
sen y nos diesen cuanto nos hacía falta. 

Así en este viaje cada uno de nosotros se había 
ganado un valor como de 200 ducados sólo en 
mantas de algodón de Indias y plata, que les ha- 
bíamos comprado á ocultas, y sin que se sepa, por 
cuchillos, rosarios, tijeras y espejos 

Después de todo esto volvimos á navegar aguas 
abajo á juntarnos con nuestro capitán general 
Alwiso Capessa de Bacha [Luego que llegamos 
á los navios, ordenó él, Albernunzo Capessa de 
Bacha] que so pena de la vida ni uno de nosotros 


(1) Cardos^ estos son los Caraguatá^ especie de bromelia. 

(2) Tragtirten. 

(3) Mentí. Ibid. p. 72. 

(4) Según los Com. (Cap. LXXII) H. de Ribera salió el 30 de Enero de 
1543 (error por 1544), y según el mismo Ribera, partió él de los Reyes el 
20 de Diciembre de 1543. 

(5) Parece como si Schmídel se desahogase dándole á don Alvar Núnez el 
trato de 5cAí/z.— C iervos. 

(3) Ovejas. —Guanacos. 

(4) Sprach. 



254 


ULRICH SCHMÍDEL 


ñas que nos mostrase el camino, porque así tu- 
viésemos agua que beber; desde que hay largos tre- 
chos en esta tierra sin agua. 

Así llegamos nosotros á las 4 millas (leguas) á 
una nación llamada de los Maiehonas (Mayecu- 
na?) ® donde nos quedamos un día, y de estos vol- 
vimos á tomar un «lengua», que nos mostrase el 
camino; estos se prestaron y nos dieron lo que ne- 
cesitábamos. Desde allí marchamos nosotros 8 mi- 
llas (leguas) y llegamos á una nación llamada de los 
Morroños; es una gran multitud de gente; nos re- 
cibieron muy bien; quedamos 2 días enteros entre 
ellos y tomamos relación de la tierra; de estos tam- 
bién sacamos nosotros un «lengua», que nos en- 
señase el camino; en seguida marchamos 4 millas 
(leguas) desde allí hasta una pequeña nación lla- 
mada de los Perronoss no tienen mucho que 
comer; son fuertes de unos 3 ó 4.000 hombres de 
pelea; quedamos un día entre ellos. 

De allí marchamos nosotros 12 millas (leguas) á 
una nación llamada de los Sánennos w, es una gran 
multitud de gente toda junta, y se halla sobre un 
cerrillo alto; el pueblo de ellos está rodeado de un 
bosque espinudo ® como muro; nos recibieron 
con sus arcos y flechas [y nos dieron dardes (dar- 


(1) Thohanas y Payhanas. — Ver atrás Nota. Prol. Cap. XI, § 68. 

(2) Maiehonas y Morroños.— 'Naciones desconocidas; tal vez Morotocos. 
Mapa de Jolis. Prol. Ibid. Los Moyganos y Mogranoes del clérigo Martín 
González, Ap, P, §§ 29 y 31. 

(3) Perronos. — Ver nota anterior. 

(4) Sánennos.— el mapa de Jolis hay unos Zatienos. 

(5) Tal vez del cereus llamado cardón. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


255 


dos)] de comer; mas no las tuvieron mucho tiempo 
consigo; muy pronto tuvieron que abandonar el 
pueblo, pero primero lo incendiaron al mismo; con 
todo hallamos nosotros bastante que comer en el 
bosque; quedamos allí 3 días y los buscamos en 
los bosques y en el campo. 


CAPÍTULO XLVI 

DE LOS BORRENES, LEICHONOS, KHARCHKONOS, 
SYEBERIS Y PEYSSENNOS. 

De allí marchamos en 4 días 24 millas (leguas) 
y llegamos á una nación llamada de los Borke- 
nes estos no esperaron nuestra llegada, sino que 
cuando ya estábamos nosotros muy cerca de su pue- 
blo, con tiempo emprendieron la fuga, mas no lo- 
graron escapársenos; les pedimos, pues, de comer, 
y nos llevaron allá gallinas, gansos, ovejas, avestru- 
ces y venados, también lo demás que habíamos 
menester, con lo que quedamos bien satisfechos; 
permanecimos 4 días enteros entre ellos y tomamos 
razón ® de la tierra. 

De allí marchamos nosotros 3 días enteros, 12 
millas (leguas) hasta una nación que se llama de 
los Leichonos Estos no tenían mayor cosa de 

(1) Como se ve, jornadas algo forzadas de 6, debiendo ser de 4 leguas. 

(2) Con los datos de Schmídel no es posible identificarlos. 

(3) Relazión. 

(4) Ver Nota anterior N.° 2. 



256 


ULRICH SCHMÍDEL 


comer, porque la langosta les había devorado el 
fruto. Allí no quedamos más que hasta el otro día 
y marchamos de allí 4 días de viaje, 20 millas (le- 
guas) hasta una nación llamada de los Kharchko- 
nos entre ellos también había habido langosta, 
mas no había hecho tanto daño como en otros lu- 
gares; [así] permanecimos nosotros sólo un día 
entre ellos y tomamos razón de la tierra, y nos 
dijeron ellos, que en 30 millas (leguas) no halla- 
ríamos una gota de agua hasta dar con una na- 
ción llamada de los Sieberis 

Así tomamos nosotros 2 Indios, que nos mostra- 
sen el camino y llegamos en 6 días á los Syeberís. 
Pero muchos de los nuestros murieron de sed, y 
eso que llevábamos agua con nosotros sacada de 
los dichos K.arckonos'psxa. el viaje. También encon- 
tramos nosotros en este viaje, y en algunos luga- 
res, una planta que sale de la tierra, tiene hojas 
gruesas y anchas, llámase Kardes y eso que 
cuando le llueve á la planta ó á sus hojas, se con- 
serva el agua en ellas y no puede salir, y ni con- 
sumirse, tal y como si estuviese en una tinaja y 
cabe casi una media medida de agua adentro en 
estas plantas. Así llegamos nosotros á las 2 de la 
mañana á los dichos Syeberís, que se preparaban 
á huir de allí con mujeres é hijos; mas nuestro ca- 
pitán les hizo anunciar por boca de un intérprete ® 

(1) Relazión, 

(2) Los Sivisicosis de la traducción castellana. 

(3) D'Orbigny.— Viaje. París 1835—1, s. 169— Ed. Al. 1889, p. 90. Esta 
llama á la planta tillandsía, 

(4) Geschirr. 

(5) Dulmescher. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


257 


que se dejasen estar en sus casas en paz y toda 
seguridad, y que no había por qué nos recelasen. 
Estos Syeberís también sufrían gran escasez de 
agua, y ni tenían otra cosa alguna que beber; hacía 
3 meses que no les llovía, por eso se hacían una 
bebida de una raíz llamada manndopoere (man- 
dioca) á saber, se toma la dicha planta, la ma- 
chucan en un mortero; este jugo se parece á una 
leche. Pero si hay agua, entonces se puede hacer 
también vino con ella. En este pueblo solo había 
un manantial único, y había que ponerle guardia, 
para que se mirase por el agua y se diese cuenta 
y razón de ella; [también tuvo á bien el capitán 
encargarme del agua en ese tiempo] para que 
hasta el agua se arreglase y distribuyese según la 
medida impuesta por el capitán en aquel momento 
y para este fin. Porque grande era la escasez de 
agua, al grado que nadie averiguaba ni de oro, ni 
de plata, de comer ni de otra cosa alguna, sino 
sólo de agua. Así me gané en esta vez entre no- 
bles y plebeyos, [y] de todos en general, la buena 
voluntad y favor, porque no les mezquinaba en 
esa ocasión; al propio tiempo tuve buen cuidado, 
que á mí tampoco me faltase agua. En todo el an- 
cho y largo de esta tierra no se encuentra más 
agua que la que proporcionan las represas. Más, 
los Syeberís hacen la guerra á otros Indios por in- 
terés del agua. 

Con esta nación nos quedamos 4 días, porque 

(1) Warzl. 

(2) Prol. Cap. VI. 


17 



258 


ULRICH SCHMiDEL 


nosotros no sabíamos lo que deberíamos hacer, sí 
teníamos que marchar para atrás ó para adelante; 
entonces tiramos á la suerte sobre los dos caminos, 
por saber si habíamos de marchar para atrás ó 
para adelante; y fué que tocó la suerte de marchar 
adelante. A esto nuestro capitán pidió á los Sye- 
berís informe de la tierra y razón de toda ella; en- 
tonces contestaron ellos, que teníamos que marchar 
6 días hasta llegar á una nación llamada Peysennes^'^^ 
y que en el camino encontraríamos que beber de 2 
arroyuelos y de los antedichos Kardes. 

Así pues nos preparamos para la marcha y nos 
llevamos algunos Syeberís para que nos mostrasen 
el camino. Mas cuando hubimos llegado á los 3 
días de camino del pueblo de ellos, huyeron los 
dichos Syeberís esa noche de allí, así que no los 
vimos más; de suerte que nosotros mismos tuvimos 
que dar con el camino y llegamos después de to- 
do á los Peyssennos, que se prepararon á la de- 
fensa y no quisieron ser nuestros amigos, pero 
poco fué lo que nos sacaron, antes bien, con el 
favor de Dios los vencimos y les conquistamos el 
pueblo y ellos se dieron á la fuga; no obstante nos- 
otros hicimos algunos prisioneros en esta escara- 
muza, que nos contaron como habían tenido en 
su pueblo á 3 Españoles, de los que uno, con el 
nombre de Jehronimus (Gerónimo), había sido 
trompa de thonn (don) Piettro Manthossa, los 
cuales 3 Españoles había dejado Jann Eyollas 

(1) Indios desconocidos. Estos y los Syeberís son los Cimeonos de Mar- 
tín González. Ap. P, § 33. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


259 


(Ayolas) enfermos entre los Peyssennes de lo que 
se trató ya en la foja [22], en el tiempo que Jann 
Eyollas (Ayolas) marchó de regreso de esta nación; 
á estos 3 Españoles los habían asesinado los Pey- 
sennos 4 días antes de nuestra llegada, es decir, 
después que se anoticiaron de nuestro arribo por 
los Syeberis; por lo que más tarde recibieron buen 
escarmiento á manos nuestras. Así nos acampa- 
mos 14 días enteros en el pueblo de ellos, y los 
buscamos y hallamos todos juntos cerca de un 
bosque, pero no á todos; á aquellos los matamos 
y tomamos prisioneros; ellos nos avisaron de todas 
las ventajas de la tierra, sobre la que nuestro capi- 
tán sacó muchas cosas de la relación ® de ellos, 
y nos dieron una buena noticia, á saber, que nos 
faltaban 4 días de camino ó 1[6] /«//tes (leguas) 
de camino para llegar á una nación llamada Mai- 
genos 


(1) Cap. XXV. 

(2) Relazion, 

(3) Con solo el nombre no es posible la identificación. Siguiendo el orden 
serían los Corocotogues de Martín González. Ap. P, § 34. Como nombre se 
parece al de los Moyganos, del § 30. 



260 


ULRICH SCHMÍDEL 


CAPÍTULO XLVIl 

DE LOS MAYQENNOS Y KARCKHOKÍES Y DELAS 
SALINAS 

Después de esto marchamos nosotros á los 
Maygennos y llegamos á su pueblo; que se dis- 
pusieron á la def ensa y no quisieron ser nuestros 
amigos. El pueblo de ellos se hallaba sobre un 
cerrillo que estaba rodeado por cerco de espinas, 
muy tupido y ancho y tan alto que se necesitaba 
un hombre con un espadín para que alcance á 
ia cima. Eso que nosotros los Cristianos junto con 
nuestros Caríos atacamos á este pueblo por los 
dos costados, ellos, los Maygennos, nos mataron 
12 Cristianos junto con algunos otros de los Caríos 
nuestros que ellos voltearon en la escaramuza, 
antes que nosotros ganamos el pueblo; cuando ya 
vieron que nosotros estábamos bien adentro de 
su pueblo, ellos mismos lo incendiaron y á toda 
prisa dispararon; allí tuvieron que dejar á algunos, 
como es de suponer. 

Después que ya todo esto se había concluido, á 
los 3 días, los Caríos se mandaron mudar con tan- 
to sigilo que nosotros no nos apercibimos de ello, 
y alzaron sus arcos y flechas, marcharon unas 2 ó 
3 millas (leguas) de nuestro real, alcanzaron á los 


(1) Rapir, estoque. 






VIAJE AL Rio DE LA PLATA 


261 


fugitivos Maygennos, pelearon estas 2 naciones 
una con otra allí con tal encarnizamiento que de 
los Garios perecieron más de 300 hombres, y de 
los Meygennos, sus enemigos, innumerables per- 
sonas, como para no escribirlo; eran ellos tantos 
que llenaban una milla (legua) entera de camino. 
Entonces nuestros Carias enviaron un correo á 
nuestro capitán en el pueblo y pidieron y suplica- 
ron que fuésemos en su ayuda, que ellos estaban 
acampados en un bosque, que no podían moverse 
ni para atrás ni para adelante, y también que esta- 
ban rodeados por los Maygennos. 

Cuando nuestro capitán esto supo no perdió un 
momento é hizo reunir los caballos y 150 Cristia- 
nos y 1.000 Garios de los nuestros; el resto de la 
gente tenía que quedarse en el real y defenderlo, 
porque los Maygennos nuestros enemigos no lo 
sorprendiesen durante nuestra ausencia; en segui- 
da marchamos con los dichos caballos, 150 Cris- 
tianos y 1 .000 Carlos ó Indios en auxilio de los 
susodichos Garios nuestros. Después que los May- 
gennos nos vieron y observaron, abandonaron ellos 
su real y huyeron á prisa de allí; nosotros también 
los perseguimos, pero sin poderlos alcanzar. Mas 
como les fué al fin y al cabo, [eso que] marchába- 
mos de regreso á nuestra ciudad, de donde había- 
mos salido, será asunto para después. Así pues 
llegamos á los Carlos y dimos con muchos muer- 
tos de ellos y de los enemigos Maygennos, cosa 
que nos causó admiración; pero nuestros amigos 
los Garios, que aun quedaban con vida, se alegra- 



252 


ULRICH SCHMÍDEL 


ron mucho porque habíamos llegado nosotros pa- 
ra ayudarlos. Después marchamos juntos con ellos 
de regreso á nuestro real y nos quedamos allí 4 
días largos, y teníamos en este pueblo de los May- 
gennos abundancia de comida y todo lo nece- 
sario. 

Allí nos pareció bien á todos juntos llevar á 
cabo nuestro proyectado viaje, ya que se nos pro- 
porcionaba la ocasión de experimentar cómo era 
la tierra, por eso también nos pusimos en camino 
y marchamos 13 días largos, hay más ó menos á 
nuestro juicio 72 millas (leguas) á una nación lla- 
mada Karckhokies, y cuando estábamos en los 
primeros Q días de este viaje llegamos á una tierra 
que tenía de largo y de ancho 6 millas (leguas) de 
camino, en que no había otra cosa que pura sal de 
buena calidad, tan gruesa que parece que hubiese 
nevado; la tal sal se conserva invierno y verano 

En esta tierra de salinas permanecimos 2 días 
de tiempo, porque no sabíamos por donde salir 
ni por qué camino tomar para acabar con nuestro 

(1) No conduce á nada querer identificar á estos Indios, que eran de los 
Tamacocas y Corocofoquís nombrados por Irala, carta de 1555, ed. cit. — Son 
los Zamucos de Jolís, Chamacocos de Boggiani, Chiquitos y otras nacio- 
nes de esa región. Véase la carta de Martín González, Ap. P, § § 27 á 35. 
El desgraciado fin del explorador Guido Boggiani en 1901, nos ha privado 
de una nueva oportunidad de conocer á fondo esta región del punto de vista 
etnográfico. Por ahora quedamos en lo cierto, que Irala anduvo por tierras 
de Chamacocos, Chiquitos, Mojos y Chiriguanos, de acá para alláy bus- 
cando El Dorado, y haciendo algunas de las cosas que le imputa Martín 
González, carta indispensable para el estudio de la relación de nuestro 
autor. Ver Pról. Cap. XI, §§ 65 á 71. Ap. P. 

(2) En el mapa del P. Jolis (Gran Chaco) al N. del paralelo 20°, y entre los 
meridianos 317° y 318, en tierra de Zamucos (Chamacocos), están marcadas 
unas salinas. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


263 


ya emprendido viaje. Aquí nos favoreció Dios el 
Todopoderoso, así que tomamos el buen camino y 
llegamos, pasados 4 días de viaje, á los Kharckho- 
kíes f’); y cuando nosotros estábamos como á 4 
millas (leguas) del propio pueblo, mandó allá 
50 Cristianos y 500 Garios, para que preparasen 
losament (alojamiento). Después que nosotros ya 
habíamos entrado en el pueblo, encontramos allí 
una gran nación reunida, como no habíamos visto 
otra igual en este viaje, por lo que nos pusimos en 
bastante cuidado. Pero en este apuro hicimos que 
uno de los nuestros volviese atrás é hicimos saber 
al capitán el lance que nos esperaba para que vi- 
niese á socorrernos lo más pronto posible; y tan 
luego como nuestro capitán recibió el tal mensaje, 
se apareció esa misma noche con toda la gente y 
esa mañana entre 3 y 4 estaba ya con nosotros. 
Mas los Karkhokhles ignoraban que tenían que ha- 
bérselas con más gente que nosotros los de antes, 
y así no pensaban en otra cosa que en la derrota 
segura que nos esperaba. Pero después que ellos 
comprendieron y vieron que nuestro capitán había 
llegado con más gente allí, quedaron muy pesaro- 
sos, en seguida nos manifestaron su buena volun- 
tad y pacífica intención en todo, porque otra cosa 
ya no podían hacer, sin exponer á sus mujeres, é 
hijos y á su pueblo; mientras tanto nos traían carne 
de venados, gansos, gallinas, ovejas (guanacos) 
avestruces ennden (antas), conejillos y más otras 

(1) Kharckhokies . la descripción pueden ser nación de los Chirigua. 
nos, pero más probable es que sean los Corocotoques, Ap. P, § 34. 



264 


ULRICH SCHMÍDEL 


piezas de campo y aves, de que había gran abun- 
dancia en la tierra. 

Ellos los Indios se ponen una piedra redonda y 
azul del tamaño de una dama en los labios. Sus 
defensas ó armas son dardes (dardos), arcos y fle- 
chas, y más, payeses hechos de annda (anta) ó 
sean rodelas. Pero sus mujeres tienen un canutillo 
asegurado á los labios en el que meten ellas una 
piedra verde ó gris. También visten un dipoe 
(tipoy) que se teje de algodón, del tamaño de 
una camisa, pero no tiene mangas; y son mujeres 
hermosas, porque no hacen otra cosa que coser y 
cuidar la casa; el hombre tiene que trabajar en el 
campo y procurar todo lo necesario. 


CAPÍTULO XLVHl 

DE LOS MACHKAISÍES Y LLEGADA AL PERÚ 

De allí marchamos nosotros á los dichos Mach- 
kaisies y nos llevamos algunos de los Korchkay- 
kies para que nos mostrasen el camino; y cuando 
estábamos á 3 días de viaje de este pueblo, de allí 
los dichos Karchkokies nos dejaron callados, no 
por esto dejamos de viajar y llegamos á un agua 
corriente llamada Machkaysies, que tiene milla 
(legua) y media de ancho, y cuando llegamos allá 


(1) Estos usos y costumbres son de los Chiriguanos. Véase nota anterioFi. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


265 


no dábamos nosotros con un vado seguro para 
pasarlo; así pues, Dios, nuestro Señor, nos conce- 
dió su Divino favor, mediante el cual logramos 
pasar esta agua, es decir, en la forma que sigue ; 
hicimos unas pequeñas balsas para cada 2, de 
palos y ramas, y nos dejamos llevar aguas abajo, 
esto mediante llegamos á la banda del agua; y en 
el pasaje este se ahogaron de la gente nuestra 4 
personas de una de las balsas. ¡Dios nos favorez- 
ca [á ellos y] á nosotros! Esta agua da buen pesca- 
do, iten fieras como tigres muchas, y está á no más 
de 4 millas (leguas) de camino de los Machkay- 
sís. 

Después que nosotros ya nos acercábamos á 
algo más que una milla (legua) larga de camino de 
los dichos Machkaysis, allí nos salieron al encuen- 
tro y nos recibieron muy bien, y en seguida nos 
empezaron á hablar en español; nos quedamos 
fríos donde estábamos y acto continuo les pregun- 
tamos á quien estaban sometidos, ó á quien tenían 
por señor; contestaron ellos á nuestro capitán y á 
nosotros, que eran súbditos de un caballero en Es- 
paña, llamado Peter Ansuless (Pedro Anzures) 
Entramos, pues, nosotros en el pueblo de ellos y 
encontramos que los chicos, como también algu- 
nos hombres y mujeres, estaban todos comidos de 
un insecto, que se parece á una pulga; éstos, si lle- 
gan á meterse entre los dedos de los pies de la 


(1) La nota á la edición de 1889 propone identificación con los Machi- 
cuy s, cosa imposible. Ver Prol. XI, § 73, al fin. 

(2) Fundador de La Plata, ó Chuquisaca en los Charcas. 



266 


ULRICH SCHMÍDEL 


gente, salvando los respetos sea dicho, ó cualquier 
otra parte del cuerpo, allí comen y penetran hasta 
que sale al fin un gusano allí, como los que se ha- 
llan en las avellanas; pero hay que sacarlos opor- 
tunamente, para que no se echen á perder tas car- 
nes; pero si se deja pasar demasiado tiempo, aca- 
ban por comerse los dedos enteros: mucho se 
podría contar sobre esto De nuestra tantas ve- 
ces citada ciudad Nostra Singnora de Sunssión á 
este pueblo Machkaysies, por tierra hay 377 millas 
(leguas) ® según la altnere (altura) 

Ahora, pues, unos 20 días de tiempo estuvimos 
acampados en este pueblo de tos Machkaysies. Por 
esos días nos llegó una carta de una ciudad llama- 
da Lyeme (Lima) en el Perú; allí en aquella sazón 
se hallaba el gobernador principal por la Cesá- 
rea Majestad con el nombre de presente (Presiden- 
te) ó lizenziate (Licenciado) de Cascha (La Gasea), 
quien por aquel entonces había hecho cortar las 
cabezas á Connsulo Presero (Gonzalo Pizarro) y 
á otros nobles y plebeyos que hizo decapitar jun- 
to con él, ó condenar á galeras; es decir, que así 
lo hizo, porque el dicho Consulo Piesiero (Gonza- 
lo Pizarro), ya finado, no quiso sometérsele al li- 
cenciado de Cascha (La Gasea), sino que se alzó 

(1) Se trata del pique ó nigua, tan general en los países cálidos de nuestra 
América. 

(2) La Asunción está en 25® 20* de Lat. S. y 60® Long. O. de París. Los 
Machkaysies no podían estar muy lejos de los 20® Lat. y 65® Long. Se ve, 
pues, que anduvieron de acá para allá; porque en línea recta no podían ser 
ni la mitad de las 377 leguas. 

(3) Altnere por Altuere, confusión de n por u. 

(4) Oberster Statthalter. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


267 


con la tierra contra la Cesárea Majestad; por esto 
el dicho presente de Cascha (Presidente La Gasea), 
en nombre de la Cesárea Majestad, con demasia- 
do rigor le dio su merecido; porque muchas veces 
sucede que uno hace más que lo que el mandato 
de su superior le faculta á hacer, y que lo que 
le ha encargado su señor, como suele suceder en 
el mundo. Yo tengo para mí que la Cesárea Ma- 
jestad le hubiese perdonado la vida al dicho 
Connsulo Piesiero (Gonzalo Pizarro), si él en perso- 
na imperial lo hubiese prendido; esto le dolía, que 
se le impusiese señor en lo que eran bienes suyos; 
porque esta tierra del Perú era á todas luces de- 
lante de Dios y del mundo, de él Consulo Piesiro, 
en razón de que él junto con sus hermanos 
Margóse (el Marqués) y Ernando Piesieron (Her- 
nando Pizarro), habían sido los primeros de todos 
que descubrieron y conquistaron la tierra del tal 
reino. Esta tierra con razón se llama tierra rica; 
porque todas las riquezas que posée la Cesárea 
Majestad salen del Perú y de Nove Hispaniam 
(Nueva España) y Terra firma (Tierra Firme) 
Pero la envidia y el odio son tan grandes en el 
mundo que el uno al otro no se quiere el bien; así 
también le aconteció al pobre Connsulo Piesiero, 
que un rey había sido, y después se le había he- 
cho cortar la cabeza. ¡Dios lo favorezca! Mucho 

(1) ¿Qué contestarían á esto Atau-Uailpa y las demás víctimas de la Con- 
quista? 

(2) México. 

(3) La costa boreal de la América del Sud. 



268 


ULRICH SCHMÍDEL 


habría que escribir sobre esto, pero el tiempo no 
lo permite. 

Ahora esto era lo que la antedicha carta decía, 
que, en nombre de la Cesárea Majestad, nuestro 
capitán Marthín Domenigo Eyolla con su gente 
de guerra no se moviese de allí so pena de cuerpo 
y vida sino que esperase allí entre los Maygosís 
hasta nuevas órdenes. Mas lo cierto del caso es 
probable que fuese, que el gubernator (Goberna- 
dor) temía, que nosotros no hiciésemos algún albo- 
roto contra él en la tierra juntándonos con los que 
se habían escapado de allí y habían huido á los 
chacos y á los cerros y eso es precisamente lo 
que también hubiese sucedido al habernos juntado 
los unos con los otros; lo hubiésemos corrido de la 
tierra nosotros al gubernator (Gobernador). Pero 
el dicho gubernator (Gobernador) hizo un con- 
venio con nuestro capitán y le dedicó un gran 
regalo, con lo que él lo tranquilizó y se aseguró la 
vida de aquel lance; nosotros la gente de guerra 
no sabíamos nada de estas componendas, que de 
de haberlas sabido, lo habríamos atado de pies y 
manos á nuestro capitán y llevado al Perú 

Después de lo cual nuestro capitán envió al Perú, 
al gubernator (Gobernador), 4 mensajeros, y uno 


(1) Pey leib unnd pey leben—so pena corporal y capital. Véase la Carta de 
Irala, 1555. Apénd. C bis. 

(2) Se advierte la anarquía que reinaba en el real de Irala, de la que tanto 
se queja éste. Carta Ibid. 

(3) Irala se queja amargamente de la insubordinación de su gente y del 
mal ejemplo de los Oficiales Reales, pero en palabras muy medidas. Carta 
Ibid. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


269 


capitán llamado Nufflo de Schaifess (Ñuflo de 
Chaves) el otro Unngate (Pedro de Oñate), el 
tercero Michel Pude (Miguel de Rutia), el cuarto 
Abai de Kprthua (Rui García) Estos 4 compa- 
ñeros llegaron al Perú en mes y medio, y primero 
á una ciudad llamada Poduesies (Potosí) en se- 
guida á otra llamada Kuesken (Cuzco) la tercera 
Bille de le Platte (Chuquisaca) y la cuarta capital 
llamada Líeme (Lima); estas 4 son las más principa- 
les ciudades y más ricas del Perú. 

Allá cuando estos 4 mensajeros llegaron á la 
primera ciudad Poduesis (Potosí) en el Perú, allí 
se quedaron los 2 llamados Michel Paedt (Miguel 
de Rutia) y Abale por causa de debilidad, porque 
se habían enfermado en el viaje; y los otros dos 
Naeffle (Chaves) y Ungenade (Oñate) siguieron 
viaje por la posta y llegaron á Líeme (Lima) í®) á lo 
del gubernator (Gobernador); los recibió pues muy 
bien y les tomó relación de todo, de como se 
habían arreglado las cosas en la tierra del Río de le 
Platta, y mandó después que los alojasen bien y 


(1) Irala dice que él mandó á Ñuflo de Chaves, Los otros irían de parte de 
los sublevados. — Carta citada. Ruy Díaz dice que Ñuflo de Chaves y Miguel 
de Rutia fueron de parte de Irala, y Rui García de los otros. — Ed. 1882, 

p. 121. 

(2) Abai de Korthua. Ver Arg. ut supra. 

(3) Si es cierto que Potosí (68® 20’, por 19®30’) fue la primera, ello preci- 
saría el punto de entrada. 

(4) Si el Cuzco fué la segunda, mal pudo ser La Plata (Sucre hoy) la terce- 
ra, si marchaban camino de Lima. 

(5) Aquí reitera que entraron por Potosí. 

(6) Entrarían por Potosí y el Cuzco á Lima, y volverían por el Cuzco y 
Chuquisaca ó La Plata. 

(7) Relazion. 



270 


ULRICH SCHMÍDEL 


los tratasen lo mejor posible, también Ies regaló á 
cada uno 2.000 ducados. Después de esto el gu- 
bernator encargó á Nueffle Schaifies (Ñuño de 
Chaves) que le escribiese á su capitán, para que se 
estuviese él con su gente allá entre los Marchkay- 
sies hasta nueva orden, pero que no les tomase 
nada ni hiciese mal, no siendo cosa de comer que 
hubiese allí; porque nosotros sabíamos muy bien 
que había rescates de plata entre ellos; pero como 
eran súbditos y vasallos de un Español no nos atre- 
víamos á perjudicarlos 

Pero este correo del gubernator estando en 
viaje fué descaminado por un Español, llamado 
Parnau ® que estaba en acecho por orden de 
nuestro capitán; porque éste desconfiaba que es- 
tuviese por llegar otro capitán del Perú á gobernar 
su gente, como que también ya por ese tiempo se 
había nombrado uno por esta causa mandó él, 
nuestro capitán, al dicho Pernau al camino y le 
ordenó que si fuese cosa que se tratase de carta, 
la trajese él consigo á los Caños lo que á su 
tiempo se cumplió. 


(1) Le valga la franqueza. 

(2) El chasqui ó chasque de los Peruanos. 

(3) Nombre desconocido. 

(4) Diego Centeno, con jurisdicción desde 23* 33’ Laf. Sur 14 grados 
para abajo (37® 33'), y desde la línea del Cuzco y de los Charcas hasta la del 
Brasil, con facultad de poblar ciudades fuera de estos límites. Murió sin re- 
cibirse.— Ver Herrera, Año 1548, Dec. VIII, Lib. V, Cap. I. 

(5) Irala se había retirado de los demás, y andaba solo. La Providencia 
parece que prefería el «malo» de Irala á los «buenos» que morían ó des- 
aparecían para hacerle lugar. 



VIAJE AL Rio DE LA PLATA 


271 


CAPÍTULO XLIX 

DE LA TIERRA DE LOS MARCHKHAYSÍES.— REGRESO AL 

RÍO DE LA PLATA. — ALZAMIENTO DE DIEGO DE 

ABREU. 

De tal modo se había manejado y tanto había 
hecho nuestro capitán allí con la gente, que en 
razón de víveres ya no podíamos permanecer más 
entre los Marchkhaysies; porque los víveres que 
teníamos no alcanzaban para un mes; mas si nos- 
otros hubiésemos sabido, que se nos iba á pro- 
veer ó nombrar un [nuevo] gubernator, no nos 
hubiésemos movido de allí, hubiésemos hallado 
harta comida y remedí (remedio) (á la cosa) pe- 
ro en el mundo todo es picardía Después 
marchamos nosotros de regreso á los Harchkokoes 
(Corocotoquis) w. Debía yo haberos contado 
también, á saber, que los dichos Machkaysis tie- 
nen una tierra tan fértil que no se había visto otra 
igual hasta entonces; por ejemplo, cuando un Indio 
sale al monte ó selva, y en el primer árbol que allí 

(1) Probiedo. 

(2) A no dudarlo, pero con perjuicio.— Ver Carta de Irala. Ap. C bis. 

(3) Hasta el no dejar que la hagan con los Indios de paganos. La fran- 
queza del autor encanta. 

(4) Donde determinó Irala «aguardar». Era «provincia de los Corocoto- 
quiSf 52 leguas distantes destos Tamacocas, así por mi palabra como por 
la de los oficiales de V. A. contra mi voluntad^ y de hecho, trataron los ofi- 
ciales de V. A. de dar vuelta á esta ciudad de la Asunción etc.». Ap. C bis. 

(5) Esto precede en la versión castellana. 



272 


ULRICH SCHMÍDEL 


encuentra abre un agujero con el hacha, de él sal- 
tan unas 5 ó 6 medidas de miel tan pura como 
almíbar; las tales abejas son muy pequeñas y no 
pican. La tal miel, que [es] de la buena, se puede 
comer con pan ó con cualquier otra comida, se 
hace también de ella buen vino, como en esta tie- 
rra (Baviera) hidromiel; [es] aun mejor y más sabro- 
sa al paladar (i). 

Cuando después de esto llegamos nosotros á los 
antedichos Worckhobosíes (2), todos ellos con mu- 
jeres é hijos habían huido de allí y se ponían á buen 
recaudo de miedo de nosotros; pero mejor les hu- 
biese estado quedarse en su pueblo; porque al 
punto les envió nuestro capitán otros Indios y les 
hizo decir que debían volver á sus pueblos y que 
se dejasen de tenernos miedo, que no se Ies irroga- 
ría perjuicio alguno; mas ellos no quisieron hacer 
caso de ello sino que por contestación nos man- 
daron que despejásemos el pueblo, porque de no, 
nos arrojarían de allí á la fuerza. 

Después que nosotros nos hicimos cargo de la 
tal cosa, nos dispusimos á toda prisa y marchamos 
contra ellos, no obstante que entre nosotros la 
gente de pelea había algunos cuyo parecer y de- 
seo era que se mandase al capitán y se le hiciece 
decir, que no debía marchar contra aquellos, por- 


(1) La edición Hakluyt tiene aquí una nota inexplicable, p. 77. La miel 
de los camoatí es una cosa, la miel de palo es otra, y se saca como lo des- 
cribe Sehmidel: los árboles de los Chacos están llenos de esta miel. 

(2) Corocotoquis. 

(3) Esta relación en el fondo concuerda con las quejas de Irala en su carta 
ya citada. No era ya él jefe de la expedición, sino Gonzalo de Mendoza. 



VIAJE AL Río DE LA PLATA 


273 


que ello podría ser causa de una gran hambruna 
en la tierra, de suerte que si se ofreciere pasar del 
Perú al Rio delle Plata, no encontrarían allí nada 
de comer mas nuestro capitán y la comuni- 
tett (comunidad) no quisieron entrar por ello, 
sino que siguieron el antedicho propósito y mar- 
charon contra los dichos Wockhhobosíes (Coroco- 
toquis) y cuando ya estábamos nosotros como 
á 1 ¡Imilla (legua) de camino de ellos ya habían sen- 
tado sus reales al abrigo de 2 cerros y bosques á 
los 2 costados, porque, llegado el caso de que nos- 
otros los venciésemos, pudiesen ellos escaparse de 
nosotros con más facilidad. Pero la cuenta les sa- 
lió mal parada: aquellos que nosotros alcanzamos 
tuvieron que quedar allí ó ser nuestros esclavos; 
así que en la tal escaramuza nos ganamos ® hasta 
unos 1.000, sin contarlos que matamos hombres, 
mujeres y niños 

Después de estos nos quedamos 2 meses largos 
en este pueblo que era tan grande como serían 
cualesquiera 5 ó 6 de los otros. Así, pues, mar- 
chamos adelante hasta el pueblo donde habíamos 
dejado los 2 antedichos navios de que se trató en 
la f. (48) W y estuvimos en el viaje año y medio, en 
que nosotros no hicimos más que guerrear con los 

(1) Pfofant. 

(2) Capitán— en este caso ya no era Irala. 

(3) Cotniinitett~~hQ.siz. esta palabra para comprender el estado de subleva- 
miento en que se hallaba la expedición. 

(4) Carta de Irala. Apend. C bis. 

(5) Irala lo trata de— «Ca5£7 puA* cierto feo>. Ibid. 

(6) La de siempre. 

il) Cap. XLIV. 


18 



274 


ULRICH SCHMÍDEL 


demás, y en este viaje nos hicimos de hombres, 
mujeres y niños hasta el número de 12.000 /7^/"S£7- 
ñas obligados á ser nuestros esclavos; tam- 
bién me tocaron por mi parte unas 50 personas 
entre hombres, mujeres y niños. 

Y eso que nosotros llegamos á las naos (2) nos 
avisó la gente que habíamos dejado en estos na- 
vios bergentín (bergantines) de como, en nuestra 
ausencia, un capitán llamado Diego Abriegenn 
(Diego de Abrego) natural de Sievilla en Hispa- 
nia, por propia cuenta, y un capitán con el nombre 
de thonn Fran. Manthossa (don Francisco de 
Mendoza) que nuestro capitán general Dome- 
nigo Marthin Eyolla (Irala) había nombrado para 
capitán de los 2 navios y de la gente misma, ha- 
bian armado un gran alboroto entre ellos, preten- 

(1) Personn. ¡Pobres Indios! 

(2) El 13 de Marzo de 1549 fué elegido Irala nuevamente teniente de Go- 
bernador en el puerto de San Fernando. — Ver Probanzas á la Carta de Ita- 
la. Ed. 1881, p. 135. Ruy Díaz dice que llegaron a! puerto á fines de 1549. 
Arg. p. 122. Ed 1882. Irala dice que llegaron á principios de Marzo. 

(3) O sea Diego de Abreu. 

(4) La mejor fuente que tenemos para conocer estos acontecimientos es 
la carta del mismo Irala de fecha 1555. El 10 de Noviembre 1548 se «desis- 
tió del cargo» Irala, y los Oficiales nombraron á Gonzalo de Mendoza. Ha- 
cen de las suyas con los Indios. En Marzo del 49 al llegar á San Fernando 
saben que «Diego de Abrigo» le había cortado la cabeza á Francisco de 
Mendoza, teniente de Irala, en la Asunción. El 13 de Marzo es reelegido 
Irala por los mismos Oficiales Reales y marcha contra Abreu. Lo que pasó 
se cuenta en la carta tantas veces citada. 

En Enero de 1553 sale Irala de la Asunción, regresa por los desasosiegos 
de Abreu, vuelve á salir á su expedición, y de vuelta en Septiembre de 1553 
halla que habían muerto á Diego de Abreu. Esto es oficial y cierto. No se 
comprende como Herrera incluye el alzamiento y muerte de este capitán ba- 
jo ios años 1545 y 46. Dec. VII, Lib. X. Cap. 15 y Dec. VIII, Lib. II, Cap. 
17, p. 43. Ed. Mad. Si Herrera pudo equivocarse asi, hay que disculpar 
muchos errores de Schmidel. 



VIAJE AL Rio DE LA PLATA 


275 


diendo éste que él y no otro debería mandar y 
gobernar en la ciudad, durante la ausencia, 
mientras que el dicho Diego de Abriego (Diego 
de Abreu ó Abrego) quería mandar sólo; mas thonn 
Francisco Manthossa, como capitán delegado y lu- 
garteniente de Marthín Domenigo Eyolla (Irala), 
no quería consentírselo A todo esto se armó una 
merienda de negros entre ellos, hasta que por fin 
Tiego de Abriego quedó dueño del campo, y de- 
rrotó y le cortó la cabeza á thonn Fran Man- 
thossa. 


CAPÍTULO L 

MOTÍN DE ABREU. — SCHMIDEL RECIBE CARTAS DE 
ESPAÑA. 

Entonces sin perder un instante puso á toda la tie- 
rra en alarma y quiso marchar contra nosotros aquí, 
y primero se fortificó en la ciudad; mientras esto 
llegamos nosotros con nuestro capitán Marthín 
Domenigo Eyolla (Irala), á las puertas de la ciu- 
dad, mas ni así quiso él dejarlo entrar á nuestro 
capitán, ni tampoco entregarle la ciudad, ni mucho 
menos reconocerle por señor. 

Después que nuestro capitán se apercibió de la 
tal cosa, le pusimos nosotros cerco á la ciudad 

(1) Connsenthiren.—Vtt nota anterior. 

(2) Pettlersdanz. 



276 


ULRICH SCHMfDEL 


Nostra Signara de Sunssión; después de lo cual la 
gente de pelea que estaba en la ciudad, cuando 
vieron que la cosa era de veras de parte nuestra, 
salían diariamente adonde nosotros estábamos en 
el campo y le pedían perdón á nuestro capitán. 

Cuando el dicho Diego de Abriego (Abrego) 
conoció cuál era la conducta de su gente, y que no 
se podía fiar de ella, por otra parte recelaba que 
cualquier noche de esas tomásemos la ciudad por 
traición, que era lo más probable que allí aconte- 
ciese, se aconsejó él con sus mejores compañe- 
ros y amigos, y averiguó cuáles eran los que esta- 
ban dispuestos á salir de la ciudad con él; así se 
llevó consigo cerca de 50 hombres; los demás, tan 
luego como salieron de la ciudad los que iban con 
el Diego, se plegaron á nuestro capitán y le entre- 
garon la ciudad y le pidieron perdón; así se los 
prometió el capitán y eptró en la ciudad. 

Mas el dicho Diego de Abriego (Abreu) mero- 
deó con los 50 Cristianos en unas 30 millas (le- 
guas) de camino á la redonda, así que nosotros no 
pudimos vencerlos; y estos dos caudillos se hicie- 
ron la guerra el uno al otro durante 2 años ente- 
ros, de suerte que el uno por causa del otro no se 
contaba seguro; porque el Diego de Abriego (Abre- 
go) no se quedaba mucho en lugar alguno; hoy 
allí, mañana en otra parte, y donde nos podía per- 
judicar no se descuidaba él, porque hasta se pa- 
recía á un salteador de caminos. En suma si 


(1) Ver la carta de Irala. Apend. C bis. 

(2) Jnn suma. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


277 


quería nuestro capitán estar en tranquilidad tenía 
que buscar arreglo con el Diego, y pactó un casa- 
miento con sus 2 hijas que dio él á los 2 pri- 
mos del Diego (Abreu), llamados el uno Aluiso 
Richkell (Alonso Riquelme de Ouzmán), ® y el 
otro Francisco [Vergara] (Francisco Ortiz de Ver- 
gara), y recién cuando se concertaron los tales ca- 
samientos conseguimos estar en paz entre nos- 
otros. 

Por el mismo tiempo me llegó una carta de His- 
pania por Sevilla y del factor de Fuckher, llamado 
Chriestoff Reysser, á saber, de como á la misma 
persona le había escrito Sebastián Neithart, por 
pedido de mi finado hermano Thoma Schmidl, por 
si fuese posible que se me ayudase á regresar á mi 
tierra, lo cual él, el dicho Chriestoff Reysser, cou 
toda diligencia de su parte había solicitado y 
tratado de cumplir, á lo que se debió que me llegó 
la carta, la cual recibí yo el año 1552, el día 25 
de Julio, ó sea el día de Santiago. 


(IJ Los casamientos fueron 4, uno de ellos con Gonzalo de Mendoza,. 

(2) Padre del historiador Ruy Díaz de Guzmán. 

(3) Mann. 

(4) Solicítiért. 

(5) La «víspera de Santiago del dicho ano de 52, llegó á esta ciudad Her- 
nando de Salazar, etc.». Carta de Irala, 1555. Apénd. C bis. Este traería 
las cartas á que se refiere Schmidel. No puede darse una concordancia más 
completa. 



278 


ULRICH SCHMÍDEL 


CAPÍTULO LI 

EL AUTOR EMPRENDE VIAJE DE VUELTA — BAJA POR 
EL RÍO DE LA PLATA Y SUBE POR EL PARANÁ 


Después que leí yo la carta, sobre la marcha 
pedí licencia á nuestro capitán Thomenigo Martín 
Eyolla (Irala), mas él al principio no quiso dárme- 
la; pero más tarde tuvo él que reconocer mi largo 
servicio prestado, desde que yo por tantos años 
había servido fielmente á la Cesárea Majestad en 
tierra, y que por él, capitán Eyolla (Irala) muchas 
veces había puesto en peligro cuerpo y vida y que 
jamás lo había abandonado; de esto debió acor- 
darse él y me dió licencia, me encomendó también 
carta para la Cesárea Majestad, es decir, para que 
en ella hiciese él saber á Su Majestad cómo se 
estaba en la tierra Rio delle Platta, y qué era lo 
que en ella había acontecido durante el tal tiempo. 
Las tales cartas las entregué yo á los Consejeros 
de la Casárea Majestad en Sevilla, á quienes yo 
también de palabra hice relación y di buena cuen- 
ta de la tierra. 

Y cuando yo ya tuve todas mis cosas dispuestas 
para el viaje, fué que me despedí amistosamente 
del capitán Marthin Domenigo Eyolla (Irala) y de 
los demás buenos compañeros y amigos; me llevé 
también 20 Indios Caríos, que cargasen con lo 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


279 


necesario para un viaje tan lejos; porque cada uno 
tiene que calcular lo que puede precisar para el 
camino. 

Y 8 días antes que yo debía partir, llegó uno del 
Presiel (Brasil); trajo noticia, de cómo precisamen- 
te debió haber llegado allí un navio de Liesebonna 
(Lisboa) en Portugal, el cual pertenecía al muy ho- 
norable y discreto señor Johann von Hielst allá en 
Lisabona (Lisboa), un comprador ó un factor del 
Erasmus Schezen en Amberes. 

Y cuando yo hube averiguado cuanto tenía que 
decirme me puse en marcha en nombre de Dios 
el Todopoderoso el año 1552 á 2ó de Diciembre 
y día de San Esteban, y abandoné el Río delle 
Platta, partiendo de la ciudad Nostra Singnora 
de Sunssionn con 20 Indios y 2 cananen (canoas), 
y primero llegamos á las 26 millas (leguas) á un 
pueblo llamado Juegrichsaibe (Yeruquihaba) 
allá en ese pueblo se me juntaron 4 compañeros, 
2 Españoles y 2 Portugueses, los mismos que no 
traían licencia del capitán. De allí marchamos 
juntos y llegamos como á las 15 millas (leguas) á 
un pueblo grande llamado Barey P); de allí mar- 
chamos 4 días de viaje, 16 millas (leguas), hasta 


(1) Ver Cap. XLIII. Las distancias no concuerdan de los dos lugares, ni 
la dirección. Posible es que haya habido dos pueblos de Indios del mismo 
nombre. Indios encomendados cambiaban de local y llevaban el nombre 
consigo. 

(2) Para poder identificar estos lugares hay que conocer la documentación 
local del Paraguay. Las 57 más 54 leguas las cuento yo hasta la confluencia 
del Paraguay y Paraná, por las muchas vueltas que da el río y algo por error 
xle cálculo. Aun nos falta un estudio de geografía histórica del Paraguay y 
Brasil, con el texto del verdadero Schmídel en la mano. 



280 


ULRICH SCHMlDEL 


llegar á un pueblo llamado Oebareche; de éste 
marchamos nosotros Q días de viaje, 54 millas (le- 
guas), hasta un pueblo llamado Barode Allí nos. 
quedamos 6 días largos, porque buscábamos víve- 
res y cannanen (canoas); visto que teníamos nos- 
otros que navegar 100 millas (leguas) aguas arriba 
del Parnau (Paraná) y llegamos á un pueblo 
llamado Gienge allí quedamos 4 días. Hasta 
aquí en este pueblo todo obedece á la Cesárea 
Majestad, y es tierra de Carlos 


CAPÍTULO Lll 

PASAN POR LOS TUPÍ.— SU DESCRIPCIÓN. — LLEGAN 
AL PUEBLO DE JUAN KAIMUNNELLE (RAMALEO) 

Ahora empieza la tierra del Rey de Portugal, á 
saber, la de los Thopiss (Tupí); ahí tuvimos que 
dejar el Parnau (Paraná) y las cannanon (canoas), 
y marchar por tierra á los Thopis (Tupí), y cami- 
namos 6 semanas largas por desiertos, cerros y 
valles, en que [por miedo] de las fieras del campo 
no podíamos dormir tranquilos ; y hay entre el suso- 
dicho pueblo Gienge y los Thopis 126 millas (le- 


(1) Aquí parece que tomaron el Paraná con intención de navegar 101> 
leguas aguas arriba. 

(2) Profannt. 

(3) Más ó menos hasta el Iguazú. Ver Nota anterior 1. 

(4) Pudieran ser Cainguás. 

(5) En tierra de Portugal ya eran Indios Tupí. 



VIAJE AL Rio DE LA PLATA 


281 


guas, de camino. Estas naciones Thopis se comen 
á la gente, cuando es enemiga; no hacen otra cosa 
que andar siempre en guerra, y cuando vencen á 
sus enemigos, conducen ellos los prisioneros á su 
pueblo tal y como en la tierra aquí (Baviera) se 
dispone una boda; y cuando es llegado el tiempo 
en que quieren acabar con los prisioneros ó ma- 
tarlos, se preparan ellos una gran ceremonia con 
este fin; pero hasta tanto por lo que es el hombre 
prisionero, se le da cuanto se le antoja ó que pue- 
de desear, como ser mujeres con quienes holgar ó 
cosas de comer, lo que el corazón le pida, hasta 
que llega la hora en que tiene (de morir) Su 
gusto y su encanto está en la guerra perpétua. 
Iteti [ellos] beben, y comen y están día y noche 
borrachos; también son amigos del baile, y llevan 
á tal extremo la vida de adulterio, que no es para 
contada; es una gente fiera, ambiciosa y soberbia; 
hacen vino del trigo turco (maíz) con el que se lle- 
nan, tal como cualquiera aquí se toma el mejor de 
los vinos; tienen idioma parecido [al de] los Ca- 
rias, con los que bien poca es la diferencia que 
hay P). 

De allí llegamos nosotros á un pueblo llamado 
Karieseba son también Thopis, están de guerra 
con los Cristianos, mas los anteriores son amigos 
de los Cristianos ; eso que llegamos el Domingo 

(1) El cautiverio de Hans Stade de Hesse, 2.® Parte, Cap. XXVIII. 

(2) Esta observación de Schmídel nos prueba que se daba cabal cuenta de 
lo que eran las diferencias entre las lenguas é idiomas de las «naciones» que 
visitó. 

(3) Kctñesebá,~Qomo si fuese algún pueblo de Carlos. 



282 


ULRICH SCHMÍDEL 


de Palmas á 4 millas (leguas) de un pueblo, nos 
convencimos que teníamos que guardarnos bien 
de los Karleseba; y esta vez, con ser que estába- 
mos en tanta escasez de bastimento tuvimos sin 
embargo que caminar un poco más en busca de 
comida, pero no pudimos contener á 2 de nues- 
tros compañeros, que á pesar de nuestro buen 
consejo se metieron en el pueblo; les prometimos 
pues esperarlos, lo que allí también se cumplió. 
Pero ni bien entraron ellos al pueblo fueron muer- 
tos y comidos en seguida. ¡Quiera Dios apiadarse 
de ellos! Amén. 

Después de esto se nos presentaron estos mis- 
mos Indios en número como de 50 hombres á dis- 
tancia de 30 pasos; traían puesta la ropa de los 
Cristianos y se pararon y platicaron con nosotros; 
pero es costumbre entre estos Indios, que si algu- 
no se para á pocos pasos de su enemigo y platica 
con él, nada de bueno le está urdiendo. A esto 
cuando lo advertimos, nos preparamos lo mejor 
que pudimos con nuestras armas y Ies preguntamos 
adonde habían quedado nuestros compañeros, allí 
dijeron ellos que estaban en su pueblo y que nos- 
otros también deberíamos pasar allá; mas nos- 
otros no lo quisimos hacer, porque bien les conoci- 
mos la mala intención. En seguida nos hicieron 
disparos con sus arcos, pero no nos resistieron 
mucho tiempo, sino que dispararon á su pueblo y 
al punto trajeron de allí hasta unos 6.000 contra 


(1) Profandi. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


283 


nosotros; pero nosotros en tal apuro no teníamos 
más amparo que un bosque grande y cuatro arca- 
buces junto con 20 (60) Indios de los Carlos, 
que nos habíamos traído de la ciudad Nostra 
Singnora de Sunssión; así, pues, nos sostuvimos 
allí unos 4 días con sus noches, en que nos hacía- 
mos continuas descargas, y en la cuarta noche 
con todo sigilo abandonamos el bosque y mar- 
chamos de allí, porque no teníamos mucho que 
comer, y los enemigos también empezaban á lle- 
varnos ventaja; como dice el refrán: porque son 
muchos los perros muere la liebre. 

De allí marchamos nosotros 6 días seguidos por 
bosques desamparados, como que en mis días (y 
eso que he andado la seca y la meca) no he visto 
iguales, ni he viajado por camino más enmaraña- 
do; tampoco teníamos que comer, y por eso había 
que remediarnos con miel y raicecillas que encon- 
trábamos; también se apoderó de nosotros descon- 
fianza de que el enemigo nos alcanzase, si nos 
permitíamos aunque no fuese más que el tiempo 
para cazar alguna salvagina del campo. 

Así llegamos á una nación llamada Biessaie 
(Mbiagá), allí paramos 4 días largos é hicimos 
bastimento, mas no nos atrevimos á entrar en el 
pueblo, siendo nosotros los pocos que éramos. 
Cerca de esta nación está un agua (río) llamado 
Urquaie (Uruguay) allí vimos víboras ó ser- 


(1) Pixenn. 

(2) Provincia de Santa Catalina. 

(3) Urquaie. Así está. 



284 


ULRICH SCHMlDEL 


pientes, llamadas en su lengua de Indios schue éyba 
thuescha es de 14 pasos de largo y 2 braza- 
das de grueso en el medio; hacen mucho daño, 
por ejemplo, cuando se baña la gente, ó bebe una 
fiera de la misma agua ó se pone á nadar sobre el 
agua, así se le arrima una serpiente de éstas deba- 
jo del agua, nada hasta donde está el hombre, ó la 
fiera, y lo envuelve en la cola, zambulle en segui- 
da bajo del agua y se lo come; porque siempre 
se mantiene con la cabeza á flor de agua y obser- 
va á ver si se presenta algo que sea hombre ó bes- 
tia, que pueda matar y envolver. ^ 2 ) 

De allí marchamos nosotros adelante un mes 
largo y seguido, 100 millas (leguas) de camino, y 
llegamos á un pueblo grande ñamado Scherebe- 
thuebá, allí nos quedamos 3 días y estábamos 
muy rendidos; no nos había sobrado de comer, 
porque nuestro principal alimento era miel, con lo 
que estábamos todos sin fuerzas; así, pues, cual- 
quiera puede con lo dicho hacerse cargo de los 
peligros y de la pobre y mala vida que fué la nues- 
tra en tan dilatado viaje, muy particularmente en lo 
tocante á la comida, bebida y dormidas; la cama 
*que cada uno traía consigo, pesaba 4 ó 5 libras, (y) 
era de algodón W; se hacen en forma de red, se 
atan á 2 árboles, y allí se echa encima cada uno; 
esto se hace en el bosque bajo del azulado cielo; 

(1) No hallo interpretación satisfactoria de estas 3 palabras. 

(2) Ver Cap. XVII. 

(3) Verubatibá en la provincia del Janeiro. Ver Ed. al. 1889, p. 107,. 
Nota 3. 

(4) Hamaca. 



VIAJE AL Río DE LA PLATA 


285 


porque si no son muchos los que juntos marchan 
por tierra en Indiam (Indias), es más seguro sa- 
carla bien en el bosque que en las casas ó pueblos 
de los Indios. 

Ahora marchamos nosotros á un pueblo que 
pertenece á los Cristianos, en que el principal se 
llama Johann Kaimunnelle (Juan Ramallo) y 
por suerte nuestra no estaba en casa, porque este 
pueblo me pareció una cueva de ladrones; fué que 
el dicho principal estaba en casa de otro Cristiano 
en Vincendo (San Vicente) ® y estos desde ya antes 
estaban por entrar en un arreglo entre sí; estos 800 
Cristianos, pues, en los 2 pueblos dependen del 
rey de Portugal, y del dicho Kaimunnelle (Ramallo), 
quien según él mismo lo asegura hace ya 40 años 
largos que ha vivido, mandado, peleado y conquis- 
tado en tierra de Indias, razón por la que quiere 
seguir mandando en la misma con preferencia á 
cualquier otro, cosa que el otro tal no se la con- 
siente, y por lo tanto se hacen entrambos la guerra; 
y este más nombrado Kaimunnelle (Ramallo) pue- 
de en un día reunir 50.000 Indios, mientras que el 
rey no reúne 2.000; tanto es el poder y el prestigio 
de que él goza en la tierra. 

Pero sucedió que el hijo del tantas veces nom- 
brado Kaimunnelle (Ramallo) había estado allí 
cuando llegamos nosotros al susodicho pueblo, 


(1) Juan Ramallo, fundador de Piratininga ó San Paulo. Trad. Ing. Ha- 
kluyt Soclety, p. 84. Nota. 

(2) San Vicente — Provincia de San Paulo — Brasil. Pueblo fundado por 
Martín Alfonso de Souza en 1531. 



286 


ULRICH SCHMÍDEL 


quien nos recibió bien, aunque nosotros teníamos 
que desconfiar más de él que de los Indios; mas 
como aquí nos fué bien, demos siempre gracias, á 
Dios el Creador por Cristo Jesús, su único Hijo, 
que hasta aquí tanto nos ha favorecido y de todos 
modos nos ha amparado. 


CAPÍTULO LUI 

LLEGADA Á SAN VICENTE. — VIAJE Á ESPAÑA. — 
MARAVILLAS DEL MAR 

Ahora marchamos algo más adelante á una pe- 
queña ciudad llamada 5. Vicendo (San Vicente) 

20 millas (leguas) de camino; allá llegamos el año 
1553 íz««p Domini, el 13 de Junio, en día de San 
Antonio, y dimos con un navio portugués, que es- 
taba allí cargado con azúcar, palo de Brasil y al- 
godón, y pertenecía al honorable Schezen; su fac- 
tor está en Lisabonna (Lisboa), se llama Johann 
vonn Huessen, quien á más tiene otro factor allí en 
Vincendo (S. Vicente), llamado Petter Rosel. 

Iten los antedichos señores Schezenn y Johan 
von Halsen tienen allá en la tierra muchos pueblos 
y villorrios azucareros, en que se hace azúcar año 
redondo. Así, pues, me recibió el susodicho Petter 
Rossel muy amistosamente y me trató muy en 

(1) Al Sur de Santos fundado en 1531 por Martín Affonzo de Souza. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


287 


grande; é! también me recomendó á la tripulación 
con que tenía que navegar, y les pidió que se qui- 
siesen poner á mis órdenes, lo que después cum- 
plió con exactitud el capitán este, y [yo] confieso 
que es así; así nos quedamos aún 1 1 días en la 
ciudad Vincendo (S. Vicente), para prepararnos y 
proveernos de todo lo necesario que puede á uno 
hacerle falta en alta mar. Iten echamos 6 meses 
largos, de la ciudad Nostra Singnora de Sunssión 
hasta la ciudad 5. Vincenndo en Presidí (Brasil) y 
hay 476 millas (leguas) de camino. 

Después nos hicimos á la vela, en seguida de 
habernos despachado de lo que había que hacer, 
y salimos de la ciudad S. Vincenndo el año 1553, 
anno Domlni, el 24 de Junio, día de San Juan; así 
mismo estuvimos nosotros 14 días largos en el pié- 
lago ó mar, sin alcanzar un viento favorable, antes 
al contrario tormentas y tiempo horrible sin tregua, 
así que no podíamos atinar adonde estábamos; á 
todo esto se nos tronchó el mástil del navio, que 
empezó á hacer mucha agua, así que tuvimos que 
acercarnos á tierra y llegamos á un puerto ó bahía 
llamada ciudad Spirltu Sanntto (Victoria), está en 
Presll (Brasil) en Inndia (Indias) pertenece al 
rey de Portugal, hay Cristianos en la ciudad, con 
sus mujeres é hijos hacen azúcar, tienen algodón y 
palo de Brasil y de otras clases que por allí se en- 
cuentran. 

En estos lugares del mar entre S. Vicenndo y 

(1) Por los 20». 

(2) Para teñir, etc. 



288 


ULRICH SCHMÍDEL 


Spiritu Sannto es donde más se encuentra la ba- 
llena ó cetáceo hacen mucho daño, por ejemplo, 
cuando se quiere navegar de un puerto al otro en 
pequeños navios, que al fin son algo mayores que 
los navios grandes de aqui en esta tierra (Baviera), 
alli se presentan estas ballenas en mesnada y arman 
batalla entre si, y si en esto se encuentran con el 
navio, alli lo hacen zozobrar con gente y todo. Es- 
tas ballenas vomitan ó arrojan agua constantemen- 
te por la boca, y una que otra vez tanta cuanta 
cabe en un buen tonel de Francia; y el tal golpe 
de agua lo produce ella cada y cuando mete la 
cabeza bajo del agua y la vuelve á sacar: esto ha- 
ce ella dia y noche y quien por primera vez lo ve 
se hace de cuenta que tiene un peñasco á la par. 
Mucho habria que escribir del pez este. 

Iten hay también cantidad de otros peces raros 
y maravillas del mar, de las que todo lo que se 
puede decir y contar, por más detallado que fuese, 
seria poco. Hay otro pez muy grande, se llama en 
español sumare esto es en alemán schnub-huet 
vischs (pez sombrerero de paja); es este un pez 
del que todo lo que se diga y escriba es poco; tal 
es de grande, de fuerte y de poderoso el tal pez; 
en algunas partes perjudica mucho á los navios; 
porque siendo que no corra viento, y que por ello 
están los navios encalmados sin poder marchar ni 
para atrás ni para adelante; cuando el pez embiste 

(1) Walfisches 

(2) Surtiere— sin duda por «sombrero*. El autor aquí nos repite los cuentos 
que le meterían los marineros, famosos por sus exageraciones é invenciones 
acerca de las maravillas que contiene el mar. 






VIAJE AL Rio DE LA PLATA 


289 


a navio con un golpe tan recio, que todo él tiem- 
bla y se estremece, entonces al punto hay que arro- 
jarle del navio una ó dos grandes pipas; y asi el di- 
cho pez se apodera de las barricas, deja al navio y 
juega con ellas. 

Iten más otro pez muy grande, llamado pesche 
spaide (pez espada), esto es en alemán vischsme- 
sser ó schwertmesser, hace gran daño á los demás 
peces, y cuando aquellos se pelean entre si, es la 
cosa como cuando en tierra se juntan 2 caballos 
bellacos y se acometen uno al otro : lo cual es di- 
vertido ver en la mar; mas cuando los peces pe- 
lean entre si, por lo general sobreviene mal tiempo 
en Ja mar. Iten más hay otro pez grande y malo, 
que supera á todos en aquello de pelear ó batirse; 
se llama en español serre pesche (pez sierra), en 
alemán sagvischs Hay otros peces más cuyos 
nombres no los sé. Iten peces voladores y otros 
peces grandes llamados doninnen (toninas). 


CAPÍTULO LIV 

LLEGADA Á LISBOA Y SEVILLA. PASA Á CADIZ. ESCA- 
PADA DE UN NAUFRAGIO 

Asi pues navegamos 4 meses largos seguidos en 
la mar, sin que viésemos tierra alguna, y conducía- 
mos mercaderías del dicho puerto Spíritu Sancto. 

(1) Véase el Cap. IV. 


19 



290 


ULRICH SCHMfDEL 


Después llegamos á una isla llamada leste de Ter- 
zero (Isla Terceira) allí volvimos á tomar víveres, 
pan, carne y agua y lo demás que nos faltaba y nos 
quedamos allí 2 días enteros; pertenece al rey de 
Portugal. 

De allí navegamos á Lisebonna (Lisboa) á los 14 
días, año 1553, anno domini, Setiembre 30; el día 
de Sannt Jerónimo arribamos allí y nos quedamos 
14 días largos en la ciudad de Lisebonna. Allí se 
me murieron 2 Indios que traía yo conmigo de la 
tierra (el Paraguay). De allí viajé per postam (por la 
posta) á Sevilla en 6 días — son 72 millas (leguas); y 
me quedé unas 4 semanas largas hasta que estuvie- 
sen listos los navios; después salí de Sevilla por agua 
y llegué en 2 días á la ciudad de 5. Lucas (San Lúcar 
de Barrameda) donde me quedé hasta el otro día. 
De allí viajé yo un día de camino por tierra y llegué 
á una ciudad llamada Portía S. Marie (Puerto de 
Santa María), de donde anduve 8 millas (leguas) de 
camino por agua y llegué á la ciudad Calles (Cá- 
diz), (2) allí á la sazón estaban los navios holandeses, 
que debían partir para los Países Bajos; los mismos 
que eran unos 25, todos navios grandes, que se 
llaman hulckhenn (urcas). 

Entre estos 25 navios había uno nuevo, grande 
y muy lindo, que sólo había hecho un viaje de 
Andorff (Amberes) á Hispaniam; así pues me acon- 
sejaron los comerciantes que debía yo embarcarme 

(1) En las Azores. 

(2) Modo antiguo de pronunciar el nombre según Monlau, Dic. Etim. Ed„ 
Ai. de 1889, p. 112, Nota. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


291 


en este navio nuevo; y el patrón se llamaba 
Heinrich Ses; era un hombre honorable y capaz, con 
él traté yo y arreglé mi pasage, también la comida 
y las demás cosas que faltaban para este viaje, por 
todo esto cerré yo trato con él. Esa misma noche 
acabé yo de aprestarme de todo, é hice llevar mi; 
botín, vino, pan y cosas por el estilo, también los pa- 
pagayos que habia yo traido de /«¿/c (Indias), todo 
al navio; y por último convine con el patrón 
que para complacerme me haria anunciar la hora 
de partir, lo que él patrón me prometió, y que no 
se iría sin mi, sino que con toda seguridad me haria 
avisar. Ahora sucedió que el dicho patrón w esa 
misma noche tomó algo de más, asi que (por suer- 
te mia) se olvidó y me dejó en la posada, sucedió 
que 2 horas antes de amanecer, el timonel, que era 
quien manejaba el navio, hizo que se levase el an- 
cla, y allí se hizo á la vela. Y cuando yo de mañana 
fui á buscar el navio, ya estaba este una m'//a (le- 
gua) larga de camino distante de tierra; en seguida 
tuve que buscarme otro navio y cerrar trato con 
otro capitán, al que tuve que darle lo mismo que al 
anterior; así partimos al punto de allí con los otros 
24 navios y tuvimos viento favorable los primeros 
3 días, mas después nos vino un viento fuerte y 
contrario de suerte que no podíamos seguir na- 
vegando; estuvimos, pues, 5 días largos siempre en 

(1) El Schieffer. 

( 2 ) Pactirte. 

(3) Schieffer, el *skipper», como dirían los Ingleses. 

(4) Schieffer, porque era capitán de buque mercante. 

(5) Cotintrary,~jd. propia palabra española, porque alemana no es. 



292 


ULRICH SCHMÍDEL 


gran peligro esperando bonanza; pero cuanto más 
nos demorábamos más brava se ponía la mar, has- 
ta que ya no nos fué posible esperar más mar afue- 
ra, sino que tuvimos que regresar para atrás por el 
camino que habíamos traído. 

Ahora es costumbre en práctica de la mar, que 
los marineros y patrones hagan un capitán ge- 
neral entre ellos, que en español se llama almeran- 
do (almirante); este manda á todos los navios, y lo 
que él quiere eso se ha de hacer, eso se ha de cum- 
plir, en alta mar; y ellos, los marineros y patrones, 
tienen que jurarle que ninguno de ellos se ha de 
querer separar de los demás; porque la Cesárea 
Majestad había ordenado y mandado que menos de 
20 navios no deberían emprender viaje de España 
á los Países Bajos, por causa del Rey de Francia, 
mientras duraba la guerra entre ellos. Fuera de 
esta hay otra costumbre más en alta mar, que un 
navio no ha de navegar á más de una milla (legua) 
de distancia del otro, y cuando se pone ó entra el 
sol, también los navios tienen de juntarse y los 
patrones han de saludar al miranndo (almirante) 
con 3 ó 4 tiros, y todos los días 2 veces; también 
por la otra parte el miranndl (almirante) ha de col- 
gar del navio suyo 2 linternas hechas de hierro, 
que se llaman farall (faroles) <2)^ [y] las ha de dejar 
prendidas toda la noche, así los demás han de se- 
guir al navio, en que está la luz, y no se han de se- 
parar por nada. 

(1) Schieffer. 

(2) Farall en el MS. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 


29 J 


Iten más el mirando (almirante) les avisa cada 
noche á los navegantes el rumbo que piensa tomar, 
porque si llega el caso de sobrevenir un temporal 
en alta mar puedan ellos saber el rumbo ó viento 
que ha seguido [el] mirannd (almirante), y así no 
se aparten los unos de los otros. 

Y eso que tuvimos que regresar y volvernos 
atrás, como se dijo, allí estaba el navio del suso- 
dicho HaUyirich Schezen, en que tenía yo todo 
mi botín, el mismo me había dejado en Calless 
(Cádiz), el postrero de los demás navios, y cuan- 
do ya nos aproximamos como á una milla (legua) 
de camino de la ciudad de Calless (Cádiz) allí se 
nos hizo obscuro y anocheció; así que el almiran- 
dos (almirante) tuvo que mostrar un farol, mediante 
el cual se le arrimasen los navios. Y cuando ya 
hubimos llegado á la ciudad Calless (Cádiz), cada 
patrón largó su ancla al agua y el mirando (almi- 
rante) también retiró su farol. Mientras esto se 
hizo una lumbre en tierra sin dañada intención, 
mas le fué funesta para la suerte de Hainrich Sche- 
zen y su navio; ahora la lumbre procedía de cerca 
de un molino, como á un tiro de arcabuz de la 
ciudad de Calless (Cádiz), y así el antedicho Hain- 
rich Schez se encaminó derecho á ella, porque se 
le puso que era el farol del miranndo (almirante) 
y cuando él con su navio estaban ya muy cerca de 
la luz, dió con toda fuerza sobre un peñasco, que 
estaba allí dentro del agua, y su navio se hizo cien 

(1) Estaría un poco alumbrado, como cuando se olvidó y dejó en tierra á 
Schmídel. 



294 


ULRIH SCHMÍDEL 


mil pedazos y se fueron á pique gente y carga, 
^en menos de un medio cuarto de hora, y no quedó 
un palo sobre otro; también de 22 almas solo se 
salvaron el patrón y el timonel, que escaparon 
sobre un madero grueso; también se perdieron 
‘6 baúles con oro y plata perteneciente á la Ce- 
sárea Majestad y gran cantidad de mercancías 
más de propiedad de los comerciantes. Por lo 
cual doy yo á Dios mi Redentor y Salvador por 
Cristo Jesús alabanzas, honor, loas y gracias por 
siempre, porque esta vez más tan misericor- 
diosamente me dirigió, defendió y amparó por 
cuanto yo en la primera vez no alcancé el 
navio. 


CAPÍTULO LV 

VUELVE Á EMBARCARSE EL AUTOR EN CÁDIZ. — 
LLEGAN A INGLATERRA Y DE ALLÍ Á AMBERES 

Después de esto paramos 2 días quietos en 
Khalliss (Cádiz), y el día de San Andrés volvi- 
mos á emprender viaje para Anntorff (Amberes), 
tuvimos en este viaje tan mal tiempo y tan terribles 
vendábales, que los mismos patrones decían que 
en 20 años, ó sea en todo el tiempo que habían 
navegado por los mares, no habían visto ni oído 


,(1) Personen. 



VIAJE AL RÍO DE LA PLATA 295 

decir de tormenta tan horrible ni que dure tanto 
tiempo. 

Así ahora arribamos á Inglaterra, á un puerto 
llamado Viedt (Isla de Wight) no nos quedaba 
en nuestros navios una sola Welle (vela), esto es, 
una lona que se extiende en el palo, ni tampoco 
velamen, ni aparejo, ni la menor cosa á bordo 
de los navios; y si el tal viaje hubiese durado un 
poco más, no se hubiese salvado uno de estos 24 
navios; sólo Dios el Señor nos sacó bien por otro 
lado. 

Ahora para colmo de todo lo demás, siendo ya 
el día de año nuevo del año 1554, el día de los 
3 Santos Reyes, 8 navios se perdieron desgraciada- 
mente con vidas y haciendas, cosa que daba pena 
de ver; porque lo cierto es que no salvó uno solo 
de allí. 

Esto aconteció entre Francia é Inglaterra. Dios 
el Todopoderoso quiera favorecerlos y á nos- 
otros con su misericordia, por Cristo su único 
Hijo. Amen. 

Así nos quedamos 4 días en el dicho puerto 
Viedt (Wight) en Inglaterra y de allí navegamos á 
Probannt (Brabante), y á los 4 días arribamos á 
A/-«/7z«[id]íz que es una ciudad en Sehelandt^^ 
adonde están surtos los navios grandes; está á 74 
millas (leguas) de camino de Viede (Wight), y de 
allí navegamos á Anntdorff (Amberes), que está á 


(1) Isla de Wight, al sur del puerto de Southampton. 

(2) Sail por Segel. Muchas palabras escribe Schmidel á la inglesa. 
{Z) Arnemniden.—Eá. Al. 1889, p. 115, Nota 3. 



2Q6 


ULRICH SCHMÍDEL 


24 millas de camino. Y llegamos allí el '26 de 
Enero, año 1554. 

Sí. ¡Alabado y loado sea Dios por siempre, 
porque tan misericordiosamente me deparó tan 
próspero viaje ! Amen. 



EPÍLOGO 

DEL TRADUCTOR 


D. Samuel A. Lafone’Quevedo 




EPÍLOGO DEL TRADUCTOR 


Se ha llegado al fin de la tarea. Se ha tratado de 
conservar algo del colorido y sabor acriollado 
del original, sin cargar demasiado la mano en los 
idiotismos del dialecto de la época y del autor, y se 
ha dejado para otros, que puedan hacer investiga- 
ciones in sita, la tarea de identificar naciones y luga- 
res en Bolivia, Paraguay y Brasil. El lector nos dirá 
hasta qué punto el éxito ha correspondido á la bue- 
na intención. Una cosa habrá que conceder, que 
ni se ha aceptado la relación de Utz Schmídl sin 
beneficio de inventario, ni se le ha sacado como el 
más mentiroso de todos los viajeros que nos pue- 
den servir para la historia del descubrimiento y de 
la conquista del Río de la Plata. Sea por la razón 
que se fuere, ha embrollado los nombres de los 
protagonistas en este famoso drama, al grado de 
hacerse el blanco de tiros certeros asestados por 
los que conocen la documentación de la época al 
dedillo; pero con esto y todo, si nos faltase nuestro 
Ulrico Fabro, ello dejaría un vacío irreparable 
•entre las crónicas de su época. 

Hoy ofrecemos al estudiante de la materia un 



300 


ULRICH SCHMiDEL 


Schmídel que podrá utilizarse con todos los res- 
guardos del caso, y se facilita la tarea para el que 
quiera mejorar la edición. 

Tengo que agradecer al Doctor Manuel Domín- 
guez, del Paraguay, muchas y valiosísimas adver- 
tencias y correcciones, y sin el giro que él dio á 
este estudio, acaso no hubiese salido yo del camino 
trillado por los historiadores del siglo XIX. 

Y si agradezco á un amigo su eficaz cooperación, 
tengo que lamentar el malogrado fin de otro ami- 
go, el artista explorador Guido Boggiani, con quien 
contaba para comentar con pleno conocimiento de 
causa la entrada de Irala al país de los Chamacocos. 
Otra vez más el Chaco Boreal ha sido la tumba 
sin nombre de otro mártir de la ciencia. La tierra le 
sea leve, y no nos olvidemos nunca de ese hombre 
humanitario que no veía en el Indio una salvagina 
más á quien privar de su libertad, de su hogar y de 
su vida. 

Si el trabajo no ha resultado más pulido y más 
perfecto, concédaseme siquiera que el original está 
escrito en estilo casero, que era tanto lo que había 
que enderezar, que algo debía quedar para otros. 
Hoy Buenos Ayres poseerá el Schmídel de las 
ediciones y MSS. originales y no el Schmídel de las 
glosas y traducciones. Como tal y como primicias 
de nuestra Junta de Historia y Numismática Ame- 
ricana lo ofrezco á los estudiantes del siglo XX. 







APÉNDICE A 


CARTA DE FRANCISCO DE VILLALTA 

[Importante documento inédito utilizado por 
Herrera en su Historia. (Ver Dec. V, Lib. 9, Cap. X 
y Lib. X, Cap. XV. Madero también lo cita sin 
publicarlo). Hasta aquí puede llamarse único, por 
lo que respecta á la última expedición de Ayolas. 
La copia de que me he servido la debo á la amabi- 
lidad del señor Enrique Peña.] 


Biblioteca de la Real Academia 
de la Historia 

Colección de Muñoz.— Tomo 80 
Folio 331 á 341.— 1536-56. 


RÍO DE LA PLATA 
Simancas.— Ordenanzas.— Escrituras 

DEL Río DE LA PLATA. 


1. Muy Illustrísimo Señor: Por otras que V. S. é 
escrito é dado cuenta de lo succedido hasta la data 
dellas pero i por que no me acuerdo haver dicho 
ni informado de los travajos que en esta Tierra se 
han pasado después que en esta Tierra se conquis- 
tó y gano por esta sabra V. S. que partió Don Pe- 
dro de Mendoza Gobernador desta Probincia por 
el año de 35 i llegó á la Isla de San Gabriel entrante 
año de 536. 

2. Llegado á la Isla que arriba digo el Goberna- 



304 


ULRICH SCHMÍDEL 


dor mandó poblar el pueblo de Vuenos Aires ques 
de la otra vanda del Rio que dicen el Paraña esta 
tierra se llama Cabo Blanco es tierra despoblada 
porque en más de 60 leguas no ai Indios que sean 
amigos sino son unos que llaman en otras Indias 
Cárabes estos comen carne Humana son enemigos 
de Cristianos i lo han sido todos de la parte. 

3. Después de haber poblado el Gobernador el 
pueblo de Buenos Aires con 1800 hombres que 
traia en armada mandó se diese de ración 6 onzas 
de Viscocho á la gente con las quales i con Car- 
dos que de los canpos traían se sustentaban i 
pasaban como la Radon que les daban fuese tan 
poca y los trabajos Centinelas y Guardias y malos 
tratamientos juntamente con el Inbierno que sobre 
benia comenzó la gente á la flaqueza i morir. 

4. Visto por el Gobernador la necesidad que la 
Gente padecia, aunque no por istenso por estar 
malo en cama, mandó á Don Diego de Mendoza 
su hermano fuese á vuscar Indios para que truxesen 
Bastimento y probision el qual topo con cierta 
Gente que se llaman Quirandres, los quales es 
Gente que banda á noche i mesón, ia algunos de- 
llos abian dado vista al pueblo i entrado en él, i 
como estos sean Gente mobida ibase i aloxabase 
de los confines del Pueblo. 

5. Topado con ellos Don Diego de Mendoza 
ovo cierta diferencia entre los Cristianos y los Qui- 
randies sobre los hacer volber en tal manera que 
obieron de venir á las manos, y como los Cristia- 
nos estubiesen flacos, i los Indios fuesen pláticos 
en su tierra, dieronse tan vuena maña que mataron 
á Don Diego de Mendoza i á Pedro de Venabides 
su sobrino i á otros bien Quantos, y los demás 
fueron huiendo aunque heran de Acaballo, i sino 
fuera por la infantería que atrás benia que los soco- 
rrió, todos quedaran en el Campo por ser como 



APÉNDICE A 


305 


heran los Indios tan ligeros i tan diestros en atar 
los caballos con bolas que traian. 

6. Bueltk la Gente desta Ida á buscar estos In- 
dios que he dicho mandó el Gobernador á un Ca- 
ballero deudo suyo fuese con ciertos Navios á des- 
cubrir ciertas Islas en las quales le habian dado 
noticia avía Indios en esta Armada fui io, idos i 
partidos los Nabios, y Gente el camino fué tan lar- 
go de causa de andar buscando las Islas de Rio en 
Rio, i la comida tan poca, que no se nos daba de 
Ración más de 3 honzas de Viscocho, de cuia cau- 
sa murió la tercia parte de la Gente que en los 
Nabios iba que serian hasta 200 hombres todos los 
que en los Nabios iban, por cuia necesidad nos 
fué forzrado dar buelta i sino fuera por unas Rosas 
de indios que aliamos, las quales ia estaban cojidas 
i algunos aliaban algún maiz i con él se sustenta- 
ban, antes que llegáramos al Pueblo de Vuenos Ai- 
res todos acabáramos, dejo (digo) los soldados, 
porque los Capitanes i allegados á ellos estos nun- 
ca pasaron necesidad. 

7. Llegados al Pueblo los Bergantines i poca 
Gente que beniamos hallamos que hera tanta la 
necesidad i hambre que pasaban que hera espanto, 
pues unos tenianásu Compañero muerto 3 i 4 días 
i tomaban la radon por poderse pasar la vida con 
ella, otros de berse tan Ambrientos les aconteció 
comer carne humana, i así se bido que asta 2 om- 
bres que hicieron justicia se comieron de la cintu- 
ra para abaxo. 

8. Vista la necesidad que tenian y la Gente que 
hablamos venido de causa que todos no se acaba- 
sen mandó el Gobernador á Juan de Alólas con 3 
nabios fuese á buscar Indios á Santlspiritus, ó de 
las Hullas (Islas), con los quales Ilebó 90 Cristianos 
en cada uno. 

9. En este camino fué tanta la necesidad que 


20 



306 


ULRICH SCHMÍDEL 


pasamos por no llebar mas de una Pipa de Harina 
en cada Nabio que certifico á V. S. que murieron 
casi 100 hombres de pura hambre, por que no les 
daban sino 6 onzas de Viscochos y algunos cardos 
ierbas que algunos de los campos traían. 

10. En este camino se pasaron ecesivos trabajos 
y hambres por ser como hera en la mitad del Inbier- 
no i ir la Gente flaca bogando y toando por el Rio 
sin tener otro refresco más del que he dicho á V. S. 
i algunas Culebras, lagartos, Ratones y otras Sa- 
bandijas que á dicha por los campos se topaban. 

11. Con estos trabajos i afanes llegamos á una 
laguna en la qual aliamos i salieron con Nosotros 
en canoas unos Indios los quales se llaman Tam- 
bús en este camino estábamos i tardamos 50 dias 
en los quales certifico á V. S. que no se probó nin- 
guno de toda la Gente probar una gota de Agua ni 
beber sino fueron los Capitanes que estos como 
dicho tengo lo pasaban mui bien. 

12. Llegados los Indios á nosotros estaba la gen- 
te tan flaca y tan debilitada que apenas se podia 
tener en los pies, por lo qual fué mandado que to- 
dos estobiesen en sus Ranchos asentados con sus 
Armas en las manos i los alcabuceros las mechas 
encendidas, porque los Indios no biesen la necesi- 
dad y flaqueza de'la Gente, los quales traxeron al- 
gún Pescado i Maiz con lo qual comenzó la pobre 
Gente alegrarse, i así fuimos á sus casas aunque 
con arto trabajo, porque certifico á V. S. que hera 
tanto i tanta flaqueza tenian que apenas la gente 
se podia valer ni llegar del Rio á sus casas aunque 
estaban mui cerca de la Plaia. 

13. Llegados á las casas de los Timbóes i Car- 
earás que juntos estaban Juan de Aiolas, que por 
jeneral avia ido, hizo con los Indios que le diesen 
la mitad de una casa que tenia en la qual cupieron 
todos, porque estábamos tales que en poco espa- 



APÉNDICE A 


307 


cío podíamos muy bien caber; puestos allí Timbúes 
i Carearás nos probeian no tan solamente á noso- 
tros pero proveieron á Juan de Aiolas de mucha 
comida con la qual decendió el pueblo de Vuenos 
Aires por Don Pedro de Mendoza que halla abia 
quedado. 

14. Hido Juan de Aiolas por Don Pedro de Men- 
doza como he dicho á V. S. los Capitanes y perso- 
nas que mandaban heran tan pláticos que luego 
mandaron que toda la Gente saliese de casa de los 
Indios i fuésemos á hacer un asiento i pueblo des- 
viado de los Indios do luego se hizo con belas y 
algunas Esteras de Junco Marino que los Indios 
hacen; en este asiento i pueblo se pasó artos traba- 
jos i necesidades porque de causa destar algo des- 
viados de los Indios i vivir por Rescate muchas 
veces no hiban á pescar, porque desto viven, i co- 
mo no mataban pescado no lo comiamos. Otras 
veces de ser mal hablados nos lo daban. 

15. Con estos trabajos y otros maiores pasamos 
40 dias en los quales Juan de Aiolas quedo de dar 
buelta de pueblo de Vuenos Aires á do estábamos 
i sino biniese que entrásemos la Tierra adentro do 
quisiésemos. Estando en esto vino á nosotros un 
Cristiano el qual hera y havia quedado que en 
aquella Tierra de la Armada de Sebastian Gaboto 
Piloto Maior de S. M. 

16. Llegado el Cristiano, el qual se decía Geró- 
nimo Romero, fué hablado i preguntado por el Ca- 
pitán i algunos soldados de las poblaciones y tierra 
adentro el qual dió mui larga i copiosa relación así 
de vista como de oidas de Indios de la riqueza 
della, la qual ha parescido ser verdad por lo que 
acá nos han dicho de la riqueza que se ha llevado 
á estos Reinos de Chile. 

17. Con esta relación y noticia que teníamos de 
la tierra adentro fué determinado, visto que el tér- 



308 ULRICH SCHMÍDEL 

mino que Juan de Aiolas á grandado hera pasado 
dias abia y estaba algo conbalecida la gente, de 
entrar en demanda de la noticia i tierra tan fértil 
como por noticia de Gerónimo se tenia y abia dado. 

18. Puestos casi en camino llegó Don Pedro de 
Mendoza con azás travajos y hambres que en el 
viaje avía tenido, que fueron tantos que certifico á 
V. S. que hechó á la mar en término de 60 leguas 
más de 200 hombres los quales todos abian muerto 
de pura hambre. 

19. Llegado Don Pedro y gente fue forzado Re- 
medialla en tal manera que fué forzoso no tan sola- 
mente pescar los Indios para nuestra sustentación 
pero aun Cristianos y todo porque con todo ape- 
nas nos podiamos baler y visto que los Cristianos 
tomavan ia el modo i vivir de la tierra por los Capi- 
tanes acordaron de aconsejar á Don Pedro hiciese 
otro pueblo más abajo de do estaba este, que po- 
drá haver 4 leguas más abajo, en una tierra caba i 
empantanada que certifico á V. S., i de Mosquitos 
apenas dexaban reposar á nadie dexaban. 

20. Como el pueblo estubiese lejos del asiento 
de los Indios i los Indios aian sido y fuesen mal do- 
mados i perezosos muchas veces no traian la pro- 
bisión pa la gente que hera necesario de cuia causa 
se pasaba aquella sazón tanto trabajo que vino á 
dar de dos á dos dias un pescado que hapenas 
podia tener una libra el qual estaba tan molido que 
quando se pensaba que teníamos algo se nos ha- 
bía tornado todo en agua. 

21. Con estas i con Cardos, ierbas que de los 
Campos traian, i aun algunas Sabandijas que la 
probe gente buscaba se Remediaba y pasaba la 
vida aunque trabajosamente. 

22. Puestos en estos trabajos y necesidades los. 
Capitanes, que conformes nunca estaban, determi- 
naron de difirir en la entrada porque unos querían 



APÉNDICE A 


309 


ir á descubrir por dó Gerónimo Romero abia dicho 
i otros á descubrir este Rio del Paraguay dó al pre- 
sente estamos. 

23. Puestos en esta confusión Don Pedro de 
Mendoza que todavía su enfermedad le fatigaba 
determinó de desandarse al Pueblo de Vuenos Aires 
para irse en España llebando consigo los Enfermos 
i gente más flaca que en el Pueblo de [Buena Ejes- 
pe [ranza] estaba, dejando allí mando al thesore- 
ro Albarado, porque antes quél partiese Juan de 
Aiolas, que su lugar theniente que hera, se havía 
partido antes ( 2 ) Nabios é ciento e sesenta hombres 
en ellos en demanda de su Rio del Para Guay. 

24. Que Ido Juan de Aiolas i Don Pedro de 
Mendoza como ya he contado á V. S. quedó elthe- 
sorero Alvarado mando en Vuena Esperanza i para 
haver de quedar obo de ser de tal manera que Don 
Pedro de Mendoza me obo de mandar quedase 
con él en el dicho pueblo do pasamos tantas nece- 
sidades que por esta no lo se contar hasta tanto 
que obimos de mudar el Pueblo otra vez al asiento 
i tierra de los Timbóes. 

25. El viaje i camino que Juan de lolas llebó' 
certifico á V. S. que se pasaron muchas necesida- 
des porque el camino fué largo i sin guía teniendo 
poca comida de causa que la tierra por do pasaban 
hera poco poblada i los Indios huian en ver gente 
nueba i que nunca habian visto, y de causa de ser 
como sartehadores i sus nabios mui pequeños i li- 
bianos y los nuestros grandes i pesados no nos 
podía unos (sic) ansi á probeder dellos. 

26. Con estos trabajos i algunos malos tiempos 
que tubieron porque á esta sazón heran tan abo- 
minables i malos los tiempos que en esta tierra 
hacia que visiblemente parecía que en los aires ha- 

(1) Lo qne está incluido falta en el original por rotura. 

(2) «En tres» ó «con tres». 



310 


ULRICH SCHMlDEL 


biaban los Demonios, i con estos trabajos subieron 
hasta casi el Para Guay do perdió un nabio de los 
3 que llebaba con un temporal el qual fué tan recio 
que hapenas pudieron escapar los demas nabios, 
sino fuera Dios serbido que tomaron un Rio ó lagu- 
na do los dos se repararon hasta otro dia que abo- 
nando el tiempo i recojió la gente del nabio que 
se le perdió. 

27. Perdido el nabio y recojida la gente en los 
otros como he dicho á V. S. no podian navegar 
seguros de causa que se tenian la gente marítima 
de las turbunadas y furacanes que avia y visto esto 
por Juan de Aiolas hechó la gente de la Carabela 
perdida en una Isla hasta poder tomar tierra firme 
la qual alio á una jornada. 

28. Hallada la tierra i legado á ella dejó la gente 
de su Nabio en tierra firme i dió buelta á tomar la 
otra que en la Isla havia quedado, y dió buelta á 
dó la demás estaba en tierra firme, y puestos todos 
juntos se determinó que unos fuesen por tierra y 
otros á por el Rio en el qual viaje según me certifi- 
caron algunos que en él se hallaron fue tal y tan 
trabajoso i peligroso qual nunca hombres pasaron, 
i así llegaron hasta la boca del Paraguai que podría 
haber camino de 30 á 40 leguas. 

29. Llegados á la boca del Paraguay fué menes- 
ter atrabesar el Rio á la banda del Sol Poniente i 
allí dejaron parte de la gente como ia á V. S. he 
recontado i dieron buelta por la demás para la 
traer de la otra do estaba. 

30. Juntos toda la gente fueron caminando como 
he dicho unos por tierra pasando muchas lagunas 
i ciénegas en cantidad i los del Rio atoando i Re- 
mando en tal manera que heran los trabajos que se 
pasaban insoportables, porque la necesidad i falta 
de comida los apretava en tal manera que casi 
apenas me parece que si mucho se tardaran de 



APÉNDICE A 


311 


topar Indios ninguno de todos los que fueron en 
el dicho viaje podian escapar. 

31. Llegado á los Indios que se dicen Ciname- 
caes los quales viben de Pesquería les dieron en 
cantidad pescado con que se probeieron todos los 
que con Juan de Aiolas iban i ansi mesmo obieron 
destos Indios algunas Canoas en las quales lleva- 
ron la Gente que por tierra benia de causa de no 
caber en los Bergantines i así fueron caminando 
con hartos trabajos hasta que llegaron á esta Tierra 
do al presente estamos, ques tierra de los Indios 
Caribes que en otras Indias se llaman Caribes. 

32. Estos Indios Caribes salieron á los Cristia- 
nos de paz y les dieron mucha comida de maiz i 
batatas y algunas abas por sus Rescates por ques 
gente labradora i acostumbran á labrar i criar i 
desto vibe esta gente. 

33. Con esta comida questos Indios dieron á 
Juan de Aiolas i á los que con el Iban caminaron 
por este Río arriba hasta los Paiajuaes, ques cami- 
no de 100 leguas, los quales los recibieron de paz i 
hicieron algún buen tratamiento. 

34. Llegado á estos Indios i tierra determinó Juan 
de Aiolas de entrar la tierra adentro en demanda i 
descubrimiento de la noticia de metal que se tenía 
con hasta ciento i treinta cristianos i algunos indios 
Paiajuaes quel Prencipal dellos le Dió. 

35. Llegado Juan de Aiolas dejó mandando al 
Capitán Domingo Martinez de Irala en los Bergan- 
tines i con 30 hombres mandó que de allí no se 
partiese i le esperase sino fuese que los Indios ami- 
gos que le dejaba se le lebantasen i le dexasen de 
probeher i que en tal caso pudiese des[cender] á 
los Indios Caribes á probeerse de bastimento i luego 
tornarse á lo esperar do lo dexó, por quel abía de 
acudir allí. 


(1) Canos. 



312 


ULRICH SCHMÍDEL 


36. Entrado Juan de Aiolas la tierra adentro i 
Don Pedro de Mendoza a llegado al Puerto de 
Vuenos Aires visto que la venida de Juan de Aiolas 
se tardaba determinó de inbiar en su seguimiento 
al Capitán Juan de Salazar despachó con 2 Nabios 
é 60 ó 80 hombres en ellos los quales con muy 
grandes trabajos llegaron al Puerto do abia quedado 
el Capitán Vargara con los Nabios i Gente que 
Juan de Aiolas le habia dexado, é Don Pedro par- 
tió 1537 para esa probincia dejando mando en el 
Puerto de Vuenos Aires á Francisco Ramírez Ga- 
lán el qual mandó i mandaba ansí el dicho Puerto 
como en la gente questaba en Buena Esperanza do 
io á la sazón estaba. 

37. Llegado el Capitán Salazar como tengo re- 
contado é dicho arriba é junto con el Capitán Va- 
gara de quien supo i se informó de la entrada de 
Juan de Alólas i bista é sabida su entrada determi- 
naron de entrar en su seguimiento estando á pique 
para hacer su biaje queriéndose aprobechar de 
los Indios que Juan de Aiolas abia quedado en 
el Capitán Vergara por amigos aliaron que estaban 
de no buen propósito de serbir á los Cristianos 
é lebantados cansi mesmo aquella sazón esta- 
ban las aguas mui llenas é desta causa se dejo 
de hacer la jornada é su gozo que tenian con- 
certado he obieron de se decender á esta tierra de 
los Indios Carlos que en otras tierras llaman Ca- 
ribes. 

38. Llegados á esta tierra determinaron de hacer 
una casa fuerte do todos se metieron é luego deter- 
minaron de buscar comida entre los Indios los 
quales no la querían dar sino hera por puro Res- 
cate ni hacer ninguna cosa de Serbicio á los Cris- 
tianos de cuia causa con muy gran trabajo é necesi- 

(1) Vergara i. e. Irala. 

(2) Ruiz. 



APÉNDICE A 


313 


dad traiendo los palos acuestas los Cristianos hacian 
la casa que dicho tengo. 

39. Luego que obo alguna comida etubo Repa- 
rado é hecho do dejase 20 Christianos determinó de 
ir la buelta de Vuenos Aires á dar quenta á Francis- 
co Ruiz de lo que en la tierra abía aliado é dejaba 
el qual llegó á Buen Esperanza con harto trabajo é 
necesidad de comida é allí se reparó de pescado 
seco por que otra cosa al presente no habla ni los 
Cristianos tenían más que le dar el qual se supo to- 
das las cosas arriba contadas. 

40. Obrada esta Comida se descendió al Pueblo 
de Buenos Aires el qual dió á Francisco Ruiz que 
allí mandaba como dicho tengo quenta i Razón de 
todo lo sucedido y sabida por Francisco Ruiz con 
mui gran brevedad determinó de subir arriba en so- 
corro é vusca de Juan de Alólas con 6 Nabios é 200 
hombres de todos que en estos entraran los que 
en Buena Esperanza estábamos. 

41. En este biaje é Camino se pasaron mui gran- 
des necesidades porque no se daba mas de á 6 
onzas de Ración á cada uno é llegados á esta Tierra 
é casa de la Asunción abia tanta necesidad en la 
Tierra de Comida entre los naturales é Cristianos 
que apenas se hallaba i era tanta que de hambre se 
morían los naturales por los caminos de cuia causa 
fue forzoso andalla á buscar por la Tierra adentro 
en algunas partes que la habla é con estos trabajos 
andubimos quitando la comida i quitándola por 
fuerza é peleando con los naturales de la Tierra 
adentro porque no nos quedan darla por ninguna 
cosa. 

42. Como la necesidad fuese tanta en la Tierra 
en aquel tiempo que apenas los naturales se podían 
sustentar que no se acabase toda la gente de per- 
der determinó Francisco Ruiz de bolberse á los 
Timbús i asi lo hizo dejando algún bastimento á 



314 


ULRICH SCHMiDEL 


la gente que quedó en la casa en este camino nos 
daban 4 onzas de maiz tan solamente por la gran 
necesidad de comida que llebabamos. 

43. Llegados á los Timbúes i hecho al asiento é 
Pueblo por algunas cosas que le mobieron á Fran- 
cisco Ruiz contra los Indios ó naturales mando ma- 
tasen á cierta cantidad dellos i ansi los cercaron 
secretamente estando en sus casas é mataron que 
mucha cantidad de Indios; muertos estos Indios 
Fran':° Ruiz se descendió al Puerto de Vuenos Aires 
dexando 100 hombres en el Pueblo i palizada 
questaba en los Tinbues. 

44. Bisto por los Timbúes los pocos Cristianos 
que alli quedamos doliéndose de la gente que les 
hablan muerto i queriendo bengar la muerte de sus 
Parientes determinaron de hacer gran junta de 
gente é pidiendo socorro al que allí mandaba para 
contra otros Indios contrarios no recelándose de lo 
que les podían benir les dió 50 hombres á los qua- 
les como salieron al Campo mataron é muertos vi- 
nieron con mui gran alarido á querernos acabar i 
así estubimos algunos dias cercados defendiéndo- 
nos é peleando con ellos en la qual Refriega mu- 
rieron de nuestra banda el Capitán é irieron á todos 
los más i dellos murieron muchos i muchos eridos. 

45. Desta manera que tengo contado estába- 
mos quando llegaron 2 Bergantines quel Capitán 
Francisco Ruiz del Puerto de Vuenos Aires enbia- 
ba á ver la gente que habla dejado en los Timbúes, 
llegados é bisto el desmanque que habla sucedido 
nos obimos de embarcar en los nabios, do como 
llegamos aliamos un nabio que habla arribado al 
puerto de Buenos Aires con tormenta que ia el 
estrecho para pasará los Reinos del Perú i no pudo, 
é dé á pocos dias que obo entrado llegó Alonso 
Cabrera Vehedor de Su Magestad el qual luego 
como llegó comensó á tener pasiones i Rebueltas 



APÉNDICE A 


315 


con Francisco Ruiz que en el Pueblo estaba man- 
dando i fueron tales que obieron de mandar ambos 
á 2 porque sobresto heran las pendencias cuando 
obieron de partir del Puerto pa sobir á hesta Ciu- 
dad de la Asunción que ia dicho tengo en la cual 
estaba el Capitán Salasar; y salió con 250 hombres 
ansí de los de Alonso Cabrera como de los que 
Pan Caldo que hera la nao que he contado que 
entró antes que Alonso Cabrera viniese é de los 
que acá estaban. 

46. Llegados á esta Ciudad á pocos dias que 
llegaron ansi Alonso de Cabrera como los demás 
oficiales de Su Magestad derrocaron é descoapu- 
sieron á Francisco Ruiz del mando que tenia y eli- 
geron é nombraron al Capitán Vergara por un 
Capitulo de una instrucción que Juan de Aiolas 
teniente general le dexó al tiempo que entró la tie- 
rra adentro. 

47. Derrocado Francisco Ruiz é puesto en el 
mando el Capitán Vergara determinó de hacer 
entrada i hizola por más abaxo de do Juan de Aiolas 
entro en la qual entrada se hallaron tantas aguas y 
Pantanos que de ber quan crecidos estaban y no 
se poder la tierra badear porque apenas se hallaba 
tierra enxuta pa dormir ni hacer Candela obieron 
de dar buelta i nos bolbinos tardando en el camino 
27 dias la qual buelta fué de causa de la tierra es- 
tar empantanada i de la poca comida que teniamos; 
llegamos al Rio fué acordado que pasásemos de la 
otra banda y llegados á la tierra se oieron voces i 
vieron venir nadando una persona la qual fué soco- 
rrida i puesta ante el Capitán Vergara comenzó de 
ablar en nuestra lengua ciertas cosas por las quales 
dió á entender como hera de la tierra adentro i 
habia venido con Juan de Ayolas al tiempo que de 
su tierra vino i que tos Paiaguás lo hablan muerto 
por no hallar los Vergantines do mandó estubiesen. 



316 


ULRICH SCHMÍDEL 


48. Con estas nuebas i enformacion nos decen- 
dimos 20 leguas mas abajo do hallamos un Indio 
interprete i lengua de los Paiaguás, el qual pregun- 
to é ablo á 4 indios Paiaguás que traiamos presos 
los quales obimos tomado al tiempo que subimos 
por este Rio apretados los Paiaguás de la lengua i 
puesto delante el Indio Chañé confesaron la muer- 
to de Juan de Aiolas i Cristianos que con el abian 
venido, que serian hasta 120 hombres y la causa 
de su muerte fué no hallar nabios en el Puerto. 

49. Con esta Información nos decendimos á esta 
Ciudad i puerto do luego mandó el Capitán Ver- 
gara fuesen á Rescatar comida 3 bergantines en los 
quales no embió sino á los que más flacos estaban 

1 malos, los quales de los trabajos que hablan pa- 
sado i como el Inbierno venia i estaban desarro- 
pados al tiempo que los embió á Rescatar murie- 
ron casi 50 hombres de todos los unos i los otros. 

50. Bueltos los nabios i gente de Restacar enbió 

2 nabios que fuesen adelante del al Puerto de Bue- 
nos Aires i poblado quedaba al tiempo que Francis- 
co Ruiz del partió i después fué el Capitán Vergara é 
lo deshiso i truxo toda la gente que en el estaba é 
los subió á esta Ciudad de la Asunción dexando el 
pueblo de Vuenos Aires despoblado. 

51. Sobido á esta Ciudad determinó de hacer 
entrada por el rio arriba i estando á pique para la 
hacer llegó á esta Ciudad Albar Nuñez Cabeza de 
Vaca con Provisiones de Su Magestad por las qua- 
les lo hacía Gobernador en caso que Juan de Aioias 
fuese muerto, que fué por el año de 542. 

52. Llegado que llegó el Gobernador Cabeza de 
Vaca fué recebido, como Su Magestad lo mandaba 
i los conquistadores que en esta tierra estaban los 
adbergaron en sus casas i dieron de comer i los 
fueron á Recibir i traer á esta Ciudad cierta gente 
quel Gobernador abia enbiado en 2 balsas el Pa- 



APÉNDICE A 


317 


raná abaxo i sino fueran socorridos ninguno bi- 
niera. 

53. Y luego de á pocos dias que llegó embió á 
descubrir este Rio 3 Bergantines i 200 hombres de 
los unos y de los otros i fueron asta el Pueblo de 
los Retes i de allí dieron buelta en la Relación que 
se halló. 

54. Bueltos los nabios i gente determinó de ha-^'' 
cer entrada i quasi la hizo llevando 300 hombres i 
20 Caballos i Indios amigos en harta cantidad i 
partió desta Ciudad de la Assuncion el dia de 
Nuestra Señora de Setiembre del año de 43 partió 
desta Ciudad i llegado al Puerto de los Reies entró 
la tierra adentro para Calaña i descubrilla i dé á 
pocos dias que obo caminado obo de dar buelta 
de causa de la poca comida que había sacado del 
Puerto i aliar la Tierra despoblada. 

55. Vueltos otra vez al Puerto determinó de 
embiar á descubrir más adelante i ansí fueron has- 
ta una Nación que se dizen los Xaries é de allí tru- 
xeron comida i mui gran noticia de la Tierra adentro. 

56. En este medio tiempo questa gente abia 
ido á descubrir adoleció el Gobernador é mucha 
parte de la gente i visto su Enfermedad dado caso 
que aunque malo quería hir á los Xaries se obo de 
bolber á esta Ciudad de causa de un Requerimiento 
que los Oficiales de Su Magestad le hicieron. 

57. Llegado á esta Ciudad que fué por en fin de 
Quaresma del año 544 á pocos dias de que obo 
llegado estando malo en su cama los Oficiales de 
Su Magestad le prendieron según ia V. S. tenia 
mui entera noticia de todo esto. 

58. Preso el Gobernador determinaron de le 
embiar á Su Magestad como lo llebaron ansí á el 
como al Capitán Salasar su teniente que por haber 
estado en estas partes ante Su Magestad á V. S. no 
mé alargaré en quanto á esto á decir más. 



318 


ULRICH SCHMlDEL 


59. Idos de la tierra como dicho tengo sucedie- 
ron muchas pasiones entre los oficiales de Su Ma- 
gestad i el que aora manda, las quales queriendo 
ser V. S. abisado é informado lo podrá saber de 
Pedro Vergara i Diego Rodríguez i de otros que 
allá ban i de Diego Tellez dEscobar. 

60. Pasadas estas pasiones vinieron á ser amigos 
i conformarse i conformados fueron de parezcer de 
hacer entrada la qual hicieron por el Puerto de 
San Fernando i por allí calaron i descubrieron has- 
ta los confines del Perú como ia es á V. S. notorio. 

61. Puestos en los confines del Perú por ciertas 
Diferencias que allí tubieron obieron de dar buelta 
y ansi bolbieron traiendo hartos Indios naturales de 
aquella tierra i Probincia á esta Ciudad. 

62. De las Pasiones i después obieron i an pasa- 
do no escribo á V. S. porque alia ban presonas 
que daran larga quenta las quales pasiones fueron 
entre Diego de Abreg i el que aora manda. 

63. Después desto determinó de ir otra vez hacer 
otra entrada á la qual llebaba 100 Cristianos de pié 
e de Caballo i aió hasta los Maiaes i allí se obo de 
bolber de causa de la tierra hallar despoblada, en 
este biage perdió mucha copia de Indios Naturales 
de la Tierra de Hambre y Frío. 

64. Sueltos á esta Ciudad y Reformados tornaron 

á querer hacer entrada i estando pa salir 

tanto este frió que empantanó mucha Gen- 
te de la tierra por do abia de caminar, i bisto que 
el Inbierno sobrebenia i las aguas no abajaban de- 
terminaron de dejar el biaje i á pocos dias vinieron 
nuebas como su Alteza hacia Gobernadory Capitán 
General desta probincia al Capitán Domingo Mar- 
tinez de Irala heñidas estas nuebas desde ha poco 
tiempo vino á esta Ciudad Bartolomé Justiniano el 
qual traia las probisiones que Su Alteza por ellas lo 
mandaba. 



APÉNDICE A 


319 


65. Obedecido y puesto en el mando, mando 

fuesen á empadronar la tierra para la Repartir lo 
qual hizo por una carta que de esos Reinos vino la 
qual quieren dezir haber escritos por la 

qual le abisaban que si la Tierra no estaba Repar- 
tida la Repartiese. 

66. Venidos los Empadronadores i todo junto la 

Repartió entre muchas personas que no se hallaron 
á la ganar, quitándola aquellos que la conquistaron 
i derramaron su sangre porganalla porque certifico 
á V. S. que al que más destos dió daria hasta 50 
Indios porque á otros daría á 30, i á 20, i á 15, hes- 
tos heran los que el Gobernador no ni á 

por amigos i aliados, porque estos á 100 i á 200 y 
dende arriba no dice los que dió á los oficiales de 
Su Magestad i puso en su Cabeza i otros que dió á 
franceses i á ingleses y estrangeros y portugueses i 
á otros que del Perú binieron que se hallaron con 
Gregorio Pisarro según es fama i así mesmo á 
otros que nuevamente an benido. 

67. Desta manera se á repartido en esta Probin- 
cia la tierra como á V. S. he contado lo qual me 
paresce que fué mas para acabarlos del todo los 
naturales ques para Reformallos porque están tan 
esquilmados i tan probes ansí los naturales como 
los Señores dellos que me parece que si no pasa- 
sen los repartimientos de 400 á 500 Indios por con- 
quistador no podrian reacerse según la gran Falta 
de Indios que en la tierra ai. 

68. Querer abisar áV.S. de la Justicia i como 
se hace abia menester aberlo estudiado para en- 
tenderlo pero diré á V. S. quel Gobernador puso 
por su teniente i Alcalde maior á un Caballero 
ierno suyo el qual se dise el Capitán Gonzalo de 
Mendoza i su Alguasil maior es otro Yerno suio el 


(1) Gonzalo. 



320 


ULRICH SCHMiDEL 


qual tiene 5 Alguaciles menores que traen baras 
e otro Alcalde Yerno suio el qual se nombró con 
otro por una provisión que su Alteza mandó para 
que se eligiesen 2 Alcaldes ordinarios el uno de 
estos es Yerno del Gobernador como dicho tengo. 
Vera V. S. si ai harta Justicia para tan poca gente 
como en este Pueblo ai porque al Presente no ai 
otro en esta Probincia no digo tanto esto por las ba- 
ras que ai quanto por la justicia que se administra de 
lo qual V. S. se puede informar de los que alia ban. 

6Q. Decir á V. S. del Regimiento y como se ri- 
ge esta Ciudad es antes tenernos en poco que no 
lo acemos de vuena Policía del Pueblo pero diré 
que Su Magestad mandó que en esta tierra aia tan 
solamente 12 regidores i al presente no ai mas que 
6 i destos son los dos oficiales de Su Magestad i 
los 4 amigos i allegados del Gobernador por ma- 
nera que lo que hel quiere eso se hace en cabil- 
do i no otra cosa. 

70. Seis Regimientos saltan hasta ahora de la 
tasa que Su Magestad tiene mandado suplico á V. S. 
si en algunas personas se obiere de probeher aca- 
tando los trabajos que en esta tierra los Conquista- 
dores Viejos han pasado tenga V. S. por bien que 
en ellos i no en otros se provea por que entrellos ai 
Caballeros Hijos de Algo que haran y cumplirán al 
Servicio de su Magestad i al bien de la República. 

71. Después de todo esto llegó á esta Ciudad por 
quaresma desde presente año el Obispo Don Frai 
Pedro de la Torre y llegado fué recibido como co- 
sa que todos deseábamos, i dé á pocos dias de su 
llegada se leieron ciertas probisiones que Martin 
de Vre truxo. 

72. Destos que an benido en la Armada que Su 
Alteza á esta Probincia enbió an dicho como traian 
probision para el Gobernador i oficiales de Su Ma- 
gestad no tobiesen Indios en encomienda esta no 



APÉNDICE A 


321 


seá bisto por que los que más Indios tienen son 
ellos i sus amigos i allegados como ia á V. S. ten- 
go dicho. 

73. Al tiempo que Don Pedro de Mendoza á 
esta Probincia bino por istruciones que Su Ma- 
gestad dio ansi á el como á sus oficiales les man- 
do cobrasen los Diesmos como se cobran en la 
Isla Española, Cuba y Gamaica y que llebasen la 
declaración de la Casa de la Contratación de Sebi- 
Ila, i ellos por lo que les podria benir entra ella ó no 
no la an querido traer puesto que á seis partes 
cuido i aora emos visto como Martin de Vre pidió 
en nombre de algunos desta Probincia que le dieron 
poder su Alteza les hiciese alguna gracia en lo que 
tocaba á los diesmos como se ha hecho en otras 
partes, lo qual fué por no sacar á sus oficiales des- 
ta causa á estado este Pueblo mui desasosegado 
por que les piden los diesmos conforme á España 
haciendo sus comidas y labores con mugeres Na- 
turales desta tierra, i ansi mesmo por la merced 
que Su Magestad les tiene hecha y concedida an- 
tes que en esta tierra entrasen suplico á V. S. sea 
serbido de mandar que esta istrucion y declaración 
se traiga y sobrella probision y sobre carta para 
que se Guarde según i como Su Magestad lo tie- 
ne mandado porque reabitan los Conquistadores 
mui gran Merced i cobran ánimo para poder la- 
brar las tierras en lo qual esta Probincia de cada 
dia será más ennoblecida i las rentas de Su Ma- 
gestad aumentadas. 

74. En lo que toca á las minas del Metal del Oro 
i Plata no digo ninguna cosa, porque el Obispo 
más largamente abisará á Su Magestad i á V. S. 
de lo que ai en la tierra. 

75. En esta tierra se hacen muchos agrabios á 
los Conquistadores Biejos que en esta tierra fueron 
los primeros que entraron, en no ostante los tra- 


21 



322 


ULRICH SCHMÍDEL 


bajos que an pasado de nuebo tomanlos á percibir 
para viajes i los hacen ir á ellos por fuerza i con- 
tra su voluntad i dado caso que aia alguna suelta 
es dando un ombre que á su costa baia en lo qual 
me parecía que Dios ni Su Magestad es dello ser- 
bido, suplico á V. S. que pues Nuestro Señor 
le puso la paz tan preminente para amparar los 
suditos y basallos de Su Magestad i deshacer las 
fuerzas i agrabios que sus suditos i naturales reciben 
sea serbido deprober y mandar sobresto en tal ma- 
nera que ninguno de los que mandaren, Goberna- 
dor ó otra persona por su Magestad, no los pueda 
hacer ir á ninguno de los Conquistadores viejos 
acatando los trabajos tan ececibos que an pasado 
por que en esto Dios i Su Magestad serán dello 
serbidos. 

76. Sabrá V. S. que de las entradas que se han 
hecho se ha abido noticia de la Sierra i Cordillera 
de los confines del Perú. Ase sabido que ai alguna 
Cosa en aquella tierra i por ser Indios velicosos no 
al nadie que ose hir entre ellos, por comer como 
comen carne humana é ser indómitos i porque en- 
tre estos ques de su nación mentado, i sé ia las 
costumbres dellos por el largo tiempo que en esta 
tierra estado, i por tener Hijos , é Indias su Gene- 
ración, me atrebo á suplicar á V. S. tenga por vien 
de mandar la Tierra para ir á poblalla llebando 
desta tierra i Probincia 100 hombres de los que 
quisieren ir i algunas lenguas i para esto por V. S. 
me será mandado con probision que ninguna per- 
sona ansi el Gobernador como otro ó otros que 
en esta tierra i provincia mandaron no me lo pue- 
dan impedir á mi ni á ellos con grabes penas, por 
que en ello allende de ser las Rentas de Su Ma- 
gestad acrecentadas los vecinos i naturales de los 
Reinos de Perú Recibirán mui gran merced en tener 
seguros sus Repartimentos i Gentes. De la Guerra 
questos Indios les hacen. 



APÉNDICE A 


323 


77. S. á V. S. é hescrito por 2 heces acerca de 
los malos tratamientos han hecho y hacen á 
los Indios desta tierra i por parescerme que 

las abra i á abido no me alargo en esta á contallo i 
porque de lo que van será Informado. 

78. Por otras que á V. S. é escrito he suplicado 
á V. S. me hiciese merced de la Alcaldía de minas 
para Antonio Martin es caso ques uno de los Con- 
quistadores biejos i á pasado en esta Tierra muchos 
trabajos; suplico á V. S. la reciba en me hacer mer- 
ced por que todo es para serbir á V. S. Nuestro 
Señor la mui llustrísima Persona de V. S. guarde i 
en vida acrecente como por sus serbidores é cria- 
dos es deseado desta Ciudad de la Asunción á 22 
días del mes de Junio de 1556 años. 

Mui lllustrísimo Señor 

El Serbidor i criado que sus llustrísimas manos 
vesa. 


Francisco de Villalta. 




APÉNDICE B 


MEMORIA DE PERO HERNANDEZ 

SECRETARIO DEL ADELANTADO 

ALVAR NUÑEZ CABEZA DE VACA 


28 de Enero de 1545 


[Documento importantísimo para la mejor inter- 
pretación del viaje de Schmídel en el Río de la Plata 
1535 á 1554. El autor tuvo por principal objeto en- 
salzar los méritos de Alvar Núñez Cabeza de Vaca 
y deprimir á Domingo de Irala. En mucha parte no 
es más que la crónica escandalosa de la época. No 
obstante lo que dice Pero Hernández en el § 113, 
puede asegurarse que lo inspiró algo más que 
«Zelo de Cristiano é lealtad al servicio» de la Sa- 
cra Cesárea Católica Majestad. Buen cuidado tuvo 
él de callar todo el episodio de la matanza de Indios 
en Corpus Christi y subsiguiente desastre en los 
Timbó, en que, según Schmídel, tanta parte tuvieron 
él, (Hernández), Ruíz Galán, Juan Pavón y un sa- 
cerdote. Tan ruidoso acontecimiento no pudo ser 
callado por el escribano en su relación, y su mismo 
silencio confirma nuestra sospecha, de que la acu- 
sación de Schmídel es justa, y que por no confe- 



326 


ULRICH SCHMiDEL 


sarse causa efficiens dió por no existente uno de 
los hechos más trascendentales de la entrada de 
don Pedro de Mendoza. Con ello y todo queda 
la Memoria de Pero Hernández uno de los mejo- 
res comprobantes para la Historia de la Conquista 
del Río de la Plata. 

Mariano A. Pelliza incluyó esta pieza justificativa 
en su edición de Schmídel publicada el año 1881 
por Casavalle, pero sin duda el MS. que le sirvió de 
original era incompleto. La transcripción que ahora 
publicamos procede del MS. que el General Mitre 
conserva en su colección de documentos y nos fa- 
cilitó al objeto de enriquecer esta nueva edición de 
nuestro autor. Muchas de las lagunas del MS. del 
doctor Lamas, utilizado por Pelliza, desaparecen en 
el testimonio que nos ha servido de base]. 

S. C. C. M. 

1. No he avisado antes á V. M. porque no he te- 
nido oportunidad, mayormente teniendo tanta obli- 
gación, lo uno por ser vasallo é criado de V. M., lo 
otro por ser su Escribano en esta provincia del Rio 
de la Plata, á V. M. suplico, quando desocupado de 
cosas mayores se hallare, mande leer este abiso, 
del cual resulta que Dios Nuestro Señor será onrra- 
do é V. M. servido. 

2. La perdición de Don Pedro de Mendoza fué 
por venir descuidado é mal probeido de las cosas 
necesarias é que mas convenia é por no querer 
tomar consejo de los que tenian esperiencia de 
la tierra que abian venido en tiempo de Sebas- 
tian Gaboto, en esto y en la mayor parte de lo que 
adelante dijere á V. M. hablo como testigo de 
vista. 

3. Dende há siete meses que Don Pedro obo 



APÉNDICE B 


327 


llegado á esta provincia enbió á Juan de Ayolas 
por su teniente de capitán general con ciento é se- 
senta onbres, en tres nabios á descubrir esta tierra, 
y en cabo de otros tres meses enbió en su deman- 
da en seguimiento del capitán Juan de Salazar con 
dos bergantines é sesenta onbres, el cual partió 
del puerto de Buenos Ayres á quince dias del mes 
de Enero del año de quinientos é treinta é siete 
años; esperóle Don Pedro quatromeses é por la 
enfermedad que le agrabava determinó volverse á 
estos reinos é dejó el puerto mal provéido de bas- 
timientos porque no los abia, é dejó por su Tenien- 
te general al dicho Juan de Ayolas é fasta que este 
viniese ó enviase al capitán Franco Ruiz Galan. 

4. En su compañia de Don Pedro fueron Gonza- 
lo de Alvarado, tesorero, é Juan de Cáceres, conta- 
dor, y dejaron por su teniente en los oficios á un 
Garcia Benegas, vecino de Córdoba, é á Felipe de 
Cáceres; el capitán que Don Pedro dejó, fortaleció 
su Real é con buena diligencia hizo Iglesia é sem- 
bró mucho maiz, é por que la gente era poca, man- 
dó á estos que quedaron por tenientes de oficiales, 
le alindasen á los trabajos, los cuales se escusaron 
diciendo que eran oficiales de V. M. é ansi se es- 
tuvieron en sus casas sin cuidado de lo que se de- 
bía facer. 

5. Pasado seis meses después de la partida de 
Don Pedro, bino el capitán Juan de Salazar Despi- 
nosa, é dijo como habia hallado que Juan de Ayo- 
las se habia entrado por la tierra adentro é habia 
dejado los nabios en el puerto que dicen déla Can- 
delaria, que es en el Rio de Paraguay, donde biben 
unos Indios que se llaman Payaguás, biben del pes- 
cado é caza; dejó por capitán de los nabios con 
treinta onbres á un Domingo de Irala Vizcaíno y 
entró á doce de Febrero del año de quinientos é 
treinta é siete años, é que por le faltar entrado se 



328 


ULRICH SCHMiDEL 


abia abajado por este Rio del Paraguay abajo y en 
su ribera abia asentado un pueblo en concordia de 
los naturales de generación Garios, gente labrado- 
ra é que cria gallinas é patos en muy gran cantidad, 
donde dejaba treinta cristianos, dende el Rio de 
Paraná hasta llegar á este puerto hay trescientas 
leguas. 

6. Por el mes de Abril del año pasado de mil é 
quinientos é treinta é ocho años, bino al puerto de 
Buenos Ayres una nao cargada de mercaderías é 
muchos vinos, é algunos bastimentos, con lo cual 
se reformó la gente que allí residía: esta nao yba al 
estrecho y no pudo pasar y entró en el rio: venia 
por piloto León Pancaldo saones de estas merca- 
derías cobraron los Tenientes de Thesorero é con- 
tador derechos de almojarifazgo en sedas, paños, 
liensos, y estando la Iglesia muy pobre, no quisie- 
ron proveerla de cosa alguna, todo lo gastaron en 
sus casas. 

7. Por el mes de Octubre deste año de treinta y 
ocho años, vino con una nao é cierta gente al puer- 
to de Buenos Ayres Alonso Cabrera, veedor; y tubo 
muchas pasiones é contenciones con el capitán 
Francisco Ruiz, hasta entanto que le dió parte de 
la gobernación é ambos juzgaban é determinaban 
los pleitos cibiles é criminales é por atraer así á la 
gente, traía una cédula firmada de la real mano, 
para que pudiese facer gente en Canaria, y enseña- 
ba la cabeza é firma á muchas personas é decíale 
debajo de esta firma está lo que en su tiempo vereis 
é desta manera todos le seguían creyendo que ha- 
bía de ser gobernador. 

8. Con siete vergantines é dosientos ombres, 
partieron Alonso Cabrera é Francisco Ruiz para el 
Rio del Paraguay, donde residía el capitán Juan de 
Salazár para dar socorro á Juan de Ayolas é llega- 
dos al puerto hallaron allí á Domingo de Irala, vis- 



APÉNDICE B 


329 


caino, capitán de los dos vergantines que Juan de 
Ayolas le dejó, que se había abajado del puerto 
con el cual se consertó Alonso Cabrera, é por vir- 
tud de una instrucción que Juan de Ayolas le dejó 
al tiempo de su entrada, dió ovidiencia de teniente 
de gobernador é desapoderó á Francisco Ruiz; so- 
bre esa razón, obo pasiones é escándalos entre 
ellos. 

9. Luego como fué recibido Domingo de Irala 
con parecer de Alonso Cabrera é García Venegas 
fué á las casas é pueblo de una generación de indios 
que se llaman Agaces, llevando en su compañía á 
los indios Carios, é dió de noche en ellos, é mató 
muchos de ellos, é los Carios comieron muchos 
de ellos en servicio (presencia del capitán é 
oficiales. 

10. Por el mes de Noviembre del año de treinta 
y nueve años, se partió Domingo de Irala con nue- 
ve nabios é trescientos ombres á dar socorro á Juan 
de Ayolas, é por las muchas aguas no pudieron 
pasar é se volvieron. Ante de la entrada prendió 
en el Rio seis Indios de los Payaguás, los dos dellos 
fueron conocidos, que eran de los que fueron en- 
viados en compañía de Juan de Ayolas para llevarle 
el carruage cuando fué á facer la entrada. Vuelto 
Domingo de Irala de la entrada estando en los 
vergantines se vino á nado de poder de los Paya- 
guás un Indio mancebo de fasta diez e seis años el 
cual venido ante Domingo de Irala, dijo que era de 
la generación de los Chaneses de la tierra adentro, 
é que Juan de Ayolas é los otros cristianos abian 
llegado á su tierra é alli le abian dado mucho oro, 
é plata é Indios é Indias, de su generación, que se 
lo trujesen, é que este Indio abia sido uno de los 
que con él volvieron é llegados al Paraguay los In- 


(1) Dice la edición de Pelliza. 



330 


ULRICH SCHMÍDEL 


dios Payaguás de bajo de amistad, abiendo estado 
esperando los vergantines un mes, los abian muerto 
á todos á palos, é les tomaron el metal, é solo este 
Indio dijo haber quedado vivo porqué se escondió 
en el bosque. Los Indios que prendió de los dichos 
Payaguás, luego se le tomó su conficion é dijeron 
lo mismo, é ansí se comprovó la muerte del dicho 
Juan de Ayolas é cristianos, por les robar el oro é 
plata que traian á causa de no aliar en el puerto los 
dichos vergantines que dejó. 

11. Los Indios Payaguás que el dicho Domingo 
de Iralaabia tomado é tenia presos de la generación 
de los Payaguás, los dió, é repartió entre los indios 
Garios, los cuales en su presencia é de Alonso Ca- 
brera é Garda Venegas mataron é despedasaron 
para comérselos en sus casas no se lo estorvando. 

12. Luego el dicho Domingo de Irala mandó abrir 
el testamento de Juan de Ayolas é de don Carlos 
de Guevara factor de V. M. é sus bienes se gasta- 
ron é distribuyeron en pagar sus deudas é cumplir 
las otras mandas: publicamente era culpado Do- 
mingo de Irala que por nigligencia suya é por otras 
ocasiones que dió, mataron á Juan de Ayolas é 
cristianos, especialmente que habiéndole dado el 
principal de los mataraes ocho canoas que andu- 
viesen con el con hasta ochenta Indios é sus muge- 
res é hijos, para le dar de comer, dió lugar é con- 
sentimiento á los Indios Payaguás que los matasen 
á todos á cuya causa los Indios Payaguás tuvieron 
atrevimiento de se lebantar contra él é no darle de 
comer como lo hadan de la entrada qué fizo se le 
murieron sesenta é cinco ombres de los trabajos é 
por malos tratamientos que Juan de Ortega su 
capitán les hizo. 

13. A veinte é ocho dias del mes de Julio del 
año pasado de mil é quinientos é cuarenta años, 
embió Domingo de Irala á Juan de Ortega con dos 



APÉNDICE B 


331 


vergantines é cierta gente al puerto de Buenos 
Ayres para que tomase la posecion é se hiciese 
obedecer en su nombre, é ansi lo hizo é aliando 
muerto á León Pancaldo, mercader, depositó las 
mercaderías en un Pero Diaz del Valle vecino de 
Tarifa el cual dió por su fiador á un Martin Canos, 
atambór é á otro siendo de tanto valor que pasa- 
ban de diez mil dücados y estando en el dicho 
puerto el dicho Juan de Ortega quiso abiar el pue- 
blo é pasarlo á otra parte é no se lo consintieron los 
pobladores. 

14. Estando Juan de Ortega en este puerto go- 
bernando por Domingo de traía, hizo á la gente 
malos tratamientos de cuya causa se fueron huyen- 
do en un batel honze cristianos, y por celos de una 
India suya dió despaldarazos á un Rodrigo Gómez, 
é lo injurió de palabras é Juan de Burgos por ser su 
amigo dió despaldarazos á un Clérigo de misa 
é no lo mandó castigar, antes lo hizo alguacil del 
pueblo. 

15. Por el mes de Marzo del año de quinientos 
é cuarenta é un años Domingo de Irala se partió 
con dos vergantines al puerto de Buenos Ayres, 
donde estaba Juan de Ortega, é porqué se publicó 
antes que partiese que lo yba á despoblar, fué Re- 
querido ante Escribano que no lo hiciése por el 
gran daño é pérdida que delio resultaría, maltrató 
de palabra al que le requería; llegado al puerto 
Alonso Cabrera beedor, que fué en su compañía, 
comensó luego á dar órden como fuese despobla- 
do el puerto, diciendo que no se podia sustentar, é 
que nunca aviamos de ser por V. M. socorridos, é 
anduvo induciendo é invocando las personas mas 
principales é hicieron favor al capitán Dubrin é las 
mercaderías é hacienda que estaban depositadas 
en Pero Diaz del Valle las repartieron entre si é sus 
amigos, é luego despoblaron el puerto estando tan 



332 


ULRICH SCHMÍDEL 


reformado de bastimentos é ganados é bien fortale- 
cido, é para ello quemaron la nao que estaba en 
tierra por fortalesa, é la Iglesia, é casas de madera 
sin embargo del clamor de querellas de los pobla- 
dores; los Indios comarcanos Ies dijeron que no 
despoblasen el puerto porque venían presto mu- 
chos cristianos en cuatro navios que estaban en el 
Brasil. 

16. Despoblado el puerto de Buenos Ayres, Do- 
mingo de Irala hizo alguacil mayor de esta provin- 
cia á Juan de Ortega, é Alcalde mayor á Pero Díaz 
del Valle, é hizo regidores él é Alonso Cabrera é 
Garcia Venegas, Pero Diaz, ó ya libraba ó deter- 
minaba los pleitos é cabsas haciendo agravios á la 
gente é malos tratamientos, llevándoles derechos 
esesivos, sacándoles prendas por ellos, é por que 
tuvo celos de un Gonzalo Rodríguez por una India 
suya fué una noche á las casas de su morada don- 
de en carnes llamándole de bellaco, traydor, le 
hecho mano de las barbas é pelándoselas lo trujo 
á la cárcel é lo echó de cabeza en el cepo, é por- 
que otro su compañero le trujo su ropa lo echó en 
el cepo donde los tuvo aquella noche. 

17. Cuando Domingo de Irala fué á despoblar á 
Buenos Ayres, dejó por su teniente en el Paraguay 
á Garcia ‘Venegas teniente de Thesorero, el cual 
hizo muchos agravios á la gente é á los naturales, 
mandándolos matar é quitar sus mugeres, especial- 
mente mandó á Pedro de Mendoza indio, que 
ahorcase dos Indios los cuales ahorcó junto al pue- 
blo y á otro Indio casa de Lorenzo Moquirára, 
principal, le tomó su muger, é la dió á Andrés Her- 
nández el romo vecino de Córdoba, y el dicho In- 
dio hizo á rrogar á las lenguas que rogasen del di- 
cho Garcia Venegas que le diesen su muger e que 
le daría una hija suya que trujo consigo de hasta 
doce años, lo qual decía llorando é el dicho Garcia 



APÉNDICE B 


333 


Venegas no quiso, antes porque el Indio anduvo 
importunando sobrello é quejándose á Francisco 
de Andrada clérigo, fué publico que lo mandó ma- 
tar á palos á Lorenzo Moquirara que era suegro de 
Garda Venegas é el Indio nunca mas pareció. 

18. Domingo de Irala vendió á Tristan de Ba- 
ilarlas antes que despoblase á Buenos Ayres una 
India libre Cario por una capa de grana é un sayo 
de terziopelo, é otorgole carta venta ante Baldes, 
escribano difunto, sus parientes de la India reci- 
bieron grande enojo por ello, en la cual el dicho 
Tristan de Bailarlas tiene dos ó tres fijos, otro sí 
vendió un Indio é una India de la generación de 
los Agases, por una capa de grana é una colcha, á 
un fraile de la orden de la Merced; é otro sí ha ven- 
dido é dado consentimiento que se vendiesen muy 
gran número de Indias libres, siendo cristianas, ba- 
saltos de V. M. á trueque de capas é otras ropas. 

19. Otro si porque un Francisco de Ontiveros é 
Francisco de Zamora se quejaron que un Indio de 
los naturales habia pasado por su roza é que hacia 
por ella camino mandó el dicho Domingo de Irala, 
traer ante sí el Indio, é traido, lo entregó maniata- 
do á los susodichos é les dijo: tomadlo y en vues- 
tra rosa cortalde los brazos; los cuales le dieron 
grandes heridas; creyóse que lo dejaron muerto, 
porque nunca mas pareció, y estos mismos se le 
quejaron que una India les abia hurtado ciertos 
bastimentos, é les dijo: pues tomar esa India y ca- 
balgadla tantas veces hasta que seáis pagado. 

20. Otro si, el dicho Domingo de Irala por celos 
que tuvo de Diego portugués lo colgó de su natu- 
ra, de lo cual quedó muy malo é lastimado. 

21. E otro si, Juan Perez lengua cortó lo suyo á un 
Indio cristiano de Moquirara por celos que tuvo dél. 

22. Otro si, Antonio Pineda cerrajero mató á 
traición á Valle su compañero vecino de Madrid 



334 


ULRICH SCHMÍDEL 


por celos de una India suya, é nunca fué por ello 
castigado. 

23. El dicho Domingo de Irala en el tiempo que 
gobernó disimuló muy feos é graves delitos é no 
los castigó especialmente un Francisco Palomino, 
rompió á una muchacha que tenia en su casa 
de hedad de seis ó siete años, hija de su manceba 
estando en el campo, é la madre la trujo al pueblo 
corriendo sangre é llorando, platicando lo que abia 
fecho el dicho Palomino, y toda la mayor parte de 
la gente bieron lo susodicho é no fué castigado por 
ser pariente de Alonso Cabrera é Garda Venegas. 

24. Otro si, un López de los Ríos, vecino de Cór- 
dova, siendo una noche centinela en un vergantin 
deserrajó é abrió una caja de ropa que alli estaba 
de un Jacomé Luis piloto é la robó é jugó todo lo 
que en ella estaba, é el dicho Jacomé Luis se fué á 
querellar al dicho Domingo de Irala é no le admi- 
tió la querella, é Garcia Venegas le amenasó sobre 
ello é por temor no cobró su hazienda ni fué casti- 
gado el delito, é dende á cierto tiempo le dieron al 
dicho Garcia Venegas porque en ningún tiempo 
demandase al dicho López de los Ríos una India 
libre é cristiana. 

25. Otro si, el dicho Domingo de Irala tenia mu- 
chas mugeres de la dicha generación, hermanas é 
primas hermanas é otras parientas, teniendo acaso 
carnal con ellas, celándolas como si fueran sus mu- 
geres ligítimas, por cuya cabsa hizo malos trata- 
mientos á muchas personas y especialmente á Fran- 
cisco Perez que fué una noche á su casa disfrasado 
y lo molió á palos, é ansí mesmo á Juan de Santiago 
é á Gonsalo Chave, Indio de la tierraadentro que 
trujo Juan de Ayolas cuando volvió, é ansí mandó 
pregonar que ninguno fuese osado de hecharse 
con India agena so graves penas. 

26. Porque Gregorio .... en una farsa, le re- 



APÉNDICE B 


335 


prehendió el dicho vicio á él é Alonso Cabrera é 
Garda Venegas estando haciendo centinela junto 
á su casa, le mandó dar de palos é se los dieron 
Estevan de Vallejos é Pero Mendez. 

27. El principal de los Agaces que se dice Aba- 
cote le dió una hija suya con la cual se echó car- 
nalmente porque ansí fué muy notorio é dende á 
pocos días vinieron mas de ochenta Indios Agaces 
con un tambor adelante de las casas de la morada 
del dicho Domingo de Irala, en su presencia é de 
todo el pueblo hicieron gran regocijo é dijeron las 
lenguas que hadan las fiestas del virgo que habia 
sacado Domingo de Irala á la hija de Abacote. 

28. Otro sí, una India cristiana mató con yerbas 
á Ñuño Cabrera su amo, vecino de Cazalla é Pero 
Diaz su alcalde la prendió é procedió; la India con- 
fesó el delito, é á ruego de Sancho de Salinas, pri- 
mo del muerto, fizieron soltadisa la India, é se fué 
sin castigo. En tiempo que governó Domingo de 
Irala mataron dos ombres, é nunca castigó á Pero 
Bocanegra que mató el uno dellos, ni á Juan Ruiz 
que mató el otro. Una Iglesia que hizo de madera 
en el Rio del Paraguay Francisco Ruiz Oalan, Do- 
mingo de Irala la vendió á los oficiales Cabrera é 
Garda Venegas por cierto precio é otorgole carta 
de venta de ella. 

29. Los pregones é ordenansas que mandó guar- 
dar en sus amigos é paniaguados é de los oficiales, 
no se esecutaban salvo en los pobres é en los que 
tenia por enemigos. 

30. Domingo de Irala tubo muchas pasiones con 
personas particulares por celos de Indias con quien 
se echaba especialmente un Francisco Gimenes, 
porque se hechó con una India suya, lo desafió é 
sacó al campo; otro sí se echó con una esclava de 
Juan Perez lengua, por lo cual echó mano á la 
espada contra el dicho Juan Perez, tomó á la es- 



336 


ULRICH SCHMÍDEL 


clava y en su presencia, la colgó de los pies en un 
árbol la cabesa abajo dende la mañana asta la no- 
che, y por ser tan amigo deste vicio desamparaba 
el puerto donde lo dejó á esperar su venida Juan 
de Ayolas é veniase á tierra de los Garios ochenta 
leguas el Rio abajo á un puerto que se dice Tapara 
donde tenia una fija de un principal de allí, é estava 
allí quince ó veinte dias, é los que con él andaban 
le llamaban al puerto, el puerto de la hodienda; otra 
cabsa muy grande dió para que los Payaguás se 
al¿acen é no le diesen de comer é después mata- 
ron los cristianos. Al tiempo que Juan de Ayolas 
asentó pases con el principal, le dió una hija suya, 
la cual dejó en guarda de Domingo de hala hasta 
que él volviese, é ídose se hechó con ella é se 
estaba toda el día con ella en la cámara del Ver- 
gantin de que se alborotaron mucho los Payaguás 
é se la quitaron. 

31. Alonso Cabrera é Garda Venegas cobraron 
dos veces deudas de vidas á S. M. de los bienes de 
Hernando Barrio Nuevo vecino de Granada y de 
Agustin de Madrid difuntos daban á ejecutar de su 
propia autoridad. 

32. Pusieron imposiciones nuevas sobre la gen- 
te. cobrando quinto del pescado, manteca, pellejos, 
cueros, maiz, gallinas, miel y otras cosas, que com- 
praban de los Indios para se mantener é alimentar 
sobre lo qual les hicieron ejecuciones é molestias. 

33. Por el mes de Noviembre del año de quinien- 
tos é cuarenta é un año, Domingo de hala mandó 
poner una vandera é pregonar que todos les que 
quisiesen entrar por la tierra adentro se fuesen á es- 
crebir, é mandó aderezar los vergantines para partir 
por el mes de Marso é Abril, luego siguiente. 

34. Por el mes de Febrero del año de mil é qui- 
nientos é quarenta é dos años, recibió una carta 
Domingo de hala de AlbárNuñez Cabeza de Vaca, 



APÉNDICE B 


337 


por la qual .decia que venia por tierra con cierta 
gente é caballos á socorrer esta provincia por 
mandato de V. M. 

35. A honze dias del mes de Marso luego siguien- 
te á las nueve de la mañana entró Albár Nuñez Ca- 
beza de Vaca en esta ciudad de la Asunción, donde 
fué recibido é obedecido por los capitanes é ofi- 
ciales de V. M. é por toda la gente por Goberna- 
dor é Capitán General en nombre de V. M. 

36. Luego que fué obedecido el dicho Albár 
Nuñez Cabeza de Vaca, comenzó á entender en 
las cosas que conbenian para la buena Goberna- 
ción, é por se haber despoblado el puerto de Bue- 
nos Ayres, recibió congoja y embió luego á socor- 
rer con navios gentes é bastimentos la gente que en 
su nao habia enviado á confianza del dicho puerto, 
é mandó que lo tornasen á fundar é asentar nueva- 
mente por que no se perdiesen los nabios é gente 
que al socorro de esta provincia viniesen. 

37. A toda la gente que el Gobernador halló en 
esta provincia ansi capitanes como otros oficiales é 
personas hizo buenos tratamientos é dejó á cada 
uno en el oficio é cargo que le halló encargándoles 
sirbiesen á V. M. lealmente. 

38. Al tiempo que el Gobernador vino á esta 
provincia halló la gente en malos usos y costum- 
bres é dende luego comenzó á quitar las costum- 
bres é vicios malos quitándoles las parientas, é 
ansi se quitaron é apartaron muy muchas Indias 
á muchas personas de lo qual se agraviaron mu- 
cho. 

39. Otro sí, mandó juntar todos los Indios prin- 
cipales de esta tierra y estando presentes los Ofi- 
ciales de V. M. é los Religiosos é clérigos con in- 
terpretes ábiles é suficientes, les mandó é aperci- 
bió se apartasen de comer carne humana, abisan- 
doles é haciéndoles las protestaciones necesarias 


22 



338 


ULRICH SCHMiDEL 


según se contiene en los actos que sobre ellos pa- 
saron ante mí como escribano. 

40. Otro sí, mandó leer é notificar á los Religio- 
sos é clérigos ciertos capítulos que están en una 
carta é Real mandamiento de V. M. que habla con 
los dichos clérigos Religiosos para que tengan en 
encomienda á los dichos Indios para que no con- 
sientan que sean maltratados é les requirió é aper- 
cibió cumpliesen lo que V. M. por ellos les manda 
é mandóles dar un traslado de los dichos capítulos. 

41. Por el mes de Mayo del año pasado de mil 
é quinientos é cuarenta é tres años un Bernardo 
de Castañeda fué á un lugar de Indios é entró en 
la casa de uno de ellos á media noche é por fuerza 
delante del propio Indio anduvo á los brazos con 
su muger para flecharse con ella, el indio se vino 
á quejarse el alcalde procedió é lo condenó en cien 
azotes los cuales se le dieron. 

42. La probanza que Domingo de Irala hizo de 
la muerte de Juan de Ayolas, el Gobernador la 
mandó parecer ante sí é no pudo ser abida ni se 
halló entre las escrituras de un Antonio de Ayala 
escribano ante quien abia pasado difunto, por lo 
qual mandó tomarla á facer, é se hizo ante mí co- 
mo escribano. 

43. Luego el Gobernador comenzó á buscar 
lumbre é caminó para ir conquistar esta provincia 
é embió por dos partes ciertos cristianos é Indios 
que descubriesen por tierra é por el Rio embió á 
Domingo de Irala con tres vergantines é noventa 
ombres, los que fueron por tierra se volvieron den- 
de á dos meses sin poder descubrir camino, Do- 
mingo de Irala subió doscientas é cincuenta leguas 
por el rio arriba hasta llegar á tierra poblada, don- 
le dieron aviso é trujo relación del camino é po- 
blaciones de la tierra adentro é volvió á dar cuenta 
al Gobernador de su descubrimiento. 



APÉNDICE B 


339 


44. Los pobladores é conquistadores que en es- 
ta provincia residian antes quel Gobernador á ella 
viniese se le querellaron de los Oficiales de V. M. 
acerca de la cobranza del quinto del pescado é 
otros mantenimientos é pellejos é cueros que abian 
de los Indios é cobranza de debdas é otros agra- 
vios para que lo impidiese y no diese lugar á ello 
lo qual el Gobernador les mandó que no cobrasen 
hasta en tanto que V. M. fuese abisado é que si 
mandase que se cobrase que todo lo que hasta en 
aquel punto obiesen dejado de cobrar lo asentasen 
á su cuenta para lo pagar de sus salarios y en lo 
que tocaba á la cobranza de las debdas cesasen 
hasta que obiese oro é plata en la provincia, lo 
qual no quisieron hacer antes se pusieron en dar 
ellos mandamientos por su abtoridad para facer 
ezenciones en los pobladores é conquistadores y el 
Gobernador Ies fué á la mano é no se lo consintió 
é ansi por esto como por les impedir la cobranza 
del quinto le hisieron muchos requirimientos desa- 
catados donde el Gobernador respondió é no dió 
lugar á la cobranza del quinto y en lo que toca á 
las ejecuciones que las pidiesen ante él é por virtud 
de sus mandamientos se executaria é cobrarla. 

45. El Gobernador prosedió de oficio contra la 
India que mató á su amo con yerbas é la mandó 
prender é fué presa é por virtud de su confision é 
de lo contenido en el primero proceso que fué 
acomulado con el segundo fué sentenciada á pena 
de muerte é fué hecha cuartos. 

46. Pasados los requerimientos de los Oficiales 
sobre la cobranza de los quintos á veinte é cuatro 
dias del mes de Mayo de mil é quinientos é cua- 
renta é tres años mandó juntar los Religiosos é 
clérigos é á los oficiales de V. M. é les mandó leer 
la Relación que Domingo de Irala habia traído de 
la tierra adentro é del camino que halló para con- 



340 


ULRICH SCHMÍDEL 


quistar é obo con ellos acuerdo é les pidió parecer, 
los cuales dieron sus pareceres que debia entrar 
con brevedad á conquistar la tierra según por los 
dichos pareceres que presentaron ante mi parecer. 

47. Para hacer la entrada é descubrimiento de 
esta provincia el Gobernador mandó hacer con toda 
diligencia diez vergantines é ansi mesmo mandó 
traer tablazón é ligazón para facer una carabela en 
que pudiese enviar á dar aviso á V. M. luego como 
volviese de la conquista de todo lo que sucediese. 

48. A pedimento de los naturales Indios vasallos 
de V. M. é con el parecer de los Religiosos fué á 
hacer guerra á una generación de Indios que se 
llaman Ouaycarias é los desbarató é se trujeron 
muchos dellos cabtivos, y el Gobernador soltó un 
prisionero para que fuese á llamar su principal por- 
que queria hacer paces con él é ansi fué é le vino el 
principal é asentó pazes con él é le volvió libremen- 
te los prisioneros todos que se abian traido conque 
fué contento é fueron amigos. 

49. A todos los Indios naturales basallos de V. M. 
el Gobernador les hizo é mandó hacer buenos tra- 
tamientos dándoles dadibas pagándoles é ansi man- 
dó que todos les pagasen sus trabajos é persuadió 
é eforzó á los Religiosos clérigos tuviesen especial 
cuidado en su doctrina é enseñamiento. 

50. Al tiempo que el Gobernador llegó á la costa 
del Brasil, halló allí dos Frailes Franciscanos que se 
dicee fray Bernardo de Armenta é fray Alonso, 
los cuales trujo en su compañia á esta Provincia 
é parece que en el camino se le desmandaron é de- 
sordenaron con los Indios é el Gobernador les fué 
á la mano, de cuya cabsa los dichos frayles vinie- 
ron mal con el Gobernador, é decian que les ha- 
bla fecho agravios en el camino, estos frayles son 


(1) Guaycurú. 



APÉNDICE B 


341 


ombres de mal vivir porque tienen mas de treinta 
mancebas 

51. Como los oficiales de V. M. vieron que el Go- 
bernador no les daba lugar á que fisieseh agravios 
é mandase como antes quel viniese lo asian se con- 
federaron con los dichos fray Bernardo de Armen- 
ia é fray Alonso para hacer todo mal é daño al Go- 
bernador é para ello ansi mesmo se juntó con ellos 
Domingo de Irala vizcaino debajo de juramento 
quel dicho Fray Bernardo les tomó en un libro mi- 
sal para que callada é encubiertamente sin lo descu- 
brir á ninguna persona los dichos frayles con cier- 
tos cristianos amigos suyos se fueron á la costa del 
Brasil por tierra de donde el Gobernador los abia 
traido diciendo quan perjudicial era y en deservicio 
de Dios é de V. M. que Albar Nuñez Cabesa de 
Vaca fuese Gobernador, e quan necesario era que 
lo fuese el dicho Domingo de Irala é que el dicho 
Fray Bernardo lo escribiese á V. M. porque siendo 
la persona que era se le daria crédito á sus cartas 
é que para ello embiase á fray Alonso su compa- 
ñero á España é que ellos lo embiarian á pedir por 
obispo desta provincia, como oficiales de V. M. lo 
cual pusieron en efecto é combocaron á ciertos In- 
dios de la costa del Brasil para que fuesen con ellos, 
que heran muy necesarios en esta provincia, é lle- 
vando cinco cristianos en su compañia é mas can- 
tidad de treinta Indias cristianas, fijas é parientas 
de Indios principales desta tierra sin licencia de 
sus padres escondidamente se partieron al tiempo 
é sazón que todos en conformidad le hablan dado 
sus pareceres para que fuese á facer la entrada é 
descubrimiento desta. tierra é teniendo todos los 
nabios bastimentos é municiones todo á punto 
para partir y el propio dia de su partida el Goberna- 


(1) ¿ ? 



342 


ULRICH SCHMÍDEL 


dor lo supo é mandó ir en su seguimiento, é fueron 
vueltos de la ida destos frayles, resultó grandes es- 
cándalos así entre los cristianos como entre las 
naturales por les llevar sus hijas, de lo cual mostra- 
ron muy gran sentimiento y el Gobernador les so- 
segó é les dijo que no consentida se las llevasen é 
que estuviesen seguros. 

52. El Gobernador mandó proceder contra los di- 
chos oficiales é mandó á Pedro Estopiña Cabeza 
de Vaca á quien cometió la causa, no procediese 
contra Domingo de traía por apartar alteración é 
desociego é con buenos tratamientos tomarlo al 
servicio de V. M. Contra los oficiales se procedió é 
fueron presos é encarcelados é suspendidos de los 
oficios, é remitidos á V. M. según que por los di- 
chos procesos parecerá. 

53. Por el mes de Setiembre del dicho año de 
cuarenta é tres años el Gobernador partió con diez 
vergantines con muchos bastimentos, municiones, 
diez caballos é cuatrocientos ombres, mil Indios é 
cien canoas que se ofrecieron de su voluntad para 
ir á conquistar esta provincia por el puerto de los 
Reyes, y en su lugar en nombre de V. M. nombró 
por su Teniente á Juan de Salazar de Espinosa el 
qual quedó en el puerto del Paraguay con doscien- 
tos ombres el qual mandó con toda diligencia hi- 
ciese la carabela para que cuando volviese la aliase 
fecha para avisar á V. M. de todo lo subsedido. 

54. Llegado el Gobernador al puerto de los 
Reyes en concordia de los naturales la tierra, como 
tierra que nuevamente descubria en nombre de 
V.M. tomó la posesión é hizo buenos tratamientos é 
dió dadivas á los naturales é mandó que no les 
fuesen fechos malos tratamientos, é nombró por su 
Maese de campo al dicho Domingo de Irala al 
cual encargó el buen tratamiento de los Indios asi 
los que con el venian como los del dicho puerto 



APÉNDICE B 


343 


é que mirase lo que convenia al servicio de V. M. 

55. A veinte é seis dias de Noviembre del dicho 
año el Gobernador partió del dicho puerto á des- 
cubrir é conquistar la tierra con trescientos ombres 
é ochocientos Indios é diez caballos, llevando con- 
sigo por guia un Indio de aquella tierra que dijo 
en cinco jornadas llega*. ian á las primeras poblacio- 
nes de la tierra adentro en el puerto dejó en guarda 
de los Vergantines noventa ombres con un capitán. 

56. A las nueve jornadas quel Gobernador obo 
entrado por la tierra sin fallar poblado alguno, falló 
una casa donde vivían fasta catorce Indios con 
sus mugeres de la generación de los Garios los 
cuales informaron é dijeron que dende alli fasta 
Tapúa donde comienzan las poblaciones abia diez 
é seis jornadas, lo qual visto por el Gobernador 
mandó juntar los oficiales de V. M. é capitanes é 
obo con ellos acuerdo si debia pasar adelante é 
con su parecer se retiró é dende alli embió á Don 
Francisco Ribera con otros cristianos que fueron 
seis é la guia que alli tomó para que pasase ade- 
lante á descubrir aquel camino hasta llegar á la 
primera población, en el entretanto que iba al 
puerto de los Reyes á forneserse de bastimentos 
para tornar á entrar descubierto el camino. 

57. En el puerto de los Reyes alió el Gobernador 
atemorizada la gente porque los naturales asian 
llamamiento para venirlos á matar, especialmente 
los Indios de la Isla que se dicen Xaquetes é los 
Guajarapos é los de un pueblo pequeño del dicho 
puerto, el Gobernador procuró de los sosegar pero 
todavía le mataron cinco cristianos é se los comie- 
ron, por lo qual el Gobernador procedió contra 
ellos é con el parecer de los clérigos los pronunció 
por esclavos y que se les hiciese la guerra, é los que 
fuesen tomados fuesen esclavos según que mas 
largamente con el proceso é sentencia se contiene 



344 


ULRICH SCHMÍDEÍ, 


á que me refiero donde mataron é fueron cabtivos 
cierta cantidad de los que residían en la Isla. 

58. A veinte dias del mes de Diciembre deste 
año, embió el Gobernador un Hernando de Ribera 
con un vergantin é cincuenta é dos hombres á 
descubrir el Rio que llaman Igatu, que pasa por 
el puerto de los Reyes por que los naturales le in- 
formaron que por el bivian é estaban grandes pue- 
blos de Indios con grandes mantenimientos é me- 
tal. 

59. A dose dias del mes de Enero delaño pasado 
de quinientos é cuarenta é cuatro años bino al puer- 
to de los Reyes Francisco de Rivera con los seis 
cristianos con quien fué á descubrir, los cuales lle- 
garon todos heridos, Francisco de Ribera informó 
al Gobernador que abia ido caminando por tierra 
de buenas arboledas é aguas é de mucha caza 
puercos, venados, é frutas, miel y en cabo de vein- 
te dias llegó á las poblaciones de Tapua Guaca 
donde en un lugar de unos indios que se llaman 
Tarapecoas vido oro é plata é grandes bastimentos 
é questando en sus casas sintió que los querían 
matar é salieron todos juntos para volverse por 
donde abian venido é salieron á ellos hasta docien- 
tos Indios é los flecharon é si no se metieran en el 
bosque que los mataran á todos é que abia quince 
dias que abian partido é que dende allí hasta este 
puerto le parece que habrá setenta leguas poco 
mas ó menos é que á la ida tardaron mucho en 
descubrir el dicho camino, porque el camino yba 
muy cercado de monte é lo fueron abriendo é que 
un Indio orejon que les dió de beber como llega- 
ron al pueblo de los Tarapecoas le dijo que era 
paisano é questaria de alli su tierra dos jornadas é 
le nombró otras generaciones de Indios conocidas 
donde dijo que poseían metal. 

60. Con estas nuevas é descubrimiento, el Go- 



APÉNDICE B 


345 


bernador quisiera luego partirse á proseguir la con- 
quista pero no lo pudo hacer porque Francisco de 
Ribera le dijo que una laguna questaba á diez le- 
guas de allí por donde forzosamente abia de pasar 
estaba muy crecida que tenia ocupadas mas de dos 
leguas de tierra y hera necesario esperar que abaja- 
se; los naturales dijeron que hasta en fin del mes 
de Febrero no abajarla porque todos los años 
cresia é abajaba por el dicho tiempo. 

61. Hernando de Ribera que fuéá descubrir con 
el vergantin el rio de Igatu, escribió al Gobernador 
aciendole saber como habia llegado á unos pue- 
blos de Indios que se dicen Xaralles é que por la 
Relación que de ellos abia abido, se abia determi- 
nado entrar por la tierra adentro é ansi lo abia fe- 
cho con cuarenta hombres é abia dejado el ver- 
gantin. El Gobernador embió á mandarle con gran 
diligencia que luego se volviese é que no pasace 
adelante porque no le matasen é porque no le abia 
enviado á descubrir portierra. 

62. A treinta dias del mes de Enero vino Her- 
nando de Ribera al puerto de los Reyes con el 
Vergantin é gente que llevó, al tiempo que vino 
falló al Gobernador mal dispuesto é la mayor parte 
de la gente é de los Indios naturales, el Goberna- 
dor le reprendió el atrevimiento que abia tenido 
en no proseguir la navegación é descubrimiento 
del rio Igatu é entrarse por la tierra adentro, no dió 
Relación de su descubrimiento. 

63. Estando el Gobernador en este puerto de los 
Reyes esperando que las aguas abajasen para po- 
der caminar á hacer su entrada é conquista toda la 
gente se adoleció de calentura en tal manera que 
se hallaban diez ombres sanos que guardasen el 
Real. 

64. Por los agravios que aquí se hacían á los 
naturales de que se venían á quejar cada dia que 



346 


ULRICH SCHMÍDEL 


los cristianos les hazian muchos daños en sus ca- 
sas, tomándoles por fuerza sus haziendas, mandó 
pregonar so ciertas penas que ninguno fuese á sus 
casas, é que porque sin embargo desto todavia 
iban, puso guarda en los caminos y en sus casas 
para que no los consintiesen hacer agravios é lo 
denunciasen, é mandó pregonar ansi mismo que no 
se vendiesen ni contratasen las Indias libres ni las 
trocasen por esclavos ni esclavas. 

65. Por inducimiento de los interpretes é Capi- 
tanes los Indios naturales desde puerto de los 
Reyes, comenzaron á darles sus hijas é al Gober- 
nador le trajeron algunas é como el Gobernador 
fué avisado mandó que no se sacasen de sus casas 
porque no se alborotasen é recibiesen alteración 
de verlas tratar mal por esta razón é porque no 
dejarlos andar é embiar por los lugares de los In- 
dios los oficiales é capitanes tomaron mucho odio 
contra el Gobernador é comenzaron á inducir é 
predicar entre la gente que no era bien hacer en- 
trada á fin de impedir é estorbar al Gobernador 
que no sacase oro é plata, viendo que la tierra era 
buena é abia tanto oro é plata comunicaron entre 
si é dijeron si el Gobernador entra a de traer oro é 
plata é perpetuará su gobernación é después no 
seremos parte en la tierra contra el lo qual platica- 
ron é dijeron con muchas personas para matarlo é 
aqui lo quisieron matar é pegarle fuego á la casa lo 
qual dejaron de hacer por que á esta sazón adole- 
ció Domingo de Irala é Juan de Ortega el contador 
Felipe de Caceres: á noticia del Gobernador vino 
este motin á cabsa de su enfermedad no hizo cas- 
tigo, pero dicernió un mandamiento en que man- 
daba que ninguno fuese osado de contradecir la 
entrada según parece por el dicho mandamiento 
al que me refiero é comensó á hacer proceso con- 
tra Domingo de ¡rala, como principal amotinador 



APÉNDICE B 


347 


é al primer testigo que se tomó yo que era el Es- 
cribano adolecí de calenturas é no se pudo ir ade- 
lante é ansi mesmo el Gobernador adoleció. 

66. A diez é ocho dias del mes de Marzo deste 
año de cuarenta é cuatro ya que las aguas eran 
bajas para poder caminar, el contador Felipe de 
Caceres procuró impedir é estorbar la dicha entra- 
da é conquista é que el Gobernador se Retirase é 
volviese é no esperase quél é la gente se reforma- 
se alli porque no viniese en efeío e para ello requi- 
rió al Gobernador se abajase al Paraguay de don- 
de abia salido, lo cual el Gobernador hizo contra 

su voluntad 

nada é demas de esto él flaco é enfermo 

é ansí le fué forzado volverse por que fué abisado 
que sino se volvia le abian de matar, é recibió mu- 
cha pena de no poder castigar tan gran daño é 
deservicio de Dios é de V. M. ympedirle la entrada 
estando ya descubiertos los caminos é poblaciones 
de la tierra é sabia é beia lo que en ella abia é que 
los Indios traian oro é plata en orejeras, planchas é 
barvotes, aqui obo el Gobernador en este puerto 
de los Reyes media hacha de plata é algunas cuen- 
tas de oro é plata, los Indios todos desian que los 
déla tierra adentro tenian mucho del dicho metal 
en basijas de que se servían: á veinte é tres deste 
dicho mes se partió el Gobernador con los nabios 
é gente muy flaco de la dicha enfermedad. 

67. Llegado el Gobernador con sus nabios é 
gente al Paraguay y enfermo de sus calenturas 
halló puesto en astillero el navio que dejó manda- 
do hacer para enviar é esos Reinos á dar cuenta 
á V. M. é mandó se acabase con diligencia. 

68. Domingo de Irala tuvo manera de dañar las 
voluntades de la gente contra el Gobernador é ga- 
narlas en su favor, é para ello tuvo grande aparejo 
porque el Gobernador le tuvo siempre en mucho 



348 


ULRICH SCHMÍDEL 


é le hizo Maese de campo y la manera que tuvo 
fué esta, llamava á los hombres, é debajo de jura- 
mento que no descubriesen nada les decia, el Go- 
bernador, dice que os ha de horcar porque sois un 
vellaco ladrón é quel se avia hallado presente, é le 
abia dicho que estaba mal informado é que era 
ombre de honrra por tanto que no le descubrie- 
sen, é luego á estos mesmos los emviava de su casa 
dádivas con que los atrajo á su voluntad, é desta 
forma daño á muchos las voluntades, alguno ovo 
que le dijeron al Gobernador por que los queria 
mal, é el Gobernador como estaba inocente de tal 
caso decia que no abia tal cosa é les preguntó 
quien se lo avia dicho é no lo quisieron decir aun- 
que trabajó en ello por saber pero como estaban ju- 
ramentados, é Domingo de Irala favorecido no lo 
quisieron descubrir el Gobernador no sabia la trai- 
ción queste urdia. 

69. Dende á quince dias que el Gobernador 
ovo llegado al Paraguay, estando flaco, enfermo, 
una noche del dia de San Marcos los oficiales de 
V. M. con favor é ayuda de Domingo de ¡rala con 
todos los vizcaínos é cordobeses que por ello fue- 
ron llamados, con las ballestas armadas é los arca- 
buses las mechas encendidas é con otras armas é 
con grande alboroto é escándalo entraron en las 
casas de su morada haciendo muestras é acometi- 
miento de lo matar, se abrazaron con él en la cama 
donde estaba enfermo cliciendole, libertad, libertad, 
y lo sacaron por fuerza é contra su voluntad de su 
casa é cama donde le hallaron con un criado que 
se dice Pedro Doñate Vizcaíno el cual fué el mis- 
mo que lo espió cuando estuviese solo, é trató la 
traición, é lo llevaron con muchas voces diciendo 
libertad, libertad, á las casas de la morada de los 
dichos Garda Venegas é Alonso Cabrera, dicien- 
dole palabras feas, representándole como los abia 



APÉNDICE B 


349 


tenido presos tratándolos mal é ansimesmo un 
Don Francisco de Mendoza é Alonso de Angulo 
vecino de Córdoba é Fernán Arias de Mansilia 
vecino de Granada é Oaliano de Neyra barbero é 
Juan Xuares tejedor é Francisco Romero zapatero 
é Jaime Rasquin valenciano le dijeron: agora vereis 
Cabeza de Vaca como tratavades los caballeros, 
metiéronlo en una camara é hecharonle unos gri- 
llos, pusiéronle gente armada que lo guardasen 
de los mesmos comuneros, al tiempo que lo saca- 
ron de su casa los oficiales dijeron á muchas per- 
sonas que vinieron é acudieron al alboroto. Seño- 
res este ombre avernos preso por libertaros porque 
os quería tomar las haciendas á todos y teneros 
por esclavos é luego Bartolomé González escriba- 
no é Hernando de Sosa les dijeron: Señores, todos 
á una voz decir libertad, libertad é ansi todos á 
voces como gente de pueblo decian libertad liber- 
tad. Luego Domingo de Irala envió á decir á los 
dichos oficiales que enviasen á prender al Alcalde 
mayor é alguaciles los quales enviaron á muchos 
de los comuneros, é hallando al dicho Alcalde 
mayor Juan Xuares Tejedor les hecho manos de 
las barbas é otros le dieron de puñadas é bofeto- 
nes [é lo llevaron arrastrando] diciendole de ve- 
llacon traidor é le quitaron la vara á pasándole por 
las puertas de la casa de Gonzalo Mendoza de 
Baeza donde él á la sazón se halló, el dicho Alcal- 
de mayor le dijo, señor Gonzalo de Mendoza, mira 
qual me llevan estos ombres, favorece la justicia de 
S. M. y quitame de su poder; y, el dicho Gonzalo 
de Mendoza respondió anda, anda, llevadle, llevad- 
le que bien va, el qual llevaron ante los dichos ofi- 
ciales y el dicho Juan Xuarez dijo: señores, que 
mandan vuestras mercedes que hagamos de este 


(1) No está esto en el MS. Mitre. 



350 


ULRICH SCHMiDEL 


ladrón traidor, é dijeron que lo llevasen á la cárcel, 
y el dicho Alcalde mayor dijo al veedor Alonso 
Cabrera, que por amor de Dios que por que estaba 
malo, no lo mandase echar en la cárcel, é el dicho 
veedor le dijo, anda, anda, tened vos por bien des- 
tar donde yo estuve, llevarle é ansi lo llevaron á la 
cárcel donde estaba preso un Luis de Vaillo, sen- 
tenciado á muerte porque avia muerto á un Mora- 
les, vecino de Sevilla, é dando voces libertad, 
libertad soltaron al dicho Vayllo é á otros questa- 
van presos, echaron de cabeza en el cepo al dicho 
Alcalde mayor tratándolo muy mal de palabras 
injuriosas dándole con las manos. 

70. Martin de Orue viscaino escribano é Barto- 
mé González, escribano, fueron luego á las casas 
de Francisco de Peralta alguacil é llegaron á él, 
é el dicho Martin de Orue, le hecho mano de la 
vara, é le dijo dejad esta vara que no la aveis vos 
de traer, é el dicho alguacil dijo á los que estaban 
presentes, señores sedme tetigo como me quitan la 
vara de S. M. é luego lo llevaron á la cárcel á el 
é á Sebastian de Fuente el Rey alguacil é los pusie- 
ron en el cepo con el Alcalde mayor. 

71. Fueron luego á casa de mi el escribano con 
grande alboroto é escándalo Andrés Fernandez el 
Romo, vecino de Cordova, é Francisco de Verga- 
ra vizcaino é Bartolomé González, escrivano, é 
otros muchos con las espadas desnudas, me las 
pusieron á los pechos en la cama donde estaba 
enfermo diciendo libertad, libertad viva el Rey, é 
pasada la grita me dijeron que Domingo de Irala 
embiava por las escrituras é procesos que el Go- 
vernador avia fecho contra él é los oficiales, que 
les dijese donde estaban é se las diese, yo les dije 
que no estaban en mi poder questaban en una ca- 
ja en casa del Gobernador los cuales se fueron lue- 
go á la misma ora pasó el atambór é pregonando 



APENDICE B 


351 


con el Martín de Orne que le decía lo que prego- 
naba mandan los Señores Oficiales de S. M. que 
ninguna persona sea osado de salir de su casa has- 
ta la mañana, so pena de traidor y en acabando el 
pregón, se daban una grítalos comuneros diciendo 
libertad, libertad é iban acompañando el atambór 
Garda Venegas armado con sus amigos, y desta 
manera fueron por todo el pueblo faciendo á la 
gente que no saliesen de sus casas. 

72. La manera que estos Oficiales é Domingo 
de Irala para prender al Gobernador tovieron, fué 
que cada uno por su parte llamaron sus amigos 
que se amotinaron é debajo de juramento les di- 
jeron que si prendían al Gobernador serian Seño- 
res de la tierra é que de otra manera, el Goberna- 
dor les quería quitar sus haciendas é tenellos á 
todos como esclavos que ellos como oficiales de 
V. M. lo podían prender y tenían poder para ello, 
é le leyeron los capítulos de las instrucciones dán- 
doles para ello falsos entendimientos, con lo qual 
y con otras cabtelas, poniéndolos mal con el Go- 
bernador vinieron en su voluntad á otras personas 
de quien no tenían tanta confianza les dijeron que 
el Gobernador les quería tratar mal é tomarles sus 
faciendas, é quellos como oficiales querían ir á re- 
querir no lo hiziese, pero que por que el Goberna- 
dor estaba mal con ellos é se temían que por le ir á 
requerir les mandaría prender, era necesárlo que 
fuesen con ellos pues se ponían á tanto peligro por 
lo que les cumplía á otros embiaron á llamar á sus 
casas con sus criados é los encerraron en cámaras 
sin decirles para que efecto, é unos á otros se pre- 
guntaban, para que venimos aqui, ques esto, é nin- 
guno supo la cabsa, de lo cual después se han teni- 
do por engañados é al tiempo que sacaron al Go- 
bernador de su casa los mandaron salir diciendoles, 
id á favorecer los Señores Oficiales que traen preso 



352 


ULRICH SCHMÍDEL 


al Gobernador por que os quería tomar vuestras 
faciendas é teneros por esclavos: en casa de Lope 
Duarte vizcaíno avia gente encerrada por ser ami- 
go de Domingo de Irala. 

73. Otro dia pasado lo suso dicho mandaron 
pregonar que todos fuesen delante de las casas de 
Domingo de Irala donde delante de mucha gente 
de los comuneros, Bartolomé González escribano, 
leyó un billete (libelo?) difamatorio contra el Go- 
bernador, llamándole tirano traidor é otras muchas 
injurias, é que quería robar é quitar á la gente sus 
haciendas, de cuya cabsa los comuneros se toma- 
ron á alborotar é quisieron ir á matar al Goberna- 
dor á la prisión donde estaba. 

74. Luego los dichos oficiales eligieron por te- 
niente de Gobernador é Capitán Gral desta 
provincia al dicho Domingo de Irala, y todos los 
comuneros alborotadores le obedecieron, y el di- 
cho Domingo de Irala fizo su alcalde mayor á Pero 
Diaz del Valle, é alguaciles á Bartolomé de la Ama- 
rilla é Sancho de Salinas comuneros. 

75. Luego Domingo de Irala me tornó á embiar 
á pedir con Francisco de Coimbra su mayordomo 
los procesos que contra él é los oficiales abia fecho 
el Gobernador ó la llave de la caja donde estaban 
é yo le dije que la llave de la caja donde estaban 
la tenia el Gobernador, é la llave principal de la 
caja la tenia Francisco Galan, á quien yo abia 
dejado á guarda al tiempo que fui á la entrada, é 
otro día el dicho Francisco Galan, me dijo como le 
abia tomado llave de la dicha caja donde estaban 
los dichos procesos. 

76. Luego tomaron é secuestraron los bienes del 
Gobernador é los comenzaron á distribuir é repartir 
entre si é los otros comuneros donde pareció el in- 
teres de la codicia é no de la justicia. 

77. En la prisión del Gobernador es muy públi- 



APÉNDICE B 


353 


•co é notorio que dieron su parecer é favor Fray 
Bernardo de Armenta é Fray Alonso Lebrón su 
compañero por temor que le tenían por los delitos 
por ellos cometidos, en ansí mismo un Juan Gabriel 
de Lescano vecino de Villadolid é Francisco de An- 
drade portugués é Martin González Fonseca veci- 
no de Canaria clérigos porque los corregia é acia 
vivir onestamente é creyendo después vivir á su 
placer é dijeron que estaría bien prenderlo é ansi 
mesmo dió su parescer Fray Luis de Herresuelo de 
la Orden de San Gerónimo hombres de mal vivir. 
Preso el Gobernador, el dicho Domingo de Irala é 
oficiales de V. M. é todos los comuneros fueron é 
enrbiaron por los lugares é casas de los naturales 
vasallos de V. M., é les tomaron sus faciendas é les 
facían venir á Palos á trabajar é servirse de ellos é 
les tomaron sus mujeres é hijos por fuerza é con- 
tra su voluntad, vendiéndolas trocándolas por ro- 
pas é rescates de manera que los Indios se altera- 
ron é estuvo á punto de perderse todo. 

78. Luego comenzó la gente á tener grandes al- 
borotos é escándalos pesándoles de la prisión del 
Gobernador, viendo la perdición tan grande de la 
tierra así de los naturales como de los cristianos 
que se iban é desamparaban la tierra todos los co- 
muneros en publico é en secreto juraban que si 
se pusiesen en sacar y dar libertad al Gobernador 
que lo habían de matar é dar de puñaladas antes 
que lo sacasen porque no les cortase la cabeza é 
para ello pusieron en su guarda al teniente de teso- 
rero García Venegas é Alonso de Valenzuela é 
Andrés Fernandez vecino de Córdoba los quales 
publicamente desian que le abian de dar de puña- 
ladas é cortarle la cabeza é arrojársela á los que 
lo viniesen á sacar: bien quisieran los leales servi- 
dores de V. M. darle libertad, vista la perdición tan 
grande, lo qual fizieron saber al Gobernador lo mas 


23 



354 


ULRICH SCHMÍDEL 


secreto que pudieron, les escrivia donde rogaba á 
todos que se estuviesen quedos é no se moviesen 
porque menos inconveniente era venir preso ante 
V. M. donde se le aria justicia, que procurar la 
perdición de la tierra é que se sosegasen por que 
lo tenian los alborotos é escán- 

dalos que su prisión donde mandavan á decir que 
le abian de dar de puñaladas. 

7Q. A los leales vasallos de V. M. les comenza- 
ron á hacer muy grandes vejaciones é agravios é 
malos tratamientos, quitándoles sus hasiendas dán- 
dolas á los comuneros, é prendiéndolos é echán- 
dolos en las cárceles, llamándolos traidores ha- 
ciéndoles muy grandes amenazas, diciendoles que 
por que eran de la parte del Gobernador procuran- 
do con engaños é con estos malos tratamientos 
metér en su desatino por lo qual hiendo que sin 
causa los prendían algunos ivan á favorecer á la 
Iglesia é á estos mandaban que [no] les dieran 
de comer é lo mandaron á los que se lo embiaron 
por tomallos por hambre para que no osasen ha- 
blar ni facer cosa alguna en favor del Gobernador. 

80. Todas las noches andavan treinta é cuarenta de 
los comuneros armados defendiendo que ninguno 
saliese de su casa, amenazando que hablan de 
matar al que fuese de la parte del Gobernador si lo 
encontraban de noche é poníanles grandes pena^ 
mandándoles que no se hablasen unos con otros 
en público ni en secreto, quitándoles á todos sus 
armas é barrieron é fortalecieron toda la calle don- 
de estaba preso el Gobernador, é allí estaban todos 
los comuneros de dia é de noche con sus armas 
guardándolo con grandes temores é alborotos que 
recibían solamente de ver tablar á un ombre con 
otro. 


(1) El «no» falta en este MS. 



APÉNDICE B 


355 


81. Preso el Gobernador, visto por los oficiales 
el yerro é desatino que abian fecho donde parecia 
é abian mostrado aberlo fecho por aberlos tenido á 
ellos presos é por que no los embiase ante V. M. 
presos con los procesos de su culpa acordaron é 
dijeron, pues lo abemos preso porque no quede- 
mos por traidores é nos corten las cabezas haga- 
mos procesos contra él, é comenzaron á fablar con 
los comuneros dándoles abiso de lo que abian de 
decir contra el Gobernador, é con dadivas é pro- 
mesas sobornaron otras muchas personas y en esto 
gastaron la facienda del Gobernador y el hierro 
que tenia para sustentar é proveer la conquista é de 
que se habia de acabar de hacer la carabela para 
embiar á dar aviso á V. M. [la obra] de la cual 
cesó luego é no curaron de mandarla acabar é pa- 
saron siete meses que no tocaron en ella é manda- 
ron desfacer. 

82. En las depusisiones de testigos que se toma- 
ban contra el Gobernador por ser el Alcalde co- 
munero en lo que era en su favor no lo asentaban 
ni escribian diciendo no os preguntan eso inducién- 
doles dijesen lo que á ellos les estaba bien facién- 
doselo firmar á muchos de ellos por fuerza é porque 
saliendo estos oficiales alborotadores é sus criados 
á robar por la tierra é viniendo á noticia del Gober- 
nador saliese á reprendellos é maltratallos les dijo: 
pareceos ques cosa justa que cada uno de voso- 
tros quiera ser rey en la tierra pues quiero que se- 
páis que no hay otro Rey ni le a de aber ni otro 
Señor sino S. M. é yo en su nombre con razones 
indirectas facia Pero Diaz del Valle alcalde que 
dijesen que el Gobernador abia dicho que era Rey 
é sobre esto facian provanzas sobornando á los 
testigos que lo dijesen. 


(1) Falta en este MS. 



356 


ULRICH SCHMÍDEL 


83. Siendo preso el Gobernador despacharon á 
los frayles Franciscos Fray Bernardo é Fray Alonso 
á la costa del Brasil al cual cometieron que escri- 
biese á V. M. contra el Gobernador porque siendo 
religioso é la persona que era se le daria crédito á 
sus cartas é comprovaria sin provanzas para ello les 
dieron cinco cristianos y llevaron más de 50 Indias 
hijas de Indios de esta tierra las cuales llevaron por 
fuerza contra la voluntad suya é de sus padres é 
parientes aprisionadas con cuerdas atadas las ma- 
nos é de noche con grillos porque no seles fuesen 
sus padres é madres quedaron llorando el destierro 
de sus hijas. 

84. Antes que el dicho Fray Bernardo se partiese, 
vendió Indias libres por esclavos [con hombres 
que avia preso al Gobernador que no se lo podia 
impedir ni es... é se... ran Domingo de Irala é ofi- 
ciales. 

85. Después de la prisión del Gobernador a 
ávido muchos hombres que han cometido delitos 
dando heridas é matando ombres é quebrantando 
casas de hombres casados é los ha desimulado 
Domingo de Irala é su alcalde é no los a castigado 
ni preso pudiéndolos prender, solamente a perse- 
guido é molestado á los que eran servidores de 
V.M. porque les pesaba de la prisión del Goberna- 
dor, é sacó de la Iglesia á un Ambrosio é Ensebio 
por que se iva á la costa del Brasil á vuscar reme- 
dio para avisar á V. M. de la traición é levanta- 
miento de esta tierra é porque un Fray Juan de 
Zalazar é Francisco González Panlagua clérigo se 
lo quisieron resistir requiriendole no quebrantase 
las iglesias los trató mal de palabra Domingo de 
Irala, é le echó mano á las barbas é les dijo renie- 
go de la leche que mamé sino me lo aveis de pagar. 


(1) Falta en el MS. 



APÉNDICE B 


357 


loqual hizo con mucho alboroto una noche á media 
noche con arcabuzes é ballestas é gente armada 
de los comuneros que los acompañaban, á fin de 
tener la tierra tiranizada. 

86. .i un clérigo de misa que se dice Luis de 
Miranda por decir que era mal fecho prender al 
Gobernador le prendió Domingo de hala é lo puso 
en una cárcel en una casa donde tenia preso al 
Alcalde mayor del Gobernador é alli los a tenido 
tiempo de ocho meses con malos tratamientos. 

87. Otro si, mandó dar cien asotes á un Cristo- 
val Brabo porque queria dar libertad al Gobernador 
el pregón decia esta es la justicia que manda facer 
el señor Domingo de hala á este ombre por traidor 
é aleve á S. M. é con engaños por tener ocasión 
de prender gente de los leales le dijeron que lo 
soltarían libre si encartaba á los que el Contador é 
el Alcalde é fecha la declaración lo azotaron é 
prendieron á otras muchas personas sin tener cul- 
pa mas de la quellos argulleron. 

88. Los dichos oficiales echavan echadizos de 
los traidores comuneros que afrentasen é matasen 
á los que dijesen mal de la prisión del Gobernador 
y con almagrales señalaban las espaldas é les de- 
sian traidores almagrádos é por que un Pedro de 
Castro hombre casado dijo quera mal preso el 
Gobernador el contador le embió á llamar é lo de- 
sonrró é le dijo que juraba á Dios que lo abia de 
mandar empozar é luego otro dia saliendo de la 
Iglesia — echó mano para él Andrés de Montalvo 
é le tiró de cuchilladas diciendo que siendo un ve- 
llaco tenía atrevimiento de decir ninguna cosa con- 
tra los Sres. Oficiales, el dicho Pedro de Castro se 
defendió é Domingo de hala le mandó prender é 
procedió contra él é por ruego de personas lo soltó 
ciende á cinco dias el dicho Montalvo se fué á 
casa de los oficiales donde estaba hasiendo guarda 



358 


ULRICH SCHMÍDEL 


al Gobernador por manera que á los libres que no 
tenían culpa condegnavan é molestavan con prisio- 
nes é los delincuentes asolvian. 

89. Otro si, dende pocos dias que el Goberna- 
dor fué preso entró Bartolomé González escribano 
á hacer ciertos abtos con él, é ante muchos testigos 
le requirió é mandó asentase é diese fée como en 
nombre de V. M. otorgaba su poder al capitán 
Juan de Salazar para que fuese teniente de Gober- 
nador desta provincia, é el dicho Bartolomé Gon- 
zález no lo quiso hacer é el dicho Domingo de 
Irala antel propio Bartolomé González escribano é 
los testigos que estuvieron presentes les mandó 
debajo de juramento é les mandó so graves penas é 
amenazándolos no dijesen ni descubriesen lo suso- 
dicho á ninguna persona. 

90. A un García de Jaén é Juan de Sotelo é 
Francisco Delgadillo é Antonio Higuera é Gonzalo 
Portillo é Melchor Nuñez, é Alonso del Castillo é 
Antón del Castillo é Francisco de Loudoño é Pe- 
dro de Esquivel é á otros muchos en amenazando é 
echando manos á las espadas diciendo que los 
abian de matar si hablavan en favor del Goberna- 
dor. 

91. Un Gregorio de Acosta Portugués en la pa- 
red de su casa hizo unas letras cabadas con un 
cuchillo que decían por tu ley é por tu Rey é por 
ver casa morirás, é pasando por alli Juan Xuarez é 
Lope Dagarte vizcaíno é otros comuneros los le- 
yeron é hicieron gran pesquisa [sobre quien [las 
abiajescripto diciendo que juraban á Dios que hera 
muy mal fecho porque en un tiempo como aquel 
no se abian de escribir semejantes cosas, é algún 
traidor vellaco el que las abia escrito é merecía ser 
castigado é el dicho Gregorio de Acosta se encu- 


(1) Faltan estas palabras en el MS. 



APÉNDICE B 


359 


brió porque no lo matasen é los susodichos lo fue- 
ron á decir á Domingo de hala é luego volvieron é 
con un clavo deshicieron las letras dándoles mu- 
chos rasgos de manera que no se pudieron más 
leer. 

92. Un Pedro de Melina Regidor viendo la per- 
dición tan grande por la prisión del Gobernador 
como se divulgase que lo queria sacar desta pro- 
vincia, vino á facer un requirimiento á los oficiales 
requiriendoles lo soltasen pues ya estaban bien 
pagados é satisfechos del con la larga é aspera 
prisión en que le avian tenido é tenian porque la 
tierra no se perdiese é despoblase donde no que 
antes que lo sacasen de esta tierra le diesen lugar 
que nombrase una persona que con su poder en 
nombre de V. M. gobernase esta provincia, Martin 
de Orue escribano no quiso leerlo: los oficiales 
amenazaron á Pedro de Molina diciendole que 
se fuese con palabras afrentosas, muchos comu- 
neros quisieron poner en él las manos diciendo 
que abia sido grande atrevimiento venir á reque- 
rir á los Señores Oficiales é que lo ahorcasen 
que bien lo merecía porque otros no se atrevie- 
sen é desta manera embiaron afrentosamente al 
dicho Pedro de Molina é lo an tenido é tiene 
preso. 

93. Otro sí, acordaron que Martin de Orue vaya 
en esos Reinos á acusar al Gobernador é á escu- 
sarse así é á los otros comuneros de las traiciones é 
robos de la tierra, temiendo que V. M. no los manda- 
se castigar cuando contasen sus delitos é con 
cabtelas é vias indirectas ficieron otorgar un po- 
der á muchas personas al dicho Martin de Orue 
diciendo que en su nombre pedirla mercedes é 
libertades para esta Provincia, é con esta cabtela á 
nombre de todos acusar al Gobernador, el qual 
poder les ficieron otorgar, por fuerza, serian los 



360 


ULRICH SCHMIDEL 


que le otorgaron hasta cien hombres poco mas ó- 
menos. 

94. Preso el Gobernador Domingo de Iraké 
los oficiales an dado licencias á los Indios princi- 
pales naturales de esta tierra, siendo cristianos que 
comiesen carne humana, matando en su casa In- 
dios enemigos suyos. Gonzalo de Mendoza, pidió 
licencia para Tinbuay su suegro é mató un agaz é 
vinieron á comello mas de dos mil Indios. 

95. Otro sí, estando en misa Domingo de Irak 
un dia de fiesta, en presencia suya é de todo el pue- 
blo un criado suyo que se dice Juan Vizcaino co- 
menzó á meter las manos entre las tetas á las In- 
dias, y un Baltasar de Sevilla se lo reprehendió por 
lo cual le dijo malas palabras y el dicho Baltasar de 
Sevilla le dió un bofetón delante del dicho Domin- 
go de Irak por ello no procedió por justicia antes 
lo amenazó jurando á Dios que se lo avia de pagar 
porque lo abia afrentado é dende á ocho dias vino 
á misa muy acompañado é saliendo acabada la 
misa el dicho Juan Vizcaino dió de palos á la puer- 
ta de la Iglesia delante de su amo el dicho Baltasar 
de Sevilla é lo derribó en el suelo descalabrado so- 
bre lo qual no se hizo ningún castigo pudiéndolo 
prender antes tenia como antes en su casa al dicho 
Juan Vizcaino. 

96. Cada dia por las calles amenazavan por 
los cantones fijadas cédulas que decian quien á su 
Rey no fuera leal ni le valdrán Castilla ni Portugal, 
sobre saber quien lo facia llamándolo de traidores 
é que los abia de castigar, tuvo presos Domingo de 
Irala á Antón Martin del Castillo é Melchor Nuñez 
é hizo proceso contra ellos. 

97. Otro si, el dicho Domingo de Irak después 
de preso el Gobernador todas las mugeres que 


(1) Debe de ser «amanecían». 



APÉNOrCE B 


361 


tenia parientas las sacó de su casa é las embió á su 
heredad dos leguas del pueblo por la reprensión 
que le hizo el bachiller Martínez clérigo, y muchos 
dias se iva á estar con ellas é ansi lo hizo el dia de 
Cuerpus Cristis é otros dias de fiesta. 

98. Un Zoilo de Solorzano comunero se enamo- 
ró de una India criada del maestro Miguel Herrero 
é preso el Gobernador fué á su casa é se la tomó 
por fuerza é la puso en casa de Domingo de Irala 
é dello se le fué á quejar Maestro Miguel é mandó 
que recibiese otra India por ella y el dicho Solorza- 
no tiene por su manceva la dicha india é dijo a. . . . 
am. es [un] . . . este es buen tiempo donde los bue- 
nos son bien tratados. 

99. Otro si García Venegas Teniente de Tesore- 
ro se enamoró de una India de Pedro Gallego é 
rogó al dicho Domingo de Irala que se la hiziese 
haber é dió por ella dos Indias libres por interce- 
sión del dicho Domingo de Irala é la ha tenido é 
tiene por su manceba é tiene hijos en ella. 

100. Otro si Pero Benites de Lugo con celos 
que tuvo de un Indio cristiano que se echava con 
su manceba le dió de cuchilladas é no se procedió 
contra él ni quiso curar al Indio é un Leonardo Ale- 
mán le llevó á su casa é lo curó é embió á rogar al 
dicho Pero Benites que pagase la cura é no quiso é 
fué á Domingo de irala que se la mandase pagar é 
respondió que era caballero é no se lo podía man- 
dar é el cirujano pidió la cura al dicho Leonardo 
ante su Alcalde é mandóle que se la pagase é la 
pagó. 

101. Muchos de los alborotadores comuneros 
después de preso el Gobernador an vendido Indias 
libres por esclavas é esclavos é por dineros á pa- 
gar en esos reinos, especialmente Domingo de Ira- 
la, Pedro Dorantes, Gonzalo de Acosta, Gonzalo 
Moraño, Gonzalo de Mendoza é Rodrigo García, é 



362 


ULRICH SCHMÍDEL 


el contador Felipe de Caceres é dio un esclavo á 
Francisco Alvarez Gaitan porque le diese una in- 
dia que tenia fermosa é un tocino é otras cosas 
porque le pareció bien, la qual tiene por su man- 
ceba. 

102. Otro sí Francisco Alvarez vecino de Tala- 
vera comunero, ahorcó una India suya é la echó 
muerta en la Ribera del Rio junto á su casa de Do- 
mingo de Irala, é no lo castigó por ello antes quitó 
una India á su servidor vasallo de V. M. é se la dió 
al dicho Francisco Alvarez. 

103. Otro sí, Domingo de Irala é oficiales orde- 

naron un capítulo para que todos los comuneros é 
los otros que pudieren engañarlo estuviesen en sus 
casas contra el Gobernador diciendo mucho mal 
del, é á los que escribían por su parte y á un Agui- 
lera regidor, dieron cargo que hiciesen escribir é le 
escribiesen aqueste capítulo difamatorio contra el 
Gobernador en todas las cartas que viniesen á sus 
manos para estos Reinos é ansí ordenaron é escri- 
bieron muchas esto me dijo Damian Do- 

rias vecino de Sevilla diciendo que á él se lo avian 
encargado é abia escrito muchas cartas é que se lo 
pagaron los oficiales en unos calzones de algodón 
qtfe le dieron. 

104. Preso el Gobernador D. Francisco de Men- 
doza tomó por fuerza á un Maese Diego una ba- 
llesta que tenia muy buena é yéndose á quejar dello 
le dijo Domingo de Irala que era caballero, y que 
no podia ser compelido por justicia é se quedó con 
la vallesta. 

105. Otro sí, el dicho Don Francisco tomó un 
esclavo á Francisco Sánchez aserrador so color 
que por él le mandarla facer una casa é nunca se 
la quiso hacer, fuese á quejar dello á Domingo de 


(1) No está claro. 



APÉNDICE B 


363 


Irala é á su Alcalde é dijeronle que era caballero 
é no tenia la justicia que facer con el, é se quedó 
con el esclavo. 

106. Otro sí pidió maese Diego una vallesta é 
otros bienes que dejó á guardar á Antón Martin 
Escaso quando fué al descubrimiento con el Go- 
bernador é no quiso dar é pidiólo ante Pero Diaz 
Alcalde é dijole que tuviese empacho de pedir tal 
cosa porque era ombre onrrado Escaso é que pues 
de su voluntad no se lo daba que no le debia nada 
é no pudo alcanzar la justicia por ser comunero 
Escaso. 

107. Rodrigo de Osuna pidió ante Domingo de 

Irala é su Alcalde á Luis Osorio comunero dos 
camisas que le debia é dijeronle que era caballero 
é no le podia apremiar por manera que se quedó 
sin su fazienda, todo lo que los comuneros pedían 
ante Domingo de Irala é su Alcalde justo é injusto 
se hacia como lo quedan é pedían é los leales va 
[salios no podían alcanzar justicia antes les de- 
cían traidores los del bando de ez . . . . <2) 

108. Un Francisco de Sepulveda mató una hija 
suya é fué preso é molestado sobrello hasta que les 
prometió de no ser contra ellos é luego lo soltaron 

libre Por parte de Francisco López se pidió 

ejecución en los bienes del Governador ante Pero 
Diaz Alcalde el cual dicernió su mandamiento de 
ejecución contra los bienes. 

109. Domingo de hala é los oficiales han pedido 
al Gobernador según yo he sido avisado que dé 
poder al dicho Domingo de hala para que gobierne 
é no lo ha querido facer é ansi como escribano me 
pidieron ordenase é escribiese el poder é escribiese 
al Gobernador que lo firmase porque era cosa que 


(1) Falta en el texto del MS. 

(2) Así en el MS. 



364 


ULRICH SCHMÍDEL 


le cumplía é por que no lo quise facer me an fecho 
muy malos tratamientos é me tuvieron preso por 
decir que avia sido mal fecho prender al Gober- 
nador. 

110. Otro sí el dicho Domingo de Irala é su Al- 
calde tomaron todas mis escrituras, procesos é re- 
gistros é el proceso quel Gobernador abia fecho 
contra él, é sin cuenta ni razón alguna las entrega- 
ron ájuan Hernández comunero é ansi mesmo 
an visto los procesos que estavan cerrados contra 
los oficiales de V. M. é los an leído é visto. 

111. Otro sí, Domingo de Irala preso el Gober- 
nador se pronunció por sentencia de su Alcalde 

por heredero de los bienes de Llance aleman 

é no ha querido fasta agora pagar las debidas é 
dejó pobre á un hijo natural del difunto valdrían 
los bienes mil ducados. 

112. Porque con larga relación de los agravios 
é injusticias que an fecho é de presente hacen po- 
dría ser que V. M. recibiese algún desabrimiento 
acuerdo de escasear muy gran parte dello é aun 
por la falta que de presente tengo de papel, é ansi 
V. M. suplirá el defecto si alguna parte borrada se 
fallare. 

113. Y V. M. crea que no me mueve pasión al- 
guna á escribir lo que escribo salvo zelo de cristia- 
no é lealtad al servicio de V. M. la qual prospere é 
enzalze nuestro Señor por largos tiempos como 
V. M. desea é sus vasallos é criados deseamos por- 
que la Santa Fé Católica sea ensalzada en sus prós- 
peros é felices dias y este nuevo mundo que está 
por descubrir sea reducido á la Santa Fé católica. 
Del puerto de la Asunción ques en el rio del Para- 
guay á veinte é ocho dias del mes de Enero de mil 
é quinientos é cuarenta é cinco años — va escrita 


(1) Sánchez en la edición Pelliza. 



APÉNDICE B 


365 


esta relación diez fojas de pliego entero con esta 
en que se concluye— S. C. C. M. — El umilde criado 
é vasallo de V. M. que sus Reales pies y mano besa. 

Pero Hernández. 

—Hay una rúbrica. 


[El original existe en el Archivo de Indias de Se- 
villa — El Cónsul argentino en la misma — Tovia — 
Hay un sello del Consulado]. 

En la edición de Pelliza se agrega lo siguiente : 

Simancas Descubrimientos 

Perú 

Descubrimientos, descripciones y poblaciones 
pertenecientes á este Reyno. 


Años 

1544 á 1640 
2° y último 


Est. N° 1 
Caj. » 1 
Leg. » 2 




APENDICE C 


INFORMACIÓN 

DE LOS MÉRITOS Y SERVICIOS DEL CAPITÁN 
GONZALO DE MENDOZA 


Febrero 15 de 1545 


[ Importantísimo documento que sirve para es- 
clarecer los hechos de la conquista del Río de la 
Plata' desde el año 1535 y 6 hasta el 45 en que se 
levantó esta Información El interrogatorio y 
las declaraciones de los testigos, el capitán Juan de 
Salazar de Espinosa y don Francisco de Mendoza, 
se publicaron en la Colección de Documentos de 
don Blas de Garay, tom. I, número XXIll (Asunción 
1899), pero faltan, el escrito que presenta Hernando 
de Mendoza, hermano de Gonzalo, y las declara- 
ciones de los testigos Simón Jaques, Andrés de 
Arcamedia, Bartolomé de Moya, Ruy García, Her- 
nando Laguardia, Martín Bén?on, Richarte Limón, 
Sebastián de León, Hernando de Prado y otros 
más Por lo general las contestaciones se repiten 

(1) Muy particularmente en cuanto á la fecha de la fundación de la primi- 
tiva ciudad de Buenos Aires; porque si el 3 de Marzo de 1536 se despachó 
la nao Santa Catalina por víveres á la isla del mismo nombre, mal pudo ser 
Marzo la fecha de la tal fundación. Ver Madero, p. 144. 

(2) Esta lista no condice del todo con la nómina de los testigos que de- 
clararon según el MS. 



368 


ULRICH SCHMÍDEL 


al cansando, pero hay dos de ellas que tocan muy 
de cerca la clasificación etnográfica y lingüística 
que de los Timbó y otros Indios dió Schmídel en 
sus capítulos XVI y XVII. Estos datos se contie- 
nen en las contestaciones á la pregunta 12, y son 
tan claros terminantes que no será ya posible re- 
clamar á estos Indios como de la raza Guaraní. El 
documento en su forma completa recien llegó de 
España hace pocas semanas, después de estar ya 
impresos los capítulos correspondientes del Prólo- 
go y Texto; pero estas declaraciones sólo confirman 
lo que se había establecido ya con la relación de 
Schmídel, etc., que los Indios de Buena Esperanza, 
Caracará y Timbú, no eran de la generación 
de los Guaraní. 

El señor Enrique Peña es quien ha facilitado este 
precioso y en parte desconocido documento, que 
hizo venir de Sevilla, juntamente con la carta de 
Villalta é información de Ruiz Galán (1538) al ob- 
jeto de ilustrar el texto de Schmídel. Madero citó 
y utilizó estos papeles, pero no los publicó, sin 
duda por hallarlos algo voluminosos; Garay se li- 
mitó al interrogatorio y dos testigos; desde luego 
el documento tal como se reproduce en esta vez 
puede llamarse inédito, como que lo es en varias 
partes, y como tal era indispensable para la mejor 
comprensión del relato de nuestro autor.] 


(1) Solo de los Caracará podía haber cabido duda. 



APÉNDICE C 


369 


ARCHIVO GENERAL DE INDIAS, SEVILLA. 

PERÚ 

Informaciones de méritos y servicios de descubridores, conquista- 
dores Y pobladores del perú 

1531 á 1542. 

Patronato— Est. 1®, Caja 4^ Leg. ~ 

S. C. C. Mag-> antes del 
9 de Octubre del año 1539.] 

OBLIGACIÓN DE DIEGO DE LA ISLA Á FAVOR DE 
GREGORIO DE LEYES 

De El Archivo Nacional de la Asanción. Año I, Oct. 1900. N.” II, Doc. 
XXXVIII 

Oct. 9 de 1539. 


En el puerto de nuestra Señora de la Asunción 
Conquista del Rio de la Plata a nuebe dias del mes 
de Octubre de mili e quinientos e treinta y nueve 
años en presencia de mi Juan Valdez de Palen- 
zuela escri° de sus mag.'*® y testigos ynfrascriptos 


(1) Ver Apéndice J. 


28 



434 


ULRICH SCHMÍDEL 


paresció presente Diego de la Ysla becino de Mala- 
ga e dixo que por cuanto estando en el puerto de 
Corpus Christi que es en esta Conquista puede 
aber un año poco mas ó menos que los Indios de 
aquella comarca mataron á ciertos cristianos entre 
ellos á Pedro de la Ysla su hermano el qual dexo 
ciertos bienes aunque pocos los quales bienes 
quedaron en poder del dicho Diego de la Ysla e 
que agora Gregorio de Leyes tenedor de bienes 
de defuntos en esta Conquista quería pedir los di- 
chos bienes al dicho Diego de la Ysla e que para se 
quitar diferencias benian concertados que el dicho 
Diego de la Ysla se obligase e diese fiancas que cada 
e quando que al dicho Gregorio de Leyes le binie- 
re algún daño por no litigar e pedir los dichos 
bienes que se flechara a paz e a saibó e pagaran 
todas las costas daños principal que sobre ello vi- 
niere por ende el dicho Diego de la Ysla como prin- 
cipal e Hernando Alonso de Ronda como su fiador 
de mancomún y cada uno por el todo renunciando 
las leyes de mancomunidad e se obligaron por 
sus personas e bienes e portes que agora tienen e 
tubieren ansi en los Reynos de España como en 
esta Conquista para que cada e quando que al 
dicho Gregorio de Leyes le fuese pedido o ynstados 
alguno culpa o remisión por no aber litigado e pe- 
dido por justicia los dichos bienes que pagaran las 
costas e dañóse calunias que el dicho Gregorio de 
Leyes se le le recrescieren e mas todos los bienes 
del dicho defunto conforme un ynbentario que 
paso ante Gómez Maldonado firmado de su nom- 
bre en defecto de escrivano el qual ynbentario 
estaba en poder de Gregorio de Leyes para lo 
qual se obfigaron según dicho es e renunciaron 
las leyes de que se puedan aprobechar e lo resci- 
bieron porseni.® el dicho Fernando Alonso lo firmo 
de su nombre e el dicho Diego de la Ysla por que 



APÉNDICE H 


435 


dixo que no sabia escrivir a su ruego firmo Gaspar 
de Ortigosa testigos el dicho Gaspar de Ortigosa 
becino de Córdoba e Fran™ de Coimbra becino de 
Manbella e Juan de Venialbo becino de Valladolid 
estantes en la Conquista — Hernando Alonso — 
por t^° Gaspar de Ortigosa. 




APENDICE I 


A . — Las citas del Archivo Nacional de la Asun- 
ción se refieren á la materia de la nota 4 pp. 41 y 
49 en que como siempre van reunidos los nombres 
de Ruiz Galán y Juan Pavón. 

D . — El documento citado por Domínguez se 
halla en el tomo 58, número 12 del Archivo de la 
Asunción; es una causa seguida por Ortigosa. 




APÉNDICE J 


JURAMENTO DE OBEDIENCIA 


[Documentos que acreditan la presencia de Ruiz 
Galán y otros en Corpus Christi el 28 de Diciem- 
bre de 1538, como también que Gonzalo Alvarado 
y Carlos Dubrin quedaron mandando en Buena 
Esperanza y (vel ó) Corpus Christi. Reproducido de 
la Colección Blas Garay. N.° IV], 

JURAMENTO DE OBEDIENCIA AL CAPITAN FRANCISCO 
RUIZ GALAN THENIENTE DE GOVERNADOR E CAPI- 
TAN GENERAL POR DON PEDRO DE MENDOZA (1 538). 

Archivo General de Indias ecc. Patronato, 74*4-25. 


Yo Pero Hernández scrivano de su magd. doy 
fe a los señores que la presente vieren en como en 
el puerto de Corpus Xpti veynte e ocho dias del 
mes de Diziembre año del nascimiento de nuestro 
Salvador Xpto de myll e quinientos e treynta e ocho 
años, el magnífico señor capitán Francisco Ruyz 
Galan, theniente de governador e capitán general 
por el ylustre e magnífico señor don Pedro de 
Mendoza íñ adelantado governador e capitán ge- 


(1) Las mayúsculas no están en el original, las pongo para ayudar al lector. 



440 


ULRICH SCHMÍDEL 


neral en esta provincia por su magd. en presencia 
de mi, Pero Hernández, escrivano de su magestad 
mandó hazer e hizo un abto e solenydad de jura- 
mento su thenor del qual dise en esta guisa: 
Juramento — E después de lo suso dicho en el 
dicho puerto de Corpus Xpti veynte e ocho dias 
del dicho mes de diziembre del dicho año de myll 
e quinientos e treynta e ocho años, en presencia de 
mí, Pero Hernández, scrivano de su magestad, el 
señor theniente de governador e capitán general 
para mayor pacificación, e porque ansy conviene 
al servycio de su magestad e bien de este exército, 
mando á todas las personas de qualquier estado e 
condición que sean, que están y Resyden en este 
dicho puerto hagan la solenidad e juramento que 
de suso por su merced será declarado, e para lo ansy 
hacer y efetuar mandó traher ante sy un libro mi- 
sal que al presente tenya abierto en sus manos 
Graviel de Lezcano, clérigo cura de este dicho 
puerto, por la parte donde están scriptos los sáne- 
los evangelios, donde el dicho señor capitán, the- 
niente de governador tomó e Rescivió juramento 
en forma devida de derecho de Garci Venegas 
thesorero de su magestad, capitán de su señoría, e 
del contador Felipe de Cáceres, e de don Francisco 
de Mendoza, capitán de la gente de cavallo de esta 
provincia, e del capitán don Carlos Dubrin, e de 
Juan de Morales, su alférez, e de Alonso de Cubi- 
des, sargento, e de Alonso de Alameda, e Nuflo 
Noguera, portugués, e Melchor Pardo, e de Bartho- 
lomé González, e de Leonardo Gravión, e de Alon- 
so de la Cuerda, e de Pedro de Mesa, e de Francis- 
co Rrengifo, e de Luys Marques, e de Diego de 
Villalpando, e de Antón de Ribas, e Tristan de Va- 
llartes, e de Diego de Collantes, e Antón de Vallar- 


(1) Estos nombres todos están con minúscula. 



APÉNDICE J 


441 


tes, e de Balthasar de Segovia, e de Diego Martínez 
d’Espinosa, e de Antonio deSabzedo, e de Pedro de 
Cagas, e de Francisco de fletes, e de Francisco de 
Hermosilla, e de Bartolomé de Cuellar, e de Carlos 
de Borgoña, portugués, e del alférez Juan de 
Ortega, e de Andrés Hernández, el rronco, e de 
Hernán Carrillo, e de Diego de Hocas, e de Fran- 
cisco de Villalta e de Gerónimo Ochoa, e de 
Bartolomé de Santander, e de Martin Perez, e de 
Juan Martin, e de Juan deHortiga, ejuan Velazquez 
e Christobal de Rroxas e de Francisco de la Tre- 
nydad e de Alonso de Valenguela, e de Diego de 
Argame, e de Galiano Domeyra, e de Juan de Tari- 
fa, caporal, e de Juan Ruyz, e Pedro Palomo, e de 
Martin de Lorenzana, e de Hernando de Sosa, 
sargento, e de Diego de Tovalina, caporal, e de 
Pedro Vallejo, e de Pedro de Montefrio, e de Martin 
Sánchez, é de Bartholomé de Rueda, e de Lope de 
los Ríos, e de Francisco Coronado, e de Francisco 
de Rrosales, e de Jerónimo de Vega, e de Juan Pa- 
vón de Vadajoz, theniente de alguacil mayor, e de 
Antonio de Mendoza, e del capitán Pero Benytez 
de Lugo, e de Pedro Ginovés, e de Pedro de San- 
tarén e del sargento Alvaro Suarez, e de Pedro de 
Santa Cruz, e de Xptoval de Medina, e de Estevan 
de Vallejo, e de Juan Izquia, e de Sancho de Uba- 
go, e de Francisco Perez, e de Francisco de Coym- 
bra, e deJuanMexia, e de Diego Bocanegra, e de 
Juan Suarez, e de Martino de Cabrera, e de Bar- 
tholomé de Moya, e de Bartholomé de Vega, e de 
Juan Domínguez, e de Juan de Burgos, e de Alonso 
Hortiz de Valderrama, e de Hernando Alonso, e 
Xptoval Nieto, e de Francisco d’Escobar, e de 
Fernando d’Escobar, e de Antón Martín, del Casty- 
11o, e de Juan García, e de Francisco de Guadalupe, 


(1) El autor de la carta. Ver Ap. A. 



442 


ULRICH SCHMÍDEL 


e de Francisco de Torreblanca, e de Juan de Aja, 
e de Diego del Valle, e Agustín de Madrid, e Diego 
Martin, e de Diego Delgado, e de Francisco López 
de Sepúlveda, e de Anón Ximenez, e de Garda de 
Jaén, e de Antonio de Ayala, e de Gaspar de Balta- 
nas, e de Hernando de Leyes, e de Antonio Váz- 
quez, e de Martin Borgoñon, e de Gregorio de 
Leyes, e de Hernandarias Mansilla, e de Gonzalo 
de Guzman, e de Juan Salmerón, e de Juan Redon- 
do, e Miguel Manzanero, e de Melchor Ba^an, e de 
Antonio de Pineda, e de Francisco de la Cerda, e de 
Hernando de Valbuena, e de Luis d’Espinosa, y 
de Pedro Márquez, e de Francisco González, e 
Pero Mendez, e de Francisco Alvarez Gaytan, e de 
Pedro de Santo, e Francisco de Paredes, e de Pedro 
de Isla, e de Pedro de Génova, e de Hernán Sán- 
chez, e de Joan de Santander, clérigo, e del Bachi- 
ller Martin de Armenia, e de Alvaro de Palacios, e 
de Rodrigo Gómez, e del dicho Juan Graviel de 
Lezcano, e de Francisco de Andrada, clérigo, e de 
Sebastián de León, e de Alonso Cantero, el del 
theniente Francisco Galan e del padre fray Juan de 
Salagar, e de maestre Miguel e Diego de Leyes, e 
de Gongalo de Arévalo e del Capitán Salazar d’És- 
pinosa comendador de la borden de Santiago, 
poniendo la mano en el pecho sobre una cruz 
colorada que en ellos traya, sigun uso y costum- 
bre de los comendadores de la dicha borden, to- 
das las quales dichas personas juraron por Dios e 
Santa Maria, e por los Sanctos Evangelios, e por la 
señal de la Cruz, do corporalmente sobre el dicho 
libro mysal tocaron sus manos derechas, que como 
buenos fieles e cathólicosXpiaños temiendo á Dios 
e guardando sus conciencias ellos e cada uno de- 
llos myrarian e guardarían el servycio de su magd. 
e del señor adelantado don Pedro de Mendoza, 
governador e capitán general desta conquista e 



APÉNDICE J 


443 


portas le juravan e juraron conforme á las provi- 
siones que de su magd. tienen, e procurarían la 
utilidad e provecho e bien general e conservación 
de aquello que son obligados, e lo que deven á 
toda lealtad, e como tales han e tienen, e habrán e 
teman en todas las partes desta conquista al señor 
capitán Francisco Ruyz Galán por su theniente de 
Governador e capitán general asy en este puerto e 
en el puerto de nuestra señora de la Asumpcion, 
ques en el Rio del Paraguay, como en otras quales- 
quier partes do el Real desta armada estovyere e 
Resydiere, e ansy dél como de la persona que su 
merced nombrare e pusyere por thenyente de 
governador e capitán general desta provincia en 
nombre del dicho señor adelantado don Pedro de 
Mendoza guardarán e ovedecerán, ternán e com- 
plirán ellos e cada uno dellos los vandos e manda- 
myentos sigun e por la horden e so las penas que 
les fueren puestas, e que ternán e guardarán los 
limytes que les fueren señalados e puestos por 
donde han de andar e Resydir, e que agora ny en 
tiempo alguno, asy en este puerto y en el dicho 
puerto de Nuestra Señora de la Asumpcion y en 
otras partes algunas durante el tiempo que no vi- 
niere expreso mandato de su magestad ó de los 
señores de su Consejo de las Indias, ó del señor 
adelantado don Pedro de Mendoza, ó del señor 
capitán Juan de Ayolas, en su nombre no dirán 
pedirán ny demandarán ny persuadirán direta 
ny yndiretamente en público ny en secreto cada 
uno ny todos juntamente en manera alguna que 
la gente de esta armada, ny parte della vaya á 
entrar ny entre por la tierra adentro, ny por otras 
partes e lugares, antes sy supieren é fueren avi- 
sados que alguna persona ó personas lo dixeren 
o yntentaren, lo dirán e avisarán al dicho señor 
capitán theniente de governador, ó á la persona que 



444 


ULRICH SCHMiDEL 


les dexare ó nombrare por theniente de governa- 
dor, e en todo lo á ellos posible lo contradirán e es- 
torvarán por manera que la dicha armada se con- 
serve, lo qual todo guardarán e cumplirán so car- 
go del dicho juramento, lo qual si asy lo hiziesen e 
cumpliesen que Dios Todopoderoso les ayudase en 
este mundo á los cuerpos y en el otro á las anymas, 
e faziendo lo contrario demas de ser en ellos, e en 
cada uno dellos executadas las penas en derecho 
establecidas, e de caer en caso de menos valer, e 
de traycion e aleve, e de aver perdido todos sus 
bienes e las partes que en esta provincia les perte- 
neciere para la cámara de su magestad procedien- 
do contra ellos como contra personas que no 
guardan. Rompen, o quebrantan los mandamyentos 
de sus rreyes e señores naturales. Dios se lo de- 
mande mal e duramente como á malos xpiaños que 
á saviendas se perjuran jurando su santo nombre 
en vano, e siéndoles echada la confusión del dicho 
juramento por mí el dicho scrivano dixeron — sy 
juro e amén — e prometieron de lo ansí fazer e cum- 
plir, e los dichos, capitán Salazar d’Espinosa, ve- 
edor de su magestad, e Oarcia Venegas, thesorero de 
su mag'^., e Felipe de Cayeres, contador de su mag‘>., 
e don Carlos Dubrin, capitán, e el capitán Pero Be- 
nitez de Lugo, e Antonio de Mendoza, e Juan Pa- 
vón de Badajoz, e el alférez Juan de Morales e el 
alférez Juan de Ortega, e Fernando de Sosa, e Al- 
varo Suarez de Caravajal, sargentos, e Andrés Fer- 
nandez el rromo, é Hernán Carrillo e Alonso de Va- 
lenquela, é Diego de Hoqes, e Juan de Santander, e 
Francisco de Andradas, e Juan Graviel de Lezcano, 
e el bachiller Martin de Armencia, clérigos, e Diego 
de Villalpando, e Diego de Tovalina, e Juan de Ta- 
rifa, e Galiano de Meyra, e Alonso de la Cuerda, 
caporal, e Juan de Burgos, e Tristan de Vallarles, lo 
firmaron de sus nombres en este rregistro — Alonso 



APÉNDICE J 


445 


de la Cuerda—Juan de Salazar — Felipe de Cáce- 
res — Garda Venegas — don Francisco de Mendoga 
—Carlos Dabrin—Juan Pavón — Andrés Fernán- 
dez el rromo—Juan de Morales— Juan de Santan- 
der — Antonio de Mendoga — Pero Benitez de Lago 
— G aliono de Meyra — Juan de Burgos— Hernán 
Carrillo — Tristón de Vallartes — el bachiller Mar- 
tin de Armencia — Francisco de Andrada — Alonso 
de Valenguela — Alonso de Cabídes—juan Graviel 
de Lezano {sic) — Diego de Villalpando — Melchor 
Bagan — Hernando de Sosa — Diego de Hoges — e 
Francisco de Portedes—Juan Suarez — fray García 
de Salazar — Antonio de Ay ala. 

E después de lo susodicho, en el dicho puerto 
de Corpus Xpti á veynte e nueve días del dicho 
mes de Diciembre de myll e quinientos e treynta e 
ocho años, el dicho señor theniente de governador 
en presencia de mí el dicho scrivano mandó hazer 
la solenidad de juramento de suso contenido á Her- 
nando de Ribera e Andrés de Arcamendia, vizcayno, 
e Francisco Rodriguez, e Vicente Perez, e Diego de 
Acosta, e Pedro Ginovés, e Fernando Perez; e Do- 
mingo e Pedro e Vicente de Acosta e Antón, estan- 
tes en este puerto; e para ello mandó traher ante 
sy el dicho libro mysal, el qual estando abierto en 
manos del dicho Graviel de Lezcano, cura, por la 
parte donde están scriptos {falta un trozo del ori- 
ginal y concluye así).... (hay un signo) en testimo- 
nio de verdad — Fernando Fernández, scrivano — 
hay una rúbrica. 


Sepan quantos esta carta vieren como yo don 
pedro de mendoga adelantado, governador e ca- 
pitán general en esta provincia del Rio de la plata 
con dozientas leguas de costa de mar del sur ¡ por 
su mag^. digo que por quanto mediante la volun- 



446 


ULRICH SCHMÍDEL 


tad de dios nuestro señor e determynado de yr a los 
Reynos despaña por cabsas complideras al servicio 
de su magestad e al bien e población e pacifica- 
ción desta tierra e en mi lugar en nombre de su 
magestad dexo en esta dicha provincia por mi lu- 
gar theniente de governador e capitán general a 
Juan de Ayolas por virtud de la provisión Real que 
para ello tengo de su magestad, su thenor de la 
qual dicha provisión dize en esta guisa etc. 

Don Carlos por la divina clemencia, Emperador 
semper augusto. Rey de alemania, doña (Juana) su 
madre, y el mismo don Carlos por la gracia de 
dios Reyes de castylla, de león, de aragon, de las 
dos secilias de hierusalen, de navarra, de granada, 
de toledo, de valencia, de galicia, de mallorca, de 
sevylla, de cerdeña, de cordova, de corcega, de 
murcia, de Jaén, de los algarves de algecira de Gi- 
braltar, de las yndias, yslas e tierra firme del mar 
océano, Condes de Ruysellon e de cerdanya mar- 
queses de oristan e de gogiano, archiduques de 
austria, duques de borgoña e de brabante, condes 
de Flandes e de Tirol etc. Por quanto don pedro de 
mendosa criado de my el Rey, e gentil hombre de mi 
casa, con la mucha voluntad que aveis tenido de 
nos servir e del acrecentamiento de nuestra corona 
Real de Castylla os aveys ofrecido de yr a conquis- 
tar e poblar las tierras e provincias que ay en el 
Rio de Solis, que llaman de la plata donde es- 
tuvo Sebastian gaboto e por ally calar e pasar la 
tierra hasta llegar ala mar del sur, sobre lo qual 
mandamos tomar con vos cierto asiento e capi- 
tulación, y en el ay un capitulo de! thenor siguien- 
te: yten entendiendo ser complidero al servicio de 
dios y mió y por honrrar vuestra persona, y por 
vos hazer merced prometemos de vos hazer 
nuestro governador e capitán general de las dichas 
tierras e provincias, e tierras e pueblos del dicho 



APÉNDICE J 


447 


Rio de la plata, y en las dichas dozientas leguas de 
costa de mar del sur, que comienza desde donde 
acaban los limites que como dicho es tenemos da- 
do su governacion al dicho mariscal don diego de 
almagro por todos los dias de vuestra vida con sa- 
lario de dos myll ducados de oro en cada un año 
e dos myll ducados de ayuda de costa, que son por 
todos quatro myll ducados délos quales gocéis 
desde el dia que os hizieredes a la vela en estos 
Reynos para ha^er la dicha población y conquista, 
los dichos quatro myll ducados de salario e ayuda de 
costa, vos han de ser pagados de las Rentas e pro- 
vechos a nos pertenecientes en la dicha tierra que 
overdes durante el tiempo de vuestra governacion 
e no de otra manera alguna, por ende guardan- 
do la dicha capitulación e capitulo que de suso va 
encorporado, por la presente es nuestra merced e 
voluntad que agora e de aqui adelante para en toda 
vuestra vida seays nuestro governador e capitán ge- 
neral de las dichas tierras e provincias e pueblos 
que oviere e se poblaren en el dicho Rio de la pla- 
ta, e en las dichas dozientas leguas de costa de mar 
del sur, e que hayais e tengays la nuestra Justicia 
gevil e criminal en las dichas ciudades, villa e luga- 
res que en las dichas tierras e provincias ay pobla- 
das e se poblaren de aqui adelante con los oficios 
de justicia que en ellos oviere, e por esta nues- 
tra carta mandamos a los concejos. Justicia, Regi- 
dores, caballeros, escuderos, oficiales e homes bue- 
nos de todas las cibdades villas e lugares que en las 
dichas tierras e provincias e pueblos ovieren e se 
poblaren, e a los nuestros oficiales e otras perso- 
nas que en ellos Residieren e a cada uno dellos, 
que luego que con ella fueren Requeridos sin otra 
larga ny tardanza alguna sin nos mas Requerir ni 
consultar ny esperar ny atender otra nuestra carta 
ny mandamiento, segunda ny tercera jusion, tomen 



448 


ULRICH SCHMIDEL 


€ Recivan de vos el dicho don pedro de mendosa 
e de vuestros lugar thenientes los quales poday (sic) 
poner e los quitar e admover cada que quisierdes e 
por bien tuvierdes el juramento e solenydad que 
en el tal caso se Requiere e deveys hazer el qual 
anzy fecho vos ayan e Recivan e tengan por nues- 
tro governador e capitán general e Justicia de las 
dichas tierras e provincias e pueblos por todos los 
dias de vuestra vida como dicho és, e vos dexen e 
consientan libremente usar y exercer los dichos 
oficios e compliry executarla dicha nuestra Justi- 
cia en ellos, por vos, e por los dichos vuestros lu- 
gares thenyentes que en los dichos oficios de go- 
vernador e capitán general e alguacilazgo e otros 
oficios a la dicha governacion anexos e concer- 
nientes podays poner e pongays, los quales podays 
quitar e admover cada e quando vierdes que a 
nuestro servy^io e a la execucion de nuestra Jus- 
ticia cumplan, e poner e subrrogar otros en su lugar 
e oyr e librar e determinar todos los pleytos e cab- 
sas asy geviles como criminales que en las dichas 
tierras e provincias e pueblos, asi entre la gente 
que lo fuere a poblar como entre los naturales que 
della oviere e nacieren, e podaj's llevar e lleveys, 
vos e los dichos vuestros alcaldes e lugares the- 
nientes los derechos a los dichos oficios anexos e 
pertenecientes e hazer qualesquier pesquisas de 
ios casos de derecho premisos e todas las otras 
cosas a los dichos oficios anexas e concernientes, 
e que vos e vuestros thenientes entendays en lo 
que a nuestro servicio e execucion de nuestra Jus- 
ticia, e población e governacion de las dichas tie- 
rras e provincias e pueblos convengan, e para 
usar y exercer los dichos oficios e cumplir y exe- 
cutarla nuestra Justicia, todos se conformen con 
vos con sus personas e gentes e vos den e fagan 
dar todo el favor e ayuda que les pidierdes e me- 



APÉNDICE J 


449 


nester ovierdes e en todo vos acaten e ovedezcan e 
cumplan vuestros mandamientos e de vuestros luga- 
res thenientes, e que en ello ny en parte dello em- 
bargo ny contrario alguno vos no pongan ny con- 
sientan poner, ca nos por la presente vos Recevi- 
mos e avernos por Regevido e a los dichos oficios 
e al uso y exercigio dellos, e vos damos poder e 
facultad para lo usar y exercer e complir y exe- 
cutar la nuestra Justicia en las dichas tierras e pro- 
vincias e en las tierras e provincias dellas e sus tér- 
minos, por vos e por vuestros lugarthenientes como 
dicho es, caso que por ellos ó alguno dellos a ellos 
no seays Recevido, e por esta nuestra carta man- 
damos a qualquier persona ó personas que tienen 
ó tuvieren las varas de nuestra Justicia en los pue- 
blos de la dicha tierra e provincias que luego que 
por vos el dicho don pedro de mendoga fueren Re- 
queridos vos la den e entreguen e no usen mas 
dellas sin nuestra licencia y especial mandado so 
las penas en que caen e yncurren las personas pri- 
vadas que usan de oficios públicos e Reales para 
que no tienen poder e facultad, ca nos por la pre- 
sente los suspendemos e avernos por suspendidos, 
e otro si en las penas pertenecientes a nuestra ca- 
mara e fisco en que vos e vuestros alcaldes e lugar- 
Ihenientes condenardes a la dicha nuestra camara 
e fisco las executeys e hagays executar e dar e en- 
tregar al nuestro thesorero de la dicha tierra e otro 
sy es nuestra merced que sy vos el dicho don pedro 
de mendoga entendierdes ser complidero a nues- 
tro servicio e a la execucion de la nuestra justicia 
que qualesquier personas de las que agora están ó 
estuvieren en las dichas tierras e provincias salgan 
e no entren ny esten en ellas e se vengan a presen- 
tar ante nos que vos les podays mandar de nuestra 
parte e les hagays salir conforme a la premaíica que 
sobre esto habla dando á la persona que asy des- 


29 



450 


ULRICH SCHMÍDEL 


terrardes la cabsa porque lo desterrays e sy vos 
pareciere que conviene que sea secreto darse- 
la eys cerrada e sellada e vos por otra parte enviar- 
nos eys otra tal por manera que seamos ynforma- 
dos de ello, pero aveys de estar advertido que quan- 
do ovierdes de desterrar a alguno no sea sin muy 
gran cabsa. otrosy es nuestra merced que las penas 
pertenecientes a nuestra camara e fisco en que vos 
e vuestros alcaldes e lugares thenientes condenar- 
des para la dicha nuestra camera e fisco las execu- 
teys e hagays executar e dar e entregar al nuestro 
thesorero de la dicha tierra, para lo qual que dicho 
es y para usar y exercer los dichos oficios de go- 
vernador e capitán general de las dichas tierras e 
provincias e cumplir y executar la nuestra Justicia 
en ellas vos damos poder cumplido por esta nues- 
tra carta con todas sus incidencias e dependencias 
emergencias anexidades e conexidades e que ha- 
yays e lleveys de salario en cada un año con los 
dichos oficios de salario ordinario dos myll ducados 
e de ayuda de costa otros dos myll que sean por 
todos quatro myll ducados que montan un quento 
e quinientos myll maravedís en cada un año conta- 
dos desde el dia que os hizierdes a la vela para se- 
guir vuestro viaje en el puerto de sanlucar de barra- 
meda en adelante todo el tiempo que tuvierdes los 
dichos oficios los quales mandamos a los nuestros 
oficiales de la dicha tierra que vos den de las Ren- 
tas e provechos que en qualquier manera tuviére- 
mos en ella durante el tiempo que tuvierdes la di- 
cha governacion, e no las aviendo en el dicho tiem- 
po no seamos obligados a pagar cosa dello, e que 
tomen vuestra carta de pago con el qual e con el 
treslado signado de scrlvano publico mandamos 
que le sean Recevidos e pasados en quenta siendo 
tomada la Razón desta nuestra carta por los nues- 
tros oficiales que Residen en la cibdad de sevylla en 



APÉNDICE J 


451 


la casa de la contratación de las yndyas e los unos 
ny los otros no fagades ny fagan endeal por alguna 
manera so pena de la nuestra merced e de diez 
myll maravedis para la nuestra camera dada en la 
villa de valladolid a diez e nuevedias del mes de Ju- 
llio, año del nascimiento de nuestro salvador xpto 
de myll e quinientos e treinta e quatro años, yo el 
Rey yo francisco de los cobos comendador mayor 
de león secretario de su gesarea e catholicas mag- 
des. la fizo escrevir por su mandado fras g. cardi- 
nalis saguntinus el dotor beltran licenciado sua- 
res de caravajal=el dotor bernal=licenciado mer- 
cado de peñalosa, Registrada blas de saavedra por 
chanciller blas de saavedra etc. 

E para saver lo que ay en esta tierra he enviado 
al dicho Juan de ayolas por my lugar théniente de 
governador e capitán general para que lo sepa, con 
vergantines e gente de armada con todo aparejo, 
e dexo en esta tierra á vos el capitán francisco Ruyz 
galan para que en viniendo o enviando el dicho Juan 
de ayolas my lugar theniente con la nueva del oro o 
plata e otras cosas que truxieren vays en segui- 
miento de mi persona para que yo pueda hazer 
dello Relación a su magestad que para efecto dello 
os dexo un navio con todo aderezo e porque entre 
tanto es necesario que quede en esta tierra con las 
naos e gente que en ella queda en mi lugar y en 
nombre de su magestad un lugar theniente de go- 
vernador e capitán general para que tenga cargo 
de la administración e governacion de todo ello 
hasta tanto que el dicho Juan de ayolas mi lugar- 
theniente de governador e capitán general venga 
como dicho es ó provea e mande otra cosa cerca 
de la dicha governacion de las naos e gente deste 
puerto e de las otras cosas que están en la gover- 
nacion desta provincia. Por tanto por la presente 
por virtud de la dicha provisión de su magestad de 



452 


ULRICH SCHMtDEL 


SUSO encorporada, otorgo e conozco por esta pre- 
sente carta que en mi lugar y en nombre de su ma- 
gestad nombro e señalo e ynstituyo e pongo en este 
puerto de nuestra señora sancta maria de buen ayre 
e de la gente e naos que en el quedan a vos el capi- 
tán Francisco Ruyz galan e ansi mesmo de toda la 
gente que esta e queda en el Real que dexo puesto 
e asentado en el puerto de nuestra señora (sic) de 
buena esperanza o Corpus xpti de que están por 
capitanes el thesorero gongalo alvarado e carlos 
dubrin, con todo lo demas que allí esta que yo tenia 
e deve estar devaxo de mi administración e gover- 
nacion, e os doy e concedo tan entera e complida 
facultad como su magestad por la dicha su provi- 
sión Real me da e concede para que como tal mi 
theniente de governador e capitán general podays 
en todos aquellos casos e cosas así de Justicia cevil 
e criminal como en todo lo demas tocante a la 
administración e governacion de este dicho puerto 
e naos, e del Real é puerto de buena esperanza e 
Corpus xpti e gente que en ellos esta hazer e hagays 
todo aquello que yo haria e hazer podriá guardando 
en todo el servicio de su magestad todo el tiempo 
que aqui estuvierdes hasta tanto quel dicho Juan de 
ayolas mi lugartheniente de governador e capitán 
general venga como dicho es ó provea en ello 
otra cosa, para que vos podays seguir mi persona 
como en esta carta se contiene e mando a todos e 
qualesquier capitanes e otras qualesquier personas 
por tal mi theniente de governador e capitán gene- 
ral, os hayan e tengan e cumplan e obedezcan 
vuestros mandamientos como los mios propios so 
las penas que les pusierdes las quales podays exe- 
cutar en las personas e bienes cada que en ellas 
yncurriesen, e si por caso el dicho Juan de ayolas 
no viniera con la dicha nueva y (ny?) enviare otra 
persona vos doy poder para que podays en vuestro 



APÉNDICE J 


453 


lugar y en nombre de su magestad poner e dexar 
en estos dichos puertos una persona qual vos qui- 
sierdes la qual quede en estos dichos puertos por 
mi lugartheniente de governador el qual tenga car- 
go de la dicha administración egovernacion e haga 
aquellas cosas e casos que yo haria e hazer podría 
que cumplen al bien e pro común el qual haya tan 
complido poder como yo de su magestad lo tengo 
hasta tanto que provea otra cosa el dicho Juan de 
ayolas en fee de lo qual os di el presente poder e 
facultad, firmado de mi nombre ques fecho en este 
puerto de nuestra señora sancta maria de buen 
ayre ques en la provincia del Rio de la Plata á veinte 
dias del mes de abril año del nascimiento de nues- 
tro salvador xpto de myll e quinientos e treynta e 
syete años, testigos que fueron presentes a lo que 
dicho es Juan de ortega e juan de benavides, e 
miguel Sebastian, criados del señor governador, e 
fírmelo de mi nombre en el Registro desta carta, 
don pedro de mendosa; e yo pero fernandez scri- 
vano de su magestad que al otorgamiento desta 
carta en uno con los dichos testigos presente fuy, e 
doy fee que conozco al dicho señor adelantado don 
pedro de mendoga que en mi Registro firmo su 
nombre, e sigund que ante mi paso lo fize escrivir 
y escrevi. en fee de lo qual fize aquí este myo signo 
atal — (hay un signo) en testimonio de verdad — 
pero fernandez scrivano publico — (hay una ru- 
brica). 

(Va certificación de que Pero Fernandez es tal 
escrivano publico) 




APENDICE K 


CARTA DE PODER 


[De El Archivo Nacional de la Asunción. — Di- 
rector Manuel Domínguez. — Año l.° — Octubre 
1900.-N.'’ II. Doc. XXIII, p. 49.] 

CARTA DE PODER OTORGADA POR EL CAPITÁN FRAN- 
CISCO RUIZ GALÁN Á FAVOR DEL BACHILLER DON 
PEDRO GALÁN, PEDRO MORENO V SU MUJER D.^ 
BEATRIZ DE SAN MARTÍN Á BORDO DE LA NAO 
TRINIDAD. 


Abril 8 de 1539. (Papel suelto). 

Sepan quantos esta carta de poder vieren como 
yo el capitán fran‘'°. Ruy galan theniente de go- 
vernador en este puerto de nra señora de buen 
ayre ques en la provincia del Rio de la Plata 
por el poder que dello me fué otorgado del 111. 
señor don pedro de mendoga, vezino que soy de 
la civdad de granada, otorgo e conozco por esta 
presente carta que doy mi poder cumplido, libre e 
llenero e bastante segund que mejor e mas cum- 


(1) La bastardilla no está en el original. 



456 


ULRICH SCHMÍDEL 


plidamente lo puedo e devo dar e otorgar e en 
derecho mas puede e debe valer avos pedro galan, 
mi señor tio, vezino de la dicha ciudad de granada 
e a vos beatriz de San martin mi mujer, e a vos 
pedro moreno vezino de la dicha civdad de grana- 
da que son avsentes bien así como si fuéseles pre- 
sentes todos tres juntamente e a cada uno de vos 
por sí ynsolidum especialmente para que por mi 
nombre e como yo mismo e para mi podays rres- 
cibir, demandar e aver e cobrar en juicio o fuera dél 
todos e qualquier marvedís e otras cosas que me 
fuezen devidos por cualesquiera personas que me 
los deban e ayan a dar e pagar en cualesquiera 
civdad e lugares de los reynos e señoríos de su 
magestad por contratos por albalaes, conocimien- 
tos, sentencias pasadas en cosa juzgada e por todo 
lo que rressibierdes e cobrardes, podays dar e otor- 
gar todos e cualesquier carta de pago e de quito, 
las quales e cada vna dellas valan e sean bastante 
como si yo las dieze e otorgase, e a la data e otor- 
gamiento dellas fuese presente, e otro sí vos doy el 
dicho mi poder para que podays parescer e pares- 
cays ante su magtd e ante los señores del su muy 
alto consejo de las yndias e ante los señores de la 
casa de la contratación de las yndias que residen 
en la civdad de Sevilla e ante qualesquier justicias 
e juezes de su magd que de mis pleytos e cavsas 
puedan e devan oir e conoscer ante los quales e 
ante cada uno e qualquier dellos podays dar e pre- 
sentar qualesquier peticiones é demandas rrequeri- 
mientos e hazer e fagays todos los avtos e diligen- 
cias a mi derecho concernientes, presentar e pre- 
senteys qualesquier contrabtos executorios e pedir 
qualesquier execuciones, ventas e rremates de bie- 
nes, e ver lo que de contrario fuere fecho, abtua- 
do, pedido e demandado rresponder, a ello concluir 
é cerrar rrazones, presentar qualesquier testigos. 



APÉNDICE K 


457 


provangas e escrituras e otras qualesquier manera 
de pruebas, ver, presentar, jurar e conoscer los tes- 
tigos, provangas e escripturas por las partes contra- 
rias presentados, e los tachar e contradecir en echos 
e en personas, e abandonarlos por mi parte presen- 
tados, poner las tachas e abonos, pedir e oyr 
qualesquier sentencia ó sentencias así ynterlocu- 
torias como definitivas, consentir e apelar de las 
dichas sentencias por alli e do con derecho deva 
dél, e las seguir e acabar e fenecer; jurar en mi 
anima qualesquier juramento de calunia e desisorio 
so artículo de verdades, e para que así antes como 
después de los pleytos constados podades sostituir 
e sostituyades un punto, ó dos, ó más, quales e 
quantos quisieredes e por bien tuvieredes, rrebocar- 
los cada que quisieredes e quan cumplido e bas- 
tante poder como yo he e tengo para todo lo que 
dicho es e para cada una cosa e parte dello e tratar 
e tan cumplido, y ese mismo lo decedo e traspaso e 
rrenuncio en vos y á vos los dichos el bachiller 
pedro galan, mi señor tío, e pedro moreno, y en 
vos la dicha beatriz de san martin mi muger, yen 
los dichos vros sostitutos con todas las yncidencias 
e dependencias, anexidades e conexidades, e con 
libre e general administración; obligo mi persona e 
bienes de aver por firme e valedero todo quanto 
por vos y en mi nombre dixerdes, abtuardes e 
procurardes, rrescibierdes e cobrardes, cartas de 
pago que otorgardes según e por la forma e mane- 
ra que en esta carta e poder se contiene so la qual 
dicha obligación vos rrelievo en forma de derecho 
de toda carga, fianga e cavsion so aquella clávsula 
de judicion siste judicatun solví con todas sus 
clávsulas en derecho acostunbrados que basten para 
este poder ser bastante: en testimonio de lo qual 
otorgué la presente carta de poder ante pedro f*^^ 


(1) Pedro Hernández. 



458 


ULRICH SCHMÍDEL 


escrivano de su magd estando dentro de la nao 
nombrada trinidad que está varada en este di- 
cho puerto de buenos ayres ocho dias del mes de 
abril año del nacimiento de nro salvador jhn xpo 
de mili e quinientos e treinta e nueve años testigos 
que fueron presentes a lo que dicho es juan Pabon 
de badajoz, theniente de alguazil mayor e álvaro 
suarez de caravajal e martin Vengon e fern^”. alon- 
so, estantes en este puerto e el dicho fran'=°. Ruyz 
lo firmó de su nombre en el rregistro desta carta. — 
Franf^^. Ruiz. 



APENDICE L 


CARTA DE OBLIGACIÓN 


[De El Arch. Nac. de la Asunción . — Año I, Oct. 
IQOO, N ° II, Doc. XXV. Comprueba la presencia 
de Gregorio de Leyes y de Juan Pavón en la Asun- 
ción el 11 de Julio 1539.] 

CARTA DE OBLIGACION OTORGADA POR PEDRO 
FORMIZEDA Á FAVOR DE GREGORIO LEVES. 

Julio 11 de 1539— Vol. 167, N.® 4, Letra L. 


En el puerto de nuestra Señora de la Asunción 
conquista del Rio de la Plata en honze dias del mes 
de Julio de 1539 años, en presencia de mí Juan 
Valdez de Palenzuela escno por sus magestades y 
de los testigos de yuso escriptos Pedro formizedo, 
Vezino de Antequera como principal devdor y pa- 
gador, é Juan Pabon, theniente de alguacil mayor 
en esta conquista, y maestre Blasio como fiadores 
todos tres juntamente de mancomún é cada uno por 
sí por el todo se obligaron por sus personas e bienes 
muebles e raizes, oro, plata e esclavos, quanto oy 
dia han e tienen e tobieren de aquí adelante ansí 


(1) No procedía, pues, el nombre del 15 de Agosto de 1539. 



460 


ULRICH SCHMiDEL 


en los reynos de españa como en esta conquista, 
por dar e pagar á Gregorio de Leyes, tenedor de 
los bienes de defuntos de esta conquista, o a quien 
su poder obiere, diez rreales de plata en españa 
dentro de año y medio primeros siguientes o sesen- 
ta reales de plata de buena moneda en el primero 
rrepartimiento de las suertes e partes que a cada 
uno dellos cupiere en esta conquista por razón de 
una cuera de Cordovan acuchillada traida y dos ca- 
misas rotas y una talega bieja y unos peda^uelos de 
paño biejos y otros rrotos que el dicho Gregorio de 
Leyes compró e escribieron de que se dan por con- 
tratos y entregados y renunciaron las leyes que fa- 
blan sobre rrason de los engaños para lo qual se 
obligaron en forma e renunciaron su propio fuero 
y las leyes de que se podian aprovechar e dieron 
poder á las justicias desús majd®®ansi de los rei- 
nos de españa como desta conquista ante quien 
esta carta biere y della ó parte della fuere pedido 
cumplimiento de justicia y execucion para que la 
executen en las dichas sus personas e bienes e de 
qualquier dellos do quier que fueren fallados y los 
b endan e rematen o hagan entero pago al dicho 
tenedor de bienes ansí del principal como de las 
costas e lo recibyeron ansí por sen’.®' pasada en 
cosa juzgada sin remedio de apelación, e renuncia- 
ron la ley de! derecho en que dice que general re- 
nunciación de leyes que orne faga non bala, e 
otorgaron carta de obligación en forma, e el dicho 
Juan Pabon lo firmó de su nombre, y el dicho Pe- 
dro formizedo y maestre Blasio porque dixeron 
que no sabyan escribir rogaron á Bartolomé de 
fuia que lo firmase por ellos a la qual presentes por 
testigos el dicho bar™® de fuia e leonardo zardo e 
maestre miguel herrero estantes en la dicha con- 
quista. — Juan Pabon. — Bartolomé de fuiazo 


(1) Sin duda — Fuia = tgo. 



APENDICE M 


TÍTULO DE VEHEDOR 


[De El Archivo Nacional de la Asunción. Direc- 
ior Manuel Domínguez. — Año — 1.° de Agosto de 
1900 — N.° I. Doc. VI, p. 17. De este documento se 
desprende que Mendoza aun estaba en Buena Es- 
peranza el 20 de Octubre del año 1536.] 

TÍTULO DE VEHEDOR PARA EL CAPITAN JN.° D S DES- 
PINOSA. 

Vol 63 N.» 1. 

Nos el gouernador e oficiales de su magestad que- 
nesta provincia del rrio déla plata rresydimos dezi- 
mos que por cuanto gutierre laso de la Vega Vehe- 
dor de su magestad en esta dha prouincia es falleci- 
do e pasado desta presente vida, y parabsary exer- 
cer el dho oficio de vehedor conbiene y es necesaryo 
que, entretanto que su magestad probehe de dho 
cargo aquien fuere seruido, cuya persona de rreci- 
bido y confianza que le bse y exerga por ende por 
la presente, asistiendo la subfigienQia e abilidad de 
bos el capitán Jn.° desalasar despinosa é los servi- 
dos que abeys fecho á su magtd.; y los que 



462 


ULRICH SCHMÍDEL 


esperamos que fareys de aquy adelante, y en algu- 
na emienda e rremuneracion dellos, es ntra bolun- 
tad que agora é deaquí adelante hasta entanto que 
su magtd. probehe del dho cargo ala persona 
que fuere seruido como dho es, seays bebedor de 
su magtd. enesta dha prouincia, y como tal bebe- 
dor podays bsar y bseys y exergais el dho oficio 
en todos los casos y cosas ael anexas e concer- 
nientes faziendo primeramente el juramento e so- 
lenydad que en tal caso se rrequiere e debeys fazer, 
el qual asi fecho bos abemos y rrecibimos y tene- 
mos por tai bebedor de su magtd, y mandamos 
que bos guarden é sean guardadas todas las hon- 
rras, gracias, mercedes, franquezas e libertades 
ecsenciones, preheminencias, prerrogativas e yn- 
munydades, é todas las otras cosas que por razón 
de ser bebedor de su magestad enesta dha prouin- 
cia debeys aber é gozar e bos deben ser guardadas 
de todo bien e cumplidamente en guysa que bos no 
mengüe en cosa alguna e que enello ni en parte 
dello enbargo ni contrario alguno bos no pongan ni 
consientan poner; ca nos en nombre de su magtd 
hasta entanto que probehe del dho cargo aquien 
fuere seruido os nombramos etenemos por tal 
bebedor de su magtad enlugar del dho gutierre 
laso delabega ya difunto, y mandamos que ayays 
ellebeys de salario conel dho cargo ciento e treyn- 
ta mili marauds. en cada bn año, el qual co- 
mienza acorrer desde el día que esta carta fuere 
asentada en los libros de su magtad que nos, los 
dhos oficiales tenemos y ansí mismo mandamos 
que ante todas cosas bos el dho capitán Salazar 
deys fianzas llanas eabonadas en cantidad de dos- 
mili ducados: Que en todo guardareys e cumplireys 
lo que tocare al servicio de su magtad y la yns- 
truccion que dio al dho gutierre laso la qual cones- 
ta bos mandamos entregar, délo qual dymos la 



APÉNDICE M 


463 


presente firmando de ntros nombres e rrefrendada 
del ynfrascripto Secret.” que fue fecha en el puerto 
de ntra Señora de Buena Esperanza abeynte días 
del mes de otubre de myll e quinientos e treynta e 
seis años — don pedro de mendosa albarado— /««« 
de Caceres. 

Anotóse este título de bebedor desuso contenido 
á nueve dias de nobiembre de myll e quinyentos e 
treynta e siete años. 




APÉNDICES N y O 


INSTRUCCIÓN 


[Colección de Documentos relativos á la Histo- 
ria de América y del Paraguay. Obra publicada 
por don Blas Caray, en la Asunción, el año 189Q. 
Tomo 1, p. 18, N.“ III]. 


INSTRUCCIÓN DE DON PEDRO DE MENDOZA GOVER- 
NADOR DEL RIO DE LA PLATA PARA EL CAPITÁN 
FRANCISCO RUVZ GALAN (1537). 

Archivo General de Indias, sec. Patronato, 1, 1, i/28, núm. 61. 


«lo quel capitán Francisco Ruiz a de hazer par- 
tido de aquí etc. 

Esperar la nueba de Ayolas, y llegada la nueba, 
ora venga él, ó no venga syno que enbie, con qual- 
quier nueva que trayga ó enbie parta luego tras mí 
á España, y no detenerse ni poco ni mucho y si 
Juan de Ayolas no viniere, enbialle los poderes que 
yo le dexo, y haser quel capitán Salasar llebe toda 
la gente que cupiere en los vergantines de aquy y 


(1) Ver Apéndice J. 


30 



466 


ULRICH SCHMiDEL 


de allá arriba , y se la llebe toda a donde estu- 
biere el dicho Juan de Ayolas, y los poderes vayan 
con la persona más segura que a él le pareciere: 
ydo yo a de hazer cata en el bastimento que tubie- 
re la gente y no dar radon alos que tubieren qué 
comer ni alas mugeres que no labaren ni sirvieren 
etc. 

Después de salido en mi seguimiento se yrá de- 
recho alas yslas terceras donde con el ayuda de 
Dios me hallará, y si por caso yo no estubiere allf, 
syno que sea pasado, vaya derecho a Sevilla donde 
me hallará, y sy tardare algunos dias no enréde 
de yr alas terceras syno tubiere necesidad de tomar 
alguna cosa. 

Venido Moran procuraréis de aber la esclaba 
que os tengo dicho, e syno pudiesedes con él que 
os la dé, trabaja de sacalle algún esclavo. 

Diréis a Ribera que yo le dexo ay su esclaba y 
que su esclavo se me fué, que no llevó nada suyo, 
y que no hago yo la gente yr al Brasyl á comprar 
esclavos antes doy délos mios; fecho en Nuestra 
Señora de Buenos Ay res Veynte de Abril de qui- 
nientos y treynta y siete años etc... 


(1) En Buena Esperanza de los Timbu. 



APENDICE P 


CARTA 


[Se relaciona con los hechos de la entrada de 
hala al Perú. Cartas de Indias. ClII, pp. 604, etc. 
Fué publicada por Pelliza en su edición de nues- 
tro autor, y también por el Dr. Blas Garay en su 
Colección de Documentos.'] 

CARTA DE MARTÍN GONZALEZ, CLÉRIGO, AL EMPERA- 
DOR DON CÁRLOS, DANDO NOTICIA DE LAS ESPE- 
DICIONES HECHAS Y DE LOS ATROPELLOS COME- 
TIDOS DESPUES DE LA PRISION DEL GOBERNADOR 
ALVAR NUÑEZ CABEZA DE VACA. 


Asunción 25 de junio de 1556. 


Sacra Cesárea Católica Real Magestad. 

1. Como los capellanes que en esta tierra estamos 
seamos obligados á avisar á V. M. especialmente, y 
con más obligagion yo, por aver dotrinado y 
bautizado estas ovejas de V. M., y viendo los da- 
ños y continos trabajos que an pasado y dolien- 
dome dellos, acordé, no tan solamente avisar á 
V. M. por esta mi epistola de lo sucedido en esta 



468 


ULRICH SCHMÍDEL 


tierra después acá de la prisión de Albar Nuñez 
Cabeza de Vaca, gobernador que fué desta pro- 
vincia por V. M.; pero, ávn por estos mal limados 
versos publicar y dezir los ynormes daños y con- 
tinos trabajos questa prove jente, suditos de V. M. 
y naturales de la tierra, an pasado y pasan; y su- 
plico á V. M. regiba de mi, su capellán, este peque- 
ño servicio, juntamente con la voluntad y zelo que 
tengo del servigio de Nuestro Señor y de V. M., y 
de que nuestra Santa Fee católica sea anpliada y 
ensanchada. 

2. Ya tiene notigia y será ynformado de la prisión 
de Cabega de Vaca, el qual, no tan solamente los 
ofigiales de V. M. prendieron, pero ávn tanbien fué 
en su prisión el capitán Vergara, que ahora por po- 
deres de V. M. en esta tierra por governador man- 
da; porque, gertifico á V. M. que, si él no diera ca- 
lor, favor y ayuda para ello, no heran ellos bas- 
tantes á le aerrojar, porque, aunque malo que á la 
sazón estava, por el largo tiempo que avia manda- 
do, toda la jente que en la tierra estaba o la mayor 
parte tenia de su mano, por lo qual ovo ocasión de 
hazer y perpetar lo que hizo en deservicio de V. M. 
y en destruymiento y perdimiento desta tierra y de 
los naturales della. 

3. Y para mejor obrar y efetuar y conseguir lo 
que comengado tenian, y para poder salir con ello, 
echaron y mandaron echar un vando, por el qual 
pregonavan libertad y daban antender que el go- 
vernador de V. M. pretendía cabtivallos á todos, y 
que ellos por la libertad avian fecho lo que avian 
hecho, lo qual gertifico á V. M. que fué después 
acá, no digo cabtividad, como ellos dezian, pero 
total destruigion de todos, sino heran sus amigos 
y valedores, porque estos estavan contentos y heran 
señores. 

4. Preso el governador, y sus justigias presas y 



APÉNDICE P 


469 


peladas las barbas con grande vituperio, lo qual 
V. M. será más y mejor ynformado, queriendo de- 
llos ser servido de los que allá van, lo qual fué, 
según a pares^ido, para poder ellos mandar, bol- 
viendo el dicho capitán Vergara al mando que te- 
nía y esquilmar y destruir esta tierra como lo an 
todos hecho. 

5. Y para efetuar y conseguir lo que querían, 
advocaron y truxeron á sí con engaño á mucha 
jente, lo qual fué de cabsa destar, como estavan, 
vnos malos, otros en conpañia de otros questavan 
dañados y puestos en la voluntad del capitán Ver- 
gara y oficiales de V. M., y en fin, todos proves, 
que hera lo peor y más dañoso, que, como la jente 
hera nueva en la tierra y no se pudiese valer en 
ella sin el favor de los que acá estaban, de fuerza, 
o por grado, o de necesidad avian de conseguir 
cada uno á la parte do estava afirmado. 

6. Y no tan solamente la necesidad que la junta 
tenia, pero dezian y publicavan contra el governa- 
dor de V. M. que queria usurpar esta tierra a V. M., 
para lo qual dava color que avia quitado la bandera 
Real de un navio y avia mandado poner otra suya, 
y otras cosas que, por ser prolixidad y en sí tener 
poco fundamento, no las diré, porque me paresge, 
á lo que siento y alcanzo, por lo que he visto por 
vista de ojos, su falsedad y cabtela y averselo le- 
vantado para poder traher á si la prove jente que 
engañaron para hazer y efetuar y vengar sus pa- 
siones. 

7. Preso el governador, determinaron de des- 
truyr la tierra por contentar á sus amigos y vale- 
dores, y para tenellos obligados para todas las ne- 
cesidades que les viniesen sobre este caso, daban 
tantas licencias para que por la tierra anduviesen 
estos que los favorescian, y ellos eran tales, que 
certifico á V. M. que, como fuego, quemavan y 



470 


ULRICH SCHMÍDEL 


abrasavan toda la tierra por do yvan, en quitalles 
sus mugeres, hijas, hermanas y parientas, dado caso 
que estuviesen paridas y las criaturas á los pechos, 
las dexaban y echavan en los suelos, y se llevavan 
y trayan las madres; y dado que algunos no las 
quedan dar, por fuerga y contra su boluntad, ame- 
nazados y algunos puestos al punto de la muerte, 
por no pasalla, las davan, aunque padezian grandes 
trabajos y soladas sin ellas, porque, del miedo que 
íenian, por los bosques las trayan escondidas, y de 
ally las trayan y sacavan; y si algunos perezosos o 
tardios eran á conplir lo que les mandavan, execu- 
tavan en ellos su enojo, dándolos cuchilladas y 
palos y haciéndoles otros malos tratamientos, qui- 
tándoles sus casas y todo quanto en ellas tenian. 
Pues, siendo estos naturales tan maltratados, ansi 
de los que mandavan como de los amigos y vale- 
dores dellos, determinaron de matar algunos cris- 
tianos, y ansi, mataron dos o tres cristianos de los 
que entrellos andavan rancheando, lo qual hizieron, 
por verse tan lastimados como estaban, porque de 
noche ni de dia estaban sosegados, sino puestos 
en gran custodia y cuydado, lo vno, por guardar 
sus hijas y mugeres que, de cabsa de andar por 
la tierra cristianos, ellas nunca entraban en poblado 
ni en casa ni hazian lo que heran obligadas á hazer 
en el reparo de sus comidas y de sus hijos. Levan- 
tada la tierra por la muerte de los cristianos, que- 
riendo hir á ellos, por mejor efetuar su proposito, 
pasaron convocación y llamaron los cristianos dos 
generaciones de yndios enemigos destos carives, 
los quales es jente muy ligera y se dizen Guatatas 
y Apira es. Juntos estos yndios con los cristianos, 
viendo los naturales que convocavan y llamaban 
enemigos suyos contra ellos, determinaron de le- 
vantarse toda la tierra, en tal manera, que pocos o 
no ninguno quedó que de hecho ó de secreto no 
se levantase. 



APÉNDICE P 


471 


8. Levantada la tierra, salieron á ellos dozientos 
cristianos con dos mil yndios destos que arriba e 
dicho, y en muchos requentros que con los natu- 
rales ovieron, mataron muy gran cantidad de los 
naturales, y en señal de venganza, les quitavan las 
caberas, las quales los yndios que los cristianos 
llebaban, se llevaban á su tierra, lo qual no hizieran 
ni osaran acometerles, sino fuera con el fabor que 
de los cristianos tenian. 

9. Con estas gerras, visto los yndios naturales 
los grandes daños que los cristianos y jente que 
con ellos yba Iqs hazian, en les quemar sus casas, 
talalles y destruylles sus comidas, y que, si más la 
guerra por la tierra andubiese, no podían encapar, 
muchos dellos la perdieron yéndose, y otros vinie- 
ron á pedir pazes, las quales se les dieron; y desta 
manera todo, siempre esta probe jente a estado y 
está pacífica, avnque desollados de cabsa de los 
grandes daños y perdidas, ansi de hijos y hijas, mu- 
geres que les an faltado; ansi de hanbre por ha- 
belles talado los bastimientos, como por habérselas 
quitado, como dicho tengo. 

10. Bueltos ásus casas, comenzaron á edificarlas, 
porque estaban todas quemadas, y antender en sus 
haziendas y comidas, que de cabsa de la gerra y 
del temor de los yndios que los cristianos con ellos 
llevaban, avia dias que de los bosques no osavan 
salir, do pasavan necesidades y trabajos ellos y sus 
hijos, con la poca comida que tenian, que tan so- 
lamente hera cardos y algunas salbajinas que por 
los bosques tomavan; y desta manera estubieron 
hartos dias, por la qual necesidad faltaron muchas 
criaturas pequeñas y grandes. 

11. No contentos con estos daños questos natu- 
rales avian pasado, aun no bien estavan en sus 
casas y asientos, quando los amigos y valedores, 
ansi del capitán Vergara como de los oficiales y 



472 


ULRICH SCHMÍDEL 


capitanes, otra vez por la tierra andaban y algu- 
nas lenguas entrellos enbiadas por el capitán, á las 
quales mandava truxesen yndias, no tan solamente 
para si, pero ávn tanbien para los quél quería; y 
desta manera, tornaron otra vez peor que de pri- 
mero á los perseguir y destruyr, en tal manera, que 
muchos yndios quedavan cargados de hijos; y vis- 
tose tan trabajados, de puro pesar, se morían, no 
tan solamente él, pero los hijos que, de muy niños, 
cayan en los fuegos, y como no tuviesen madres, 
alli se tostavan y quemaban, por no aver quien 
los sacase; á otros, por no tener quien les dé co- 
mer, davanse á comer tierra, y asi acababan; otros, 
de muy niños y estar á los pechos de las madres 
al tienpo que se las llevavan y ellos quedaban en 
aquellos suelos, algunas viejas tomaban algunos 
dellos y trisnavanse las tetas hasta tanto que sacaban 
leche, y ansi los criaban encanigados y mal aben- 
turados, y de cabsa que no se hartaban, desta ma- 
nera acababan sus dias. 

12. Destas yndias questas lenguas trayan, sabrá 
V. M. que se partían con el capitán Vergara, por- 
que sino le davan la mitad o heran sus amigos y 
baledores, no quedaban con ninguna, porque esta 
orden se tenia para los que heran de contraria opi- 
nión. Y dado caso que las quitaba, ninguna dellas 
daban á los yndios, avnque por ellas venían, porque 
siempre no faltaba alguna manera conqué se queda- 
ba en su poder o en el de sus amigos y valedores. 

13. Visto los yndios que no se las tornaban, da- 
ban buelta á sus tierras llorando, y de que allega- 
ban á sus casas, las madres, tias y parientas, de que 
sabían que en poder de los cristianos quedaban, 
hera tanto el llanto del dia y de noche, que de pura 
pasión y de no comer, se acababan de morir, ansi 
los onbres como las mujeres. 

14. Y á las yndias puestas en los cristianos he- 



APÉNDICE P 


473 


ran tan apremiadas muchas dellas, que, de verse 
ansí, vnas huían á sus tierras, y traydas, las acota- 
ban y maltrataban; otras, de verse fatigadas y con 
el deseo de sus hijos y maridos, y visto que no 
podían yr á ellos, se ahorcaban; ya que esto no 
hazian, hartábanse de tierra, porque antes querían 
matarse, que no sufrir la bida que muchos les da- 
ban; no ostante esto, pero otras teníanlas tan ence- 
rradas, que ávn el sol apenas las podía ver, y al- 
guna cosa veyan los cristianos con quien ellas 
estaban que les paresgese no bien, dado caso que 
ansi como les paregia no hera, de puros celos, las 
mataban o quemaban; y desta manera, andaba la 
disolución en esta tierra. 

15. Querer dezir y anunziar por esta las yndias 
que se an traydo á esta cibdad, después de la pri- 
sión del gobernador Cabeza de Vaca, seria nuncha 
acabar; pero paresceme que serán casi c’nquenta 
mil yndias, antes más que menos; y aora al presen- 
te estarán entre los cristianos quinze mil, y todas 
las demas son muertas, las quales mueren de malos 
tratamientos y de mal onradas, y puestos que ya 
quellos son cabsa de sus muertes, las traen á se- 
pultar á las yglesias o cim enterios, esto no hazen, 
antes las entierran y mandan enterrar por los can- 
pos á la vsanca de los yndios. 

16. Querer dezir por esta los malos tratamientos 
que se les hazen, paresceme que nunca acabaría, 
pero diré que ay algunos que á la prove gente ha- 
ze todo el día cabar en sus haziendas y labores, 
andando sobre ellas para senbrar mucho para po- 
der vender; y esto seria bueno, si las proves co- 
miesen y de noche descansasen, pero es al contra- 
rio, que no comen, sino es alguna mala ventura 
que traen de las haziendas, y de noche toda la más 
della les pasa en hilar para vestir al señor que las 
tiene y tener para vender. 



474 


ULRICH SCHMÍDEL 


17. No contentos con estos trabajos y continuas 
fatigas como tenian, ansi en sus haziendas como en 
hazer casas de tapias para vender é otros trabajos, 
al presente tienen otro mayor que les a sobreveni- 
do, en moler cañas duges para hazer miel, la qual, 
no tan solamente vebeny comen, pero avn venden, 
é esta an tomado al presente por grangeria. 

18. Querer contaré anumerar las yndias que al 
presente cada vno tiene, es ynposible, pero pares- 
geme que ay cristianos que tienen á ochenta é á 
cien yndias, entre las quales no puede ser sin que 
aya madres y hijas, hermanas é primas; lo qual, al 
paresger, es visto que a de ser de gran congien- 
gia el que no tuviere entrada b salida con alguna 
dellas, porque la ocasión y aparejo que ay al pre- 
sente es tan grande, que, como digo, sera beato el 
que no tronpegare en esto; y desto gertifica á V. M. 
que los yndios an tomado tan mal enxenplo, qual 
más no puede ser, porque todo lo que se haze en 
secreto con ellas, es publico entre ellos, y luego 
vienen á me lo dezir. 

19. No estante esto, lo que más pavor, S. M., me 
a puesto, es ver, como he visto, lo libre vendello 
por cabtibo, y es ansi, que a sugedido vender yn- 
dias libres naturales desta tierra por caballos, perros 
y otras cosas, y ansy se vsa dellas, como en esos 
reynos la moneda; y no tan solamente esto, se a 
visto jugar vna yndia, digo vna avnque muchas 
son, pero esta, en pena de su malefigio, tuvo el 
candil y lunbre mientras la jugaban, é después de 
jugada, la desnudaron, é sin vestido, la enviaron 
con el que la ganó, porque dezia no aver jugado el 
vestido que traya. Esto se hazia algunas vezes en 
presengia del que mandava, é por él congertar, le 
acontegió á él hazer el tal congierto, porque no se 
descongertasen; y no por esto las dexavan de dar 
y daban en dote y casamiento quando casavan sus 



APÉNDICE P 


475 


hijas, y ansí mesmo pagavan debdas que debían á 
algunas personas con las dichas yndias al tienpo 
de su muerte, y ansimesmo se dexan á sus hijos, de 
que se mueren. 

20. Estas y otras cosas an pasado en esta tierra 
hasta aora; y aliende desto, diré á V. M. que, como 
el governador fué preso, algunos fueron de opinión 
contraria de los oficiales de V. M., por lo qual, los 
an traydo perseguidos y abilitados y afianzados has- 
ta los llamar leales por via de vituperio. 

21. Después de salido el governador Cabera de 
Vaca, se obo qierta nueva cómo por los Tinbues 
venían cristianos, los quales hera la jente que con 
Francisco de Mendoza salió del Perú; sabido por 
el capitán Vergara y ofiziales, quisieron salir de la 
tierra, sobre la qual salida se ovo entre el capitán 
Vergara y algunos de los ofiziales zieda revuelta y 
enbarazo, de cuya cabsa los leales se llegaron al 
contador, el qual defendía que no saliesen de la 
tierra hasta tanto que se supiese qué jente hera; é 
desta suerte se vino á poner en tales términos la 
cosa, que se pensó todo se acabara. Puesto en es- 
tos términos, vista la perdizion que se podía resul- 
tar, obieron de dar corte en los negozios en tal ma- 
nera, quel contador ovo de dezender á saber de la 
dicha jente, é con él fueron aquellos que dizen 
leales. 

22. Vueltos y visto que los cristianos heran los 
que con Mendoza avian venido, fue determinado 
de yr con gente, y ansi fueron hasta dozientos é 
Zinquenta onbres; en este viaje me hallé, por poder 
mejor avisar á V. M. de lo que en la tierra se pasase. 

23. Yendo por nuestro camino el rio arriba, á 
las nuoventa leguas, dexamos los navios y un pue- 
blo en el qual quedaron zinquenta onbres, y des- 
pués desto, entramos la tierra adentro, y quarenta 
leguas del dicho pueblo que dexamos, hallamos 



476 


ULRICH SCHMÍDEL 


una jenera^ion de yndios, que se dizen mayas. 
Aquí estos huyeron á los principios, por el gran 
temor que, de otras vezesque cristianos avian visto, 
tenian: é después enbiaron ciertos mensajeros, con 
los quales no se hizo lo que razón hera de se hazer, 
y visto que los cristianos no querian venir é lo que 
pedían, ovieron de quemar sus casas é alearse to- 
dos, y asi se desviaron, no hazlendo mal á ningún 
cristiano. 

24. Levantados y desviados de sus asientos y 
casas estos yndios mayaes, como arriba he conta- 
do, visto que se avian retirado, les mandó el capi- 
tán, Vergara se les hiziese gerra; y asi se les hizo, 
llevando consigo yndios carioes, naturales desta 
tierra, que con nosotros avyan ydo, que podrían 
ser hasta dos o tres mil onbres de guerra. 

25. Estos yndios carios que fueron á la gerra, 
dieron en muchos pueblos de mayas é de otras ge- 
neraciones questaban juntos con ellos, y dado, ma- 
taron é prendieron tantos, que no lo sé dezir por 
carta; pero diré que fué gran lástima ver las criatu- 
ras muertas y los viejos é viejas sino fueron los 
mancebos é mozas que trayan para dar á sus amos 
en presente; y no tan solamente fué la persecución 
en los pueblos y casas, pero aun por los montes 
los andaban buscando é persiguiendo. 

26. Fecha esta guerra, pasó adelante, llevando 
destos yndios mayas muchos prisioneros é guias, e 
fue á dar á vn rio pequeño. Llegados al rio, las 
guias que llevava perdieron el camino, la cabsafué 
de aver muchos dias que por alli no avian pasado. 
Perdido el camino, y visto que los yndios no lo 
acertavan, mandó quemar vna de las guias, é otras 
dos mataron; é de aqui dimos buelta á otro camino, 
por el qual dimos en vnos pueblos de chañes, po 
los quales yvan haziendo muy grandes destruycio- 
nes é muertes. 



APÉNDICE P 


477 


27. No contento con esto, mandó á vn capitán, 
el qual se dize Nuflo de Chaves, que con gente 
fuese sobre vn pueblo que adelante estava, el qual 
fué é dio sobre el pueblo por la mañana é mató, 
de niños é viejos é viejas y onbres, mucha canti- 
dad de jente, sin otros que prendyeron. 

28. Fecha esta guerra, fuymos adelante destru- 
yendo y matando todos los que topavan, lo qual, 
dado caso que los cristianos no lo hazian, los yn- 
dios,que para su servicio llevavan, lo hazian, y ellos 
lo consentían y tenían por bueno; de cabsa, de 
los yndios por do yvan, les trayan presos, é para 
prendellos, hazian muy grandes daños, ansi en qui- 
talles todo lo que tenían, commo en quemalles sus 
casas é arrancalles sus bastimentos. 

29. Y desta manera fuimos hasta los Moyganos, 
sin que ninguna gente nos aguardase en sus pue- 
blos, porque los que querían aguardar é venían á 
trabemos de comer, los tomavan é prendían y lle- 
vauan atados, á los quales mandaban y hazian que 
los guiase á los pueblos por do querían yr; y por- 
que uno herró el camino, de aver muchos dias 
que por alli avia pasado, lo mandó el capitán Ver- 
gara atenazear, é asi acabó el probe yndio sus 
dias. 

30. Llegados á los Moyganos, como dicho ten- 
go, los yndios naturales nos recibieron bien; de 
cabsa questaban seguros é les avian hablado por 
parte del capitán Garci Rodríguez, que en la van- 
guardia yba y llevaba; llegados, los yndios dieron 
munchas cosas, ansi para comer como otras 
cosas que trayan é avian dado, y visto quel que 
mandaba, lo repartía con sus amigos y allegados, 
toda la más de la gente agraviados, fué pedido se 
hiziese y nonbrase procurador, é asi fué nombra- 
do é elegido el capitán Camarago, ansi para en 
esta tierra como para ante V. M. 



478 


ULRICH SCHMÍDEL 


31. Fecho esto, determinó el que á la sazón man- 
daba, de hazer gerra á los yndios miaracanos, los 
quales estavan juntos á estos yndios do estavamos 
aposentados, los quales no hazian mal ni daño ai 
gremio dellos; en la qual gerra mataron y prendie- 
ron mucha cantidad de gente, é los que daban yn- 
dios enemigos suyos, los acabaron; destos yndios, 
los cristianos no avian ni tomaban más dellos, si no 
heran las mozas é mancebos, porque los demas, 
todos los mataban los yndios. De aqui caminamos 
adelante, y fuimos muchos pueblos é casas hazien- 
do gerra, commo atrás he dicho, hasta que llega- 
mos á los Mogranoes, los quales con saber lo que 
atras se abia pasado, temiendo no sucediese á 
ellos como á los demas, nos esperaron de guerra, 
é entrando que entramos en el pueblo, comentaron 
á disparar sus armas contra nosotros, do fenesQie- 
ron algunos cristianos, é alli arremetieron los cris- 
tianos y caballos en tal manera, que á poco espa- 
cio, dexaron el pueblo é prendieron muchas mu- 
geres. E en este pueblo estuvimos quinze días. 

32. Puestos en este pueblo de Mogranos é des- 
varatados, á pocos dias después dellos, yendo en 
Ijusqueda de comida, hirieron un yndio de los ca- 
rios, por lo qual fueron pregonados por esclavos, 
y se les hizo gerra, en la qual mataron mucha gen- 
te, ansi de niños, mugeres viejas y otros yndios de 
gerra en más cantidad de quatro mili ánimas, de 
todos, y prendieron más de dos mili, los cuales tru- 
xeron por esclabos, los quales los ofigiales de 
V. M. é capitán los quintaron, y no los quisieron 
herrar pareciendoles no aber cabsa para ello. 

; 33. De aqui partimos y fuymos á los Cimeonos, 
por relagion que teníamos de aver alli cristianos de 
los de Juan de Ayolas, y llegados, preguntaron por 
ellos, y dixeron que enemigos suyos los avian 
muerto yendo á la gerra con ellos; por esto fueron 



APÉNDICE P 


479 


presos el principal destos yndios que dicho tengo y 
vn hijo suyo, los quaies salieron de paz á los cris- 
tianos, haziendoles buenos tratamientos é trayen- 
do de comer. 

34. De aqui partimos á los Cocorotoques, llevan- 
do presos este prengpal y hijo que dicho tengo, por 
lo qual toda la tierra se alborotó, viendo y sabiendo 
como saliendo de paz y á traer de comer, los pren- 
dían y llevaban. 

35. De alli partimos, con relación de los yndios 
que dicho tengo, la buelta de los Tamaco^ies, por- 
que alli dezian aver metal blanco y á la mano dere- 
cha de como yvamos, avia el metal amarillo, é fué 
acordado que fuésemos á los Tamacocies, do como 
llegamos, salieron de paz, por ser como heran yn- 
dios que avian servido é tratado con cristianos: do 
fuimos ynformados en el Perú, y sabido que tan 
cerca estamos de los reynos del Perú, fué acorda- 
do por el capitán y oficiales de S. M. enbiar al ca- 
pitán Nuflo de Chaves y á otros allá, y la demás 
jente dió buelta por los Corocotoques do salimos. 
Aqui ovo diferencia entre los oficiales de S. M. y 
el capitán, sobre la yda, que el capitán quería hir al 
Perú en el seguimiento del capitán Nuflo de Cha- 
ves; é fué tal, que toda la jente se llegó á la vanda 
de los oficiales é le contradixeron la yda del Perú, 
de cuya cabsa é de los requerimientos que le hizie- 
ron, se ovo de dysistir del mando que tenia, é fué 
elegido el capitán Gonzalo de Mendoga, hasta lle- 
gar al Paraguay y á esta gibdad de la Asunción. 
En estos Corocotoques, se hizieron muy grandes 
gerras, do mataron ynfinitas criaturas é otra mucha 
gente é prendieron muchos. 

36. De aqui partimos, trayendo ansi estos commo 
todos los demas que prendían por el camino do 
venían haziendo gerra, presos y por esclavos, has- 
ta que llegaron puerto de San Fernando, do commo 



480 


ULRICH SCHMiDEL 


llegó al pueblo que quedó poblado al tiempo de la 
partida, supo commo estaba mandando por elle- 
Qion el capitán Diego de Abrego; é sabido, é visto 
que nunca avia sido de su opinión, trabajó el capi- 
tán Vergara con personas que alli estavan cómo 
dixesen á la gente quel capitán Diego de Abrego 
les avia quitado todas sus haziendas y servicio, é las 
avia dado é repartido á los que él avia querido; de 
cuya cabsa se alborotó toda la jente en tal manera, 
que lo ovieron de elegir; é asi vino á esta ciudad 
con mano armada, y entrando, que entró de noche, 
echando vandos sopeña de la vida é la hazienda 
perdida, é ser dados por traydores á qualesquier 
personas que saliesen fuera de su casa hasta otro dia. 

37. Otro dia el capitán Diego de Abrego, con su 
escrivano, fué ále requerir de parte de V. M. le diese 
favor y ayuda, ansi el capitán Vergara como los 
oficiales de V. M., para tener la tierra en paz, quie- 
tud é sosiego lo qual está todo ante el escrivano 
del capitán Diego de Abrego, al qual respondieron 
ciertas cosas questán ante el dicho escrivano. 

38. Después desto, á cabo de tres o quatro dias 
prendieron al dicho capitán Diego de Abrego, é le 
tuvieron preso, molestándolo con prisiones, hasta 
tanto quél se soltó é se fué de la cárcel. 

3Q. Salido, algunos amigos suyos se juntaron con 
él, é determinaron de yr á esos reynos d’España, 
avisar á V. M. de lo que avia pasado en esta tierra, 
por la via de San Vicente. Sabido por el capitán 
Vergara, fué tras ellos con jente de pie é de á caba- 
llo, y los prendieron y truxeron presos y maniata- 
dos, con muy vituperio y algunos heridos. 

40. Puestos otra vez en la cárcel y fatigado de 
prisiones, determinó de se salir, é ansi lo hizo, y se 
salió, llevando consigo á vn pariente suyo que con 
él estava preso en la carmel; y salido, se fué é los 
bosques por do anduvo al pie de quatro años. 



APÉNDICE P 


481 


41. Después desto, e buelto de prender al capi- 
tán Diego de Abrego, tornó á enbiar por la tierra 
personas, las quales la desipaban y destruían, to- 
mándoles sus mugeres y hijas é todo lo que tenían, 
é quemándoles las casas y arrancándoles los bas- 
timentos y haziendoles otros daños muy grandes, 
porque no les querían dar sus mugeres é hijas. Por 
lo qual, el procurador general desta provincia é 
conquistadores della, viendo los daños que reci- 
bían los naturales y conquistadores, en que vnos 
la gozavan y otros la sustentaban y nunca se apro- 
vechaban della, determinó de le requerir sobre 
ello, é sabido por el capitán, le enbió á dezir que 
no lo hiziese, porque le avia de ahorcar por ello, 
por lo qual el procurador determinó de callar, é 
sabido por los conquistadores, especialmente por 
Miguel de Rutre, le dixo que por qué no hazla 
lo que hera obligado á procurar por la tierra é 
conquistadores della, como lo avia prometido é 
jurado. Visto esto, é que no quería el procurador 
hazerlo, temyendose del capitán, el Miguel de Rutre 
le dixo: «yo se lo requiriré o le haré que lo haga o 
se desista»; lo qual, todo vino á noticia del capitán 
Vergara, que veynte leguas de aqui estaba, y luego 
vino e venido, yendole á ver, como amigo que 
hera, el procurador, le mandó prender, é preso le 
tubo á buen recabdo. Sabido por Miguel de Rutre, 
fué á hablar con el capitán sobre el procurador 
é que no tenia culpa, é legando que llegó, lo pren- 
dió, e preso aquella noche, les mandó dar garrote, 
sin confision, dado caso que la pidieron muy mu- 
chas veces, é tenia clérigos dentro de su casa, di- 
ziendo que no avian menester confesarse. 

42. Muertos Miguel de Rutre y Camargo, vinie- 
ron de empadronar la tierra que, antes que los 
matasen, avian ydo á la enpadronar para la repar- 
tir, lo qual con poca ocasión que ovo, la dexó de 


31 



482 


ULRICH SCHMlDEL 


repartir, pero por eso no dexó todavía de enbiar 
sus faravtes á traher todo lo que por ella hallavan, 
yndios y mugeres como antes lo avian hecho. 

43. Todo esto pasado, determinó de hazer en- 
trada, la qual hizo dexando mandando al contador 
Felipe de Cayeres contra la voluntad de los más 
del pueblo, por lo qual el capitán Diego de Abre- 
go, que, siempre en el servicio de V. M. se avia 
mostrado, que en los montes estaba, viendo que 
muchos de su jente se-salian, de cabsa de no ser 
perseguidos y desarmados, como todos siempre o 
an sido, después que se prendió al governador 
Cabera de Vaca, salió á los recojer, y teniéndolos 
consigo en un bosque, dió buelta el capitán Ver- 
gara, que aora manda por governador, del camino 
que llevaua, y dió sobre él llevando ochocientas 
ánimas, antes más de yndios naturales y de otros 
comarcanos y cristianos, que muchos llevaba por 
fuerga, so grabes penas que les ponia, y lo desba- 
rató y prendieron tres cristianos, los cuales luego 
mandó ahorcar y asi fueron ahorcados. Otros, que 
después desto tomaron, los puso al pie de la hor- 
ca, y por ruego, los dexó; pero quebró, la furya en 
les llevar todo lo que tenian, porque en costas y 
principal, se yva todo; y asi mesmo ahorcó un prin- 
cipal desta tierra, por dezir que avia dado de comer 
al capitán Diego de Abrego é gente. 

44. Hecho esto determinó de proseguir su viaje, 
y ansi lo hizo, dexando mandando al contador, 
como antes dexava, al cual hizo jurar, so cierta 
pena que para ello puso, y mandó al contador exe- 
cutase sus vandos que avia echado, que los que 
con Diego de Abrego se havian aliado, á los quales 
o á los más destruyó, y no contento con esto, man- 
dó dar su merced para matar al capitán Diego de 
Abrego, y hallándolo vna noche en un bosque 
malo de los ojos y solo, le dieron vna saetada por 



APÉNDICE P 


4S3 


el corazón, de la cual luego murió sin hablar pala- 
bra ni llamar á Dios. 

45. Muerto el capitán Diego de Abrego, dio 
buelta del viaje que llevaba, por hallar la tierra 
despoblada, de cabsa que tomó otro camino del 
que avia de llevar, por yvitarque Garda Rodríguez 
no pasase á los reynos del Perú, do pensaba yr á 
avisar á V. M. de lo sucedido en la tierra. 

46. En esta buelta, de hanbre, frió y malos trata- 
mientos, murieron dos mili yndios naturales desta 
tierra. 

47. Buelto aqui, no olvidó su mala costunbre de 
chinchorrear y quitar las yndias de los yndios, ansi 
para él, como para dar á otros que con él avian 
ydo, no enbargante que, antes que partiese para la 
entrada, les avia dado muy grandes largas para 
que por la tierra anduviesen á robar, con título 
que hera servicio de V. M., lo que queria hazer en 
descubrir la tierra. 

48. Después de lo qual, queriendo otra vez hazer 
y efectuaran entrada, no ostante que antes avia 
muerto en la provincia del Parana mucha jente y 
ahorcado muchas viejas, de cabsa que heran esca- 
sas de dar sus hijas, y por esto los yndios aleaban 
todo quanto tenian y estaban en las casas solos, y 
por vellos estar sin mugeres les levantaban questa- 
ban aleados y de gerra é ansi los matavan é busca- 
ban las yndias por los bosques, y otros, de miedo, 
las daban; y desta manera truxeron mucha cantidad 
della, con las quales daba algunos, para los pren- 
dar para cada y quando fuese á la entrada, fuesen 
con él. 

4Q. Pasado todo esto, vino nuebas cómo S. A. 
hazia governador desta provincia al capitán Verga- 
ra, y sabido, dexó otra vez de efetuar la hentrada; 
y luego enbió al capitán Nuflo de Chaves con qier- 
ta gente en busca y demanda de Bartolomé Justi- 



484 


ULRICH SCHMiDEL 


niano, que hera el que traya las provisiones; el qual 
yendo en la demanda que llevaba, la dexó é fué á 
dar en unos yndios, porque tubo noticia que nadie 
avia llegado á ellos, y tuvo bregas con ellos é mató 
é prendió muchas mugeres é muchachos, las quales 
repartió entre todos los que con él llevava. 

50. Estando el capitán Nuflo de Chaves ocupa- 
do en esto, vino el Bartolomé Justinianno, y él legó 
á esta gibdad y dió las provisiones que traya, las 
quales presentó é presentadas, le obedecieron como 
S. A. lo mandaba por sus provisiones. 

51. Después de venidas las provisiones é obede- 
cido, mandó se enpadronase la tierra, é ydos an- 
padronar y traydos los padrones, la repartió entre 
sus amigos é baledores estranjeros é personas 
que nuevamente del Perú avian venido é de otras 
partes. 

52. Puesta la tierra en este estado, determinó de 
yr otra vez al Parana, y en saliendo, llegó á esta 
Cibdad el obispo y Martin de Vte, con ciertas pro- 
visiones de V. M., las quales se leyeron algunas 
dellas; y antes que el obispo llegase y la tierra se 
repartiese, no dexava de desollar los naturales de 
la tierra y quitalles sus hijas y mugeres, y no con- 
tento con esto, daba licencias á los vezinos de San 
Vicente, para que pudiesen sacar yndias desta tierra 
y llevallas á San Vicente, y asi llevaron muchas. 

53. Estas y otras cosas, ynvitisimo principe y se- 
ñor, son las que en esta tierra an sucedido, mientras 
en esta tierra a faltado la justicia de V. M., la qual 
ruego en mis sacrificios á Nuestro Señor ponga en 
coracon de V. M. que sienpre nos la provea, para 
que, mediante ella, sirvamos á Dios Nuestro Señor y 
á V.M. Nuestro Señor la ynvitisima persona de V.M. 
guarde y en muy largos años acreciente, como sus 
leales vasallos deseamos, para que sienpre nos 
tenga en paz é justicia. De esta cibdad de la Asun- 



APÉNDICE P 


435 


gon, á veynte é cinco de junio de mili y quinientos 
y (jinquenta y seys años. 

54. Sacra Cesárea Católica Real Magestad, el 
vmilde capellán de V. M. que sus pies y manos Rea- 
les besa. 


Martin González. 

55. Sobre. — A la Sacra Cesárea Católica Real 
Magestad del Enperador y Real nuestro señor, ó 
á los señores de su muy alto y poderoso Consejo de 
Yndias . — Va del Rio de la Plata. 




APENDICE Q 


INFORMACIÓN 


[Importante documento citado por Madero, pe- 
ro que no se reprodujo. Su extensión nos priva de 
publicarlo íntegro por ahora. Es de notar (1) el si- 
lencio que se observa acerca de la matanza de In- 
dios que motivó el desastre en Corpus Christi, y (2) 
que Ruiz Galán se <ítomó toda la gente questaba 
en el puerto de Corpus Christi é la llevó etc.» sin 
perjuicio de que más tarde «tornó á asentar el real 
con los Indios tenbues nuestros amigos etc». Esta 
pieza, como la carta de Villalta é Información de 
Gonzalo de Mendoza, ha sido facilitada por el se- 
ñor Enrique Peña. Por haber llegado á última hora 
no se ha utilizado en el Prólogo y Texto]. 

INFORMACIÓN DE FRANCISCO RUIZ GALÁN. 1538 

Archivo General de Indias.— Sevilla 
Simancas— justicia 
Consejo 

Informaciones y Provanzas 
Año de 1538 á 1576 
Estante 52 
Cajón 5 
Legajo 1/13 

En el puerto de nra. señora Santa Maria del buen 
ayre ques en la provincia del Rio de la plata tres 



488 


ULRICH SCHMiDEL 


dias del mes de junio año del nascimiento de nro. 
salvador Jesucristo de mil e quinientos e treinta e 
ocho años en presencia de nos Melchor Ramírez 
e pero hernandez escribanos de su Mag. e de los 
testigos de yuso escrito el magnifico señor capitán 
Francisco Ruiz Oalan teniente de governador capi- 
tán general en esta provincia por el ylustre e mag- 
nifico señor don pedro de mendoza adelantado 
governador e capitán general en esta dicha provin- 
cia con doscientas leguas de costa de mar del sur 
por su Mag. dijo que por cuanto al tienpo quel 
dicho señor adelantado partió desta provincia para 
los Reynos de españa lo dejo en la governacion 
con tan poco bastimento que no se pensó que 
la gente deste puerto se pudiera sostener por que 
no avia bastimento mas de para cinco o seis meses 
ni vergantines en que lo pedi yr abuscar y es asi 
que al cabo de dos meses poco mas o menos 
quel señor adelantado partió desta provincia vino 
el alteres Juan de Morales en un batel el cual venia 
por socorro de Rescates para la gente que estaba 
en el puerto de corpus cristi que desia que asi 
mesmo moria de ambre e dijo que el vergantin en 
que avia ydo diego de padilla lo avian tomado 
los yndios beguaes e avian muerto todos los sol- 
dados que en el yban e que alli en el dicho puerto 
no podian sustentarse sin un vergantin e resca- 
tes e el dicho señor teniente de governador le 
hizo e mando hacer un navio pequeño e le proveyó 
de rescates e hierro para con la gente del dicho 
puerto se sostubiese e ansi lo despacho e embio 
bien aviado e luego por la necesidad que en este 
Real cada dia se recrecía hizo hacer dichos vergan- 
tines para yr a rescatar pescado e manteca al di- 
cho puerto de corpus Cristi a los yndios que alli re- 
siden por que la gente no muriese de hambre é 
ansi mesmo hizo hacer ciertas rogas en las quales 



APÉNDICE Q 


489 


se sembró mayz para que la gente comiese y es- 
tando ya granado algunos de ello tanto que se po- 
dría bien cojer bino el capitán juan de salazar de 
espinoza con los dos vergantines en que el señor 
adelantado lo avia enviado á saber del capitán juan 
de ayolas que avia ydo al paraguay é dijo al señor 
teniente de governador como sabia por nueba cier- 
ta que avia entrado la tierra adentro é quel dejaba 
fecha una casa en el dicho rio paraguay fuerte con 
yndios muy amigos de los cristianos é dejo en ella 
cierta gente que la guardasen é que avia hallado 
mucha harina de mandioca e de mayz é que seria 
bien que la gente subiese é se llevase a la dicha 
casa por que en el campo ni alia no le faltaría de 
comer é mas que estarían mas cerca de la entrada 
de la sierra de la plata é para saber del dicho capi- 
tán juan de ayolas é ansi mismo trujo muestras de 
plata é de otros ciertos metal y el dicho señor te- 
niente de governador bisto lo suso dicho con pare- 
cer de los oficiales de su Mag. por se certificar de 
todo ello é no dejar la gente en parte donde no se 
pudiese mantener quiso en persona yr alia é dejan- 
do en este puerto buen recabdo en cuatro ver- 
gantines é una zabra tomo toda la gente questaba 
en el puerto de corpus cristi é la llebo a la dicha 
casa donde hallo mucha hambre a cabza de que la 
langosta se habia comido lo sembrado por lo cual 
se quiso bolver con la gente luego como llego mas 
por que le dijeron que en la frontera é comarca de 
la dicha casa avia de comer é los yndios que lo 
tenían heran enemigos con parte de la gente fue 
alia é tomo contra su voluntad todo el bastimento 
que pudo en lo qual andubo un mes en cabo del 
qual se bino á la dicha casa donde hizo una iglesia 
é dejo en ella para que sirviesen a dios al padre 
francisco de andrada é al racionero graviel delez- 
caño é a los padres fray juan de salazar é fray luis 



490 


ULRICH SCHMiDEL 


é ansi mesmo dejo en la dicha casa al dicho capitán 
juan de salazar con cinquenta hombres con el bas- 
timento que pudo para se sostubiesen el é los di- 
chos clérigos é religiosos dejóles ansi mismo fragua 
rescates é hierro para que pudiesen ansi mesmo 
rescatar de los yndios bastimentos é con la otra 
gente se bino al puerto de Corpus cristi donde tor- 
no a asentar el real con los yndios tenbues nuestros 
amigos é alli hizo otra yglesia donde dejo é están 
por capellanes el padre juan de Santander é luis de 
miranda clérigos é antonio de mendoza por tenien- 
te de Governador con la mayor parte de la gente é 
le dejo mayz é manteca é rescates para sustentar la 
gente é los clérigos é con la otra se bolbio a este 
puerto de buenos ayres donde hallo una nao é una 
carabela que avia venido con gente las quales no 
traian bastimentos para se poder sustentar e hallo 
ansi mesmo cogido el mayz que no fue en tanta can- 
tidad como su merced penzo de donde le biene a 
su Mag. catorce fanegas e media de mayz de dies- 
mo e porque el a fecho en este puerto quatro 
yglesias a costa de la hacienda del señor adelanta- 
do las quales por ser cubiertas de paja sean que- 
mado algunas de ellas e otras llebado el rio el di- 
cho señor teniente de governador deshizo una nao 
grande e hizo una yglesia de las tablas e maderas 
della donde esta por cura julian carrasco clérigo e 
el bachiller martin de armen^ia e los padres fray 
ysidro e fray Cristóbal religiosos que sirben a dios e 
cada día dicen misa a los quales ansi mesmo an 
dado e dan de comer siempre de los bastimentos 
del señor adelantado como a los oficiales de su ma- 
gestad e gente desta dicha provincia sin interese al- 
guno e porque la necesidad del bastimento es tanta 
que no comen los soldados mas de a ocho onzas de 
mayz su merced enbia un galeón bien aderezado e 
con buena gente a la costa del brazil para que trayga 



APÉNDICE Q 


491 


bastimento e los oficiales de su magestad el teso- 
rero gargi venegas e el contador felipe de cayeres 
se ponen en le pedir el diezmo de las dichas catorce 
fanegas e media de mayz no mirando en la gran 
necesidad que la gente padece mas de lo aver para 
provecho de sus salarios como el dicho contador 
lo a dicho e para pagar cierto mayz que deve a 
juan pedro de bibaldo ginobes e si se les diese se- 
ria cabza que oviese otra tal mortandad como la 
pasada pues ellos no la quieren aprovechar en 
servicio de su magestad e dello seria dios e su 
magestad deservidos por ende que su merced 
toma las dichas catorce fanegas e media de mayz 
para reparo de la dicha gente para lo dar a los 
dichos oficiales tanto quel dicho galeón venga 
sino se oviera comido e porque su magestad sea 
cierto por verdadera ynformacion que no lo toma 
sino para dar de comer á esta su gente que tiene 
aqui porque no lo ay bastimento en todo este rio 
ni donde al presente se pueda aver mando á nos 
los dichos escribanos que los testigos de ynforma- 
ción que ante nos se tomasen cerca de lo suso di- 
cho se lo demas en publica forma para que su ma- 
gestad sepa como es servido e ansi mesmo dijo que 
los dichos oficiales de su magestad no an querido 
ni quieren pagar al dicho juan carrasco clérigo cu- 
ra de este puerto los salarios que se le deben del 
tiempo que a servido después aca que fue recibido 
al dicho cargo no enbargante que el se la ha pe- 
dido e su magestad por sus ynstrucciones que les 
tiene dadas se lo manda a lo cual fueron presentes 
por testigos juan pabon de badajos e hernando de 
ribera estantes en este puerto que lo firmo de su 
nombre — francisco ruiz. 




Escudo de armas de la familia Schmídel 


GENEALOGÍA DE LOS SCHMÍDEL 

PEDRO SCHMÍDEL ob. 1364 (?) 


ERHARDO, el mayor = Felicitas Zellefin 


1449, 1461, 1474. 1477, 1479 y 
1480 Burgomaestre de Straubing. 
1483 Zechenmeister (2'. 

~ ob. 1501 (?) 

1 

1 


ERHARDO, el menor 


AMBROSIO 


WOLFGANC, ob. 1511 (4) 


— Verónica Zellerin 


= Marta Zellerin 


= Ana Zellerin 


1484 Symonkasíner (3) 

1495 Burgomaestre 
1490-1519 Señor del hospital feudal 
en Straubing. 


ob. antes de 1498 
1506 á 8 Burgomaestre 

1506 Diputado á la convención des- 
pués de la guerra de Sucesión de 
Landshut (5) 

1508 Señor de las rentas feudales pro- 
pias del capítulo de la Catedral de 
Augsburgo. 

1500 Reconocido señor del Castillo 
feudal de Azlburg por el Arzobispo 
Ruprecht. 


Primeras Nupcias 


Segundas Nupcias 

FEDERICO 

TOMÁS 

ULRICH 

1522 Instalado señor del castillo feudal 

ob. Set. 20 de 1554 (7) 

ob. Regensburg (?). 

de Azlburg por el Arzobispo Juan 
de Regensburg, príncipe palatino 
del Rhin y duque de Baviera (6). 

= 1.®- Magdalena Schellerin 

ob. Agosto 12 de 1528 
= 2.®' Marta Mallerin 
ob. 1557 (8). 

1522, 1524, 1530 y 1535 Burgomaestre. 

1539 Concejal del ducado. 

1522, 1526 y 1549 reconocido señor 
de Azlburg. 



(1) Los datos estos, en su mayor parte, fueron extractados por el Dr. R. R. Schuller, quien los obsequió para esta publicación: 
fueron reunidos por el capitán del ejército real de Baviera, Eduardo Wimmer, citado por J. Mondschein. 

(2) Zechenmeister — Alto puesto feudal en el ducado y en la diócesis de Augsburgo. 

(3) Symonkastner — Ignórase la categoría de este empleo. 

(4) Existe la partida de su casamiento — un lunes después del día de San Erhai'do 1472 — se halla en el archivo de la ciudad de 
Straubing — Legajo 44, núm. 27. 

(5) Landshut — una ciudad en Baviera. 

(6) Cartulario original en el castillo de Azlburg, hoy convento de religiosas de la orden de Sta. Elizabeth. 

(7) Según la losa sepulcral en el cementerio de Santiago en Straubing. 

(8) Reconocida señora del castillo feudal de Azlburg en 1555. 





RBVERENDISSIMO ET ILLV- 

llriísiino Principi ac Domino , Domino lO- 
HANNI PHILIPPO ,£pi(copo Bambergenfi>&c. 
Principi ac Domino Aio clementifsimo. 



N Arrationes hiftorictE de novis Reglonibus & populú, meo 
indicio , non tantum iucundc , fird etiam chriftianis leAu, 
neceflarix fniit. Si enim immenla , Sí miranda Dei opera 
eiurq; íneiFabitem mirericordiam conGderabimu$,qnam in nos 
miiérosindignorq; Chriftianos declara vit, quodnontamum 
lUi noticia nos illuftravíi,redeti»m Adami culpa exitio deilinai 

A a eos 




INDICE 


NOTAS DEL TENIENTE GENERAL DON BARTOLOMÉ MITRE 

Pág. 


I 

Schmidel y Bernal Díaz del Castillo 5 

II 

Bibliografía de Schmidel 6 

III 

El Nombre de Schmidel 14 

IV 

Biografía de Schmidel 20 

V 

La Obra de Schmidel 32 


PRÓLOGO DEL TRADUCTOR 


I 

Preliminar 39 

II 

Cronología 41 

III 

Distancias 43 


IV 


Expedición de Mendoza. 


44 



494 


ULRICH SCHMÍDEL 


Pág. 

V 

Maravillas del Mar 

VI 

Mandioca, Mandubí y Batatas 47 

VII 

Cerro de San Fernando 50 

VIII 

Los horrores del hambre 51 

X 

Duchkameyen. — Tucumán 54 

XI 

Etnografía * 56 

XII 

Los españolismos del autor 82 

XIII 

El sitio de Buenos Ayres 83 

XIV 

Los viajes de Ayolas á los Timbú 85 

XV 

Los 4 años del Cap. XIV y los 2 del Cap. XXX 87 

XVI 

Viaje de Ruiz Galán á la Asunción con Cabrera 1539 88 

XVII 

Confusiones en el relato del autor 89 

XVI (repetido) 

Corpus Christi y Buena Esperanza 118. 

XVII (repetido) 

Nombre de la Asunción 123 

XVIII 

Gobierno de Alvar Núñez Cabeza de Vaca 125 

XIX 

Los últimos años de Schmídel en el Río de la^PIata 126 

XX 

Conclusión 128 



ÍNDICE 


495 


VIAJE DE ÜLRICH SCHMÍDEL 

Pag. 

Introducción 137 

CAP. I 

La navegación de Amberes á España 138 

CAP. II 

La navegación de España á las Canarias 139 

CAP. III 

Viaje de la Palma á Santiago 142 

CAP. IV 

Viaja por alta mar y describe sus maravillas 143 

CAP. V 

Llegada á Río de Janeiro y muerte de Osorio 144 

CAP. VI 

Llegan al Río de la Plata y Puerto de San Gabriel. Los Charrúa. . . 145 

CAP. VII 

La Ciudad de Buenos Ayres y los Indios Querandí 147 

CAP. VIH 

La batalla con los Indios Querandí 149 

CAP. IX 

Se fortifica Buenos Ayres y se padece hambre 151 

CAP. X 

Expedición de Jorge Luján 153 

CAP. XI 

El sitio de Buenos Ayres 154 

CAP. XII 

El padrón de la gente y preparativos 156 

CAP. XIII 

Viaje de Mendoza con Ayolas á fundar Buena Esperanza 157 

CAP. XIV 

Regresa don Pedro de Mendoza á España y muere en el viaje. 159 

CAP. XV 

Alonso Cabrera llega al Río de la Plata 160 



496 


ULRICH SCHMÍDEL 


Pag. 

CAP. XVI 

Parten en busca del Paraguay y llegan á los Corondas 162 

CAP, XVII 

Llegan á los Gulgaises y Machkuerendes 164 

CAP. XVIII 

Llegan á los Zechennaus Saluaischco y Mepenes 166 

CAP. XIX 

Llegan á los Kueremagbeis y Agá 

CAP. XX 

Los Pueblos Carlos 

CAP. XXI 

Describe la ciudad de Lambaré y su captura 173 

CAP. XXII 

La Asunción fundada.— Guerra de los Agá 176 

CAP. XXIII 

Los Payaguá.— Viaje de descubrimiento , 17g 

CAP. XXIV 

Cerro de San Fernando y viaje á los Payaguá 181 

CAP. XXV 

Ayolas viaja por tierra de los Payaguá y Naperú. ....... 183 

CAP. XXVI 

Se sabe de la muerte de Ayolas.— Eligen á Traía 185 

CAP, XXVII 

Bajada de Traía á Buenos Ayres en 1541.— Tragedia de Corpus Christi . 187 

CAP. XXVIII 

Traición de los Timbú y asalto á Corpus Christi 190 

CAP. XXIX 

Llega la Carabela de Santa Catalina y viaje del autor á encontrar á 
Cabrera 2^2 

CAP. XXX 

Naufragio cerca de San Gabriel. — Los sobrevivientes llegan á Buenos 
Ayres y pasan á la Asunción 

CAP. XXXI 

Llega Alvar Núñez Cabeza de Vaca á Santa Catalina y pasa á la Asun- 
ción 



ÍNDICE 


497 


Pág. 

CAP. XXXII 

Cabeza de Vaca manda una expedición á los Suruchacuiss y otros In- 
dios 201 

CAP. XXXIII 

Guerra contra Tabaré. Este es vencido 203 

CAP. XXXIV 

- Cabeza de Vaca sube á San Fernando á los Payaguá, Guasarapos y 
Sacocíes 205 

CAP. XXXV 

Viaje de Hernando Ribera á los Orejones, Sueruchuessis y á los Acha- 
rés 209 

CAP. XXXVI 

Llegan á los Scheruess y son bien recibidos por ellos 213 

CAP. XXXVII 

Buscan á los Amosenes y pasan por los Syeberis y Ortueses . . . .218 

CAP. XXXVIII 

Regreso de Hernando de Ribera.— Sublevación de la gente .... 222 
CAP. XXXIX 

Impopularidad de Cabeza de Vaca.— Matanza de los Suerucuesis. . . 225 

CAP. XL 

Prisión de Cabeza de Vaca.— Su deportación á España.— Elección de 
Martínez de Irala 229 

CAP. XLI 

Discordia entre los Cristianos.— Alzamiento de los Caríos. — Los Yapirú 
y Batatá ayudan á los Españoles 232 

CAP. XLII 

Los Cristianos, con auxilio de los Yaperú y Batatá ganan los pueblos de 
la Frontera y Caraycbá 235 

CAP. XLIII 

Toma del pueblo Juerich Sabayé. - Perdón de Thaberé 240 

CAP. XLIV 

Entrada de Irala al Chaco Boreal por los Payaguá y Mbayá .... 245 
CAP. XLV 

Visitan á los Mbayá, Chañé, Thohannes, Payhonas, Morronnos, Perro- 
noss 250 



496 


ULRICH SCHMÍDEL 


Pág. 

CAP. XLVI 

De los Borkenes, Leichonos, Kharchkonos, Syeberis y Peyssennos. . 255 
CAP. XLVII 

De los Maygennos y Karckhokíes y de las Salinas 260 

CAP. XLVIII 

De los Machkaisies y llegada al Perú 264 

CAP. XLIX 

De la Tierra de los Marchkhaysíes. — Regreso al Río de la Plata.— Alza- 
miento de Diego de Abreu 270 

CAP. L 

Motín de Abreu.— Schniídel recibe cartas de España 275 

CAP. LI 

El autor emprende viaje de vuelta.— Baja por el Río de la Plata y sube 
por el Paraná 278 

CAP, LIl 

Pasan por los Tupí.— Su descripción.— Llegan al Pueblo de Juan Kai- 
munnelle (Ramallo) 280 

CAP. un 

Llegada á San Vicente. — Viaje á España.— Maravillas del Mar . . . 286 

CAP, LIV 

Llegada á Lisboa y Sevilla.— Pasa á Cádiz.— Escapa de un naufragio . 289 

CAP. LV 

Vuelve á embarcarse el autor en Cádiz.— Llegan á Inglaterra y de allí á 

Amberes 294 

Epílogo del Traductor 299 

APÉNDICES 

A — Carta de Francisco de Villalta 303 

B — Memoria de Pero Hernández 325 

C — Información.— Gonzalo de Mendoza (1545) 367 

D — Carta de doña Isabel de Guevara 387 

E — Carta de Domingo de Irala (1541) 391 

F — Carta de Domingo de Irala (1555) 405 

G — Carta de obligación de Hernán Baez 429 

H — Obligación de Diego de la Isla 435 

/--- Varias referencias 437 

y— Juramento de Obediencia (1538) 439 



ÍNDICE 


499 


Pág. 

K — Carta de Poder de Ruiz Galán (1539) 455 

Z. — Carta de Obligación (1539) 459 

M “ Título de Vehedor ( Juan de Salazar, 1536) 461 

Z/y O — Instrucción de Mendoza á Ruiz Galán (1537) 465 

P — Carta del Clérigo Martín González al Emperador (1556). . . 467 

<2 — Información. —Ruiz Galán (1538) 487 

Genealogía de la familia Schmíde!. 


LÁMINAS 

REPRODUCIDAS DE LA EDICIÓN LATINA DE LEVINO HULSIO, 1599 

1— Retrato de Huldérico Schmídel. 

2— Portada de la edición latina. 

3— Batalla con los Querandí.— Cap. VIII. 

4— Horrores del hambre.— Cap. IX. 

5— -E1 sitio de Buenos Ayres.— Cap. XI. 

6 — Los Timbú, Buena Esperanza y Corpus Christi. — Cap. XIII. 

7— La serpiente de los Machkuerendes.—Cap. XVII. 

8— Los Garios.— Cap. XX. 

9— La ciudad y pelea de Lambaré.— Cap. XXL 

10— Los Payaguá y Naperú.— Cap. XXV. 

11— Asalto de Corpus Christi.- Cap. XXVIII. 

12— Naufragio de Schmídel en 1538.— Cap. XXX. 

13— Los Scherness.— Cap. XXXVI. 

14— Asalto de la Frondiere.— Cap. XLII. 

15— Pacos ó Llamas.— Cap. XLIV. 

16— Pelea con los Maygennos.— Cap. XLVII. 

17— Naufragio cerca de Cádiz.— Cap. LIV. 

18— Escudo de armas del obispo de Bamberg.— 

MAPAS 


1— El de la edición latina citada. 

2— El del abate Camaño, reproducido por el abate jolis - 1789. 

3— El de Delisle— 1700. 




Este libro se acabó de imprimir en 
Buenos Aires, en los talleres de la 
Compañía Sud-Americana 
de Billetes de Banco, 
el día 30 de Julio 
de 1903 




SUBSCRIPTORES A LOS EJEMPLARES DE LUJO 

, 


N.® 1 
» 2 
3 

» 4 

>, 5 

6 

„ 7 

„ 8 
n 9 
„ 10 
,, 11 
M 12 

» 13 
„ 14 
„ 15 
„ 16 
.. 17 
18 
M 19 
„ 20 
„ 21 
„ 22 
M 23 
24 
„ 25 
,» 26 
M 27 
„ 28 


Teniente General Bartolomé Mitre. 
Señor Alejandro Rosa. 

Doctor José Marcó del Pont. 

,, Jorge A. Echayde. 

Señor Juan Carlos Amadeo. 

,, Juan B. Ambrosetti. 

Doctor Pedro N. Arata. 

Señor Juan José Biedma. 

,, Antonio Cadelago. 

Doctor Ramón J. Cárcano. 

Señor Adolfo P. Carranza, 

Doctor Gabriel Carrasco. 

,, Adolfo Decoud. 

General José Ignacio Garmendia. 
Señor Samuel A. Lafone Quevedo. 
Doctor Martiniano Leguizamón. 

,, Manuel F. Mantilla. 

Señor Alfredo Meabe. 

,, Eduardo Ortiz Basualdo. 
Señor Félix F. Outes. 

,, Juan Pelleschi. 

,, Enrique Pena. 

Doctor Ernesto Quesada. 

,, José M.* Ramos Mejía. 

,, Carlos M. Urien. 

„ Joaquín V. González. 

,, Estanislao S. Zeballos. 

,, Carlos Molina Arrotea. 


Estos ejemplares llevan el nombre del poseedor. 




CORRIGENDA 


Página 

Línea 

Donde dice 

Léase 

42 

32 

Ap. C 

Ap. F 

60 

28 

Hans Stade 

Hans Staden 

138 

16 

Neerlandeses 

Flamencos 

» 

» 

Niremburgo 

Nürenberg 

143 

18 

Jchaub-huet-fischs 

Schaub-huet-fischs 

144 

20 

Hermano adoptivo 

Frater jaratas 

148 

20 

De á caballo 

Lansquenetes 

157 

12 

Paanaw 

Paranaw 

162 

9 

Paranaw 

Parnanaw 

178 

13 

Trauen 

Frauen 

179 

17 

Jarayes ? 

Peruanos (1) 

182 

8 

Antas 

Anntthe (antas) 

202 

7 

Por adorno 

Destapadas (2) 

211 

7 

No se tapan 

Véase nota al pie. 

235 

24 

Frondiere 

Froendiere 

237 

23 

Froendere 

Froendiere 

247 

12 

Destapadas 

Véase la corrección á la p. 202 
«Por adorno». 

248 

7 

Ennten (antas) 

Ennten (patos) 

249 

S 

No se tapan, etc. 

Véase la corrección ála p, 202 

260 

22 

Los Carios 

Con 500 Carios 

263 

29 

Ennden (antas) 

Ennden (patos) 

271 

15 

Harchkokoes 

Karchkokoes 

288 

11 

De Francia 

De Franconia 

295 

30 

Sail por Segel, etc. 

Aparejos ó cables 

> 

31 

Arnemniden 

Arnemuiden 


(1) Es decir — Subditos del Inca. Véase nota 3, á la p. 781. 

(2) Bedeckht mit irer scham,~Dc^ Cabeza de Vaca (Com. Cap. XIV), 
que «las mujeres de éstos no andan tapadas las vergüenzas*. Según los 
conocedores del idioma bavarense en que escribió el autor las palabras éstas 
no pasan de un modo de decir con las vergüenzas tapadas^ sentido que no 
se ajusta á la noticia de Cabeza de Vaca. El bedeckte schani de la p. 207, 
nota 1, indica que no quería decir esto cuando hizo uso de aquella ex- 
presión. 





Kj.crmAptcA 


BOGOTA 


CB^ncyi 

P VtfccAw 
FSHeUm, 


i PAGV.e^ 

I ANA ■ f  , 
^o« Í7 


KEGN^V 


•ranea 


R, cas 

I. TkmumcA^i 
JPcrnamLúcojté 

- r , ^■'”íf.. . 


OmdTf’’*"’ 


O Al A 
GVA . 


nuoiia. 


•arof. . 
■Hár.ftfdí. 


tama. 


Aha^ 


PííJiíKu 


>;i»i j 

dé, 


'ittíjiea. 


J ATOXO^ 

X FKOVIN 


Cátnamuw. J^<^Z 
Jt áds- Crfn*r.*,jjg 
K /e orae 7 

K ^ 

.y. 

f. Seéiro. 


T'J,aU^rrtS 


Ortkuesi 


■ vmro la 


MARSAtÁTíS. 

jsCSíiü 

OVKrACXTÍS. 
i' OsJieümdM 

/ SñmUiSd^, 

} TOV~ ¿OVPIN, -A^üe-, 

NAM) BAVTir. Oao^^ 


/Cámtre y 

paraíl» 


S^ARX PA 
2 CiFICViM. 




TkpÍIQ CAPlUCORJtfi 


'B Je m?v.í//a 


^.5- v/«ce/i¿ . 
■T* Je Guartha. 


renncs.o 


fuco 




Osttea S.Mifcal 

Ár 'THwíma n 


"‘.’-inmjt 


Ucucrei 






& Chile. 

Qiuaos ■ 

<%^oAn¿uU 


R,lf C«iwiii< 


•arena 


icaUL 


ana.. 


PATAGOiWAt 


[*r .r^/anf, , Ad Imam SjJmuñi^ á^lUna (m 
^iunifl Jrvtum mt j>ar htimnts ^j>aratre proc 
mé^mtudinu, jt>. oeís Uyi. Qui áem^ere,. aij^ie OAujt 
li í itdlr s Jé^áús jpe^uKÜú' tí shtauuiú uf^ie ^ün^m . 

ñ ilij^olís, tnr ií S il. tíHtiraium kac 

cüm, di cotSruat. : ti wro . P. Ttmi 

ea fitd lii Sto 7-r^ JÍ« 











De la obra: Saggio sulla Storia Naturale etc. del Gran Chaco, por el R José Jolis. 

FAENZA 1789 



A. jiqií' A Sierra.) 

•3. Sat^ iL.„.C r.P.. h 


^SGiovarmi 


Éé Chu(juifaca?í>j.^-^: 

^ 0 nuy 4 


Í^SaVint. 


''^enoí 
/■- íanoTios, 


b^- í py/ ‘^%Z^m^oS* 

=a^ !í Tíminahaí non 

dL ? ^ ® CA|L ancora rídotti, 

i' J 1 - ^ r ^ips: iü --:: 


rM»^‘ 




Parte di 


¡Tareirí, o 
torrteñte^ 












ííl^TV- ? 

^Baírbarr=^ 

'^I^BoraÍLo' 


»i&w ai /-v' » 

prtcor. ^ 


t^uxui 


itagua ^4^05 


í^pbos , 


1 -^unzioTie 

pSsi^o 




CoTiceziorre < 

deí ’Virmefo '^I^S ^ 


SiíMi chele. 


¿nüeni 


MCornent^ 
aoS.Gíov O 
'di Vera.^s 


^e^Santia¿o del 

m£ftero. 


Pomin. 


. ._ _ 1.^.. .-^'¿Sfcará, _ .. 
/ "í,. i 

y°^J y üiañáígafta. 


feiíícv 


Rioxa. 


Oratorjil' 


^fe^‘roíai¡ 


 A 

iCoijcezíonc.i *> 


CART 

I^DELGRAN CHACO| 

^ e Paefi Gonfinanti l 

1 Spicóazione delle Note 

||mí[.Caloma Sp^nuok con titolo diCiiti 
I ál Terra grofsa,oCoIonia con titolo d; Villa 
i Á. Altrt Colonie minon.o íematitok. 

' á Pacfetto=¿ Altri íuo^hirtie lorticellí. 
éPaSttt dTndiant con titoto diMifsíoni. 
X Citta<üftrtttta=: + Miísione dí/inuía. 
F. Ftume- M. Montea Y Valle 
DeJm. íUl Stí- Afc. GtOftcHifto Cenu^ í>^ Filrf- 




versió per imprimir

    Afegeix-hi un comentari:

    Nom a mostrar:
    E-mail:
    Introduïu el codi de seguretat
    Accepto les condicions d'ús següents:

    _KMS_WEB_BLOG_COMMENTS_ADVICE